¿Qué entendemos por globalismo?
En primer lugar, Merino nos explicó a qué nos referimos cuando hablamos de globalismo, su proyecto, cómo está compuesto, sus actores, su territorialidad y los intereses que representa.
“Ante todo tenemos que entender al globalismo como fuerza político social y como proyecto político estratégico que emerge en los años 90, particularmente con núcleo en EEUU e Inglaterra, los países anglosajones y en el Norte Global.
Este proyecto tiene como sujeto social principal a las grandes transnacionales y a las redes financieras globales que protagonizaron la reconversión capitalista a partir de los años 70-80. Estas redes comandaron la economía global fundamentalmente a través de lo que se conoció como globalización, consenso de Washington, programa neoliberal”.
Merino explica que especialmente en los 90, para el globalismo, bajo la idea del poder transnacionalizado, “a las estructuras económico-sociales deberían corresponderse una estructura política también, que de alguna manera suture las contradicciones de este mismo capitalismo global, que lo coordine”.
De esta manera surgen un “conjunto de instituciones globales, entre ellas la Organización Mundial del Comercio, un G20 para incorporar, lo que se consideraba en los 90, mercados emergentes como China, Rusia, India, Brasil, Argentina. Aunque después, estas semi periferias industriales se empezaron a convertir en poderes emergentes, entonces ahí comienzan las disputas con el globalismo”.
Otra característica importante que describe al globalismo tiene que ver con su territorialidad. En ese sentido, Merino explica que se trata de “una territorialidad que supera la territorialidad de un Estado Nación. Es una territorialidad de red de cities financieras y nodos centrales del capitalismo global a través de las cuales se controla los flujos de información, dinero y mercancías, que son claves para monopolizar conocimiento estratégico, capital financiero, el flujo de mercancías a nivel mundial y también la tecnología global”.
En este punto, el investigador señala algunos actores como las grandes redes financieras el HSBC, el CitiGroup, Black Rock, la City de Londres y de Wall Street; o actores políticos centrales como en EEUU con la cúpula del Partido Demócrata con Clinton a la cabeza, algunos sectores republicanos, o en Reino Unido con la cúpula del Partido Laborista con Tony Blair e incluso menciona y explica sobre algunos sectores liberales clásicos de esos países que aparecen como una suerte de ‘tercera vía’; actores ideológicos como The New York Times, The Financial Times, la CNN, como “usinas fundamentales de este globalismo”.
“El globalismo implicó un sujeto político estratégico que emerge desde el corazón de este capitalismo global y que propone toda una nueva estatalidad, nuevas instituciones, incluso toda una cosmovisión, una base social que pretende construir una clase media global como su base de apoyatura”.
También es importante, dice Merino, entender que “si bien su fortaleza está en este núcleo brtinático-estadounidense tiene presencia en todo el mundo, y ni que hablar en toda la gran red, todos los nodos financieros de las principales ciudades mundiales”. La presencia en todo el mundo es una característica central del globalismo.
El globalismo en Europa y sus contradicciones
Avanzamos conversando acerca de la presencia y los intereses del globalismo en la región europea. Aquí, Merino destacó las principales claves: “la expansión de la OTAN; una UE extendida también hasta la frontera con Rusia pero diluía o no muy fuerte, que tampoco concentre todo el poder Francia-Alemania, sino que dependan de EEUU-Inglaterra o del atlantismo; el propio atlantismo, esta idea del TTIP; y que no avance hacia una autonomía estratégica real con un complejo industrial militar autónomo, la zona euro..”
En primer lugar, la expansión de la OTAN, Merino piensa en el tipo de geoestrategia neorealista globalista que planteaba Zbigniew Brzezinski, centrándose en “cómo avanzamos en el control de Europa como gran puente euroasiático; cómo construimos un núcleo de seguridad Francia-Alemania-Polonia-Ucrania; cómo Ucrania tiene que quedar por fuera de los intereses de la órbita rusa, porque Rusia con Ucrania puede ser una potencia, pero Rusia sin Ucrania no; cómo se tiene que trabajar para separar Rusia con Europa continental porque ahí puede existir el germen del eje euroasiático que sacaría a EEUU y a estas fuerzas globalistas de este gran tablero euroasiático”.
