2022 ha sido un año cargado de transformaciones, incertidumbre y, especialmente, de crisis. La transición geopolítica y reconfiguración del sistema de orden mundial fue, y seguirá siendo, la causa y consecuencia de los principales acontecimientos ante la disputa y el enfrentamiento entre las grandes potencias. Las decisiones políticas tomadas por los gobiernos modificaron y modificarán el rumbo histórico de sus pueblos.
Sin dudas que si pensamos en realizar un resumen de los principales sucesos que atravesó Europa este año deberíamos comenzar por la operación militar especial de Rusia en Ucrania (OME).
Comprendiendo la crisis en Ucrania: Parte I – Parte II – Parte III – Parte IV
Y aunque el mundo está colmado de enfrentamientos bélicos, la guerra en Ucrania ha trastocado a la comunidad internacional, no sólo desde el desconsuelo dirigido mediáticamente, sino por las enormes transformaciones que provocó. Desde la profundización de las crisis como la alimentaria, de refugiados, energética, diplomática, militar, económica, hasta el rápido avance de la consolidación de plataformas multilaterales caracterizadas por un nuevo paradigma geopolítico multipolar que incluyen al gran proyecto euroasiático y a los países del Sur Global.
Esto fue así porque no se trató de una guerra localizada entre Ucrania y Rusia, a pesar de que el territorio es Ucrania, sino que se trata de un enfrentamiento entre Rusia y la OTAN. Exactamente a esta altura del año pasado Moscú presentó propuestas de negociaciones para Washington con el fin de llegar a un acuerdo sobre seguridad y defensa debido al avance de la OTAN hacia el Este europeo. Ante la negativa estadounidense, Rusia pasó de una propuesta de negociación a advertencias reiteradas sobre las líneas rojas que debía respetar el bloque occidental. Pero no fue así, y el desarrollo de una nueva temporada comenzó en febrero de 2022.
Para Europa significó la consolidación del proyecto atlantista del sector globalista del imperio en detrimento de las relaciones con Moscú, y principalmente en oposición y destrucción del proyecto de autonomía estratégica de Europa. Esto lo vimos en muchísimos hechos diarios en el desarrollo de los eventos geopolíticos, pero quedaron plasmados en dos documentos importantes: la Brújula Estratégica de la Unión Europea, y el Concepto Estratégico de la OTAN.
Uno de los principales objetivos del bloque anglo-occidental (EEUU / Reino Unido / OTAN), era interrumpir y cortar cualquier vínculo entre Rusia y Europa, principalmente con Europa Occidental. Frenar cualquier avance del gran proyecto euroasiático sobre el territorio que Washington hegemoniza abusiva e impunemente. En este sentido resulta clave el control de Europa del Este ya que es un puente entre Rusia y Europa occidental, pero también con China y su gran Ruta y Cinturón de la Seda. Hoy, el puente se está endureciendo en un enorme muro.
Este objetivo del bloque anglo-occidental, de cortar los vínculos entre Europa y Rusia, fue tan decisivo que llegaron a realizar un atentado contra los gasoductos Nord Stream en el Mar Báltico. En aguas y en ZEE de países otantistas se realizó un atentado y ninguna condena se escuchó, no se activó ningún artículo ni protocolo de la OTAN, ninguna investigación apuntó a los autores y ninguna represalia se dictaminó. Nord Stream, dos gasoductos emblemáticos que caminaban el proyecto de autonomía estratégica europea; dos de los mayores proveedores de gas para Europa y que consolidaron a las principales potencias como motor económico e industrial de la región. Nord Stream, dos enormes molestias para EEUU que, sin éxito, intentaron boicotear reiteradamente; dos dispositivos que bombeaban el colosal potencial de Alemania, quedaron desactivados de un momento para otro bajo un silencio internacional estrepitoso.
Se ha analizado durante todo el año, y en cada mes que pasaba, cómo las sanciones impuestas contra Moscú sólo perjudicaban a los Estados europeos. La medida que debía aislar y reprender a Rusia terminó por ser un boomerang que golpeó duramente a los pueblos europeos con la complicidad desagradable e impune de sus elites políticas. Se profundizaron y aceleraron gravemente diversas crisis.
