Europa

Europa entre dos fuegos: ¿Se pueden gestionar todas las crisis al mismo tiempo?

Por Erkin Öncan* –
Las naciones que abogan por la multipolaridad, la estabilidad y la seguridad se enfrentan a amenazas de cerco militar, golpes de Estado y revoluciones de colores.

La operación militar de Rusia en Ucrania no sólo ha desencadenado sanciones antirrusas y ayuda financiera y militar a Ucrania, sino que también ha puesto de manifiesto las múltiples amenazas a las que se enfrenta Europa. Mientras Occidente, liderado por Estados Unidos, trata de utilizar a Ucrania, producto de revoluciones de colores, como palanca estratégica, Europa se lleva la peor parte de las consiguientes tensiones políticas y económicas.

En la actualidad, Europa se enfrenta a la escalada de los precios de la energía derivada de la crisis ucraniana y las sanciones antirrusas. Además, los disturbios alimentados por las restricciones ucranianas sobre el grano impuestas a los países europeos, el deterioro de la economía, la actual oleada migratoria y los retos que plantea siguen siendo cuestiones acuciantes pendientes de resolución. Mientras tanto, las acciones de Israel en Gaza y las declaraciones de apoyo de Estados Unidos complican aún más las cosas para Europa.

A pesar de las esperanzas de que una resolución del conflicto palestino-israelí desplace a Ucrania del primer plano, se espera que los líderes europeos aborden ambas crisis simultáneamente, con algunas excepciones como España. Citando al primer ministro belga, Alexander De Croo, quien afirmó: «Es evidente que el conflicto de Oriente Próximo ensombrece los acontecimientos en Ucrania», Politico anticipa que los líderes de la UE harán valer su capacidad para abordar simultáneamente los conflictos de Ucrania y Oriente Próximo.

No se limita sólo a Ucrania e Israel; también se han revelado planes de revolución de colores en Kosovo-Serbia, problemas actuales en Georgia, una crisis política anticipada en Armenia debido a las acciones de Azerbaiyán en Karabaj, y presión política sobre los partidos de la oposición en Moldavia, entre otras preocupaciones.

Es evidente que todas estas cuestiones están interconectadas con crisis no resueltas en la región de la antigua URSS y que, en un contexto más amplio, forman parte de la estrategia de Estados Unidos para cercar a Rusia.

Mientras tanto, Europa está lidiando directamente con las consecuencias de estos acontecimientos, que se alinean con los intereses más amplios de Estados Unidos en la escena mundial, al tiempo que se esfuerza por aumentar su propia influencia geopolítica.

¿Cuál es el valor práctico de estos avances? En la reciente Cumbre de Líderes de la UE, el Canciller alemán Olaf Scholz expresó su satisfacción por la postura unificada de los Estados miembros de la UE ante el conflicto palestino-israelí.

Sin embargo, los aliados de Ucrania en la región del Báltico tienen una perspectiva diferente, pues consideran que el conflicto de Israel es una distracción. El ministro lituano de Asuntos Exteriores, Gabrielius Landsbergis, subrayó que, desde su punto de vista, Ucrania tiene prioridad como conflicto primordial, dada su proximidad a sus fronteras.

Las secuelas del conflicto han puesto de manifiesto la falta de consenso en Europa, contrariamente a lo afirmado por Scholz. Los informes indican que la ayuda al desarrollo de la UE a los palestinos se suspendió unilateralmente en un primer momento, pero más tarde se anunció que la ayuda sería objeto de examen y no de suspensión.

La visita de la Presidenta von der Leyen a Israel recibió críticas de la opinión pública europea, ya que algunos la percibieron como unilateral. James Moran, del Centro de Estudios Políticos Europeos, explicó que los desacuerdos internos se debían a la confusión reinante en las últimas semanas.

La falta de consenso se hizo patente incluso en la elección de la terminología, sin que se llegara a un acuerdo sobre la palabra «alto el fuego» durante la cumbre de líderes de la UE. Mientras algunos países, sobre todo España, utilizaron el término «alto el fuego», Alemania prefirió frases como «pausa humanitaria».

Según Politico, Berlín pretende evitar que parezca que restringe el derecho de Israel a la autodefensa debido al legado histórico de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, esto plantea interrogantes sobre hasta qué punto este legado oculta las violaciones de los derechos humanos cometidas por Israel en Palestina.

La resistencia palestina de Hamás, que ha dado un nuevo giro con los sucesos de Al-Aqsa, supone una importante amenaza para los intereses de Estados Unidos, similar a la crisis de Ucrania. Además, esta operación ha puesto en suspenso los esfuerzos de normalización de Israel con el mundo árabe, en particular con Arabia Saudí.

