Análisis del equipo de PIA Global Europa

Europa en un nueva travesía histórica

Escrito Por Micaela Constantini

Por Micaela Constantini* – 
La victoria de Trump ha encendido las alarmas en Europa. Para varios comienza un momento oscuro, algunos se resisten y para otros representa una oportunidad.

Especialmente existen tres temáticas que preocupan a los europeos, que están interrelacionadas y por las cuales han surgido las primeras reacciones en esta primera semana: Ucrania, la OTAN y la economía/comercio europeo. 

La sumisión europea total a las directrices estadounidenses ha sido un proyecto elaborado y ejecutado de la mano del globalismo atlantista a través de las élites de las instituciones de la Unión Europea y de la OTAN.

La guerra proxy en Ucrania; la desindustrialización total de la región; la división de la entente francoalemana; el hundimiento de las principales potencias europeas Francia y Alemania; la hipermilitarización que incluye la expansión de la OTAN; el fin de las relaciones euro-rusas; la dependencia energética, contaminante y encarecida a EEUU; el debilitamiento total del bloque europeo como actor geopolítico de relevancia en los asuntos internacionales; el dilatamiento de los vínculos con China; la extinción y resistencia a cualquier discurso que mencione el soberanismo nacional de los países o de una autonomía europea por fuera de EEUU; las crisis políticas en los países desatadas por el desempleo y aumento del costo de vida… todos estos puntos han sido objetivos del proyecto globalista atlantista en la región.

A esta altura quizás no hace falta repetirlo, pero para este análisis es necesario recordarlo, la guerra proxy en Ucrania que fue punta de lanza para comenzar la ejecución del proyecto globalista atlantista, no se trató nunca de la bondad del “bloque occidental” por los ciudadanos ucranianos, ni tampoco se trató sólo del evidente enfrentamiento de EEUU contra Rusia, sino que uno de los principales objetivos estuvo dirigido al sometimiento de Europa ante Estados Unidos, disfrazados de aliados, con la construcción de un enemigo en común y de la necesidad histórica de unidad transatlántica.

Trump representa al ala contraria al globalismo y por eso hace temblar a las estructuras globalistas aferradas en la región europea, en especial porque ya venían sufriendo diversos golpes, como el avance en los poderes nacionales y europeos por parte de los partidos ultraderechas soberanistas o las manifestaciones en las calles ante los despidos y la desindustrialización. 

La hipermilitarización europea que se profundizó en los últimos años fue de la mano del globalismo atlantista y se enfocó en fortalecer a la OTAN sin posibilidad del desarrollo de cualquier proyecto/propuesta de construcción de fuerzas europeas por fuera de la Alianza Atlántica, como el schengen militar.

Por lo que la victoria de Trump encendió las alarmas en el bloque otanista. De hecho el nuevo Secretario General de la OTAN, Mark Rutte, declaró, intentando endulzar los oídos del electo presidente de EEUU, que a pesar de que su primer mandato cambió el rumbo del gasto de defensa europeo (algo que Macrón llamó “muerte cerebral” en su momento) esa decisión mejoró la distribución de la carga transatlántica y fortaleció las capacidades de la Alianza, por lo que en este nuevo mandato “será recibido por una Alianza más fuerte, más grande y más unida”. 

No pretendemos en este artículo hacer futurología sobre qué va a hacer Trump respecto a la OTAN y si continuará apoyando a sus socios o no. Lo que sí podemos analizar son las primeras reacciones que advierte esta preocupación en el bloque europeo. 

Al día siguiente del supermartes electoral en EEUU, el canciller alemán, Olaf Scholz y el presidente francés, Emmanuel Macron se reunieron inmediatamente para discutir sobre esta situación.

Pero más importante, los ministros de defensa, Sébastien Lecornu de Francia y Boris Pistorius de Alemania realizaron una reunión de emergencia. La entente francoalemana volvió a reunirse para discutir la importancia de la unidad europea y la necesidad de continuar aumentando el gasto militar. 

Una de las primeras decisiones que surgió a raíz de esta reunión fue la inclusión de Reino Unido, Italia y Polonia al proceso de refuerzo de la defensa colectiva europea. También anunciaron una reunión con todos estos actores en las próximas semanas para delinear “cómo nos vamos a posicionar como europeos ante este nuevo orden mundial”, ya que “hace falta que reforcemos nuestra soberanía” en defensa, aseguró Pistorius.

“Europa no puede delegar su estrategia industrial en China, su estrategia energética en Rusia y no puede delegar su defensa en Estados Unidos”, declaró contundentemente Lecornu en una conferencia conjunta ante la prensa.

“Tenemos que estar unidos, más aún en este momento”, agregó Pistorius.

Por supuesto que no se abandona del todo la retórica de la importancia de continuar reforzando el vínculo transatlántico, pero han vuelto a hablar de “dependencia” y “soberanía”.

El ministro alemán recordó que la estrategia de EEUU ha estado enfocada hace ya varios años en la región del Indopacífico. En este sentido, ambos representantes destacaron la necesidad de la cooperación entre las industrias nacionales del sector y el desarrollo de programas conjuntos de armamento de alta tecnología.

