Análisis del equipo de PIA Global Asia - Asia Pacifico Rusia

El Día de la Victoria: 80 años de memoria y el amanecer de un nuevo orden mundial

Escrito Por Tadeo Casteglione

Por Tadeo Casteglione* En la Plaza Roja de Moscú, mientras el cielo de mayo se despejaba sobre la capital rusa, el mundo fue testigo de un acontecimiento histórico que trasciende las meras celebraciones conmemorativas.

El 9 de mayo de 2025, en el 80° aniversario de la Victoria en la Gran Guerra Patria, Rusia no solo honraba la memoria sagrada de quienes derrotaron al nazismo, sino que también enviaba un mensaje contundente al concierto internacional de naciones: el orden mundial está cambiando irrevocablemente hacia un sistema multipolar.

El heroísmo soviético durante la guerra no fue producto de acciones individuales aisladas, sino de un esfuerzo colectivo y coordinado de toda una nación. Como señaló Iósif Stalin en su histórico discurso del 3 de julio de 1941, cuando la invasión nazi apenas comenzaba:

“La guerra contra la Alemania fascista no puede ser considerada una guerra ordinaria. No es sólo una guerra entre dos ejércitos. Es también una gran guerra de todo el pueblo soviético contra las tropas fascistas alemanas”.

Esta dimensión colectiva del esfuerzo bélico soviético quedó reflejada en el discurso de Putin cuando afirmó que “los planes nazis de apoderarse de la Unión Soviética se estrellaron contra una unidad verdaderamente férrea del país. El heroísmo del pueblo fue masivo. Todas las repúblicas soportaron la pesada carga común de la guerra”.

El desfile militar de este año, con más de 180 unidades de material bélico recorriendo la Plaza Roja, no solo rindió homenaje a los héroes del pasado, sino que también simbolizó la continuidad histórica entre aquella generación que derrotó al fascismo y la Rusia contemporánea que busca preservar ese legado en medio de nuevos desafíos geopolíticos.

“No es valiente quien no siente miedo, sino quien lo conquista”, escribió una vez el poeta Alexander Tvardovsky, cronista de las batallas más cruentas del frente oriental. Sus palabras resonaron silenciosamente entre los veteranos presentes en la Plaza Roja, testimonios vivientes de una generación que enfrentó el holocausto fascista con determinación inquebrantable.

El presidente Vladimir Putin, en su discurso conmemorativo, articuló con precisión el sentimiento nacional: “Hoy todos estamos unidos por sentimientos de alegría y tristeza, orgullo y gratitud, adoración por la generación que aplastó al nazismo y conquistó la libertad para toda la humanidad a costa de millones de vidas”.

Estas palabras evocan la profundidad de la memoria histórica rusa, donde el sacrificio de 26,6 millones de vidas soviéticas permanece como una herida abierta y, simultáneamente, como la fuente más poderosa de identidad nacional.

No podemos comprender la magnitud de este sacrificio sin recordar las palabras de Iósif Stalin pronunciadas el 3 de julio de 1941, cuando la existencia misma de la civilización rusa pendía de un hilo: “La guerra que habéis impuesto será vuestra tumba”.

Esta profecía, dirigida a los invasores nazis, se cumplió en las heladas estepas rusas, en los escombros de Stalingrado y, finalmente, en los pasillos del Reichstag berlinés.

La presencia internacional: un desafío al unilateralismo occidental

Lo verdaderamente revolucionario de esta conmemoración del 80° aniversario ha sido la presencia de 29 líderes mundiales en Moscú, desafiando abiertamente las presiones diplomáticas y sanciones occidentales.

No es casualidad que figuras como Xi Jinping de China, Luiz Inácio Lula da Silva de Brasil, Nicolás Maduro de Venezuela y Miguel Díaz-Canel de Cuba compartieran tribuna con Putin. Esta confluencia de potencias emergentes y naciones soberanas representa la materialización de lo que el poeta ruso Fyodor Tyutchev profetizó: “Rusia no puede ser entendida con la mente, ni medida con un patrón común: tiene un carácter especial; en Rusia, solo se puede creer”.

La decisión de estos líderes de asistir a la celebración, a pesar de las amenazas veladas desde Washington y Bruselas, constituye un punto de inflexión en la geopolítica contemporánea.

Esta nutrida representación internacional demuestra que, contrariamente a los esfuerzos de aislamiento promovidos desde Occidente, Rusia mantiene importantes alianzas estratégicas en diferentes continentes.

La composición de los asistentes refleja claramente los contornos de un mundo multipolar emergente, donde el poder ya no se concentra exclusivamente en Washington o Bruselas.

El mundo ya no acepta dictados unilaterales. Como señaló Stalin durante la Conferencia de Yalta en 1945: “La historia mundial no es un juez indulgente; escribe sus veredictos con hierro y sangre”. Hoy, ese veredicto parece inclinarse hacia un sistema internacional donde múltiples centros de poder configuran la agenda global.