En segundo lugar, una Unión Europea “diluída” menciona Merino, el globalismo necesita “una UE expandida, subordinada al atlantismo a Washington, New York y Londres, pero más diluída”. Esto representa también una tensión y contradicción secundaria entre el globalismo y un núcleo franco-alemán, que si bien contiene sectores globalistas-atlantistas, son más continentalistas, explica.
“Una contradicción secundaria con el eje franco-alemán y con los sectores dominantes de Francia-Alemania que buscaban ser una integración más fuerte (sobre todo la burguesía francesa alemana, los grandes capitales franceses-alemanes), una idea de cierto continentalismo, el euro aparece ahí como una herramienta central y la idea de una autonomía estratégica abierta”.
Merino marca como importante para el globalismo que “no se avance en una autonomía estratégica real que conforme unas fuerzas armadas conjuntas, que se corra de la OTAN (…) o mayores grados de soberanía”.
Si bien perdió consistencia, “la autonomía estratégica abierta y la idea de formar un ejército europeo, es algo que Washington y Londres miran con muchísima preocupación porque justamente eso sí sería autonomía estratégica”. No obstante, dice Merino, “si vas a subir los presupuestos militares para financiar más a la OTAN y comprar armamento del Pentágono bueno, eso no es autonomía, al contrario es desautonomía, incluso eso va a golpear más probablemente, por menor crecimiento económico”.
Otro punto clave que marca el investigador se trata del Acuerdo TTIP (Asociación Transatlántica para el Comercio y la Inversión) junto al TTP (Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica), ya que, promovidos tanto por el globalismo como por sectores continentalistas europeos, se trataban de “dos estrategias geoeconómicas, apoyadas también por iniciativas militares (la expansión de la OTAN, o una OTAN del asiapacífico) para controlar las periferias euroasiáticas y contener a los poderes emergentes”.
Otras contradicciones que se pueden identificar al interior de la región Europea, desarrolla Merino, son el Nord Stream II, Ucrania e Irak.
En primer lugar, el Nord Stream II es una de las contradicciones fundamentales explica el investigador, ya que “estos sectores europeístas continentalistas apoyaban fuertemente la construcción del segundo gasoducto (para abastecer de gas ruso a la competitiva industria alemana). Además este continentalismo apoya un vínculo más fuerte con Rusia, de hecho con fuertes inversiones en Rusia, pero sin sacar los pies del atlantismo”.
Cuando se trata de Ucrania, también implica una contradicción ya que “el sector franco-alemán continentalistas apoyaba los Acuerdos de Minsk, mientras que del otro lado del Atlántico o del otro lado del Canal de la Mancha siempre promovieron el boicot de esos Acuerdos”.
Durante la guerra en Irak “se vio claro, porque también ahí hay un proyecto de estos sectores continentalistas, que ya viene de larga data, recordemos a principio de siglo XX esta idea del eje berlín-bagdad, de conectar Oriente Medio, Irak, las riquezas petroleras hidrocarburíferas en forma directa con Europa”.
El investigador enfatiza que “hay distintas contradicciones que se pueden señalar, pero que ahora quedaron mucho más desplazadas, por lo menos en el corto plazo, por los acontecimientos en Ucrania”.
Globalismo, el proyecto europeísta y nuevas fuerzas antiglobalistas
Las elecciones presidenciales en Francia, resueltas este domingo 24 y que concluyeron en la reelección de Emmanuel Macron, nos permitieron analizar e identificar algunos sectores de fuerza en la región europea.
