En un panorama político complejo como el que vive nuestra América, donde la disputa con la derecha neoliberal está a la orden del día, el fracaso o no de los procesos antimperialistas, constituyen una situación de particular importancia para las fuerzas tuteladas por Estados Unidos.
En Venezuela desde hace más de 20 años, el imperialismo viene desarrollando distintas acciones tendientes a involucrar a la comunidad en una aventura desestabilizadora y golpista; para este propósito han intentado consumar golpes de Estado, “Guarimbas”, gobiernos paralelos, denuncias de fraude electoral, sanciones económicas, extorsiones tras la detención de funcionarios como Alex Saab, o provocaciones diplomáticas como la que actualmente se desarrolla con la complicidad del gobierno títere de Guyana en la disputa por el territorio Esequibo.
En cada una de estas tareas la articulación política externa e interna ha estado presente, y para llevar sus planes a cabo cuenta, en muchos casos, con aparatos de alcance ideológico como los medios de comunicación y las iglesias.
Desde las iglesias, la sofisticación que adquiere el relato difundido desde el púlpito, se torna muy eficaz, pues su mensaje es más imperceptible que el que se construye desde los medios de información, ya que su contenido es mucho más sutil y esta menos expuesto al discernimiento del conjunto de la sociedad.
La relación que existe entre el relato y el relator, en el caso del mensaje que se ejerce desde el púlpito, es fundamental porque el sacerdote cuenta con la autoridad moral de ser, “el pastor”, el “guía”, “el referente” de la congregación que deposita su fe en el paradigma de autoridad que le concede la iglesia.
Es por eso, que cuando se descubre que en realidad quien pretende ser un mensajero enrolado en una causa justa, es en realidad un mercenario al servicio de los más oscuros intereses, la indignación se torna angustiante.
Ese es el caso del padre Honneger Molina, párroco de la Iglesia La Anunciación del Señor, ubicada en La Boyera, Caracas, famoso por sus arengas y sus populares videos de TikTok.
Molina, cada domingo se dirige a los feligreses que asisten a misa con un sermón altamente politizado, que provoca la atención de todos los participantes.
Pero detrás de la retórica encendida y de la pulcritud de su sotana, existe un hombre que se relaciona con empresarios mafiosos, que aportan a su vida de lujos y viajes por el mundo más allá de sus responsabilidades con la Iglesia Católica.
Uno de ellos es el empresario libanés Antonio Chambra Brouri, dueño de Traki y el Miss Venezuela, aportante del padre Molina y con quien comparte una moderna hacienda en Canaguá, Mérida, con 20 mil hectáreas de terreno y unas 12 mil cabezas de ganado.
También aparece en una investigación a la que tuvimos acceso, Gonzalo Morales Divo, un personaje que, supuestamente habría sido favorecido por «el milagro» de José Gregorio Hernández, quien sería otro de los financistas de Molina.
Morales Divo, en medio de una de sus habituales fiestas plagadas de excesos, habría sufrido un ACV, motivo por el cual fue llevado a un prestigioso hospital de Miami.
Allí permaneció durante varias semanas, en condición delicada y su recuperación habría sido atribuida a la intervención milagrosa del beato José Gregorio Hernández.
El supuesto milagro fue presentado en el Vaticano luego que un tribunal eclesiástico conjunto entre la Arquidiócesis de Caracas y la Arquidiócesis de Miami, se instalara en Miami para certificar la sanación milagrosa de Morales, quien habría costeado viáticos, alojamientos y la movilización de los miembros del clero que se encargaron de certificar el supuesto milagro y presentar los resultados de la evaluación eclesiástica ante la Santa Sede.
Hay que señalar que este sujeto, se declaró culpable de los delitos de corrupción, soborno y lavado de dinero dentro de PDVSA en una corte de EEUU.
Molina estaría enterado de los antecedentes de Morales Divo, pero mantendría silencio ya que sus aportes y relaciones le brindarían una importante cuota de poder.
Cabe recordar que Molina también es vicario episcopal de medios de comunicación de la Arquidiócesis de Caracas, periodista y profesor de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB) y que mediante estos espacios de poder ha logrado relacionarse con una amplia variedad de empresarios y políticos ligados a la oposición.
Otra de las actividades de Molina se desarrolla, como no podía ser de otra manera, en la ONG “Funda Epékeima” que brinda apoyo a niños y jóvenes vulnerables en las comunidades de Caracas y que comparte con el ecónomo diocesano Alejandro Luis Keri Zeppenfeldt, señalado en un escándalo de corrupción y malversación de fondos en la Arquidiócesis de Caracas y de otras actividades relacionadas con fiestas privadas en mansiones de empresarios del jet set de la ciudad capital ajenas a todo lo que tenga que ver con lo que correspondería a la vida y dignidad de un sacerdote.
La guerra híbrida da para todo y como ha ocurrido en los casos de Ucrania, Nicaragua, Perú, Argentina, etc, muchos funcionarios de las iglesias tanto católicas como evangélicas, se aprovechan de su posición de privilegio no solo para ser eficaces instrumentos del imperialismo y las derechas neoliberales en sus campañas destituyentes, sino también para enriquecerse sin importar con quienes se asocian y a quienes puedan dañar, porque para hacer el mal no hay que tener escrúpulos.
Oscar Rotundo* Analista político, editor de PIA Global
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