Otra reunión de alto nivel que se desarrolló posterior a la anunciada victoria de Trump, fue la Cumbre de la Comunidad Política Europea en Budapest, Hungría, país que posee la presidencia del Consejo de la Unión Europea.

Recordemos que la Comunidad Política Europea (CPE), se creó como un foro de diálogo y cooperación entre la Unión Europea y países de su vecindad para tratar cuestiones de interés común. Propuesto el 9 de mayo de 2022, por el presidente francés, Macron, que en ese momento ostentaba la presidencia rotatoria del Consejo de la UE, durante su discurso de clausura de la Conferencia sobre el Futuro de Europa, con el “objetivo de dar respuesta a los retos y problemas regionales causados por la invasión rusa de Ucrania”, según explican desde la CPE.

El foro nacido como propuesta de Macron meses después de iniciada la operación militar especial rusa en Ucrania, perfilaba las ambiciones personales del presidente francés por liderar la unidad europea más allá de la UE luego de ser ninguneado por Putin y Biden cuando se propuso como actor representante de la Comunidad para reuniones trilaterales con los mandatarios para eventuales negociaciones.

Hasta el momento, las distintas Cumbres de la CPE no tuvieron repercusiones, ni comunicados en común, ni ningún plan de acción salvo la intención simbólica de mostrar unidad europea y más allá, sin la presencia estadounidense, no obstante, fue más de la mismo en tanto a los posicionamientos sobre Ucrania que fue el principal tema de interés de la CPE.

Sin embargo, la reunión del 7 y 8 de noviembre de este año estuvo atravesada por la victoria de Trump y la preocupación de todo el bloque sobre el futuro europeo. 

Mientras Viktor Orbán, anfitrión de la Cumbre, celebraba sin tapujos el triunfo del republicano y la oportunidad histórica europea para los proyectos soberanistas, para otros líderes como Macron, Meloni o Scholz significa otro tipo de oportunidad enfocada en el europeísmo.  

“La larga espera ha terminado. Presidente, DonaldTrump ¡está de vuelta!”, celebraba Orbán con un video protagonizado por sus vínculos con Trump.

“El mundo es un lugar diferente desde este martes. Europa necesita afrontar la nueva realidad. Debemos restaurar la paz, detener la migración ilegal y revitalizar la economía europea. ¡El momento de actuar es ahora!”, remarcaba ansioso el líder húngaro.

Para Macron, la victoria de Trump representa una enorme preocupación para los europeos, pero también una gran oportunidad para volver a debatir sobre los intereses europeos.

No olvidemos que Macron, aún con su fuerte perfil globalista, ha sido uno de los principales críticos de la construcción de los vínculos de Europa para con Estados Unidos, y los modos en que Estados Unidos ha actuado con Europa. 

No sólo fue crítico durante el primer mandato de Donald Trump cuando hablaba de la muerte cerebral de la OTAN e intentaba instalar el proyecto de autonomía estratégica europea. Hace unos meses, durante una entrevista, Macrón aseguró: “Tenemos que ser lúcidos. Europa no es ya la prioridad de EEUU. La prioridad de EEUU es EEUU, algo que es normal y justo. Su segunda prioridad es China, y para el resto depende del momento. [EEUU] son muy leales y fiables en Ucrania ¿durará? No lo sé”.

“Seamos claros, en Afganistán no recibimos un aviso. En el acuerdo de AUKUS tampoco recibí un aviso. No es un reproche, intento ser lúcido. La UE no es una prioridad de EEUU, y eso es parte de la llamada de atención que vivimos. Y es por eso que debemos cambiar nuestra estrategia de defensa y seguridad. Somos parte de la OTAN y aliado de EEUU, pero debemos reducir la dependencia de la agenda de EEUU”, resaltó el líder francés.

En la Cumbre de la CPE volvió a reforzar este posicionamiento ante la victoria de Trump y declaró “Donald Trump fue elegido por los estadounidenses para defender los intereses de los estadounidenses. La pregunta que debemos hacernos los europeos es: ¿estamos preparados para defender los intereses de los europeos?”.

“No pretendo dejar a Europa como un teatro habitado por herbívoros, que los carnívoros, según su agenda, vendrán a devorar. Los europeos debemos ser lúcidos, ambiciosos y decididos respecto de nuestra propia agenda, una agenda de soberanía”.

“Acabo de hablar con el canciller Olaf Scholz. Trabajaremos por una Europa más unida, más fuerte y más soberana en este nuevo contexto. Cooperando con los Estados Unidos de América y defendiendo nuestros intereses y valores”, tuiteó Macron.

Recordemos que Estados Unidos, durante la presidencia demócrata, actuó una y otra vez bajo el objetivo claro de hundir a dos de sus principales competidores europeos. Aunque algunas lecturas perfilan a EEUU como el “perdedor” en su enfrentamiento contra Rusia, Washington ha logrado uno de sus principales objetivos: someter a Europa, constituirlo como su campo de batalla y contención, y, en especial, sacar del tablero a sus dos principales potencias: Alemania y Francia.

