Ángela Merkel, canciller alemana durante 16 años, entre 2005 y 2021, cuatro veces reelegida, quien finalizó su mandato de manera estable meses antes de que se iniciara la operación militar especial rusa en Ucrania, rompió el silencio y presentó sus memorias, un libro de 800 páginas titulado “Libertad”.
Angela Merkel volvió a aparecer en el desarrollo político europeo brindando diversas entrevistas que tienen como punto de partida la presentación de su nuevo libro. Si bien ella asegura que la publicación de sus memorias no se debe a un intento de volver a la política europea, las respuestas en todas sus entrevistas se enfocan en defender su proyecto, su gestión y decisiones políticas, y aunque se encuentre hablando del ‘pasado reciente’ esta defensa se centra en responder a las críticas principalmente del globalismo atlantista.
Este grupo de actores de poder han acusado a Merkel de haber generado una ‘dependencia energética’ de Europa con Rusia debido a sus ‘estrechos vínculos con Putin’, de haber ‘bloqueado’ el ingreso de Ucrania a la OTAN, e incluso la acusan de ser la causa del ascenso de las ultras derechas a partir de las políticas migratorias.
Disuasión con diplomacia y relaciones comerciales junto a una gran cuota de intereses nacionales fue la respuesta ante las críticas de sus políticas con el Kremlin.
“Durante mi Gobierno trabajé para evitar en lo posible una guerra como la que el presidente ruso, Putin, inició contra Ucrania en 2022. Si no hubiera comprado gas ruso, Alemania habría tenido el problema de los altos precios de la energía 10 años antes, y también es verdad que en aquella época las alternativas más costosas carecían de aceptación en el país. Además, me pareció apropiado intentar mantener un intercambio comercial con Rusia, también por razones políticas, para seguir en contacto con el país”, aseguró Merkel.
Merkel presenta su libro, sus memorias, en un contexto regional en donde Europa viene transitando unas semanas de mucha incertidumbre sobre el futuro y profundos cambios en el presente, mientras que Alemania se encuentra en una profunda crisis económica, industrial y política.
El proyecto alemán que construyó Merkel durante 16 años se derrumbó en poco menos de 3 años a partir de las decisiones de la coalición gobernante liderada por Olaf Scholz.
Alemania, que hace pocos años era potencia industrial con un perfil fuertemente regional y se encontraba en auge de desarrollo y liderazgo de los asuntos europeos, se encuentra en recesión; perdió la competitividad en sus industrias; sufrió un drástico aumento de los costes energéticos; desindustrialización; movilizaciones y medidas de fuerzas de distintos sectores de trabajadores; desplome de las exportaciones de la industria automovilística, y cierres de fábricas; el aumento de la tasa de desempleo; el descenso del gasto en alimentación de los hogares alemanes; el incremento significativo de aprobación del partido radical Alternative für Deutschland (Afd); el desplome de las exportaciones; la drástica reducción de la financiación de todos los sectores excepto el militar; el aumento de los gastos para el pago de los suministros energéticos estadounidenses, la subvención de la energía a empresas y hogares y la reposición de los depósitos de armas vaciados por las entregas a Ucrania, mediante la compra de sistemas de armamento fabricados por el complejo militar-industrial estadounidense.
Este mes, la crisis alemana ha llegado al punto de no retorno causando una inevitable y profunda desestabilización de gobernabilidad. Se espera que el próximo 16 de diciembre el canciller alemán, Olaf Scholz, se someta a una moción de confianza en el Bundestag y así confirmar la aprobación de disolución del Parlamento y llamar a elecciones anticipadas.
Desde el inicio de la operación militar especial y con los atentados/sabotajes a los gasoductos Nord Stream, el proyecto del globalismo atlantista a través de las élites de las instituciones de la Unión Europea y de la OTAN para la sumisión europea total a las directrices estadounidenses se consolidó.
De acuerdo a Rachel Marsden, estratega política, Merkel escribió en su libro que “Berlín era plenamente consciente de que Washington quería acabar con Nord Stream. Y que sólo estaba utilizando a Rusia como chivo expiatorio para robarle un nuevo y enorme mercado energético”.
