Europa

Comprendiendo la crisis en Ucrania (I)

Escrito Por Micaela Constantini

Golpe de Estado en Ucrania, intervención estadounidense, Crimea, Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk y violencia contra la población.

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En esta entrega se intentará realizar un breve recorrido de los principales hechos desde 2014 para comprender con mayor perspectiva lo que acontece en Ucrania.

En el discurso del 21 de febrero, el presidente de Rusia, Vladímir Putin, realiza un recorrido histórico acerca de la formación de Ucrania y entre ello menciona que

“Así pues, empezaré por el hecho de que la Ucrania moderna fue creada en su totalidad por Rusia o, para ser más precisos, por la Rusia bolchevique y comunista. Este proceso comenzó prácticamente después de la revolución de 1917, y Lenin y sus asociados lo hicieron de una manera extremadamente dura para Rusia: separando, cortando lo que es históricamente tierra rusa. Nadie preguntó a los millones de personas que vivían allí qué pensaban.

Luego, antes y después de la Gran Guerra Patria, Stalin incorporó a la URSS y transfirió a Ucrania algunas tierras que antes pertenecían a Polonia, Rumanía y Hungría. En el proceso, dio a Polonia parte de lo que era tradicionalmente tierra alemana como compensación, y en 1954, Jruschov le quitó Crimea a Rusia por alguna razón y también se la dio a Ucrania. En efecto, así se formó el territorio de la Ucrania moderna.

Rusia siempre ha trabajado con Ucrania de forma abierta y honesta y, como ya he dicho, respetando sus intereses. Desarrollamos nuestros vínculos en múltiples ámbitos. Así, en 2011, el comercio bilateral superó los 50.000 millones de dólares. Permítanme señalar que en 2019, es decir, antes de la pandemia, el comercio de Ucrania con todos los países de la UE juntos estaba por debajo de este indicador”.

El 24 de febrero, el ex vicepresidente de Bolivia, Alvaro García Linera realizaba una publicación en facebook citando a un bloguero finlandés donde realizaba un recuento histórico de cómo la URSS “tras ganar la Segunda Guerra Mundial, desempeñó un papel clave para asegurar la independencia de la mayoría de las colonias de Europa occidental en el proceso de descolonización global iniciado por la Unión”. Y que “la historia de Rusia sugiere que dentro de cualquier poder y sistema, ha sido constante en la defensa de los principios de independencia y autodeterminación de naciones y naciones”. Menciona a Letonia, Estonia, Lituania, Polonia, Rumania, Moldavia, Bulgaria, Serbia, Azerbaiyán, Armenia, Georgia, Turkmenistán, Kirguistán, Kazajstán, Mongolia, Bielorrusia, Ucrania, China, Vietnam, Corea del Norte, India, Grecia, Argelia, Cuba, Israel, Angola, Mozambique, Suiza, Austria, Checoslovaquia, Alemania, Egipto, Angola, incluso Estados Unidos.  

Concluye con la siguiente reflexión, “si la política de la Madre Rusia, aunque fuera una fracción, fuera similar a la británica, la mitad del mundo sería ahora parte de la Commonwealth imperial rusa, y el pueblo ruso se bañaría en el lujo, como los jeques de Arabia Saudita, a expensas de estados, países y sus capitales liberados de otros colonialistas”.

Golpe de Estado en Ucrania en 2014 y participación estadounidense

Resulta importante comprender que no se puede analizar los acontecimientos del presente obviando el pasado, su historia. Los últimos eventos, en desarrollo aún, no surgen de manera improvisada y a capricho bélico de un ‘apetito imperial’ de Putin, aunque así intenten convencernos desde los medios occidentales. 

Tampoco necesitamos caer en la idea de que se requiere ser unx historiadorx en el tema. Pero no podemos reducir complejos contextos de guerra y eventos geopolíticos a una retórica de buenos y malos. 

