Los africanos deben ingresar a la Cuarta Revolución Industrial de una manera que defienda las decisiones que vayan tomando como naciones soberanas, pensadas y desarrolladas desde y por los actores africanos que decidan ser parte el cambio de época, del ingreso al mundo tecnológico. Lo deben hacer, sin dudas, pero sin olvidar que además deberían defender la dignidad humana, la libertad como comunidades e individuos desde una mirada continental, teniendo en cuenta las posibilidades y recursos con los que se cuentan, además de permitir y fortalecer las alianzas que garanticen un proceso conveniente para la industria tecnológica del continente.
“El futuro llegó hace rato” reza una frase harto popular que se usa a menudo en el contexto de la llamada Cuarta Revolución Industrial y el acceso a ella. Pero ese “futuro” no llega para todos al mismo tiempo.
Las revoluciones previas
El economista británico Paul Donovan resume las últimas tres revoluciones industriales de acuerdo con la energía a través de la cual se puso en movimiento, entonces Donovan las clasifica en:
- energía de vapor
2- energía eléctrica
- energía informática
Para el economista Brendan Markey-Towler, que combina la ciencia dura de los números con ciencias sociales como la psicología y filosofía aplicadas a entender mejor aquello que la economía no puede explicar ni responder, califica cuatro revoluciones industriales, una, la primera gran revolución industrial, la que cambió los modos de producción, una segunda ligada a la revolución tecnológica, vale decir los cambios que la industria necesitó hacer para mejorar los medios de producción (máquinas, sistemas, procesos). En tercer lugar ubica a la revolución digital, donde las máquinas cobran cierto grado de inteligencia y ahora sí, una cuarta revolución industrial, señalando a esta última en el período actual de transición económica desde mediados de la década de 2000, caracterizada por una fusión de nuevas tecnologías digitales, arraigadas en los avances de la revolución digital, con aplicaciones tecnológicas en los dominios físico y biológico.
Erik Brynjolfsson del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT por sus siglas en inglés) se refiere a la 4IR como la “Segunda Era de las Máquinas” («2MA»). Según esta concepción, podemos afirmar que la primera era de las máquinas se trató de la automatización del trabajo manual y la fuerza laboral, aquella que imponía un esfuerzo físico, mientras que el progreso tecnológico de la 2MA en hardware, software y redes digitales se trata de la automatización del conocimiento. En el centro de la automatización del conocimiento se encuentra la inteligencia artificial (IA).
Retomando a Johnson y Markey-Towler, quienes explican que: “La inteligencia artificial, especialmente cuando está dotada de algoritmos de aprendizaje automático, es una tecnología que busca imitar el funcionamiento de la mente humana y que, por lo tanto, puede imitar la acción humana guiada por un proceso que imita el pensamiento humano”.
Estos economistas que observan una fuerte ligazón entre el mundo tecnológico, el futuro y las ciencias sociales, también han observado que la inteligencia artificial ha mejorado mucho el uso de robots y por ende “el 4IR mueve los postes de la meta de la automatización a la inteligencia, mediante el cual el software y los robots programados de manera inteligente pueden recopilar nuevos datos durante el curso normal de su operación, compartirlos con otros dispositivos aprobados en la red, analizar los datos y utilizar las conclusiones para actualizar su curso de acción. El 4IR tomó máquinas autónomas «tontas» y las hizo «inteligentes». Este paso fue esencial para el desarrollo de maravillas tecnológicas como los automóviles y camiones autónomos y la robótica industrial de última generación” dirán estos autores.
Del otro lado del mundo, pero en el centro del desarrollo de la “nuevas tecnologías”, Kai-Fu Lee, uno de los principales científicos e inversores del mundo en el campo de la inteligencia artificial, observó que el avance de la generación actual en un tipo de IA llamado redes neuronales, a veces denominado aprendizaje profundo, ha permitido avances notables en áreas como la visión por computadora y el procesamiento del lenguaje natural. Continuó afirmando que las capacidades de IA de hoy en día son tan grandes en esta forma cruda que lo que se necesita ahora son los ingenieros y, lo que es más importante, los datos para aprovechar al máximo todas las posibilidades. En este punto es donde el continente africano debe centrar sus intereses, en formar los actores principales (ingenieros) que más temprano que tarde tomen la iniciativa de llevar a África al mudo de la IA desde una mirada continental.
