Parte I: Cumbre de la OTAN: “desafíos globales exigen soluciones globales”
Los Jefes de Estado y de Gobierno de los países miembros de la OTAN aprobaron el nuevo Concepto Estratégico de la Alianza durante el segundo día de la Cumbre. Se trata del segundo documento más importante, luego del Tratado fundacional, y guía el accionar geopolítico y estratégico militar de la Alianza ‘bajo una perspectiva global’ en un ‘mundo más peligroso y competitivo’. La Cumbre de 2023 se realizará en Vilnius, Lituania.
En la primera entrega analizamos que el Concepto Estratégico busca reforzar y posicionar al bloque occidental como una gran unidad fuerte, cohesiva y solidaria en defensa de los ‘valores democráticos’ amenazados por los gobiernos ‘autoritarios’: Rusia y China. También describimos las proyecciones de la Alianza de acuerdo a su ampliación y socios globales.
En este artículo detallaremos el resto de los puntos abordados por los aliados en el Concepto Estratégico. ‘El terrorismo’, la OTAN nuclear; la creación del Fondo de Innovación; las tecnologías, el espacio y el ciberespacio, las tareas no militares de la Alianza; y el impacto del ‘cambio climático’ en el seguridad.
Terrorismo y necropolítica
Cuando se habla de terrorismo en el documento, se asocia directamente a ‘la vecindad meridional de la OTAN, en particular las regiones de Oriente Medio, África del Norte y el Sahel’, regiones que sufrieron el paso de EEUU, la OTAN y Europa en sus guerras de la paz.
El documento describe que estas regiones “se enfrentan a retos interconectados de seguridad, demográficos, económicos y políticos, agravados por el impacto del cambio climático, la fragilidad de las instituciones, las emergencias sanitarias y la inseguridad alimentaria”. Concluye que esta situación es “terreno fértil para la proliferación de grupos armados no estatales, incluidas las organizaciones terroristas”, y lo que preocupa a la Alianza es “la injerencia desestabilizadora y coercitiva de competidores estratégicos”, es decir, que estas regiones dejen de ser controladas por las potencias sobrecoloniales del bloque occidental.
Es cierto que este contexto, como mencionan en el Concepto Estratégico, “se traduce en violencia contra la población civil, incluida la violencia sexual relacionada con el conflicto, así como en ataques contra bienes culturales y daños medioambientales. Contribuye al desplazamiento forzado, alimentando el tráfico de personas y la migración irregular”. Lo que no mencionan son las causas específicas de estos graves delitos, su injerencia histórica de colonización, saqueo, construcción de caos, financiamiento de grupos armados, golpes de Estados, sobrecolonización, utilización de mecanismos de deuda, hambruna, militarización y desplazadxs y refugiadxs…
Aquello que la Alianza menciona como ‘migración ilegal’ no son más que las personas desplazadas y refugiadas producto de las políticas de guerra, injerencia y control sobre esas regiones.
Como señala Danilo Albin, en un informe del Instituto Watson, un prestigioso centro de estudios sobre asuntos internacionales dependiente de la Universidad Brown, con sede en Rhode Island (EEUU), el número de desplazamientos provocados por las intervenciones militares realizadas por EEUU y la OTAN desde 2001, posteriores al 11-S «han desplazado por la fuerza a al menos 38 millones de personas» en lugares como Afganistán, Irak, Pakistán, Libia o Siria”.
Las soluciones han sido la militarización de las fronteras, los tratados con países como Türkiye o Marruecos para la contención del flujo de desplazadxs hacia Europa, políticas racistas hacia el interior de los países europeos, la completa desidia estatal en el cuidado de las personas en los campos de refugiadxs y dejar morir a las personas en el mar.
Aumento en defensa y centralidad de poder
“La OTAN es el foro transatlántico único, esencial e indispensable para consultar, coordinar y actuar en todos los asuntos relacionados con nuestra seguridad individual y colectiva”, arroga el Concepto Estratégico designando al bloque la centralidad en la toma de decisiones claves tanto en el ámbito militar como en los no militares.
“Emplearemos herramientas militares y no militares de forma proporcionada, coherente e integrada para responder a todas las amenazas a nuestra seguridad en la forma, el momento y el ámbito que elijamos (…) Disuadiremos y defenderemos hacia adelante con fuerzas robustas in situ, multidominio y listas para el combate, con acuerdos de mando y control mejorados, con municiones y equipos preposicionados y con una capacidad e infraestructura mejoradas para reforzar rápidamente a cualquier Aliado, incluso con poco o ningún aviso. (idea de centralidad)”.