«Estados Unidos argumentó que sus intereses de seguridad se veían afectados por la construcción del oleoducto porque su aliada Alemania se haría demasiado dependiente de Rusia. En realidad, me pareció que Estados Unidos movilizaba sus formidables recursos económicos y financieros para impedir las empresas de otros países, incluso de sus aliados», escribe Merkel.
«Estados Unidos estaba principalmente interesado en sus propios intereses económicos, ya que quería exportar a Europa GNL obtenido mediante fracking». Esto establece más o menos que fue por diseño premeditado que Washington aprovechó la operación militar rusa en Ucrania como un pretexto conveniente para convertir al competidor económico Alemania -y a la UE en general- en un vasallo. Pero el sucesor de Merkel, el canciller Olaf Scholz, y el resto de la clase dirigente alemana y europea, actuaron como si Joe Biden acudiera a su rescate por benevolencia cuando les ofreció venderles GNL para sustituir el gas ruso, que resultó costar varias veces más caro, en detrimento continuo de la industria y la ciudadanía alemanas y europeas”, explica Marsden.
Las múltiples crisis que atraviesa Europa… la guerra proxy en Ucrania; la desindustrialización total de la región; la división de la entente francoalemana; el hundimiento de las principales potencias europeas Francia y Alemania; la hipermilitarización que incluye la expansión de la OTAN; el fin de las relaciones euro-rusas; la dependencia energética, contaminante y encarecida a EEUU; el debilitamiento total del bloque europeo como actor geopolítico de relevancia en los asuntos internacionales; el dilatamiento de los vínculos con China; la extinción y resistencia a cualquier discurso que mencione el soberanismo nacional de los países o de una autonomía europea por fuera de EEUU; las crisis políticas en los países desatadas por el desempleo y aumento del costo de vida… todos estos puntos han sido objetivos del proyecto globalista atlantista en la región.
Mientras el globalismo atlantista gozaba de una gran victoria con la guerra proxy en Ucrania y el hundimiento de los proyectos de autonomía estratégica europea de la entente franco-alemana, también comenzó a sufrir pérdidas estratégicas como los avances de las ultraderechas nacionalistas y soberanistas o las manifestaciones en las calles ante los despidos y la desindustrialización.
La victoria de Donald Trump encendió las alarmas en Europa para diversos sectores y actores, pero en especial para el globalismo atlantista ya que el nuevo presidente republicano representa al ala contraria al globalismo y por eso hace temblar a las estructuras globalistas aferradas en la región europea.
Este proyecto se sostiene principalmente a partir de la guerra en Ucrania como foco activo, por lo que la posibilidad de negociaciones entre EEUU y Rusia a partir de la asunción de Trump pone en peligro la continuidad de Ucrania como centro del desarrollo de la estrategia.
No obstante, este grupo ha logrado imponer el discurso rusófobo que justifica las principales decisiones para cumplir su objetivo de cortar los vínculos eurorusos y euroasiáticos, como las sanciones contra Rusia, el aumento en el gasto de defensa, la hipermilitarización de la región, la expansión de la OTAN, incluso las propias consecuencias que llevaron a Europa a las múltiples crisis que atraviesa. Es probable que esta rusofobia sea alentada por el bloque atlantista utilizando discursos como que Rusia desea continuar invadiendo otros países europeos.
El globalismo atlantista está centrado en la alianza entre EEUU y Europa a partir de la OTAN, por lo que su principal eje de interés es la defensa y seguridad frente a quienes considera sus enemigos. Todo gira alrededor de los intereses estadounidenses en este proyecto, enfocados en la seguridad, libre mercado y el discurso del orden basado en normas y valores occidentales.
Este grupo se encuentra arraigado a las principales estructuras de la Unión Europea, y su principal cara visible es la reelegida presidenta de la Comisión Europea Úrsula von der Leyen.
Esta semana el Parlamento Europeo, von der Leyen presentó ante el Parlamento Europeo a su nuevo equipo de trabajo para los próximos 5 años. En una sesión celebrada en Estrasburgo, el Parlamento Europeo aprobó la nueva composición presentada por la líder alemana a pesar de haber sido con el consenso más bajo de la historia europea.
En su discurso de investidura, Ursula von der Leyen estableció como principales ejes y objetivos de esta nueva gestión el proyecto de la competitividad propuesto por Mario Draghi y el refuerzo en seguridad y defensa para preparar a la UE para la guerra.