Kai-Fu Lee explica además, refiriéndose al poder y a los avances logrados en computación que “… las computadoras pueden ver y escuchar al mismo nivel que las personas ahora. Entonces, con el reconocimiento de voz para la traducción automática y el reconocimiento de objetos, la IA ahora está aproximadamente al mismo nivel que los humanos. Y la IA está mejorando rápidamente, en función de su capacidad para tomar una gran cantidad de datos, ya sea lenguaje hablado o videos grabados, para entrenarse a sí misma para hacerlo cada vez mejor. Entonces, con el tiempo, será mejor para ver y escuchar que los humanos”. Refiriéndose a lo que él llama la tercera ola de inteligencia artificial como IA de percepción, Lee habló de “… extender y expandir este poder a través de nuestro entorno vivido, digitalizando el mundo que nos rodea a través de la proliferación de sensores y dispositivos inteligentes. Estos dispositivos están convirtiendo nuestro mundo físico en datos digitales que pueden analizarse y optimizarse mediante algoritmos de aprendizaje profundo.
Los avances emergentes de la tecnología 4IR en campos como la inteligencia artificial, la robótica, el Internet de las cosas, los vehículos autónomos, la impresión 3D, la nanotecnología, la biotecnología, la ciencia de los materiales, el almacenamiento de energía y la computación cuántica entre las cosas que cambiaron drásticamente nuestras vidas, de nada sirven si no logramos situarlas, contextualizarlas y aplicarlas para las necesidades que surjan en los pueblos.
De hecho, la vida de los pueblos de África ya está siendo afectada por 4IR en formas que muchos de ellos aún no perciben: los teléfonos inteligentes, con la función de «Ubicación» activada, transmiten datos sobre sus movimientos en las redes, y los datos luego se venden a empresas de transporte de alta tecnología desesperadas por obtener información sobre el flujo de tráfico en las ciudades; muchos de ellos, sin darse cuenta, permiten que las aplicaciones de sus teléfonos accedan a sus micrófonos y cámaras, con la posibilidad real de que las conversaciones y acciones sean monitoreadas; los correos electrónicos y cuentas de redes sociales están siendo monitoreados en busca de información sobre ellos que se vende a anunciantes y políticos que la usan para «mensajes dirigidos»; sus rostros son escaneados cada vez más por cámaras conectadas a software de reconocimiento facial aparentemente para mejorar la seguridad. La IA está presente en cada uno de nosotros de manera compleja, no se trata de negar su existencia o renegar de sus múltiples usos, sino de exigir a los Estados una utilización consecuente a las necesidades de los usuarios. Esta nota será controlada por un software y por medio de algunas palabras clave será pasible de su circulación.
IA versus fuentes laborales
Sin embargo, lo que probablemente sea más alarmante para muchos es el hecho de que la combinación de inteligencia artificial y robótica respaldada por la conectividad en línea de alta velocidad amenaza con dejar sin trabajo en unos pocos años a quienes no tienen las nuevas habilidades requeridas.
En 2021, el Centro Africano para la Transformación Económica (ACET), en colaboración con 40 científicos de datos y expertos en aprendizaje automático de todo el mundo, había completado el primer «Desafío de inteligencia artificial» del continente, en pos de ayudar a predecir qué infraestructura necesitará África en el futuro.
El mencionado trabajo buscó identificar herramientas y enfoques de aprendizaje automático que puedan informar las decisiones políticas. Los científicos de datos crearon modelos y diseñaron metodologías que podrían ayudar a determinar qué infraestructura construir, dónde construirla y qué factores tendrían impactos económicos a largo plazo en el continente. Ya hemos mencionado que es aquí donde cobra relevancia que estos temas sean pensados y desarrollados desde una mirada africanista, de nada servirá importar exitosos métodos foráneos imposibles de aplicar en África, ya sea por falencias estructurales o por inaplicabilidad para la realidad del continente.
La cuarta revolución industrial y el imperialismo occidental
El imperialismo es “la política, la práctica o la defensa de extender el poder y el dominio de una nación, especialmente mediante adquisiciones territoriales directas o mediante el control indirecto de la vida política o económica de otras áreas”, según se puede leer en algunas definiciones de diccionario. Los pueblos de África, además, soportaron la peor parte del imperialismo occidental en forma de colonialismo. Y desde allí se desprende que tanto los colonos, como los colonialistas han tendido a organizar y transformar áreas no occidentales o europeas en construcciones fundamentalmente europeas o con la impronta traída desde occidente.