El documento destaca que las iniciativas para aumentar el gasto en defensa y desarrollar capacidades coherentes son la clave para hacer más segura la zona euroatlántica. Para ello no sólo se necesita que los aliados se comprometan en la inversión en defensa, sino que la Organización se asegure de hacer cumplir y así garantizar “que el aumento de los gastos nacionales de defensa y la financiación común de la OTAN estén a la altura de los retos de un orden de seguridad más disputado”.
Las decisiones para “transformar y fortalecer” la seguridad de la Alianza, explica Stoltenberg en conferencia de prensa, se debe a “la guerra del presidente Putin contra Ucrania” que “ha hecho añicos la paz en Europa, y ha creado la mayor crisis de seguridad en Europa desde la Segunda Guerra Mundial”.
En este espacio, en el que necesitan justificar la ampliación del Compromiso en Defensa, aparece el presidente Zelensky compartiendo la reunión y pidiendo más apoyo. La respuesta de los aliados, según relata Stoltemberg, es que “Ucrania puede contar con nosotros. Por el tiempo que sea necesario. Los aliados continuarán brindando una importante ayuda militar y financiera”. Por ello, los líderes acordaron un paquete de asistencia integral para Ucrania que incluye comunicaciones seguras, combustible, suministros médicos y chalecos antibalas, equipos para contrarrestar minas y amenazas químicas y biológicas, y cientos de sistemas portátiles antidrones. Además se comprometieron a largo plazo a cambiar “los equipos de la era soviética a equipos modernos de la OTAN”.
Es a partir de la crisis ucraniana que la OTAN decide mejorar los grupos de batalla “en la parte oriental de la Alianza, hasta el nivel de brigada”, aumentar el número de fuerzas de alta preparación a más de 300.000 y la capacidad de refuerzo que incluye ‘más equipo posicionado previamente y reservas de suministros militares, más capacidades desplegadas hacia adelante, como la defensa aérea, el fortalecimiento del mando y control, y los planes de defensa mejorados, con fuerzas preasignadas para defender aliados específicos’.
Las fuerzas preasignadas trabajarán con las fuerzas de defensa locales y se familiarizarán con el terreno local, las instalaciones y las existencias preposicionadas.
Todo esto, dice Stoltenberg, “costará más”. “Los aliados volvieron a comprometerse con el compromiso que hicimos en 2014 de gastar al menos el 2 % del PIB en defensa”. Aunque, “El dos por ciento se ve cada vez más como un piso, no como un techo”, asegura el secretario general.
Queda por ver cómo se desarrollará el “ejército europeo” propuesto en la Brújula Estratégica desde la Unión Europea. ¿Será la UE capaz de financiar todo?, ¿aceptará el pueblo europeo el aumento de financiamiento en una mayor militarización mientras sigue empobreciendose debido a las múltiples crisis que afronta la región (producto de las propias políticas de los líderes europeos que siguen ciegamente a EEUU)?, ¿cuánto les permitirá la OTAN?.
OTAN nuclear
“El propósito fundamental de la capacidad nuclear de la OTAN es preservar la paz, prevenir la coerción y disuadir la agresión. Mientras existan las armas nucleares, la OTAN seguirá siendo una alianza nuclear. El objetivo de la OTAN es un mundo más seguro para todos; buscamos crear el entorno de seguridad para un mundo sin armas nucleares”, dice el Concepto Estratégico.
Suena muy contradictorio que se hable del desarrollo de la capacidad nuclear como forma de preservar la paz, o que digan que buscan un mundo sin armas nucleares seguido de establecer que la Alianza seguirá siendo nuclear.
También se menciona que “la erosión de la arquitectura de control de armas, desarme y no proliferación ha tenido un impacto negativo en la estabilidad estratégica”, estableciendo que Rusia fue quien ha violado sus compromisos en materia de control de armamentos ‘contribuyendo’ al “deterioro del panorama de seguridad en general”. Otro punto contradictorio y negador, especialmente cuando fue el propio Estados Unidos quien decidió abandonar el acuerdo de no proliferación nuclear conocido como el Plan de Acción Conjunto y Completo (JCPOA) o la ampliación de ojivas nucleares del Reino Unido.
Se menciona como principales amenazas nucleares a Irán y a Corea del Norte, mientras que a Siria, Corea del Norte y la Federación Rusa, junto con actores no estatales, se relacionan al uso de armas químicas. Respecto a China, el documento dice que “ está ampliando rápidamente su arsenal nuclear y está desarrollando sistemas vectores cada vez más sofisticados, sin aumentar la transparencia ni comprometerse de buena fe con el control de armas o la reducción de riesgos”. Las amenazas nucleares para la Alianza se encuentran en Asia.
