Queremos clarificar un poco, por medio de este artículo, lo que es Mídia NINJA y su papel en las disputas simbólicas y mediáticas en Brasil a partir de esta cita breve y oportuna del periódico estadounidense. Parece ser una explicación simplista, un grupo de periodistas ciudadanos que circula por las calles y produce narrativas sobre un momento épico de las movilizaciones brasileñas del año 2013. Es simple, pero destaca un factor importante para definir un modus operandi del hacer periodístico que se destacó en medio del derrumbe de la legitimidad de los medios comerciales en Brasil, en aquel período. Es un medio de la calle. Allí está una diferencia saludable de un periodismo de oficina ajeno a la dinámica de la vida urbana, de la sociedad. En el contrapunto máximo a ese tipo de práctica periodística, Mídia NINJA opera no sólo en la producción de contenido, sino que es forjada por participantes que se comprometen políticamente con el ejercicio de la ciudadanía, de la defensa de los derechos humanos, de la comunicación libre, y forman red.
Un grupo llamado N.I.N.J.A., sigla en portugués de Periodismo Independiente y Narrativas de Acción, circula por las calles con teléfonos inteligentes, cámaras y un generador instalado en un carrito de supermercado – un estudio de producción improvisado e itinerante» (New York Times, 20/6/2013).
Mídia NINJA –Narrativas Independientes de Periodismo y Acción– se funda en 2013 y gana notoriedad, por eso, durante las manifestaciones de junio que reunieron a millones de personas en las calles de Brasil. En esa ocasión realiza coberturas en vivo desde el interior de las protestas, con múltiples puntos de vista invisibles en los medios tradicionales. En 2016, es una de las principales iniciativas de resistencia en la lucha por el fortalecimiento de la democracia en medio de la inestabilidad política y el golpe parlamentario sufrido por el país. Hoy, la red involucra a más de 2 millones de colaboradores y cerca de 500 personas directamente involucradas, con el soporte de casas colectivas por todo Brasil.
La historia de Mídia NINJA está directamente ligada al tema que queremos colocar a través de este artículo y nos gustaría, para ello, presentar un panorama político de las disputas simbólicas y narrativas que esta generación ha provocado por medio de las redes sociales digitales en Brasil. Por lo mismo, vamos a empezar desde donde nosotros mismos comenzamos, a principios de los años 2000, cuando formamos la Red Fora do Eixo (Fuera del Eje), en Brasil. Fora do Eixo es una red que hace más de 10 años comienza a poner en práctica un circuito cultural independiente, que conecta varias ciudades e iniciativas del campo de la cultura en el país. Nosotros sólo existimos y llegamos hasta aquí porque es posible establecer una conexión entre personas de ciudades muy distintas a través de Internet y de las redes sociales.
Se trata justamente de una época en que empezamos a experimentar la posibilidad de hablar con las personas, a través de las redes, sobre lo que sucedía en nuestras comunidades. Es un período en que los medios de comunicación e información empiezan a masificarse y pasamos de ser meros consumidores a productores de narrativas. Y para quien vive en las pequeñas y medianas ciudades, esa posibilidad es un potencial. Una disputa simbólica y narrativa que comienza a ganar fuerza por medio de esa generación. Brasil no conocía lo que se producía fuera del eje económico del país: São Paulo y Río de Janeiro. Y por eso nos llamamos Fora do Eixo.
Para consolidar un circuito cultural independiente, decíamos que había tres cosas importantes a construir. La primera: necesitamos circular más entre las ciudades. La segunda: distribuir los materiales producidos por los artistas locales de nuestras ciudades. Con las disqueras en crisis, ese circuito potencia la oportunidad de grabar y distribuir CDs para todo Brasil de forma independiente. Además, en tercer lugar, necesitamos contar nuestra historia, producir contenido y narrativa sobre nuestra ciudad, sobre todo lo que está pasando y la producción cultural local, que ni Brasil ni América Latina conocían. Para ello, las redes sociales son fundamentales, sobre todo en un país que es el segundo en el mundo que pasa más tiempo en las redes sociales.
Los nuevos mediadores
Es entonces, con esa disputa simbólica, que comenzamos a contar nuestra historia. Y obviamente esa es una posibilidad que varios grupos invisibilizados tienen para dar existencia a lo que ocurre en los márgenes del Brasil Profundo. Los grupos de la periferia, del funk al hip hop, raperos, favelados, desempleados, productores de la economía informal, de los medios libres, colectivos culturales, pasamos a ser los nuevos mediadores. Ivana Bentes, profesora y una de nuestras compañeras en Brasil, llama a esos nuevos «mediadores» «cognitariado», o «la nueva clase trabajadora del capitalismo de la información». Hoy los youtubers o influenciadores digitales conformados por identidades antes invisibilizadas (personas negras, LGBT, de la favela, etc.) son productores de narrativas que se multiplican con facilidad en la web profunda.
