Tras la fuga de seis presos palestinos de la prisión de Gilboa, en la ciudad palestina ocupada de Bisan, al norte del país, a través de un túnel excavado bajo un sumidero, la cuestión de los presos palestinos ha vuelto a salir a la palestra. Cinco de los fugados llevaban más de 20 años cumpliendo condena, y el otro llevaba en prisión desde 2019, aunque no había sido condenado por ningún delito. La prisión de Gilboa fue construida por expertos irlandeses en 2004 para ser la más segura y confinar a los presos palestinos «más peligrosos». Israel mantiene 17 prisiones, 2 centros de detención y 2 centros de interrogatorio, del mismo estilo que Guantánamo.
Desde la fundación del «Estado judío», Israel ha llevado a cabo una brutal represión para sofocar y acabar con la resistencia palestina contra la colonización, que se intensificó después de 1967, con la ocupación de lo que quedaba de la Palestina histórica, incluidos Jerusalén Este y la Franja de Gaza. Israel criminaliza cualquier forma de oposición a la ocupación, y los sucesivos gobiernos israelíes han hecho de las cárceles su principal instrumento de represión y castigo a los palestinos.
Los presos palestinos están sometidos a las condiciones de encarcelamiento más indignas, duras y violentas, y son objeto de torturas y desapariciones de forma rutinaria, incluidos los que están en detención administrativa, un procedimiento que permite a las fuerzas de ocupación israelíes detener a los palestinos indefinidamente sin cargos formales y sin permitirles ser juzgados.
La información o las pruebas contra los presos son secretas y el detenido o su abogado no pueden acceder a ellas, según las órdenes militares israelíes. La detención administrativa es uno de los métodos más flagrantes de persecución del apartheid israelí y puede renovarse indefinidamente. Entre los detenidos hay muchas mujeres y niños, que sufren violencia física y psicológica y a los que el gobierno israelí priva de asistir a las escuelas y de acceder a la educación, un derecho establecido en los acuerdos y convenios internacionales.
Los presos palestinos están encarcelados por ejercer su legítimo derecho a resistir la ocupación ilegal y violenta de su territorio y por luchar por la dignidad y la libertad de su pueblo. La liberación de los presos forma parte de una solución a la cuestión palestina, según la justicia y el derecho internacional. Además de que se les niega el contacto con sus familias, estos palestinos son objeto de negligencia médica y de frecuentes humillaciones y malos tratos. Esta es una de las pruebas más claras de la continua violación de los derechos humanos de los palestinos de todas las edades por parte del apartheid supremacista judío de Israel.
El número de palestinos que han pasado por las mazmorras sionistas es asombroso. Desde 2015, más de 10.000 detenidos; desde 1967, más de 1 millón [1]. Según los movimientos de derechos humanos, el 6 de septiembre, Israel mantenía encarcelados en sus mazmorras a unos 4.650 palestinos, de los cuales 544 cumplían cadena perpetua y 533 estaban condenados a más de 20 años, entre los que se encontraban: 40 mujeres, incluidas mujeres embarazadas; 200 niños, algunos menores de diez años; 520 presos administrativos; y, sorprendentemente, 11 miembros legítimamente elegidos del Consejo Legislativo Palestino[2].
Uno de los presos más conocidos es Ahmad Sadat, secretario general del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP) y miembro del Consejo Legislativo Palestino, condenado a 30 años de prisión en diciembre de 2008 por un tribunal militar sionista por ser uno de los líderes de la resistencia palestina a la ocupación y los crímenes de Israel. Participó en todas las protestas, huelgas de hambre y luchas de los presos palestinos, pasó más de tres meses en régimen de aislamiento, hasta que, en 2012, una huelga de hambre general culminó con su regreso al régimen penitenciario general.