“La Alianza tiene la capacidad y la determinación de imponer a un adversario unos costes que serían inaceptables y superarían con creces los beneficios que cualquier adversario podría esperar obtener. Las fuerzas nucleares estratégicas de la Alianza, especialmente las de Estados Unidos, son la garantía suprema de la seguridad de la Alianza. Las fuerzas nucleares estratégicas independientes del Reino Unido y Francia tienen un papel disuasorio propio y contribuyen de forma significativa a la seguridad global de la Alianza. La postura de disuasión nuclear de la OTAN también depende de las armas nucleares de Estados Unidos desplegadas en Europa y de las contribuciones de los Aliados implicados”.
Tecnologías, espacio y ciberespacio
El ciberespacio se ha convertido en un nuevo territorio geopolítico en disputa, esto no sólo está explícito en el Concepto Estratégico de la OTAN, sino en todos los documentos de seguridad y defensa de las principales potencias mundiales.
En este sentido, en el documento de la Alianza se establece que “la primacía tecnológica influye cada vez más en el éxito en el campo de batalla”. Esto implica que el ciberespacio y las tecnologías adquieran “una mayor importancia estratégica, convirtiéndose en escenarios clave de la competencia mundial”.
Lo que sucede en el ciberespacio no significa que se desarrolle en un territorio “virtual” y que por ende no tenga repercusiones en el espacio “terrenal”, es decir, no existe la división entre un “mundo virtual” y un “mundo real”, se trata de un nuevo territorio que amplía el campo de batalla utilizando nuevas formas de guerrerismos. Por eso, el Concepto Estratégico de la OTAN explica determinadamente que “un conjunto único o acumulativo de actividades cibernéticas maliciosas; u operaciones hostiles hacia, desde o dentro del espacio; podría alcanzar el nivel de ataque armado y podría llevar al Consejo del Atlántico Norte a invocar el artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte”.
En esta Cumbre se ha definido y lanzado el Fondo de Innovación de la OTAN.
“Con el apoyo de los aliados, se invertirá 1.000 millones de euros en start-ups y fondos que desarrollen tecnologías emergentes de doble uso, como la inteligencia artificial. Junto con el Acelerador de Innovación de Defensa para el Atlántico Norte de la OTAN, o DIANA, el nuevo fondo aprovechará la mejor tecnología nueva para la seguridad transatlántica”.
Cambio climático
Sumando a los puntos contradictorios desarrollados en los anteriores subtítulos, ‘combatir el cambio climático’ desde una organización militar es uno de los más grotescos.
“La OTAN debe convertirse en la principal organización internacional a la hora de comprender y adaptarse al impacto del cambio climático en la seguridad. La Alianza liderará los esfuerzos para evaluar el impacto del cambio climático en la defensa y la seguridad y abordar esos retos. Contribuiremos a combatir el cambio climático reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero, mejorando la eficiencia energética, invirtiendo en la transición hacia fuentes de energía limpias y aprovechando las tecnologías verdes, al tiempo que garantizamos la eficacia militar y una postura de disuasión y defensa creíble”, redactan en el Concepto Estratégico.
“Afirmar que el complejo industrial-militar, hiperconsumidor de combustibles fósiles, sirve para luchar contra el cambio climático es como decir que la mejor forma de apagar un incendio es con gasolina”, concluyen los periodistas Coronel, Pedregal y Bordera.
“No hay que cambiar el clima, sino el sistema” gritaban desde las movilizaciones en contra de la COP del años pasado. Sin dudas, que este sistema, el capitalista en su fase imperialista ya no puede seguir produciendo y consumiendo como se viene haciendo, ni seguir colocando al mercado como centro del desarrollo humano. El problema es el sistema, no el clima.
La OTAN como alianza militar defensora de este sistema y del principal imperio en decadencia, EEUU, está lejos de contribuir a una solución viable a la crisis climática, salvo que decida disolverse.
“Los centros imperialistas, con el 15% de la población en el mundo, acaparan para su consumo y despilfarro el 85% de esos bienes del planeta”. (Manual Breve de Geopolítica. Declinacionismo, redespliegue y multipolarismo)
“Sin el militarismo no se entiende el estado actual del planeta en que vivimos: un planeta configurado por el Norte Global para garantizar su acceso a la energía, los materiales y el trabajo barato del Sur. Las décadas de intervenciones, saqueos y apostillamientos militares reflejan claramente cuál es rol de los ejércitos como guardianes del statu quo. El drenaje de vidas y bienes del Sur por el Norte configura un desequilibrio global que no se mantendría en vilo sin la acción incesante de los dispositivos militares”, explican Coronel, Pedregal y Bordera.
Constantini Micaela, periodista y parte del equipo de PIA Global.
Foto de portada: Boris Johnson (Reino Unido), Joe Biden (EEUU) y Jens Stoltenberg (OTAN), en la Cumbre de la OTAN 2022. Foto: nato.int. Diseño: PIA Global.