Dado que la mayoría de ellos son miembros de la CEI, y algunos de ellos también de la OTSC y la UEEA, Moscú considera cualquier intento de Occidente de interferir en los asuntos de estos países como una intrusión en la zona de sus intereses geopolíticos. Como demuestra el ejemplo de Armenia, el liderazgo prooccidental del país puede llevarlo a consecuencias catastróficas. Dadas las contradicciones y los conflictos regionales, Occidente sigue jugando con ellos e intenta reforzar su influencia. Además de los países del Cáucaso Sur, una de las direcciones de la estrategia occidental es Asia Central, que es un hinterland geopolítico, pero importante por su trascendencia.
Se ha producido una notable intensificación de la investigación de campo por parte de las estructuras estadounidenses en esta región. El objetivo es recoger datos relevantes, incluidos los sentimientos de los habitantes sobre diversos temas políticos delicados. Un ejemplo de este tipo de trabajo es el informe «U.S. Policy in Central Asia Through the Eyes of Central Asia», de Frederick Starr, un conocido experto en la región. El encargado de llevarlo a cabo fue el centro transatlántico conjunto de investigación y política del American Foreign Policy Council – Institute for Central Asia and the Caucasus – Silk Road Studies Programme.
Obviamente, fue encargado por el Departamento de Estado estadounidense para sondear el terreno y el sentimiento en la región y ajustar su política. En el prefacio se afirma que «para Washington es importante saber cómo perciben sus posiciones y acciones los países a los que van dirigidas. Las declaraciones oficiales de los gobiernos centroasiáticos y los comentarios extraoficiales de los funcionarios abordan esta cuestión pero no pueden responderla porque a menudo pasan por alto las preocupaciones reales o las presentan con generalidades tan vagas que las hacen irreconocibles. Así que, en un esfuerzo por comprender mejor cómo perciben los gobiernos centroasiáticos la política estadounidense, recurrimos a los propios centroasiáticos, incluidos altos funcionarios, diplomáticos, empresarios, expertos políticos locales, periodistas y líderes de organizaciones de la sociedad civil».
En total, Frederick Starr y su equipo realizaron unas cincuenta entrevistas, todas ellas bajo estricta condición de anonimato y «sin atribución», por lo que pudieron hablar libremente. Al mismo tiempo, hay que tener en cuenta que los entrevistados estaban dispuestos a dialogar y, por tanto, simpatizaban en cierta medida con Estados Unidos. Aunque emitieran juicios más o menos objetivos, se utilizarán como indicador del sentimiento público y servirán de modelo para posibles ajustes de la política exterior de Washington en Asia Central.
El informe señala quejas sobre la gestión del Departamento de Estado estadounidense del proceso «C5+1», es decir, los intentos de Estados Unidos de establecer un marco común de influencia. Se citan aspectos como la insuficiente preparación de las reuniones, la falta de preguntas y debates, la ausencia de prioridades y el compromiso «de madera». Otros se quejan de un exceso de seminarios web, cursos de formación y otros proyectos de poder blando. A otros les preocupa que las declaraciones conjuntas resultantes sean demasiado generales y vagas. Se indica la opinión de un diplomático, que afirmó que «el C5+1 nunca adoptó medidas prácticas serias».
Tanto los funcionarios como los expertos independientes de Asia Central sugieren que un paso importante para que el C5+1 sea más eficaz sería la creación de una secretaría permanente. Esto podría hacerse en la propia región de forma rotatoria o en Washington. Argumentan que la falta de una secretaría preserva la debilidad del C5+1. Estos aspectos deben ser tenidos en cuenta por los responsables de la toma de decisiones en Rusia.
No obstante, se observa que Rusia utiliza eficazmente las contradicciones y el excesivo celo de Estados Unidos en el tema de los derechos humanos y el matrimonio entre personas del mismo sexo para aumentar la desconfianza hacia este país. Desde 2004, Moscú viene utilizando con cierto éxito el argumento de que Washington busca en realidad un cambio de gobierno, es decir, «revoluciones de colores» en los Estados de Asia Central. Dos golpes de Estado en Kirguistán y un reciente intento en Kazajstán son pruebas de tales argumentos de Moscú.
Los propios informadores del Grupo Starr han sugerido varias formas en que Washington podría abordar estos problemas. En primer lugar, sugieren poner en marcha un proceso de diálogo sobre diversas cuestiones diseñado para ofrecer la perspectiva de beneficios relacionados con el progreso. Se indica que el acceso a subvenciones tendría un impacto positivo. Aquí se percibe claramente el deseo de los denunciantes de aprovechar los posibles fondos de Estados Unidos. En segundo lugar, Washington considera estas cuestiones como «provisionales», una prueba que hay que superar antes de pasar a otras (y más apremiantes). Esto se percibe en Asia Central como un chantaje, y de una forma que, en última instancia, impide avanzar en otras cuestiones estadounidenses. Sin duda, esto juega a favor de Rusia (y China).
También se habló de ampliar el C5+1 al C6+1 a expensas de Azerbaiyán, a pesar de que Azerbaiyán no comparte frontera con este bloque de países centroasiáticos. Algunos sugirieron incluso añadir a Georgia y Armenia. Se señaló que esta visión específica de las cuestiones de seguridad demuestra que Estados Unidos sigue siendo irrelevante para el principal problema de Asia Central, debido a lo cual ningún país de la región ve hoy a Washington como un contrapeso viable a Rusia o China. Se sugirió que el programa de la Asociación para la Paz de la OTAN está ahora moribundo, mientras que en su día fue muy prometedor para la región. Algunos se quejaron también de las fuertes divisiones y la escasa comunicación entre los responsables de la OTAN en Bruselas y sus interlocutores en Washington, lo que no sólo ensombrece la seguridad del C5+1, sino que fragmenta el proceso entre entidades mal coordinadas. En general, esto habla de las diferentes posturas en Europa y EEUU, como han advertido los observadores asiáticos.
Curiosamente, existía escepticismo sobre el papel de Turkmenistán, especialmente en cuanto a que el país participara realmente en proyectos de transporte y energía destinados a socavar a Rusia. Además, la región está preocupada por el destino de Afganistán, que Estados Unidos ha abandonado precipitadamente. Además de la erosión de la credibilidad de Washington debido a la retirada de tropas, existen dudas sobre la agenda en la estructura del C5+1. Allí se solía prestar mucha atención al tema de Afganistán por parte de Estados Unidos, pero ahora, por el contrario, son los países asiáticos los que plantean la cuestión. Por último, los informantes han alertado en numerosas ocasiones de que tanto China como Rusia están redoblando sus esfuerzos en Afganistán, lo que podría aislar aún más a Asia Central, controlar estos países desde el Norte o el Este y marginar a Estados Unidos.
Si estas valoraciones coinciden con las investigaciones nacionales y los informes operativos de los países centroasiáticos, habrá que tener en cuenta los procesos actuales y elaborar políticas adecuadas para salvaguardar los intereses rusos y marginar aún más a Estados Unidos.
Foto de portada: Getty Images