La crisis energética sin dudas fue una de las que más afectó a Europa, ya que desencadenó otras crisis como la de desabastecimiento, inflación, económica, divisas, aumento del costo de vida, el freno sobre la transición a energías renovables. También lanzó a los gobiernos europeos a una búsqueda desesperada de acuerdos energéticos “volviendo” a mirar sobre países y regiones con los que guardan un (no tan) pasado colonial, o a quienes hace poco apuntaban como antidemocráticos o violadores de derechos humanos, incluso soltando la mano de actores golpistas a los que apoyaban, como al venezolano Juan Guaidó, a quien reconocían como presidente interino, para ir contra del presidente elegido democráticamente, Nicolás Maduro.
La dura realidad que está viviendo el pueblo europeo comenzó a volcarse en las calles como medidas de fuerza a través de protestas, movilizaciones y paros. Pero también fue respondida, como otras tantas veces, con una fuerte represión por los distintos aparatos coercitivos estatales. La guerra informativa que repetía una y otra vez que toda la culpa del malestar europeo era del malvado Putin se fue desvaneciendo, aunque aún se empeñen en seguir culpando a otros de las decisiones políticas que toman ellos mismos, los líderes de la Comunidad Europea.
Las múltiples crisis y la decisión de aplicar sanciones también profundizó la fragmentación al interior de la Unión Europea y de toda Europa en general. Esto incluye la confrontación entre países del sur y países del norte de Europa Occidental que se reprochaban las decisiones políticas ‘egoístas’ tomadas localmente para paliar la crisis pero que afectaron a los demás países de la Comunidad. Los del norte le reclaman a los del sur que tengan solidaridad europea, mientras que los del sur le recuerdan la historia reciente de crisis financiera en donde el norte tuvo nula solidaridad para con ellos.
La crisis interna también se desarrolló debido a países que no apoyaban ciertas sanciones relacionadas al bloqueo energético. Estos fueron presionados, condenados y extorsionados por los funcionarios de Bruselas para hacer cumplir su voluntad. En 2021 se apuntaba contra Hungría y Polonia por ser los “rebeldes” de la Comunidad, pero desde que comenzó la OME las represalias contra Hungría aumentaron debido a su negativa de apoyar sanciones que afectan directamente la soberanía y el pueblo húngaro debido a su enorme dependencia de la energía rusa, mientras que Polonia se consolidó como un actor clave y revelación de este 2022, ya no condenando, sino condecorado por su apoyo a Ucrania y medidas antirusas.
Polonia se fortaleció y consolidó su importancia geoestratégica en la región como abanderado del proyecto atlantista. Lidera la Iniciativa de los 3 Mares, lanzó el gasoducto nórdico junto a Noruega, casualmente justo después del atentado contra los Nord Stream, posicionando a Polonia como principal centro de reparto de gas en Europa del Este, pero también hacia Europa Central y Occidental, desplazando el rol de Alemania. Además, ratificó el acuerdo para asociarse con la empresa estadounidense Westinghouse en la construcción de tres reactores nucleares en Polonia. Polonia ya comenzó a jugar su papel como actor geopolítico clave en el Este europeo para el bloque atlantista, no dejaremos de prestarle atención en 2023.