“Las grandes cuestiones sociales, la pobreza rampante y la creciente desigualdad, los despidos debidos a la crisis industrial, los bajos salarios, la degradación de los sistemas de salud pública y de los servicios sociales en general, todo ello está ausente o es marginal en el programa de la presidenta de la Comisión Europea. La misma cuestión medioambiental, que había sido el buque insignia de la UE, queda ahora relegada a una variante de la búsqueda del máximo beneficio”, explicó el analista Giorgio Cremaschi.
Tanto en el discurso de investidura de von der Leyen como en la presentación del plan Draghi, el problema de Europa es la falta de competitividad.
Pero recordemos que la falta de empresas emergentes europeas que puedan competir a nivel internacional; la imposibilidad de concretar la transición hacia una economía verde; y la obstrucción en la capacidad de desarrollar una fuerte industria europea en materia de defensa, desafíos que plantea el informe, son, por un lado, consecuencias de las decisiones de las elites europeas de Bruselas por seguir tras las políticas de Washington, y por otro lado, son consecuencias de los ataques de EEUU contra quien es su supuesto aliado, Europa, que ha dejado a la Comunidad Europea en una situación de completa sumisión y dependencia.
Por lo que las tres principales áreas de acción que propone el informe de Draghi están intrínsecamente vinculadas al accionar de EEUU sobre Europa, y las decisiones de la elite europea relacionadas al globalismo atlantista.
Respecto al área de seguridad, von der Leyen aseguró que será necesario trabajar “codo con codo con la OTAN”. Además aseguró que el gasto en defensa va a aumentar y estableció la necesidad de “un mercado único para la defensa; reforzar la base industrial de defensa; mejorar nuestra movilidad militar; y proyectos europeos comunes en materia de defensa”. Garantizó también que “en los primeros cien días presentaremos un Libro Blanco sobre el futuro de la defensa europea”.
Von der Leyen decidió asignar a dos representantes de los países balcánicos, región que ha abanderado el discurso rusófobo y que más se ha comprometido con la militarización otanista, en áreas claves de seguridad.
La estonia Kaja Kallas será la nueva Alta Representante para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad , sucediendo a Josep Borrell.
“Es la persona adecuada en el momento adecuado para la diplomacia y los intereses de Europa en el mundo”, dijo von der Leyen en su discurso, y queda claro por qué. Kallas es una de las líderes más beligerantes contra Putin y Rusia, mientras que apoyó el “derecho a la autodefensa” de Israel.
Por otro lado, el lituano Andrius Kubilius será el primer Comisario Europeo de Defensa. El ex primer ministro de Lituania posee un enfoque proeuropeo y transatlántico, opositor a Rusia, partidario de la expansión de la OTAN hacia Ucrania y Georgia, apoya el aumento de la presencia militar de la OTAN en los Estados bálticos y Europa del Este, y defiende la relación entre Europa y Estados Unidos entendiendo a la OTAN como el garante de la estabilidad.
Con sólo nombrar estos dos casos se evidencia la profundización de la apuesta a la continuidad de la guerra contra Rusia en un tono altamente belicista.
No obstante, el accionar del globalismo atlantista ha desencadenado también el fortalecimiento de gobiernos y actores nacionalistas y soberanistas, con posición altamente crítica a las estructuras europeas. Este ascenso se da a partir de la crisis de los partidos tradicionales, en especial aquellos alineados al globalismo (atlantista o no) sometidos a Washington, con discursos de apoyo a Ucrania y aumento en el gasto de defensa mientras el pueblo está en una serie crisis.
Deberemos aguardar para confirmar si el apoyo de los nacionalismos soberanistas será sólo una tendencia coyuntural que dure poco tiempo, a modo de “voto de bronca” contra Bruselas, o se trate de una verdadera elección de proyectos nacionales con búsqueda de una mayor autonomía, o mejor dicho soberanía, de las homogeneización de las instituciones europeas.
En este sentido, el triunfo de Trump puede dar un nuevo empujón a este grupo, en el que varios líderes han celebrado el regreso del republicano a la Casa Blanca.