Incluso en este artículo comenzaremos explicando los eventos ‘locales’ sucedidos en Ucrania a partir del golpe de Estado en 2014 porque a partir de allí se sucedieron el referéndum de Crimea para ser parte de la Federación de Rusia, y la proclamación de las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, pero la contextualización necesaria para comprender estos y los sucesivos hechos se desarrollaran a lo largo de esta entrega. 

Bien explica el analista geopolítico Ricardo Orozco, “hacer partir al análisis de la situación actual del estudio de lo que ocurrió en 2014 implicaría, entre otras cosas, invisibilizar esa historia mucho más añeja, mucho más prolongada, que rodea a las campañas de expansión de una Organización que, no debe de olvidarse, nació como —y sigue siendo— una alianza continental de naturaleza bélica cuyo principal objetivo y su raison d’être es, si bien no deshacerse por completo de Rusia sí reducir a su mínima expresión las capacidades militares, políticas, económicas, financieras, energéticas, etc., de este Estado y la influencia que pudiese llegar a tener, sobre todo, en una amplia franja geográfica que recorre a toda Europa del Este, de Norte a Sur, desde el Báltico hasta el Egeo”.

Previo al golpe de Estado, Ucrania estaba trazando el camino para unirse a Occidente, se estaba negociando la integración comercial con la Unión Europea. No obstante, el presidente ucraniano en ese momento, Viktor Yanukóvich decidió no continuar con esas conversaciones y se volcó a negociar con Rusia, elección que Occidente no estaba dispuesto a permitir. La esfera de influencia de Occidente sobre Europa se expandía, entre otras cosas, a través de las herramientas de crédito y el endeudamiento, con el objetivo de mantener sometidos a los pueblos a sus políticas, valores y economía. 

Bryce Greene, explica que “en Ucrania, el FMI había planeado durante mucho tiempo aplicar una serie de reformas económicas para hacer el país más atractivo para los inversores. Éstas incluían el recorte de los controles salariales (es decir, la reducción de los sueldos), la «reforma y reducción» de los sectores de la sanidad y la educación (que constituían la mayor parte del empleo en Ucrania), y el recorte de las subvenciones al gas natural para los ciudadanos ucranianos que hacían que la energía fuera asequible para el público en general. Los golpistas, como la subsecretaria de Estado estadounidense Victoria Nuland, insistieron repetidamente en la necesidad de que el gobierno ucraniano promulgara las reformas «necesarias»”.

Ante la inaceptable decisión de Yanukóvich, en 2014, comenzaron a desarrollarse protestas en la Plaza de la Independencia de Kiev, demonimada Maidán. Estos grupos de extrema derecha eran apoyados y financiados abiertamente por los servicios de inteligencia y líderes europeos y norteamericanos. El objetivo de fogonear estas movilizaciones era lograr el cambio de gobierno construyendo la idea de que se trataban de protestas del pueblo. Sin embargo, desde hacía tiempo que “Estados Unidos alimentaba el sentimiento antigubernamental a través de mecanismos como la USAID y la Fundación Nacional para la Democracia (NED), al igual que había hecho en 2004. En diciembre de 2013, Nuland, subsecretaria de Estado para Asuntos Europeos y defensora del cambio de régimen desde hace mucho tiempo, dijo que el gobierno estadounidense había gastado 5.000 millones de dólares en promover la «democracia» en Ucrania desde 1991. El dinero se destinó a apoyar a «altos funcionarios del gobierno ucraniano… [miembros de] la comunidad empresarial, así como a la sociedad civil de la oposición» que están de acuerdo con los objetivos estadounidenses”, explica  Greene.

El teólogo, Terry Bolton, también detalla la intervención de la NED en Ucrania citando al presidente de la NED, Carl Gershman, quien afirmaba en 2016 que «la NED estuvo allí desde el principio, alimentando las raíces activas de la sociedad civil en la década de 1980». Bolton asegura que actualmente “el presupuesto de la NED gastado en Ucrania durante 2021 alcanzó más de 5.500.000 dólares”.

