Europa Multipolaridad

Una guerra contra Rusia y contra Europa*

Escrito Por Fernando Esteche

Lo que está sucediendo hoy en Europa Oriental es una guerra diferida impulsada por la OTAN como brazo militar del globalismo financiero, contra Rusia y contra Europa.

Contra Rusia para neutralizar sus potencialidades; contra Europa para afianzar su subordinación y desbaratar las posibilidades de autonomismo.

Rusia no invade Ucrania para conquistarla. Rusia planteó líneas rojas de contención que no son sólo sus líneas rojas sino también de China, de Irán, de India. Rusia además acudió en defensa de su propio territorio y población (Crimea) y de estados aliados (la República Popular de Lugansk y la República Popular de Donetsk), asediados en una guerra de exterminio por parte del gobierno títere de Ucrania.

No se trata de una guerra iniciada a partir de la Operación Especial rusa, sino que es la continuidad de una guerra que fue implantada por la OTAN en 2014 a partir del derrocamiento dirigido por la misma, del presidente ucraniano Yanukovich del Partido de las Regiones.

Ya en los inicios de los 90 cuando ocurre la disolución de la Unión de las Repúblicas Socialistas Soviéticas, la OTAN se compromete con Gorbachov a no avanzar sobre lo que había sido espacio soviético para no militarizar la zona. No obstante, sucesivamente fue incorporando países ex soviéticos a la OTAN desde 2004 en adelante, primero los bálticos, luego lo demás, sumó 14 países, duplicando sus miembros originarios, a pesar de su compromiso.

Esto, junto a la red de bases en el Cáucaso y la articulación del AUKUS, incluyendo el intento de incorporar a Japón después del colapso inminente del QUAD; producen lo que se conoce como un anillo de contención militar sobre Rusia, pero también sobre China. Rodeando a los dos países con bases militares y armamento nuclear. China y Rusia son la principal hipótesis de conflicto planteada como enemigos sistémicos por el propio Stoltemberg.

La intención de la OTAN como brazo armado del Globalismo Financiero es;

  1. asegurarse la cabeza de puente euroasiática que evitaría la consolidación de Rusia como potencia integrada a Ucrania y desbarata un eje euroasiático multipolarista.
  2. Insistir en el intento de consolidación de un núcleo de seguridad europeo atlantista conformado por el corredor Francia-Alemania-Polonia-Ucrania, subalternizado al poder norteamericano. En esto tiene serios problemas con Francia y Alemania.
  3. Evitar la profundización del despegue económico productivo autónomo de los Estados Unidos de parte de Europa.
  4. Controlar la periferia de Eurasia e ir ganando en profundidad para evitar que cualquier potencia emergente dispute primacía de Estados Unidos en Europa.
  5. Subyace la idea de fracturar a Rusia o debilitarla.

La ofensiva sobre Ucrania la provocan el tándem atlantista de Biden-Jhonson con necesidades propias cada cual, pero funcionales en la misma estrategia. Gran Bretaña con su estrategia de Global Britain se plantea recuperar o construir su liderazgo sobre Europa, después del Brexit. Estados Unidos intenta revitalizar la OTAN y afianzar su influencia y despliegue en el viejo continente. Intentos vanos de sostener su decadente hegemonía global.

Países o gobiernos como Polonia se prestan a esta maniobra con intereses particulares. Europa está siendo utilizada como teatro de operaciones remoto para beneficios de metrópolis distantes. Es una guerra diferida.

Francia teme por sus propios intereses ya violentados en el AUKUS que le hicieron perder a favor del complejo militar industrial norteamericano millonarios contratos de pertrechamiento a Australia, ni que hablar de la creciente expulsión de su gravitación en África; pero fundamentalmente intentando preservar su comercio exterior que es mayoritariamente con China. Alemania, todavía desconcertada con su nuevo gobierno, pero en el punto de concretar o desmantelar una alianza de cooperación energética con Rusia. Esto es donde el ataque de la OTAN pretende influir.

Europa enfrenta su inminente decadencia si pretende desacoplarse de Asia. Los gobiernos pueden estar cautivos del encanto pérfido de las presiones imperialistas, pero los pueblos están para torcer ese destino de oprobio y miseria.

Ucrania puede ser la primer gran derrota del atlantismo ante el multipolarismo; puede ser la derrota del atlantismo frente al europeísmo y al euroasianismo; puede convertirse en la derrota de la vieja táctica de guerra económica en un mundo que mira hacia Asia despreocupado del dólar y de occidente. Es el primer gran capítulo del nuevo mundo. Y no estamos hablando de ganar o perder militarmente. Aún en las peores eventuales situaciones de resultados militares el mundo ya cambió, los daños estructurales a las torres de sostenimiento del globalismo unipolarista atlantista ya fueron concretados.

La guerra económica, que se hace más fuerte a partir de 2014 por la importancia sistémica de Rusia y China (como guerra comercial), y las sanciones a Venezuela que se suman a embargos a Cuba y República Islámica de Irán; nos muestran una faceta de guerra híbrida que resulta, para sus impulsores, inconducente. Esta táctica horada y golpea a la globalización. Incluso puede horadar al dólar como moneda de reserva, y como medio de pago, y como unidad de cuenta, como moneda global, vemos a partir de esto cómo se diversifican las reservas de distintos países.