Últimamente se ha informado de que las cárceles israelíes son laboratorios para el desarrollo de productos y servicios militares de Israel, lo que ha permitido que grandes empresas farmacéuticas realicen ensayos clínicos con presos palestinos, hecho denunciado por el embajador palestino ante las Naciones Unidas, Riyad Mansour, teniendo en cuenta que muchos de los cuerpos de los presos y otros palestinos asesinados por el ejército de ocupación fueron devueltos sin córneas y otros órganos internos.
Estas acusaciones no son nada nuevo. Dalia Itzi, miembro del Partido Laborista en la Knesset, dijo a Yedioth Ahronoth que el Ministerio de Sanidad israelí había concedido esos permisos y que más de 5.000 presos habían sido utilizados como conejillos de indias para probar nuevos medicamentos[3].
Nadera Shalhoub-Kevokian, profesora de la Universidad Hebrea de Jerusalén, advirtió que las autoridades israelíes permitían a las grandes empresas farmacéuticas realizar experimentos con prisioneros, así como pruebas de armamento con niños palestinos. Según ella, los territorios palestinos ocupados se han convertido en laboratorios de la industria militar israelí, especialmente Jerusalén Este[4].
Cada año, el 17 de abril, se conmemora el Día Internacional de Solidaridad con los Presos Palestinos. Es una fecha en la que, en todo el mundo, se celebran actos para denunciar la situación de violación de los derechos humanos de los presos palestinos como un caso de violencia ante el que no podemos permanecer callados.
Con motivo de la fecha, el Movimiento de Resistencia Islámica (Hamás) publicó una nota en la que afirma que «la cuestión de los presos palestinos es nuestra máxima prioridad. No escatimaremos esfuerzos en aras de su libertad; no descansaremos hasta restablecer la libertad de los detenidos palestinos que sacrificaron sus vidas para liberar su patria y su pueblo.»[5]
Recientemente, el jefe del Buró Político de Hamás, Ismail Haniyeh, declaró que el movimiento se esfuerza por conseguir la liberación de todos los detenidos palestinos, en el marco de las negociaciones posteriores a la Batalla de la Espada de Jerusalén de mayo de 2021, en las que se obligó a Israel a aceptar el alto el fuego y a cumplir varias exigencias de la resistencia.
Es necesario demostrar nuestra indignación ante la complacencia de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y de los organismos de derechos humanos ante la cruel realidad de Israel con los palestinos encarcelados. La causa de la liberación de los presos palestinos en las cárceles israelíes y la lucha del pueblo palestino por la dignidad, la tierra, la libertad y un Estado independiente merecen y tendrán siempre la solidaridad de todos los pueblos que luchan por la justicia y el respeto de los derechos en todos los rincones del mundo.
*Sayid Marcos Tenório es historiador, especialista en Relaciones Internacionales y colaborador de PIA Noticias. Es vicepresidente del Instituto Brasil-Palestina (Ibraspal) y autor del libro Palestina: del mito de la tierra prometida a la tierra de la resistencia (Anita Garibaldi/Ibraspal, 2019. 412 p). Correo electrónico: sayid.tenorio@uol.com.br -Twitter: @HajjSayid
[1]International Fundacion Solidarity with Prisioners. Disponível em: https://www.asra-ps.com/?post=529&lang=en. Acesso em: 06 set. 2021. [2]Disponível em: http://addameer.org/statistics. Acesso em: 06 set. 2021. [3]Israel pharmaceutical firms test medicines on Palestinian prisoners, 2019. Disponívelem: https://www.middleeastmonitor. com/20190220-israel-pharmaceutical-firms-test-medicines-on-palestinian- prisoners. Acessoem: 06 set. 2021.[4] Israel tests weapons on Palestinian kids, tests drugs on prisoners. If Americans Knew Blog, 2019. Disponívelem: https:// israelpalestinenews.org/israel-weapons-drug-testing-on-palestinians/. Acessoem: 06 set. 2021.
[5]Statement on Palestinian Prisoners Day. Disponívelem: https://hamas.ps/en/post/3354/Statement-on-Palestinian-Prisoners-Day. Acesso em: 06 set. 2021.