Análisis del equipo de PIA Global Europa

La Brújula apunta hacia el atlantismo (I)

Escrito Por Micaela Constantini

La Brújula Estratégica refleja el refuerzo del eje anglosajón, entierra los pasados cuestionamientos de líderes europeos acerca de las actitudes de EEUU para con Europa y vuelca a la UE hacia una política exterior centrada en su vecindad, ya no con aspiraciones de ser actor geopolítico mundial.

Parte II

Una nueva etapa de la Brújula Estratégica se cumplió el 21 de marzo cuando el Consejo de la Unión Europea (UE) aprobó el plan de acción para reforzar la política de seguridad y defensa de la UE de aquí a 2030: “Una Brújula Estratégica para la Seguridad y la Defensa. Por una Unión Europea que proteja a sus ciudadanos, defienda sus valores e intereses y contribuya a la paz y la seguridad internacionales”. 

La Brújula se centra específicamente en los aspectos de política de seguridad y defensa. Para ello, el documento describe un análisis del entorno estratégico, de las amenazas, los retos y sus repercusiones para la UE; propone un camino para lograr mayor coherencia y una unidad de propósito a las acciones ya emprendidas en el ámbito de la seguridad y la defensa; establece nuevas formas y medios para mejorar la capacidad colectiva de defensa y seguridad ciudadana y de la Unión; y propone objetivos y etapas claras para medir los avances.

En ese sentido se articula en torno a cuatro pilares: actuar, invertir, trabajar de manera asociativa y garantizar la seguridad.

  • Actuar con mayor rapidez y decisión frente a las crisis;
  • Proteger a nuestros ciudadanos contra las amenazas que cambian rápidamente;
  • Invertir en las capacidades y tecnologías que necesitamos;
  • Asociarse con otros para lograr objetivos comunes.

En noviembre del año pasado, los ministros de Asuntos Exteriores y de Defensa de la Unión Europea se reunieron en Bruselas para discutir acerca de la Brújula Estratégica. En ese momento, el análisis se volcaba en un contexto pandémico, en la búsqueda de una autonomía estratégica europea más centrada en los intereses europeístas, y en la construcción de una Unión Europea geopolítica. 

En ese sentido, en marzo de 2021, en un seminario llamado “Quo Vadis Europe?” realizado en España, el Alto Representante para Asuntos Exteriores de la UE, Josep Borrell, habló sobre la necesidad de construir una Europa geopolítica frente a los desafíos actuales y futuros.

“Después de esta crisis, el mundo probablemente será más digital, más asiático y más desigual. Sin lugar a dudas, también será más multipolar y conflictivo. Sin embargo, también requerirá más multilateralismo, particularmente en las áreas de salud y clima. Si Europa quiere desempeñar un papel clave en la configuración de este mundo, debe fortalecer su cohesión interna y comprometerse de manera más eficaz con todas las regiones del mundo, más allá de nuestra vecindad inmediata”, dijo Borrell.

La Brújula Estratégica buscaba consolidarse frente a la necesidad de la UE de constituirse en un actor geopolítico en este nuevo escenario mundial. “La brújula está diseñada para responder tres preguntas: ¿Qué desafíos y amenazas enfrentamos? ¿Cómo podemos agrupar mejor nuestros activos y gestionarlos de forma eficaz? ¿Y cuál es la mejor manera de proyectar la influencia de Europa como actor tanto regional como global?”, comunicó Borrell el año pasado desde el blog del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE).

Incluso en 2021, el mismo Borrell reconocía que las tensiones se debían a la necesidad de mantener la hegemonía occidental sobre el mundo:

“y nosotros, los occidentales, EE.UU. y la UE, hemos dominado el mundo porque hemos sido los que hemos fijado las normas, hemos sido los maestros de cómo funcionaba la tecnología, desde las acerías hasta los trenes, pasando por los ferrocarriles y todo lo relacionado con la guerra, hemos sido los que hemos fijado las normas. Si dejamos de ser los que fijan las normas no gobernaremos el siglo XXI y me temo que en algunos campos estamos perdiendo la capacidad de fijar normas…” 

Los desafíos se profundizaron particularmente a partir de la crisis ucraniana, la operación militar especial rusa en Ucrania y las decisiones políticas adoptadas por los países europeos tanto de forma individual como al interior de la UE. Esto tuvo como resultado el avance del atlantismo sobre la región, especialmente en la remilitarización pero también sobre las decisiones de política interna y externa. La Brújula refleja contundentemente este refuerzo del eje anglosajón, entierra los cuestionamientos que el año pasado los líderes europeos se planteaban acerca de las actitudes de EEUU para con Europa y se vuelca hacia una política exterior centrada en su vecindad, ya no con aspiraciones de ser actor geopolítico mundial.

“El mundo al que nos enfrentamos”

Por supuesto que “el retorno de la guerra a Europa” es el eje central que atraviesa todo el documento de la Brújula, pues es exclusivamente una guía de seguridad y defensa por lo tanto tener un conflicto bélico en el propio terreno es prioridad a la hora de realizar un análisis de situación y proponer un plan de acción. La primera aclaración que se hace seguido de la oración “retorno de la guerra a Europa” es “con la agresión injustificada y no provocada de Rusia contra Ucrania”, una frase harto repetida en todos las declaraciones occidentales oficiales.