En este clima político, los líderes europeos parecen basar su postura en salvar el día cuando Estados Unidos es la parte más preocupada de la región. Incluso cuestiones que podrían parecer sencillas, como «detener los ataques contra civiles» y «proporcionar ayuda humanitaria a la región», pueden convertirse en asuntos complejos a ojos de las Naciones Unidas.

Varios factores contribuyen a que los líderes europeos mantengan una postura relativamente moderada respecto a Israel. Aunque la «unidad antirrusa» aumentó tras la operación rusa en Ucrania, persiste la preocupación por tener que soportar la carga de un segundo conflicto en Europa y por el aumento de la amenaza de ataques en las fronteras europeas debido a la intensa inmigración.

Estas preocupaciones se ven agravadas por las protestas a gran escala organizadas en las capitales europeas en los primeros días del conflicto. Si a ello se añade el mayor riesgo de agitación social derivado de la crisis económica relacionada con la situación ucraniana, Europa se enfrenta a la posibilidad de que se produzcan importantes convulsiones políticas, una perspectiva que preocupa a los líderes europeos.

Además, la situación de Ucrania dista mucho de ser óptima. Luigi Scazzieri, del Centro para la Reforma Europea, destacó en declaraciones a Politico el reto que supone gestionar ambos conflictos. La UE tendrá que dividir su atención y sus recursos financieros entre Ucrania y Gaza. Ucrania puede recibir menos atención, lo que dificultará que la UE acuerde una ayuda macroeconómica y militar sustancial para Kiev.

Un funcionario de la UE, que prefirió permanecer en el anonimato, expresó su preocupación afirmando: «Se trata de un conflicto abierto que afecta a la sociedad europea en su conjunto e incita a los disturbios en numerosas ciudades europeas.»

Es evidente que las protestas anticipadas en las ciudades europeas, denominadas «disturbios», están estrechamente relacionadas con la creciente comunidad musulmana y la población inmigrante en Europa. Esta dinámica contribuye al fortalecimiento de los movimientos de extrema derecha.

Podría decirse que uno de los catalizadores más importantes del auge de las ideologías de extrema derecha en Europa es la economía. Los sentimientos de extrema derecha en Europa han ido en aumento, especialmente tras la famosa crisis financiera de 2008. Acontecimientos como la Primavera Árabe de 2011, los movimientos migratorios resultantes, el golpe de Estado del Maidán ucraniano en 2014, el Brexit y la pandemia del COVID-19 a partir del 31 de diciembre de 2020 han alimentado una búsqueda colectiva de seguridad, estabilidad y prosperidad entre la población europea.

Los movimientos de izquierda y socialistas, de los que se esperaba que respondieran a este anhelo de la sociedad, no han sido robustos en Europa. Durante la Guerra Fría, tanto Europa como América fueron testigos del debilitamiento y la marginación de los movimientos de izquierda socialista frente a la URSS. En el mundo occidental, incluido Estados Unidos, no existe una izquierda socialista potente capaz de defender reivindicaciones «fuera de la corriente dominante». Las políticas neoliberales, antaño consideradas de izquierdas, se han convertido en la agenda política dominante. En consecuencia, sin una fuerza viable que guíe hacia la izquierda a las masas en busca de estabilidad y seguridad, las ideologías nacionalistas y de extrema derecha han llenado el vacío.

¿No hay grupos de izquierda en Europa que intenten contrarrestar esta tendencia? Ciertamente, los hay, pero su influencia política es limitada, se han enfrentado a un debilitamiento gradual a lo largo de los años, han sido acusados de ser agentes del KGB durante la era soviética y ahora se les suele tachar de agentes del Kremlin.

En resumen, el ascenso de los movimientos de extrema derecha en Europa refleja una crisis dentro del orden capitalista, con acciones provocadoras concurrentes en Ucrania, Israel, el Cáucaso e incluso la región de Asia-Pacífico dirigidas a abordar esta crisis.

La noción de crisis capitalista ha sido ampliamente debatida. En la actualidad, la ecuación política neoliberal, liderada por EEUU, que incluye conflictos externos e internos, ha llegado a un callejón sin salida. La anticipación de las recesiones del mercado, la inflación y las crisis energéticas, unidas a las guerras en los países del Tercer Mundo y de Europa del Este, el fomento de las organizaciones yihadistas y fascistas y la explotación de los recursos en estas regiones han provocado importantes oleadas de inmigración.

En una situación en la que el Occidente colectivo mantiene una fuerte influencia política y económica mundial, las crisis internas afectan predominantemente a la población en general. En este escenario, las naciones que abogan por la multipolaridad, la estabilidad y la seguridad se enfrentan a amenazas de cerco militar, golpes de Estado y revoluciones de colores.

*Erkin Öncan, periodista turco especializado en zonas de guerra y movimientos sociales de todo el mundo.

Artículo publicado originalmente en Strategic Culture.

Foto de portada: © Photo: Public domain

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