Asia Occidental

Los palestinos necesitan que se los baje de la cruz urgente

Por Agustín Sosa*. –
El genocidio palestino ha tenido de la Iglesia Católica, solo expresiones formales de rechazo por parte de sus autoridades; su comunidad permanece en la indiferencia. Analizamos y reflexionamos sobre esta situación con la profesora en Ciencias Sagradas, Florencia Sosa.

Belén se encuentra en Cisjordania y el Santo Sepulcro en Jerusalén por tanto la tierra donde Jesús desarrolló su vida es una tierra en conflicto, hoy asolada por el genocidio que el Estado de Israel perpetra sobre el pueblo palestino.

Desarrollar aspectos históricos de esa región y vincularlos con el conflicto actual desde la mirada de una profesora en Ciencias Sagradas, nos puede acercar a la comprensión de la postura de una Iglesia Católica que no pasa de lo testimonial en cuanto a su posición frente al genocidio.

¿Existe vinculo o lazo entre Jesús y los palestinos o sus ancestros?

Palestina, que significa tierra de los filisteos, ha recibido diversos nombres a lo largo de la historia: Canaán, Israel, Judea, Tierra Santa. Es un territorio de Asia Occidental, situado entre el Mediterráneo (Oeste), Siria (Norte), el desierto de Arabia (Este) y la península del Sinaí (Sur).

Jesús nació y vivió en el siglo I en la región de Judea y Galilea, territorios que en la actualidad forman parte de Israel y Palestina.

En tiempos de Jesús, la población estaba compuesta principalmente por judíos, samaritanos y otras comunidades. El termino palestino se utilizó posteriormente. Es decir que, aunque Jesús compartió territorio con los habitantes de la región, no existía una identidad palestina (como ahora) en su tiempo.

¿El pueblo judío siempre estuvo presente en esas tierras?

El pueblo de Israel tiene una presencia milenaria en la región. A lo largo de los siglos, esta presencia ha variado debido a conquistas, exilios y migraciones. Se trata de una historia extensa que sería un atropello tratar de resumir en esta entrevista.

Me resulta muy interesante el proceso de fe que este pueblo fue haciendo a lo largo de esa historia. Me estoy refiriendo aquí a los siglos anteriores al nacimiento de Jesús. En el Antiguo Testamento, en el libro del Deuteronomio, hay un pasaje emblemático:

«Mi padre era un arameo errante que bajó a Egipto y residió allí como inmigrante siendo pocos aún, pero se hizo una nación grande, fuerte y numerosa. Los egipcios nos maltrataron, nos oprimieron y nos impusieron dura servidumbre. Nosotros clamamos a Yahveh, Dios de nuestros padres, y Yahveh escuchó nuestra voz; vio nuestra miseria, nuestras penalidades y nuestra opresión, y Yahveh nos sacó de Egipto con mano fuerte y tenso brazo en medio de gran terror, señales y prodigios. (…)

Desde la morada de tu santidad, desde lo alto de los cielos, contempla y bendice a tu pueblo Israel, así como al suelo que nos has dado como habías jurado a nuestros padres, tierra que mana leche y miel.»

El Deuteronomio en general es un libro que se distingue porque no tiene el acento puesto en relatos y leyes, sino que es un discurso solemne puesto en boca de Moisés en vísperas de la llegada a Canaán (la tierra prometida). Es como un manifiesto monoteísta, se le da especial atención a la fidelidad a Dios. Aquí estamos en el siglo VII a.C.

La identidad nacional palestina, tal como la entendemos hoy, se desarrolló en el siglo XX d.C. Las disputas territoriales entre judíos y palestinos surgieron principalmente en el contexto del Mandato británico de Palestina y se intensificaron con la creación del Estado de Israel en 1948. Estas disputas no se remontan a la antigüedad, sino que son producto de circunstancias políticas y sociales más recientes.

¿Existen puntos de encuentro entre aquellos judíos que condenaron a Jesús a la tortura y la muerte con los sionistas que vienen desatando el horror en Gaza?

Retomo lo que comentaba antes. Si lo pensamos en términos históricos, tendría que responder que no. Estamos hablando de puntos muy distantes en la línea de tiempo. Son otras dinámicas sociales y políticas. Sería un injusto reduccionismo vincular estrechamente a aquellos representantes religiosos y políticos con el sionismo.

Por otro lado, me resulta convocante pensar en los procesos que las personas y los pueblos hacen en su relación con Dios y con lo sagrado. Y ahí sí veo puntos en común: la dureza de corazón y la imposibilidad de ver más allá.

El texto del Deuteronomio que cité antes, también dice esto:

«Dirás en presencia de Yahveh tu Dios: He retirado de mi casa lo que era sagrado; se lo he dado al levita, al forastero, al huérfano y a la viuda, según todos los mandamientos que me has dado sin traspasar ninguno de tus mandamientos ni olvidarlos»

Ya existía, desde antes del nacimiento de Jesús, esta noción de amor al prójimo como indispensable para vivir en comunión con Dios.

Jesús, que vino a dar cumplimiento y a llevar más allá la historia de fidelidad entre Dios y su pueblo, era contundente con aquellos que conocían la Ley y las Escrituras y, con la excusa de enseñarlas, eran rigurosos con el pueblo, pero no guardaban estas leyes en su corazón ni las practicaban en sus vidas.