No obstante, también hay otro punto muy importante que atraviesa y guían los puntos adoptados en la Brújula, y tiene que ver con “los desafíos al orden internacional basado en reglas”, con una “era de competencia estratégica” , “con una competencia entre sistemas de gobernanza caracterizados por fuertes antagonismos y acompañados por una verdadera guerra de relatos”.

Es especialmente “el retorno de la guerra a Europa” y “las profundas mutaciones geopolíticas” las que comprometen “la capacidad de promover nuestra visión y defender nuestros intereses”.

En ese sentido la Brújula asume que “a pesar de todo lo que hemos logrado en los últimos años, hay un enorme riesgo de que nos veamos superados por nuestros competidores: queda mucho por hacer para que la UE reafirme su posición geopolítica”.

Cuando se describe “el mundo al que nos enfrentamos”, el primer subtítulo es “El retorno a una política basada en las relaciones de poder en un mundo multipolar disputado”. Allí dejan muy en claro que “la UE es una firme defensora del multilateralismo efectivo y ha procurado desarrollar un orden internacional abierto basado en normas, fundamentado en los derechos humanos y las libertades fundamentales, los valores universales y el Derecho internacional. Esta visión del multilateralismo es la que prevaleció a nivel internacional tras el fin de la Guerra Fría, pero está siendo hoy cada vez más cuestionada, a través de la negación de los valores universales y de una utilización partidista de los retos mundiales, por quienes promueven un enfoque soberanista estricto, enfoque que constituye en realidad un regreso a la política basada en las relaciones de poder”. 

Esta narrativa también ya lo escuchamos durante la autodenominada “Cumbre de la Democracia” que promovió una división mundial tajante describiendo que por un lado se encuentran los países autoritarios y por el otro los democráticos.

Tanto en la “Cumbre de la Democracia” como en la Brújula Estratégica se mencionan al eje sino-ruso como los principales rivales y enemigos del “orden internacional abierto basado en normas, fundamentado en los derechos humanos y las libertades fundamentales, los valores universales y el Derecho internacional”.

Por lo que la UE reconoce en la Brújula que existe un “disputado mundo multipolar” frente al cual debe “adoptar una posición más activa” si no quiere quedar fuera de los desafíos mundiales, además, porque “allí donde la UE no promueva sus intereses activa y eficazmente, otros ocuparán su lugar”. El camino elegido es a partir de la defensa de las normas y valores occidentales “estrechando nuestras relaciones con socios y países afines en las Naciones Unidas, la OTAN y el G7”. Y el principal “socio estratégico más incondicional e importante de la UE” es Estados Unidos. Además, también aumentarán el apoyo a socios orientales y fortalecerán las asociaciones estratégicas con países socios como Canadá, Noruega, Reino Unido y Japón.

“La presente Brújula Estratégica reforzará la autonomía estratégica de la UE y su capacidad para trabajar con los socios a fin de proteger los valores e intereses de la Unión. Una Unión más fuerte y más capaz en materia de seguridad y defensa contribuirá positivamente a la seguridad transatlántica y mundial y complementa a la OTAN, que sigue siendo la base de la defensa colectiva de sus miembros. Ambos aspectos van de la mano”, dice la Brújula.

No obstante, resulta contradictorio hablar de ‘autonomía estratégica’ mientras se subordinan a las decisiones políticas estadounidense imponiendo sanciones y tensando o cortando las relaciones con los principales países que le proveen a la región de energía o comercio (Rusia y China); o frenando quizás el único proyecto europeísta real de autonomía estratégica como era el Nord Stream II; o remilitarizando la región con la presencia de la OTAN, apoyando la expansión de la Alianza hacia el Este (posible incorporación de Finlandia y Suecia); o aumentando el gasto del PIB en financiamiento armamentístico que va a parar a un complejo industrial militar externo produciendo un sobreendeudamiento; o mientras se anteponen los intereses del bloque anglosajón sobre las necesidades básicas del pueblo europeo.

“Capacidad de Despliegue Rápido de la Unión Europea” 

Otro punto importante aprobado en la Brújula Estratégica tiene que ver con el desarrollo de una Capacidad de Despliegue Rápido (CDR), o lo que el año pasado se denominaba como ‘ejército europeo’. 

La CDR se propone contar con un máximo de 5000 efectivos que incluyen componentes terrestres, aéreos y marítimos y los elementos de apoyo estratégicos necesarios, capaces de reaccionar de forma rápida, contundente y eficaz ante los conflictos y crisis que se produzcan fuera de sus fronteras, incluso “se puede utilizar en diferentes fases de una operación en un entorno no permisivo”. 