Merino nos explica que si bien Macron tiene un componente globalista muy fuerte, ya que viene de la banca Rothschild (símbolo del globalismo), también expresa el poder de la élite, de las clases y grupos dominantes en Francia, como los grandes capitales franceses. Entonces, dice Merino, Macron contiene y trata de sintetizar y expresar el europeísmo y el atlantismo, con la complejidad que implica toda mediación política como actor político.
Por otro lado, explica el investigador, aparece Marine Le Pen “como parte de esos nacionalismos antiglobalistas que emergen en toda Europa, incluso en EEUU también (en cada lugar hay que ver de qué se trata y qué contenidos tiene porque no son lo mismo)”. Pero un punto clave a resaltar es que se tratan de “reacciones antiglobalistas dentro del Centro. Son reacciones más radicales, no son matices o tensiones secundarias como las del globalismo con el europeísmo más continentalista, hay contradicciones más profundas porque impugnan el atlantismo, la OTAN, impugnan el globalismo en todos sus sentidos”.
No obstante, si bien la victoria de Macron refuerza el globalismo, Merino explica que “está golpeado” ya que la aparición de Le Pen por derecha o Jean-Luc Mélenchon por izquierda, implica que, más allá de que estamos hablando de ideologías distintas, se “está expresando el desencanto con el globalismo y con el europeísmo”.
“Lo que estamos viendo es que por abajo hay una crisis más fuerte que se expresa, por izquierda o por derecha en términos ideológicos, pero que corresponde a cada vez más abajo de sectores de pequeña y mediana burguesía, de sectores de clases trabajadoras, de sectores de inmigrantes pobres que son también laburantes informales, es decir, todo un caldo de cultivo cada vez más desencantado, tanto del globalismo como del proyecto europeísta y que quiere una reformulación, pero que todavía eso no se expresa de forma clara o se expresa a veces de forma de ultraderecha con xenofobia, etc.. o con expresiones híbridas”.
La dificultad de identificar claramente el rol de los actores europeos posicionados respecto a un europeísmo/continentalismo o globalismo radica en un componente clave que implica lo que Merino analiza como la problemática europea de ser un protectorado estadounidense post segunda guerra. Entonces, “si bien hubo un proceso de integración muy fuerte y se convirtió en una potencia económica importante, sigue teniendo una subordinación político estratégica que se ve en los momentos de crisis”. Aquí Merino describe ciertos acontecimientos que demuestran la dificultad de construir una línea europea y la presión de Washington, como por ejemplo “una Alemania ocupada militarmente por EEUU todavía sin un complejo militar autónomo”; “una Francia que no tiene la fuerza para conducir a Europa”; “una crisis en Ucrania que se les fue de las manos”; “la guerra en Irak”; “Afganistán”; “AUKUS”.
“A esto se le suma otra cuestión. Desde 2008 Europa no crece en términos de PBI nominal, si uno ve los datos del Banco Mundial, del Norte Global ni Europa, ni Japón crecieron desde 2008, tienen el mismo PBI nominal. Hay una situación de estancamiento muy fuerte que agudiza la crisis y que también está expresando ahí que esta subordinación político estratégica tiene costos muy grandes y creo que hay una correlación entre el estancamiento y esa falta de autonomía estratégica”.
Hoy, la idea de autonomía estratégica abierta, explica Merino, “es una frase vacía, que en realidad implica menor autonomía estratégica. Están hablando autonomía con qué? con respecto a Rusia, de no dependencia con Rusia.. Pero sí más con EEUU, es reforzar el esquema de protectorado post segunda guerra”.
Aún así, dice el investigador, “eso va a entrar en crisis…esa situación en algún momento en Europa estalla para algún lado… No es casual que empiecen a resquebrajarse los sistemas políticos, vemos expresiones de estas nuevas derechas pero también otras expresiones, el propio Mélenchon, insisto, puede ser un síntoma de una crisis, aunque en este caso por izquierda”.