«¡Ay de ustedes, escribas y fariseos hipócritas, que pagan el diezmo de la menta, del hinojo y del comino, y descuidan lo esencial de la Ley; la justicia, ¡la misericordia y la fidelidad! Hay que practicar esto, sin descuidar aquello.

¡Guías ciegos, que filtran el mosquito y se tragan el camello!»

Además de enseñar, Jesús se sentó a comer con los pecadores, con mujeres y niños. Curó enfermos, multiplicó los panes. La vida de Jesús fue un mensaje incómodo para el poder de la época. (Me refiero al poder que viene del mal) Y lo torturaron y lo mataron. Ese poder, que viene del mal, va cambiando de ropa, de cara, de socios. En eso no puedo no ver una conexión con el horror en Gaza y con otros horrores de nuestro tiempo.

¿Cuál fue la presencia histórica del cristianismo allí?

El cristianismo tiene raíces profundas en esos territorios, siendo que Jesús es judío.

Tras la Resurrección de Jesús, los discípulos establecieron comunidades en Jerusalén y otras partes de la región. En los dos primeros siglos, la mayor concentración de comunidades cristianas conocidas se da en Palestina y en Asia.

En los primeros siglos, los discípulos eran perseguidos. A partir del siglo IV, el cristianismo pasó a ser la religión oficial del Imperio y comenzó a expandirse por otros continentes.

Que se haya convertido en la religión oficial del imperio fue un problema. Hace un rato hablábamos de la dureza de corazón y del poder que viene del mal. En esta parte de la historia también hubo mucho de eso, lamentablemente. Lo dejo para una próxima entrevista.

¿Qué hace que el cristianismo no se sienta especialmente afectado por el genocidio en Gaza?

Es una pregunta difícil de responder. Los cristianos en todo el mundo somos un montón y muy distintos. No podría responder algo que contemple todas las variables. No sé si muchos cristianos no se sienten especialmente afectados por el genocidio en Gaza. Lo que me parece es que muchos cristianos son indiferentes al dolor y al sufrimiento en general. Y muchas otras personas que no son cristianas comparten esta indiferencia.

Volviendo al cristianismo y particularmente al catolicismo, que es la iglesia que más conozco, pienso que nos corrimos del eje hace rato. El eje es Cristo, nuestra fe es cristocéntrica. En algún momento pensamos que a Cristo se lo vivía más en el templo, en las oraciones, hablando explícitamente de la fe en lugar de salir al encuentro del vecino que está pasando por un mal momento. Y de allí no pudimos volver.

Nos conformamos con regalar ropa que ya no usamos y con hacer colectas de alimentos. No nos cuestionamos por qué nos pasa lo que nos pasa y, si lo pensamos, decidimos no hacer nada con ello.

La persona que no se conmueve ni se inquieta ante los padecimientos de los demás, tiene sus propios padecimientos también. La existencia en sí misma es compleja y está llena de contradicciones.

Cuando crees con todo tu corazón que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo, que resucitó para redimirte y que esa redención tiene implicancias concretas en tu vida de ahora, la mirada cambia. Quien experimenta el amor de Dios profundamente en su vida puede, primero, compadecerse de sí mismo y luego de los demás. Busca ser parte de una comunidad o crearla.

El libro de los Hechos de los Apóstoles nos cuenta cómo han sido las primeras comunidades que surgieron a partir de la experiencia de la Resurrección:

«Se reunían asiduamente para escuchar la enseñanza de los Apóstoles y participar en la vida común, en la fracción del pan y en las oraciones. (…) Todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común: vendían sus propiedades y sus bienes, y distribuían el dinero entre ellos, según las necesidades de cada uno. Íntimamente unidos, frecuentaban a diario el Templo, partían el pan en sus casas, y comían juntos con alegría y sencillez de corazón.»

Desde hace siglos gran parte de la predicación de la Iglesia Católica y el obrar de sus pastores pareciera ir en la dirección opuesta. Los templos y las comunidades no resultan lugares donde se comparte con alegría y sencillez de corazón, no se acepta la vida de cada uno como viene, con las fatigas y las dificultades.

Me resulta extraño imaginar que alguien que no se siente parte de la comunidad o peor aún: ha sido excluido de ella, que no se compromete cuando maltratan a un compañero de trabajo o que no se solidariza cuando reprimen a un jubilado, pueda conmoverse con lo que ocurre tan lejos en Gaza.

¿Es posible una vinculación más profunda del cristianismo con esa región y con las comunidades predominantes que residen allí?

El cristianismo tiene que estar donde hay vida. Estar y contemplar. Luego ver de qué manera involucrarse. Pero todavía nos quedan malos hábitos de la época de las cruzadas. No nos sale estar sin avasallar.

Se acerca la Pascua, ¿podemos encontrar en la resurrección de Jesús un mensaje hacia el pueblo palestino?

No sé si es posible dar mensajes a quienes están pasando por semejante calamidad. El mensaje es una construcción, una elaboración. Parafraseando a Jon Sobrino, sacerdote jesuita, te diría que, más que un mensaje, los palestinos necesitan que se los baje de la cruz urgente.

El mensaje, en todo caso, sería para las autoridades religiosas y políticas de todo el mundo: «Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo.» Mt. 25, 40.

Agustín Sosa* Locutor, periodista y militante político del Encuentro Patriótico

Este artículo ha sido publicado en el portal infonativa

Foto de portada: meforum.

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