Así, la política, la economía y los sistemas de producción de conocimiento en los territorios colonizados fueron diseñados para imitar los de sus colonizadores occidentales. Con la independencia a fines de la década de 1950 y principios de la de 1960, el colonialismo clásico en África fue reemplazado por el neocolonialismo que representa al imperialismo en su etapa final y quizás la más peligrosa. La esencia del neocolonialismo es que el Estado que está sujeto a él es, en teoría, independiente y tiene todos los adornos exteriores de la soberanía internacional. En realidad, su sistema económico y, por lo tanto, su política están dirigido desde afuera.
Entonces desde estas concepciones de imperialismo, colonialismo y neocolonialismo es que afirmamos que la industrialización en la 4RI podría continuar fácilmente por el camino de la colonialidad, en el que los países ricos del hemisferio norte explotan los recursos de los países del sur. Y bien conocida es la riqueza africana en materias primas utilizadas en el desarrollo tecnológico, léase tierras raras, coltán, cobre, zinc, etc.
Durante el proceso de desarrollo de la Tercera Revolución Industrial, la desigualdad entre los países ricos del Norte y los países pobres del Sur se denominaba regularmente “brecha digital”, una brecha que ya se está abriendo paso en la 4IR.
De hecho, el Informe de Economía Digital 2019, publicado por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, destacó la concentración desproporcionada de la economía digital en los Estados Unidos y China, con el resto del mundo rezagado considerablemente, especialmente los países de África y América Latina. Según el Informe, Estados Unidos y China representaron el 90 % del valor de capitalización de mercado de las 70 plataformas digitales más grandes del mundo, más del 75 % del mercado de la computación en la nube, el 75 % de todas las patentes relacionadas con la tecnología blockchain y 50 por ciento del gasto global en Internet de las Cosas.
Entonces se entiende que la democratización de la comunicación y por desprendimiento la IA aplicada a la comunicación solo se aplica a quienes están por encima de cierto nivel de ingresos.
El informe predijo que bajo las regulaciones y políticas actuales, esta trayectoria probablemente continuaría, contribuyendo a aumentar la desigualdad. Sin embargo, quizás aún más inquietante, es la brecha digital dentro de cada uno de los países en África, donde la clase media disfruta prácticamente de todos los beneficios de las tecnologías 4IR que disfrutan sus contrapartes en el occidente y el este ricos, mientras que la gran mayoría de sus compatriotas siguen lidiando con la falta de servicios básicos como el acceso a agua corriente y energía eléctrica, por lo que para ellos ni siquiera se les plantea el tema de ingresar al mundo digital. Esta última brecha digital contribuye significativamente a la perpetuación de las estructuras neocoloniales de dominación en beneficio de Occidente y Oriente. La identidad cultural, el ser y hacer y las convicciones políticas que debieran reflejar el sentido de pertenencia africano a menudo no se refleja en el diseño mismo de los productos 4IR.
Por lo tanto, la Cuarta Revolución Industrial, debería guiar las iniciativas de los pueblos de África teniendo en cuenta la inclusión para satisfacer las necesidades de todos, la asequibilidad para cerrar la brecha digital, el respeto por el derecho a la identidad cultural para protegerse contra el imperialismo cultural y la orientación ética como guía.
La dominación de África que el capital global busca lograr está siendo ayudada en gran medida por las tecnologías 4IR.
Recordar a Frantz Fanon y “Los condenados de la tierra”, para no caer en la encerrona que occidente propone es un camino posible para que la 4IR no signifique un escalón más del imperialismo.
“Si queremos convertir África en una nueva Europa…, entonces dejemos el destino de nuestros países a los europeos. Ellos sabrán hacerlo mejor que los más dotados entre nosotros.
Pero si queremos que la humanidad avance un paso más, si queremos llevarla a un nivel diferente al que le ha mostrado Europa, entonces debemos inventar y debemos hacer descubrimientos.”
Frantz Fanon
*Beto Cremonte es periodista, Comunicador Social y docente en la Facultad de Comunicación Social de La Plata (U.N.L.P), estudiante avanzado de la Tecnicatura Universitaria en Comunicación Pública y Política de la Universidad Nacional de La Plata (U.N.L.P)