Los intereses globalistas en Europa del Este y la crisis ucraniana
La crisis ucraniana, las distintas desestabilizaciones en la región de Europa del Este, los ejercicios militares entre los mares Báltico y Negro, la expansión de la OTAN, las tensiones entre Rusia-OTAN, develan los intereses del eje anglosajón.
En este sentido, Merino explica que “tanto el globalismo como los sectores americanistas.. el núcleo de poder británico-estadounidense, sus grupos dominantes, sus distintas fracciones, consideran clave su influencia en Europa del Este”.
En primer lugar, dice Merino, para contrapesar la contradicción secundaria con Francia-Alemania, de este poder en Europa. En segundo lugar para evitar la influencia de China en Europa, “particularmente con el avance que se expresa en el Foro 17+1 (China más 17 países de Europa Central y del Este) que va acompañado de un conjunto de iniciativas de infraestructura, el desarrollo de la iniciativa de la Franja y la Ruta”.
“China es el gran rival sistémico del Norte Global en conjunto con todas sus fracciones, en donde se destaca el globalismo como su principal fuerza”.
Otra clave para este grupo angloamericano es que Europa del Este “es uno de los grandes pivotes euroasiáticos, por lo que es central controlar, impedir y mantener separado a Rusia de Europa Occidental”.
La Iniciativa de los Tres Mares (Báltico, Adriático, Negro) por ejemplo, explica Merino, es una forma de contrarrestar tanto la Iniciativa China del Cinturón y la Ruta de la Seda, o el 17+1, como de reducir la dependencia del gaso ruso.
No obstante, el globalismo en particular posee un objetivo estratégico mucho más claro en la región, analiza el investigador, esto tiene que ver con Ucrania, ser más asertivos contra Rusia, entendiendo lo que implica Rusia en Europa del Este en la relación con Europa.
“Entender el accionar del globalismo es una clave fundamental para entender por qué se agudizó o escaló el conflicto en Ucrania (aunque no es la única variable, ni la única fuerza, ni el único hecho que lo explica)”.
Detalla Merino que cuando asumió Biden y aparecieron personajes como Blinken o Victoria Nuland, se preveía un recrudecimiento de la situación en Ucrania. Se terminó de confirmar cuando “en agosto del año pasado hacen la reunión de la OTAN en Kiev, sacan una declaración conjunta diciendo que Rusia tiene que devolver Crimea a Ucrania, apoyando y legitimando lo que a partir de ahí se vuelve mucho más fuerte (que ya existía desde 2014), que es el aprovisionamiento de armas, de inteligencia, de comunicaciones, de logística, y de legitimidad política internacional a las fuerzas ucranianas que respondían a Kiev para enfrentarse con las fuerzas prorusas en ese territorio fracturado del Este ucraniano”.
Al contrario, durante la presidencia de Trump en EEUU, “el conflicto en Ucrania había quedado como más secundario.. hasta incluso Trump, un poco aconsejado por Kissinger, había explorado la ruta de aliarse o acercarse a Rusia para ir contra China.. o separar un poco a Rusia de China”.
Por eso, como explica Merino, los globalistas están más interesados en profundizar la crisis ucraniana.
“Los globalistas consideran ahí un elemento fundamental para detener el avance de estas potencias emergentes y golpear sobre Rusia.. Entendiendo también, que las tendencias le son desfavorables, que se han acelerado en el tiempo, sobre todo a partir de la pandemia, y que en los próximos años de no detenerlos, de no frenar este avance, esas potencias emergentes, euroasiáticas, esas fuerzas que configurarían un orden multipolar, serían mucho más fuertes y harían retroceder mucho más al atlantismo, al norte global y al occidentalismo”.
Accedé a la entrevista completa aquí.
*Gabriel Merino, docente de la Universidad Nacional de La Plata, Argentina, e investigador en el CONICET, Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina.
Micaela Constantini, periodista y parte del equipo de PIA Global.