“Por ejemplo, la NED ha estado patrocinando ávidamente a «jóvenes activistas» en varios sectores de la sociedad, incluyendo la «educación» de los electores sobre cómo votar en las elecciones de octubre de 2012. El informe financiero de la NED de 2012 enumera las ONG de Ucrania que recibieron 3.380.834 dólares durante ese año[11]. La cantidad representa el extremo superior de los fondos enviados por la NED en todo el mundo, y como muestra el informe de 2021 antes citado, la cantidad no ha hecho más que aumentar”, explica Bolton.

En ese momento, Victoria Nuland era asistente del Departamento de Estado para Europa y Asia, estuvo en la plaza de Maidan repartiendo alimentos entre los grupos, imágenes que se volvieron emblemas en los medios occidentales. Ocho años después, Victoria Nuland vuelve (no porque haya dejado de estar monitoreando que se cumplan los intereses occidentales en Ucrania, sino que durante la presidencia de Trump no ocupó cargo relevante) a ser factor importante como subsecretaria de Estado para Asuntos Políticos de los Estados Unidos para arrastrar a Ucrania a una nueva crisis, sólo que ahora el contexto mundial, y el de Rusia en particular, es diferente.

Otro actor relevante que se hizo presente en la plaza durante las protestas en 2014 fue, el entonces senador republicano, John McCain, quien presidía el Instituto Republicano Internacional (IRI), uno de los que recibían el financiamiento de la NED. Según detalla Greene, “el IRI, presidido en su día por el senador John McCain, ha participado durante mucho tiempo en las operaciones de cambio de régimen de Estados Unidos”. 

Estas protestas no fueron pacíficas, fueron extremadamente violentas y se extendieron por el oeste del país, incluso estos grupos nacionalistas tomaron el control de varias ciudades. La analista internacional, Ana Dagorret explica que, uno de los regimientos de fuerzas especiales entrenado y armado por Estados Unidos y ‎la OTAN, el batallón de Azov, “recluta neonazis de toda Europa bajo una bandera inspirada en la insignia de la división SS Das Reich”. Tan así que, según dice Greene, los líderes del batallón hablaron en los actos de la oposición en el Maidan junto a defensores del cambio de régimen de Estados Unidos como McCain y Nuland.

En 2020, en una votación de la ONU acerca de «la lucha contra la glorificación del nazismo, el neonazismo y otras prácticas que contribuyen a alimentar las formas contemporáneas de racismo», los únicos dos países que votaron en contra fueron Estados Unidos y Ucrania.

La iniciativa recibió el voto a favor de 130 países, la abstención de 51 y solo EE.UU. y Ucrania votaron en contra. | Foto: @jaarreaza

El presidente Putin, relata en su discurso que

«Los nacionalistas radicales se aprovecharon del justificado descontento de la población y ensayaron la protesta de Maidan, escalando hasta el golpe de Estado de 2014. También contaron con la ayuda directa de Estados extranjeros. Según los informes, la embajada de Estados Unidos proporcionó un millón de dólares al día para apoyar el llamado campamento de protesta en la Plaza de la Independencia de Kiev. Además, se transfirieron impúdicamente grandes cantidades directamente a las cuentas bancarias de los líderes de la oposición, decenas de millones de dólares.

Los nacionalistas que han tomado el poder han desatado una persecución, una verdadera campaña de terror contra quienes se oponían a sus acciones anticonstitucionales. Políticos, periodistas y activistas públicos fueron acosados y humillados públicamente. Una ola de violencia barrió las ciudades ucranianas, incluyendo una serie de asesinatos de alto perfil e impunes. Uno se estremece al recordar la terrible tragedia de Odessa, donde manifestantes pacíficos fueron brutalmente asesinados, quemados vivos en la Casa de los Sindicatos. Los criminales que cometieron esa atrocidad nunca han sido castigados, y nadie los busca. Pero conocemos sus nombres y haremos todo lo posible para castigarlos, encontrarlos y llevarlos ante la justicia.
Maidan no acercó a Ucrania a la democracia y al progreso”.