“La CDR consistirá en grupos de batalla de la UE (EUBG) sustancialmente modificados y en las fuerzas y capacidades militares de los Estados miembros preidentificados, incluidos los facilitadores estratégicos. El objetivo es tener una fuerza modular de hasta 5.000 efectivos. Los EUBG sustancialmente modificados se utilizarán, en combinación con las fuerzas y capacidades militares de los Estados miembros, para adaptar el RDC de la UE a la naturaleza de la crisis y a los requisitos y objetivos de la operación”.

El calendario sobre los detalles del desarrollo de la CDR incluye el acuerdo para su creación, punto aprobado en este documento; en noviembre se estará decidiendo sobre las nuevas medidas y modalidades; a fin de año se definirá y acordará los escenarios operativos; en 2023 comenzarán con el primer ejercicio en tiempo real; y para 2025 tendrá plena capacidad operativa.

Fuente: Capacidad de Despliegue Rápido de la UE (ficha informativa del SEAE) Consejo de la UE.

En la Brújula se plantea el hecho de que la aprobación de este documento conjunto es un logro y demuestra unidad y fortaleza al interior de la UE. No obstante, los conflictos de intereses entre los Estados miembros de la Comunidad aún están latentes, e incluso algunos se han profundizados (Hungría) y otros se han atenuado o dejado en pausa (Polonia, pero sigue manteniéndose la constante dificultad de consenso a la hora de definir acciones conjuntas, en especial en seguridad y defensa. En ese sentido la Brújula apunta  “una mayor flexibilidad en nuestro proceso de toma de decisiones (…) incluida la abstención constructiva”. Esto implica, explica el politólogo Yunus Soner que “la UE quiere «permitir que un grupo de Estados miembros dispuestos y capaces» lleven a cabo sus propias misiones dentro de la CSDP. Obviamente, la Unión Europea espera que su futura política y acciones de defensa y seguridad no «convenzan» a todos los Estados miembros, pero no quiere que eso le detenga”.

De este manera, concluye Soner, “la aplicación de la Brújula Estratégica, mucho dependerá de la capacidad de Bruselas para imponer su voluntad a los Estados miembros. No es difícil encontrar ejemplos de su incapacidad para lograrlo, especialmente en el ámbito de la política común de seguridad y defensa”.

¿Quién paga?

Parte esencial de la Brújula es la “intensificación de los gastos de defensa” ya que “nuestra seguridad no viene gratis”, aplicando un “enfoque europeo coordinado y colaborativo a este incremento del gasto a escala de los Estados miembros”.

Ya a mediados de este año el objetivo es aumentar los presupuestos de defensa y “gastarlos mejor, en particular para reducir la fragmentación y aumentar la interoperabilidad de las capacidades europeas”. También se utilizarán herramientas como las iniciativas de defensa en curso de la UE, como la Cooperación Estructurada Permanente (PESCO), el Fondo Europeo de Defensa (EDF) y el Fondo Europeo de Apoyo a la Paz. Además se incluyen “incentivos adicionales para estimular las inversiones colaborativas de los Estados miembros en capacidades de defensa estratégica”, como las iniciativas mencionadas, una exención del impuesto sobre el valor añadido (IVA) para nuevas soluciones de financiación y un sistema reforzado de bonificación del Fondo Europeo de Defensa (FED). En lo que respecta particularmente a la inversión en investigación y tecnología, se aprovecharán “instrumentos financieros de la UE, como Horizonte Europa, el programa Europa Digital, el Mecanismo «Conectar Europa», el Programa Espacial de la UE, el Consejo Europeo de Innovación e InvestEU”.

Otra parte importante sobre el punto de inversión se presenta en la necesidad de “incrementar y optimizar de manera decidida la inversión en capacidades de defensa y en tecnologías innovadoras, tanto en el ámbito nacional como de la UE”. Para ello se busca alcanzar “soberanía tecnológica en ciertos ámbitos esenciales” y así mitigar “las dependencias estratégicas en otros y que reduzcamos la vulnerabilidad de nuestras cadenas de valor”. Apoyando el incremento de la inversión a los innovadores y los fabricantes europeos, pero también cooperando con socios afines de todo el mundo.

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Si en algún momento del año pasado se creía en la posibilidad de desarrollar un tipo de autonomía estratégica europea propia basada en los intereses del pueblo europeo y quizás pensar en el comienzo de un tipo de relación que incluyera a Europa occidental en el proyecto euroasiático (muy ambiciosos tal vez), con la crisis ucraniana y la inestable situación de seguridad promovida por EEUU/OTAN, esa posibilidad se enterró.  

En la parte II se analizará en detalle la caracterización del entorno estratégico y la propuesta junto a sus socios multilaterales y regionales y asociaciones bilaterales. Es decir, el detalle de la visión geopolítica de la UE región por región y su plan de acción.

Constantini Micaela, periodista parte del equipo de PIA Global.

Foto de portada: extraída del Canal de Youtube de European External Action Service (EEAS).

Acerca del autor

Micaela Constantini

Comunicadora Social, periodista. Miembro del equipo de investigación de PIA Global. Investigando cibergeopolítica y virtualidad. Feminista, antiimperialista y autodidacta. Nuestra americana Trabajo con redes sociales, edición de video y comunicación digital.

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