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Las guerras de EEUU y OTAN dejan más de 350.000 civiles muertos y 38 millones de desplazados en el siglo XXI

Por Danilo Albin* –
Las intervenciones militares de la Alianza Atlántica han dejado un elevado saldo en términos de vidas humanas. Sus actuaciones no han sido objeto de ningún tipo de examen independiente. Sus crímenes tampoco han sido investigados.

El precio de la guerra se mide en vidas. Lo saben en Afganistán y lo comprobaron en Irak. Lo sufrieron también en Libia, donde los misiles de la OTAN en nombre de la libertad dejaron un reguero de muerte entre aquellos que, paradójicamente, pretendían liberar. Unos y otros son los crímenes impunes que la Alianza Atlántica nunca ha querido aclarar.

A pocos días de que los atlantistas se reúnan en Madrid bajo estrictas medidas de seguridad, Público ha tenido acceso a un informe del Instituto Watson, un prestigioso centro de estudios sobre asuntos internacionales dependiente de la Universidad Brown, con sede en Rhode Island (EEUU).

El mencionado instituto realiza un detallado seguimiento sobre el número de muertes que dejaron como saldo las principales intervenciones militares lanzadas por EEUU y la OTAN tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Esas campañas militares tuvieron lugar en escenarios como Afganistán, Pakistán, Irak o Siria.  

De acuerdo a las cifras que maneja ese informe –elaborado mediante el uso de distintas fuentes de datos consultadas por sus autores–, se calcula que 350.800 civiles de estos países «han muerto de forma violenta como consecuencia de las guerras». «Las personas que viven en las zonas de guerra han sido asesinadas en sus hogares, en los mercados y en las carreteras. Han muerto a causa de bombas, balas, fuego, artefactos explosivos improvisados y drones», describe el Instituto Watson.

Las víctimas civiles comprenden también a quienes «mueren en los puestos de control, cuando son sacados de la carretera por vehículos militares, cuando pisan minas o bombas de racimo, cuando recogen leña o cuidan sus campos, y cuando son secuestrados y ejecutados con fines de venganza o intimidación». Todos ellos «son asesinados por Estados Unidos, por sus aliados y por los insurgentes y sectarios en las guerras civiles engendradas por las invasiones».

La pesadilla no termina cuando explota la bomba o alguien dispara su arma. «La guerra también puede llevar a la muerte semanas o meses después de las batallas –describe–. Muchas veces han muerto más personas en las zonas de guerra como consecuencia de las infraestructuras maltrechas y las malas condiciones sanitarias derivadas de las guerras que directamente de su violencia».

Solo la aventura de Afganistán lanzada por EEUU y la OTAN en 2001 dejó un saldo de 46.319 civiles asesinados. Se estima que en Irak murieron otras 185.000 personas que no combatían en ningún bando. En Siria, el número llega a los 95.000. En Pakistán se contabilizaron hasta 24.099 fallecidos. 

Víctimas civiles en Libia

Libia fue otro escenario elegido por la OTAN para intervenir con sus máquinas de guerra. En marzo de 2011, varios Estados miembros de la Alianza Atlántica –entre los que se encontraban Estados Unidos, Reino Unido y Francia– iniciaron una serie de ataques por mar y aire contra las fuerzas del coronel Muamar al
Gadafi. 

«Según la OTAN, en su campaña militar aérea y marítima de siete meses se llevaron a cabo más de 9.700 misiones de combate y se destruyeron más de 5.900 objetivos militares», dice un informe publicado un año después por Amnistía Internacional (AI). 

La organización de derechos humanos documentó sobre el terreno que los ataques de la OTAN habían provocado la muerte de «decenas de civiles libios que no participaban directamente en las hostilidades», mientras que otros resultaron heridos. 

En enero y febrero de 2012, una delegación de AI visitó varios lugares situados dentro o cerca de las localidades de Trípoli, Zlitan, Sirte y Brega, «en los que parecían haberse producido víctimas civiles como consecuencia de ataques de la OTAN». Allí inspeccionó los daños causados y los restos de proyectiles, entrevistó a supervivientes de los ataques y a otros testigos y consiguió copias de los certificados de defunción de las víctimas.

Tras esa visita, AI consiguió documentar un total de 55 muertes de civiles, entre los que figuraban 16 niños y niñas y 14 mujeres. De hecho, «decenas de civiles murieron en ataques aéreos de la OTAN contra viviendas particulares de zonas residenciales y rurales», apuntaba el informe. 

La Alianza Atlántica admitió que había matado civiles en Libia a raíz de un «fallo técnico». Hasta ahí llegó todo. No hubo investigación independiente ni consecuencias de ningún tipo para quienes cometieron tales atrocidades.

«La OTAN ni rinde cuentas ni repara daños en casos de operaciones como las realizadas en Libia. Nadie ha hecho ninguna investigación, mucho menos independiente, sobre cuánto sufrimiento ha costado esas intervenciones», afirma a Público Alejandro Pozo, investigador del Centro Delàs de Estudios por la Paz y autor de La guerra contra el terror (Editorial Icaria). 

Desplazamientos

El trabajo realizado por la Universidad Brown incide también en el número de desplazamientos provocados por las intervenciones militares realizadas por EEUU y la OTAN desde 2001. De acuerdo a ese informe, las guerras posteriores al 11-S «han desplazado por la fuerza a al menos 38 millones de personas» en lugares como Afganistán, Irak, Pakistán, Libia o Siria. Este número, destaca el estudio, «supera a los desplazados por todas las guerras desde 1900, excepto la Segunda Guerra Mundial».

Entre otros aspectos, destaca que los refugiados de guerra «suelen perder el acceso a un suministro estable de alimentos o a sus puestos de trabajo, lo que provoca un aumento de la desnutrición y la vulnerabilidad a las enfermedades». Son las otras consecuencias de las guerras del siglo XXI.

*Danilo Albin, periodista.

Artículo publicado en Público.es

Foto de portada: Milicianos inspeccionan los daños en una mezquita de la provincia de Alepo, en Siria, tras un bombardeo de la coalición registrado el 17 de marzo de 2017. —REUTERS

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