El 21 de febrero se intentó mediar, con la presencia de la Unión Europea, Polonia, Francia y Alemania, para llegar a una solución política mediante elecciones anticipadas, no obstante, los líderes de las protestas rechazaron la propuesta y llamaron a intensificar los enfrentamientos hasta lograr la caída del gobierno. 

El 22 de febrero de 2014, la Rada Suprema (Parlamento) destituyó al presidente de Ucrania, Victor Yanukóvich, modificó la Constitución y fijó unos comicios presidenciales extraordinarios, en los que fue elegido Petró Poroshenko.

Inmediatamente luego del golpe de Estado se reanudaron los acuerdos con la UE, y “tras reducir las subvenciones a la calefacción a la mitad, consiguió un compromiso de 27.000 millones de dólares del FMI”, dice Greene.

Crimea y Donbáss

Un rasgo característico que forma parte de la comprensión local respecto a la crisis en Ucrania radica en su diversidad poblacional. Diferentes identidades nacionales, culturales, religiosas y lingüísticas producto de la historia en la que se conforma el Estado ucraniano dotan de una distintiva diversidad ciudadana.  

Y este dato es importante porque a partir del golpe de Estado se comienzan a desarrollar políticas, leyes y decretos contra minorías y ciudadanxs rusoparlantes. Por ejemplo, en octubre de 2017, bajo el gobierno de Petro Poroshenko, se aprobó en la Rada Suprema (Parlamento) un nueva ley de educación, que estableció al idioma ucraniano como el idioma prioritario en las instituciones de enseñanza de todo el país. Esta ley produjo protestas en la misma Ucrania, pero también en Hungría, Rumania y Rusia. 

O, una de las últimas leyes aprobadas en julio de 2021 por el Parlamento ucraniano y fomentado por el presidente Volodímir Zelensky, reconoce que los pueblos autóctonos de Ucrania son las comunidades étnicas conformadas en este país, pero no incluye a los rusos. 

Según relata el periodista Pascual Serrano “según esta definición, etnias como los tártaros de Crimea, los krymchaks y los caraítas son autóctonas de Ucrania, pero los rusos —la minoría étnica más grande de este país, alrededor del 17 % del total de la población— no pueden ser considerados como tales porque existe otro país para ellos (Rusia)”.

Según el periodista Rafael Poch, en 2015 se prohibieron los partidos comunistas, los diputados comunistas fueron expulsados del Parlamento. Al año siguiente se aprobó una ley de “descomunización” y se demolieron monumentos, se criminalizaron  los símbolos, bandera e himnos e incluso se modificaron los nombres de más de 20 ciudades y 40 pueblos. En 2021 se prohibieron y desconectaron los canales de televisión de lengua rusa como 112 Ukrania, ZIK y NewsOne, opositores a la línea nacionalista del Gobierno, sus periodistas fueron agredidos y catalogados de ‘propagandistas extranjeros’.

“Las personas que se consideran rusas y quieren conservar su identidad, su lengua y su cultura han recibido el mensaje explícito de que son extraños en Ucrania”.

Vladímir Putin

Mientras se sucedían las protestas en la Plaza de la Independencia, Maidan, también existían manifestaciones más pequeñas al sur y sureste del país que se oponían a los acontecimientos en Kiev. No fue hasta el golpe de Estado y la suspensión de la ley de lenguas regionales el mismo mes que estas protestas comenzaron a expandirse, primero en Simferópol y Sebastopol (Crimea) y luego por todo el sur de Ucrania.