Es un dispositivo que lejos de anular las capacidades de los países asediados, disparan condiciones que permanecían en latencia y crean nuevas situaciones probablemente irreversibles, la cuestión de la divisa de cambio es un claro ejemplo.

Las sanciones han redundado en actos de pillaje con robo directo de las reservas soberanas en oro (Venezuela) o divisas (Rusia, Irán) de parte de los Estados Unidos y sus aliados que provocan el espanto y la cautela a la hora de acumular propias reservas de cualquier país con conciencia de soberanía.

El 1° de marzo pasado, el ministro de Economía de Alemania, Robert Habeck advirtió que las sanciones contra Rusia podrían causar un enorme daño a la economía global. Y alertó en el sentido de que: “No se pueden imponer a Rusia sanciones que el propio Occidente no podría soportar”.

La batalla se Ucrania altera el orden económico y geopolítico mundial porque cambia el comercio de energía, se reconfiguran las cadenas de suministros, se fragmentan las redes de pago y los países reconsideran las tenencias de dólar como reserva.

Hay un nivel de interconexión en el sistema productivo y financiero transnacional que únicamente podría haber desacoples en núcleos tecnológicos y financieros puntuales, pero aislados, no como sistema. Es imposible la desconexión con China. Impensable la desconexión con el gran taller manufacturero mundial. ¡No hay exterioridad! No se puede pensar la desconexión con Rusia y su rol en provisión de energía y alimentos al mundo.

No hay bloques separados autosuficientes. El entramado tiene tal complejidad que nos encontramos en situaciones como la de Japón o Australia con intereses y conductas contradictorias. El camino indio de alineación múltiple planteado por el canciller Jaishankar, no sólo está siendo aplicado por el país presidido por Narendra Modi, sino que también la vienen practicando distintos países.

Antes de la Operación Especial rusa sobre Ucrania, Putin y Xi Jinping suscribieron un documento en el que ponen los límites tolerables de las provocaciones atlantistas y enuncian la propuesta de nuevo mundo. El documento va a rechazar la idea de los Estados Unidos como gendarme global, quitándole además su argumento predilecto para sancionar gobiernos díscolos, así establece con firmeza que “una nación puede elegir las formas y métodos de implementar la democracia que mejor se adapten a su estado particular, en función de su sistema social y político, sus antecedentes históricos, tradiciones y características culturales únicas. Corresponde únicamente al pueblo del país decidir si su Estado es democrático.” Y ponen límites concretos en un apartado que se titulará “La Democracia y los derechos humanos no deben utilizase para presionar a otros países”.

El texto manifiesta firmeza respecto de lo que entienden como ataques del imperialismo atlantista contra su seguridad y contra la paz mundial. Señalan sin medias tintas los peligros del armamento biológico norteamericano; luego descubierto en Ucrania en galpones de Hunter Biden; manifiestan los riegos de las aventuras militaristas de proliferación nuclear que expresa el acuerdo AUKUS con una advertencia; son claros al declararse como aliados en todos los terrenos ante eventuales ataques y advierten sobre la seguridad mundial puesta en jaque en cada aventura de Biden.

Afirman el statu quo de pos guerra, y se animan a reafirmar que a su entender no hay áreas de cooperación prohibidas ya que no hay cooperación pensada contra terceros países. Pero ese status quo si dejó de respetarse entonces tendrá que atender al nuevo equilibrio de fuerzas real.

Europa deberá medir los tiempos de la recuperación y consolidación de su autonomía y asumir la posibilidad de su polaridad independiente en un nuevo orden, o resignarse a colapsar.

Es claro que a pesar de todo lo expresado el globalismo lejos de desacelerar su acción predadora, continúa acentuando su guerrerismo, su política de condicionamiento y patrullaje, siendo Malvinas, las bases de Chipre, el archipiélago de Chagos y otros tantos ocupados para instalación de bases ofensivas de OTAN o para OTAN.

Los países exportadores de petróleo de Nuestraamérica como México, Venezuela, Ecuador, Trinidad y Tobago, Guyana, Colombia y Brasil podrían beneficiarse de precios más altos. Lo mismo los países productores de alimentos y demás comoditis. Esto los fortalece en cuanto a la posibilidad de pensar una re-creación de un emblocamiento regional autónomo que incorpora nuevamente a Venezuela y un Brasil que deberá resolverse entre el multipolarismo de su alianza estratégica BRICS o su sumisión al atlantismo. Es una oportunidad inigualable para el Sur!

Venezuela “des – cancelada” por Estados Unidos, podría volver a producir 3 millones de barriles diarios de petróleo. Venezuela en la región suramericana sigue ostentando las condiciones necesarias para liderar un proceso de integración regional en el esquema del sur global multipolar. Por estructura económica y por su capacidad política de identificar las posibilidades históricas de construcción de soberanía antiimperialista.