Otro actor destacado de este 2022 ha sido Türkiye debido a diversos motivos caracterizados por su autonomía en las decisiones en política exterior. Los sucesos que tienen a Türkiye como protagonista han sido varios: la creciente tensión con Grecia tanto en el Mar Egeo como en el Mediterráneo oriental; el rol como mediador en las negociaciones entre Ucrania y Rusia que llevó al acuerdo del corredor de granos; su rol en el Mar Negro; la consolidación del acuerdo para ampliar el suministro de gas de Rusia a Türkiye (luego del atentado a los Nord Stream) constituyendo a Türkiye como el posible centro más grande de distribuidor de gas para Europa incluso con la posiblidad de ser quien lidere un organismo encargado de colocar los precios; el rol clave e incómodo que juega dentro de la OTAN imponiendo condiciones a Suecia y Finlandia para su ingreso a la Alianza; el acercamiento y consolidación de los vínculos con Rusia y el vuelco hacia los proyectos euroasiáticos y multipolares…
En 2023 Türkiye tendrá elecciones presidenciales por lo que es probable que se desarrollen más acontecimientos que lo tengan como protagonista ante la posibilidad de que intenten desestabilizar el proceso electoral de Erdogan y una pieza clave para que el proyecto euroasiático se desarrolle con éxito en la región. También habrá que estar atentos el próximo año.
Otros dos puntos a los que también habrá que prestar atención en 2023 son, por un lado, a la crisis del bloque franco-alemán y el desmoronamiento de las principales potencias europeas, y por otro, a la escalada de tensiones en los Balcanes Occidentales entre Serbia y Kosovo.
La múltiple crisis que atraviesa el continente europeo pegó tan duramente que llevó a las principales potencias a un enorme desplome. Francia, Alemania y Reino Unido se encuentran en la mayor crisis en muchos años e incluye un descomunal endeudamiento; escasez de energía y producción industrial; desplome de las divisas; desempleo; empeoramiento de la calidad de vida; movilizaciones y grupo de trabajadores organizados en lucha; refugiados; el escape de las principales empresas para ir a producir a otros países; quiebra y cierre de empresas industriales… Incluso Reino Unido bajó al puesto número 6 como una de las principales economías mundiales, siendo superada por India.
Si esto está sucediendo en las principales potencias europeas ubicadas en la cima de la lista de las mejores economías mundiales, imagínese cómo están en el resto de países europeos que poseen una dependencia energética de casi o más del 90% del gas ruso.
No quisiera terminar este breve y resumido artículo sin mencionar el enorme avance de la derecha tanto en los espacios mediáticos trasladados a las calles como en las urnas. Este año se desarrollaron elecciones en Francia, Italia y Reino Unido. En Francia, Macron se aseguró otro mandato más, y aunque su principal rival de ultraderecha no logró alcanzar los votos necesarios para ser mandataria, si ganó un amplio apoyo electoral en comparación con otros años. Con la victoria de Macron también hablamos de una derecha, un derecha globalista, distinta a la derecha nacionalista de Le Pen.
En Italia y Reino Unido podemos explicitar que además de la consolidación de la derecha, las elecciones se caracterizaron por una, no novedosa, inestabilidad de gobierno. En Italia se consagró el “enésimo papelón italiano” cuando Mario Draghi renunció a su cargo de Primer Ministro y se decidió convocar a nuevas elecciones en las que la derechista Giorgia Meloni se consagró como mandataria del cuarto gobierno italiano en menos de cinco años.
En Reino Unido, tras la caótica renuncia de Boris Johnson, el partido torie (no la población británica) a través del Comité de 1922 (el grupo parlamentario del Partido Conservador en la Cámara de los Comunes del Reino Unido) eligió a Liz Truss como su nueva Primera Ministra, no obstante se convirtió en la jefa de gobierno que menos tiempo se mantuvo en el poder Ejecutivo. Y en el interesante proceso electoral que posee Reino Unido, Rishi Sunak llegó al poder luego de demostrar que contaba con el apoyo de 100 o más diputados conservadores, por lo que asumió sin necesidad de convocar una nueva votación entre las bases.
En este brevísimo resumen, cargado de hipervínculos con los análisis que el equipo de PIA Global ha desarrollado en cada acontecimiento, no se alcanza a abarcar todas las problemáticas que atravesó y atraviesa la región europea. Han quedado afuera varios eventos importantes de 2022, pero la elección de esta periodista buscó resaltar aquellos que ella considera importantes para Europa de cara al 2023.
Constantini Micaela, periodista y parte del equipo de PIA Global.
Foto de portada: Bandera de la UE – Derechos de autor Pfxuel.