Estas protestas y organización, iniciadas en febrero, en contra del nuevo gobierno de Kiev y a favor del desarrollo de un gobierno autónomo y autodefensa civil llevaron a la toma de las instituciones de gobierno en la península de Crimea. En esta región el 82% de su población habla ruso y solo el 2% es mayoritariamente ucraniano.

En marzo se celebró un referéndum en donde se eligió entre la reunificación de Crimea a la Federación de Rusia, o la restauración de Crimea como parte de Ucrania. Más del 95% de los votantes decidieron reunificarse a Rusia y días después se firmó el “Tratado de Acceso de la República de Crimea a Rusia”. 

La reunificación de la península de Crimea, territorio geopolíticamente estratégico por su ubicación en el Mar Negro, fue completamente condenado y no reconocido especialmente por los países occidentales. Un hecho que hasta el día de hoy motiva a Ucrania, Estados Unidos, la OTAN y la UE a utilizarlo como excusa para fogonear el sentimiento antirruso en  Europa del Este. Es más, los análisis, mapas, reflexiones y titulares de los medios occidentales ubican el comienzo de la crisis que estamos aconteciendo en estos días a partir de lo que ellos denominan “la anexión ilegal de Crimea por parte de las fuerzas rusas”. Pero, como ya mencionamos más arriba, sabemos que eso no es así.

Explica Greene, “la península de Crimea, que formaba parte de Rusia hasta que fue transferida a la República Soviética de Ucrania en 1954, alberga una de las dos bases navales rusas con acceso a los mares Negro y Mediterráneo, uno de los teatros marítimos más importantes de la historia. Una Crimea controlada por un gobierno ucraniano apoyado por Estados Unidos era una gran amenaza para el acceso naval ruso”.

Crimea no era la única región que estaba en contra del nuevo gobierno títere producto del golpe de Estado y sus leyes antirrusas. Las regiones de Donetsk y Lugansk, también con una fuerte presencia de ciudadanía rusa, se veían atravesadas por lo sucedido en Crimea y en marzo se levantaron en manifestaciones hasta tomar la administración estatal. Los enfrentamientos sucedidos en el mes de marzo entre manifestantes prorrusos y nacionalistas ucranianos fueron muy violentos. El gobierno golpista de Kiev prohibió los canales de televisión y realizó arrestos masivos.

Strategic Culture

En abril se proclamaron las Repúblicas Populares y los enfrentamientos contra las fuerzas armadas ucranianas y los grupos paramilitares nacionalistas se recrudecieron en la región de Donbáss.  En mayo se realizó el referéndum en donde por amplia mayoría se decide la independencia de las Repúblicas Populares respecto a Ucrania. Esta decisión, lejos de calmar la crisis, la agudizó y los enfrentamientos armados entre las Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk, y las fuerzas ucranianas y los grupos paramilitares nacionalistas se profundizaron. Pronto se comenzaría una forma diplomática para alcanzar un cese al fuego y el intento de una resolución pacífica y política al conflicto con los Acuerdos de Minsk. Lo analizaremos en el próximo artículo.

Escudo y Bandera de Donetsk

Escudo y Bandera de Luhansk

“El imperativo económico de la apertura de los mercados extranjeros, el impulso de la OTAN para presionar a Rusia, el apoyo de EE.UU. al golpe de Estado de 2014 y la participación directa en la formación del nuevo gobierno, todo ello tiene que ser empujado por el agujero de la memoria si la línea oficial ha de tener alguna credibilidad. En ausencia de todo esto, es fácil aceptar la ficción de que Ucrania es un campo de batalla entre un «orden basado en reglas» y la autocracia rusa”, reflexiona Greene.

Constantini Micaela, periodista y parte del equipo de PIA Global.

Foto de portada: Strategic Culture.

Acerca del autor

Micaela Constantini

Comunicadora Social, periodista. Miembro del equipo de investigación de PIA Global. Investigando cibergeopolítica y virtualidad. Feminista, antiimperialista y autodidacta. Nuestra americana Trabajo con redes sociales, edición de video y comunicación digital.

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