Otro grupo que, si bien no ha salido a celebrar a viva voz la victoria de Trump, sí podrá ver resurgir una nueva oportunidad de su proyecto. El globalismo más enfocado en el desarrollo de los intereses europeos, que no pretende cortar los vínculos transatlánticos, pero que si busca cierta autonomía y fortalecimiento “de lo europeo”, que incluya a la OTAN pero que no se centre en la Alianza, y busque la expansión del modelo de integración regional europeo con potencias europeas a la cabeza.
Este proyecto vuelve de la mano de su principal líder, el presidente francés, Emmanuel Macron, quien en la anterior gestión de Trump ya levantaba las banderas de la autonomía estratégica europea. Aún con su fuerte perfil globalista, Macron ha criticado los vínculos de Europa para con Estados Unidos, y los modos en que Estados Unidos ha actuado con Europa.
Hace unos meses, durante una entrevista, Macrón aseguró: “Tenemos que ser lúcidos. Europa no es ya la prioridad de EEUU. La prioridad de EEUU es EEUU, algo que es normal y justo. Su segunda prioridad es China, y para el resto depende del momento. [EEUU] son muy leales y fiables en Ucrania ¿durará? No lo sé”.
“Seamos claros, en Afganistán no recibimos un aviso. En el acuerdo de AUKUS tampoco recibí un aviso. No es un reproche, intento ser lúcido. La UE no es una prioridad de EEUU, y eso es parte de la llamada de atención que vivimos. Y es por eso que debemos cambiar nuestra estrategia de defensa y seguridad. Somos parte de la OTAN y aliado de EEUU, pero debemos reducir la dependencia de la agenda de EEUU”, resaltó el líder francés.
Luego, en la Cumbre de la Comunidad Política Europea (CPE), celebrada días después de la victoria del republicano, Macron volvió a reforzar este posicionamiento declarando “Donald Trump fue elegido por los estadounidenses para defender los intereses de los estadounidenses. La pregunta que debemos hacernos los europeos es: ¿estamos preparados para defender los intereses de los europeos?”.
Incluso una de los primeros contacto que tuvo Macron ni bien se conocieron los resultados electorales en EEUU fue una conversación con Scholz. “Acabo de hablar con el canciller Olaf Scholz. Trabajaremos por una Europa más unida, más fuerte y más soberana en este nuevo contexto. Cooperando con los Estados Unidos de América y defendiendo nuestros intereses y valores”, tuiteó Macron.
Pero más importante, los ministros de defensa, Sébastien Lecornu de Francia y Boris Pistorius de Alemania realizaron una reunión de emergencia. La entente francoalemana volvió a reunirse para discutir la importancia de la unidad europea y la necesidad de continuar aumentando el gasto militar.
Una de las primeras decisiones que surgió a raíz de esta reunión fue la inclusión de Reino Unido, Italia y Polonia al proceso de refuerzo de la defensa colectiva europea. También anunciaron una reunión con todos estos actores en las próximas semanas para delinear “cómo nos vamos a posicionar como europeos ante este nuevo orden mundial”, ya que “hace falta que reforcemos nuestra soberanía” en defensa, aseguró Pistorius.
“Europa no puede delegar su estrategia industrial en China, su estrategia energética en Rusia y no puede delegar su defensa en Estados Unidos”, declaró contundentemente Lecornu en una conferencia conjunta ante la prensa.
“Tenemos que estar unidos, más aún en este momento”, agregó Pistorius.
Por supuesto que no se abandona del todo la retórica de la importancia de continuar reforzando el vínculo transatlántico, pero han vuelto a hablar de “dependencia” y “soberanía”.
“Ni el transatlanticismo ingenuo, cuestionando nuestras alianzas, ni el nacionalismo estrecho que nos impide hacer frente a los desafíos con EEUU y China deben definirnos”, expresó Macron en la CPE.
Así, Europa se encuentra atravesando una profunda incertidumbre sobre el futuro y transformaciones en el presente en donde se disputan 3 proyectos europeos claves que irán moldeando de manera determinante el camino de la Comunidad Europea.
*Micaela Constantini, periodista y parte del equipo de PIA Global.
Foto de protada: Copias de ‘Libertad’, el libro de memorias de la excanciller alemana Angela Merkel, este martes en la librería Dussmann de Berlín. EFE/EPA/CLEMENS BILAN