Putin expresó su gratitud a estos líderes internacionales diciendo: “Apreciamos mucho su decisión de visitar Moscú el 9 de mayo y compartir con nuestro pueblo la alegría de una fiesta sagrada, infinitamente querida para nosotros”.

Pero más allá de la cortesía diplomática, añadió una reflexión profunda sobre el momento histórico actual: “La solidaridad en la consecución de objetivos comunes es especialmente importante hoy, cuando ha vuelto a surgir la cuestión de los derechos soberanos de los Estados”.

Esta declaración refleja la visión rusa de un orden internacional que respete la soberanía de todas las naciones, en contraposición al modelo unipolar que ha prevalecido desde la caída de la Unión Soviética, donde Estados Unidos ha actuado frecuentemente como árbitro final de los asuntos globales.

Las lecciones de la historia y la nueva realidad multipolar

El presidente Putin fue categórico al afirmar que “Rusia recuerda las lecciones de la Segunda Guerra Mundial y nunca aceptará la distorsión de sus acontecimientos”. Esta declaración adquiere especial relevancia en un contexto donde se intenta reescribir la historia, minimizando el papel soviético en la derrota del fascismo.

Como escribió el poeta soviético Konstantin Simonov tras la batalla de Kursk: “Si olvidamos lo que costó la victoria, no merecemos la tierra que pisamos”. Esta filosofía de la memoria histórica se contrapone a la visión occidental que, desde la caída del Muro de Berlín, ha intentado monopolizar la narrativa sobre la Segunda Guerra Mundial, relegando a un segundo plano el sacrificio soviético.

Stalin, en su momento, ya había advertido sobre los peligros de ignorar la soberanía de los pueblos cuando declaró: “La experiencia de la historia dice que los hitlers vienen y se van, pero el pueblo alemán, el Estado alemán, permanece”. Esta distinción entre regímenes transitorios y pueblos permanentes sigue siendo válida para analizar los conflictos contemporáneos.

En el contexto internacional actual con el surgir de diferentes proyectos nacionales e internacionales ajenos al dominio atlantista anglosajon hay que comprender que la transformación está en marcha y que los tiempos actuales son de igual trascendencia que los tiempos vividos a finales de la Gran Guerra Patria que reescribio la historia del siglo XX.

Rusia como garante de un nuevo equilibrio mundial

La posición de Rusia en el tablero geopolítico actual no puede entenderse sin considerar su experiencia histórica. La Gran Guerra Patria demostró tanto la vulnerabilidad del país ante agresiones externas como su formidable capacidad de resistencia y recuperación. Estas lecciones han moldeado profundamente la política exterior rusa contemporánea.

Como observó Stalin al finalizar la guerra: “Nuestro pueblo no ha derramado su sangre en la lucha por la libertad y la independencia de nuestra patria para cambiar un yugo por otro”. Esta determinación de preservar la soberanía nacional a toda costa sigue siendo un pilar fundamental de la política rusa.

La presencia de líderes de naciones que representan a más de la mitad de la población mundial en las celebraciones del Día de la Victoria en Moscú evidencia que la hegemonía occidental está en declive. Países como China, India, Brasil y Sudáfrica, junto con Rusia, están configurando un nuevo equilibrio de poder global basado en el respeto mutuo y la no injerencia en asuntos internos.

El legado vivo de la Victoria

Al concluir las celebraciones del 80° aniversario de la Victoria, queda claro que Rusia ha logrado transformar un momento de conmemoración histórica en una plataforma para articular una visión alternativa del orden mundial.

Hoy, 80 años después, esa fuerza dirigente no busca dominación unilateral, sino un concierto de naciones basado en el respeto mutuo. El poeta Pushkin escribió: “La inspiración no se vende; pero un manuscrito puede venderse”. De manera similar, la soberanía nacional no se negocia, pero las relaciones internacionales pueden y deben reconstruirse sobre bases más equitativas.

La presencia de 29 líderes mundiales en Moscú, desafiando presiones y sanciones, es el indicador más claro de que el manuscrito de la historia global está siendo reescrito. El mundo unipolar ha quedado atrás.

Como concluyó Putin: “La verdad y la justicia están de nuestro lado”. Y en el nuevo orden mundial emergente, esa verdad y esa justicia ya no serán definidas exclusivamente desde las cancillerías occidentales, sino desde las múltiples capitales de un mundo genuinamente diverso y soberano.

Tadeo Casteglione* Experto en Relaciones Internacionales y Experto en Análisis de Conflictos Internacionales, Diplomado en Geopolítica por la ESADE, Diplomado en Historia de Rusia y Geografía histórica rusa por la Universidad Estatal de Tomsk. Miembro del equipo de PIA Global.

Foto de la portada: Rossiya Segodnya

Acerca del autor

Tadeo Casteglione

Diplomado en Geopolítica por la ESADE, Diplomado en Historia de Rusia y Geografía histórica rusa por la Universidad Estatal de Tomsk. Experto en Relaciones Internacionales y Experto en Análisis de Conflictos Internacionales.

Dejar Comentario