En la música, que es uno de los campos culturales donde los de la Red Fora do Eixo tenemos más actuación, esa disputa genera un nuevo mapa de la música brasileña. Artistas como Gaby Amarantos o Emicida, hoy conocidos en todo el país, son forjados por estos nuevos mediadores y por ese proceso de comunicación en red de la era digital, muy diferente de los grandes artistas de las generaciones pasadas. Artistas independientes que podían disfrutar de esta nueva plataforma de difusión cultural, produciendo contenido y circulando entre las ciudades, constituyen un nuevo mapa de la música que ya no se concentra en una región específica. La música, por cierto, es un capítulo aparte. Podríamos escribir un libro entero con el tema Música y Redes Sociales Digitales y debatir temas como el nuevo mapa de la música, la piratería, derechos de autor, plataformas de circulación y distribución, festivales independientes. Hoy las redes posibilitan que haya un festival en más de 300 ciudades, el Grito Rock.
En la política también podemos explorar bastante cómo la disputa simbólica provoca a una generación a pensar y movilizarse por una nueva forma de compromiso y de lucha social. Al mismo tiempo que el discurso fuera del eje comienza a ganar autonomía fuera de los medios comerciales, fuera de las universidades, del Estado, esas voces también ganan resonancia fuera de los partidos políticos, indiferentes a una forma arcaica de involucrarse y movilizar a las personas.
Podemos dar un ejemplo brillante de eso en 2012, en un período en que hablamos bastante de «guerra de memes». Los memes son figuras importantes en una campaña colectiva que toma las redes sociales en Brasil en un año electoral. Russomanno es uno de los candidatos de la derecha a la alcaldía de São Paulo, forjado por los medios comerciales, es un presentador de televisión conocido por las masas por sus actuaciones en defensa del consumidor. En una época sin redes sociales, la oportunidad de que se convierta en alcalde de São Paulo es incontestable, y hasta al inicio de su campaña él lidera en las encuestas. En las redes sociales, de forma espontánea se empieza a propagar el hashtag #AmorSimRussomannoNão (AmorSíRussomannoNo), que luego inspiró el #AmorSíMacriNo en Argentina. Un meme difundido en Facebook es suficiente para que la etiqueta se riegue de forma espontánea y exponencial en las redes.
Los memes trabajan, nuevamente parafraseando a Ivana Bentes, con «regímenes de creencia» –al igual que las noticias falsas– y por eso se viralizan tanto. Se multiplican en la medida en que refuerzan sentimientos, visiones de mundo, preconceptos. No había nada más memético que hablar de amor en una ciudad conocida por su frialdad, en un año en que una de las canciones más famosas de Brasil era «No existe Amor en SP», de Criolo. La diferencia es que, en este caso, la guerra memética genera un efecto potencialmente politizante, que conduce a los manifestantes digitales a salir a las calles, a cambiar el nombre de una plaza (la Plaza Roosevelt se transformó en la Plaza Rosa) y llevar miles de personas a un festival de arte, cultura y política contra un candidato electoral en ascenso.
El ejemplo ilustra una serie de desafíos con los que activistas digitales y ciudadanos multimedia tienen que enfrentarse en los últimos 10 años en Brasil. Una década marcada por una inestabilidad política que busca derrumbar el régimen democrático conquistado por nuestras generaciones, como efecto de un período en que, en varios países de América Latina, se avanza hacia la toma del poder popular y la ocupación de los movimientos populares en los puestos de la institucionalidad pública.
Compartir experiencias
En 2018, vivimos uno de los momentos más épicos en el ejercicio de una disputa simbólica por medio de los medios en la defensa de la democracia. Cuando se abre el proceso electoral, luego del golpe en el país, la población se ve dividida entre el candidato que se orienta por el discurso fascista y por el odio a las minorías sociales y el candidato del partido que gobernó el país durante más de diez años y es objeto de una constante criminalización orquestada por los grandes poderes mediáticos e institucionales en el país. Las redes, por lo tanto, son fundamentales para forjar la imagen de estos dos candidatos (Jair Bolsonaro a la derecha y Fernando Haddad a la izquierda) y no en vano este pleito en Brasil de 2018 se alimenta de una experiencia estética formidable y obviamente peligrosa.
De nuevo, en este caso, los regímenes de creencia y prejuicios son activados por las redes sociales, a través de memes y fake news, que se extienden a velocidad máxima en la web profunda de WhatsApp y otras aplicaciones sociales. Esta disputa simbólica trae un repertorio acumulado de casi 10 años en el ejercicio de la formación de redes sociales que generaron experiencias de éxito en varios países latinoamericanos. Sin embargo, no hay ninguna receta para guiarnos y cada iniciativa de red o de medios libres funciona con formas bastante diversificadas, a diferencia de la dinámica estandarizada de la industria del periodismo hegemónico y comercial. A pesar de que no hay recetas, es saludable, sin embargo, que toda experiencia sea compartida y se transforme en tecnología capaz de ser replicada en los diversos países, especialmente en nuestro continente. A partir de las redes y de la práctica de los medios libres, los operadores digitales y ciudadanos multimedia enfrentan un desafío como éste de 2018, uno de los mayores que esta generación ya vivió en términos de disputa simbólica y mediática.
Clayton Nobre es integrante de Fora do Eixo y Mídia Ninja, Brasil.
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