Pero no hay que dejar de advertir la consolidación del redespliegue imperialista en la región que ha afianzado su capacidad de Sobredeterminación de las conductas de los países. América Latina está sumergida hoy en una neo-colonización creciente de la que escapan pocos países. Por eso el alumbramiento de esta nueva era multipolar la encuentra con condiciones objetivas muy favorables pero carente de subjetividad en ese sentido como región.

La implosión del Grupo Lima conservador y pronorteamericano, que además perdió ímpetu por los propios resultados electorales -incluso en Perú-, no indica un giro del posicionamiento geopolítico de la región; como tampoco debe sobreestimarse la potencialidad ni el carácter del progresista Grupo Puebla.

Andrés Manuel López Obrador, presidente de México

Son muy claras las dificultades de funcionamiento de la Comunidad de Estados Latino Americanos y Caribeños (CELAC) a arduas expensas del gobierno mexicano. La batalla de Ucrania y el reposicionamiento timoneado por USA de la OEA han evidenciado los alineamientos de los gobiernos de la región.

Venezuela y Nicaragua (y obviamente la heroica Cuba) como cabeza de playa del nuevo redespliegue imperial son los gobiernos y países más atacados por Estados Unidos; y cómo cada gobierno se posiciona al respecto habla de su alineamiento o nivel de autonomía o sujeción respecto del Consejo Nacional de Seguridad para el hemisferio occidental de USA.

Entre el amplio haz de dispositivos de condicionamiento político con los que trabaja el imperialismo, tenemos el neogolpismo combinado con golpes tradicionales; la constitución de nuevas derechas de distinto tipo como el pretoriano pentecostés de Bolsonaro en Brasil o Kast en Chile; o la nueva derecha neoconservadora empresarial de Macri en Argentina, Lacalle Pou en Uruguay y Piñera en Chile; el lawfare cuando no las persecuciones abiertas e ilegalizaciones o aniquilamiento de líderes populares; el sabotaje destituyente; y finalmente el transformismo expresado en gran cantidad de los liderazgos denominados nuevos progresismos.

Los organismos de Bretton Woods se han revitalizado y son un vector determinante en el condicionamiento y sobre-determinación política de los países que no pueden desembarazarse de la trampa de endeudamiento y financiación. Argentina nuevamente vuelve a ser laboratorio de sus más deplorables esquemas.

Pero a partir de la batalla de Ucrania que viene a instalar de manera inexorable el Multipolarismo, y en la eventualidad de treguas reguladas de este momento de guerra imperial desesperada, entendemos además que nuestra región de no mediar acciones políticas nacionales antiimperialistas terminará en una eventual “nueva Yalta”, consagrada como espacio e influencia de USA. ES pelear o ser esclavos.

Está claro que luego de la recuperación del gobierno de parte del MAS en Bolivia, la victoria de AMLO en México apoyado por sectores de izquierda y que fue sucedida por el triunfo en Argentina de Alberto Fernández con la impronta de Cristina Kirchner preanunciaban la posibilidad de articular un nuevo eje de desarrollo autónomo regional.

La expectativa en la muy probable victoria de Lula, sin detenerse en el marco de alianzas que sostienen esa posibilidad -muy similar a lo que empoderó al gobierno de Dilma Rousseff pero que además también lo des-empoderó-; sumado a la inminente victoria de Petro en Colombia y a las victorias de Perú, Honduras y Chile hacen que surja cierto entusiasmo en la posibilidad de un nuevo ciclo de gobiernos populares. Pero lo cierto es que eso se trata de transformismo (Gramsci) y que las persistencias neoliberales al interior de cada país, así como una política exterior de alineación automática al Imperio evidencian lo expuesto.

La naturaleza reaccionaria del reformismo, ante la ausencia de una estrategia con vocación de poder lo inhabilita además como movimiento de gradualismo revolucionario. Volvemos a sostener el transformismo como dispositivo imperial de construcción de orden.

La posibilidad de una rearticulación de unidad regional es hoy posible. Lula en Brasil ya en campaña anuncia un nuevo Banco del Sur y canasta de monedas latinoamericanas, pero esos anuncios no parecieran contemplar o mensurar el estado de neo colonización de la región, aunque son auspiciosos en cuanto a la posibilidad de poder por lo menos intentarlo y terminar así de desmantelar la estructura residual de dominación del globalismo financiero para integrarnos como región a un mundo más justo y equitativo.

El 13% del planeta, básicamente anglosajón, ya no puede dominar al otro 87% del mundo. El mundo unipolar está siendo fatalmente desmoronado.

Notas:

*Ponencia presentada en el taller en línea sobre “La construcción de un nuevo mundo en el contexto de la operación ucraniana liderada por Rusia” organizado por la Plataforma Nuevo Orden Internacional (NINTO) realizada el 7 de mayo de 2022.Vatan Party

Acerca del autor

Fernando Esteche

Doctor en Comunicación Social (UNLP)
Profesor titular de Relaciones Internaciones (FPyCS - UNLP)
Profesor de Historia Contemporánea de America Latina (FPyCS - UNLP)

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