Alemania hoy se encuentra atravesando una profunda múltiple crisis, política, económica, industrial. De hecho, la situación ha escalado esta semana y el mismo Olaf Scholz tuvo que anunciar unas nuevas elecciones anticipadas para comienzos del 2025 debido a la fuerte crisis que atraviesa su gobierno de coalición y el descontento generalizado del pueblo alemán ante las decisiones de Scholz alineados a Washington, que ha llevado al país, en tan pocos años, de ser la locomotora europea con posicionamiento en el comercio industrial al hundimiento total con el cierre de fábricas históricas.

Alemania, potencia industrial con un perfil fuertemente regional, se encontraba en auge de desarrollo y liderazgo de los asuntos europeos, pero abruptamente en pocos años su industria tuvo una pérdida sustancial de competitividad; sufrió un drástico aumento de los costes energéticos; descenso tendencial de la producción industrial; desplome de las exportaciones de la industria automovilística; aumento de la tasa de desempleo; aumento de la deuda; descenso del gasto en alimentación de los hogares alemanes; incremento significativo de aprobación del partido radical Alternative für Deutschland (Afd); desplome de las exportaciones; drástica reducción de la financiación de todos los sectores excepto el militar; aumento de los gastos para el pago de los suministros energéticos estadounidenses, la subvención de la energía a empresas y hogares y la reposición de los depósitos de armas vaciados por las entregas a Ucrania, mediante la compra de sistemas de armamento fabricados por el complejo militar-industrial estadounidense.

En lo que respecta a Francia, el abanderado del proyecto de autonomía estratégica europea, el programa de Washington implicó la destrucción de la influencia francesa en sus principales zonas de poder, además de las mismas consecuencias generales que vive el continente asociados al aumento del costo de vida, inflación, desempleo, suministro energético, crisis política, etc.

La pérdida de influencia francesa va desde el panorama interno con la grave crisis política y social que ha desatado una ola de protestas respondidas con fuertes represiones por la reforma de pensiones y por el asesinato de Nahel; en lo regional por el quiebre del eje franco-alemán, el fracaso del desarrollo del proyecto europeísta y el debilitamiento de su industria militar; y en lo internacional cuando lo dejaron fuera del AUKUS, cuando Macron intentó, sin éxitos, formar parte de la mesa chica que discutía sobre la crisis ucraniana, sin ser tomado como actor importante ni por Putin ni por Biden, y por supuesto con la evidente expulsión de Francia en suelo africano. Además, Francia se destaca principalmente por ser uno de los mayores exportadores de armamento del mundo, desarrolla y mantiene costosos sistemas de armamento como un portaaviones y submarinos de misiles balísticos de propulsión nuclear. En este rubro, Francia compite directamente con EEUU. Una competencia que viene perdiendo.

El tema de la defensa europea se ha sustentado a partir del apoyo a Ucrania y de la defensa ante Rusia, aunque ahora se menciona la idea de negociaciones más que la teoría del avance ruso en otros territorios europeos (que ha servido muy efectivamente para encender la chispa del gasto militar en los países miembros de la OTAN). 

Los intentos sobre el desarrollo de una industria de defensa europea, o nacional por parte de la Comunidad Europea no sólo se ha visto como una amenaza para EEUU sino también para el gran negocio de Washington, que es el complejo militar industrial, que han boicoteado la mayoría de las propuestas del desarrollo de una industria militar europea. El interés de este gran actor estadounidense no dejará de existir, pero entrará otro gran actor al juego que se hace visible postguerra, aunque que ya se encontraba en acción desde comienzos, los grandes fondos de inversión para la “reconstrucción”, es decir, Black Rock.

La victoria de Trump y la cuestión ucraniana están directamente relacionada con el nuevo desafío del gasto en defensa europea, la supervivencia de la OTAN, el sostenimiento del proyecto globalista, el futuro de Zelensky, los vínculos euro-rusos y la configuración de las estructuras de la Unión Europea.

Los europeos han asegurado que seguirán defendiendo y apoyando a Ucrania en la Cumbre de la CPE, no obstante, las posibles mesas de negociaciones que se abren a partir de la victoria de Trump no brinda muchas más opciones que sentarse en la mesa si quieren formar parte del futuro regional. Sin embargo, como explica el especialista Guillermo Caviasca, recordando las palabras de Lukashenko, “para terminar la guerra de Ucrania, no solo bastaba la voluntad genuina de Trump; sino que existen otros actores que son parte de la resolución.

Claro, primero está Rusia, segundo Europa, tercero la misma Ucrania, cuarto el poder supranacional de las instituciones gobernadas por los globalistas como la OTAN y la UE para empezar; y por último, los que los conspiranoicos conservadores llaman poderes ocultos, pero que en realidad son los grupos de poder supranacionales que tiene presencia y poder en segmentos importantes de la economía, las finanzas, el aparato cultural etc. dentro del mismo EEUU. Es evidente que Trump no puede imponer unilateralmente su opción, quizás sí a Ucrania, quizás altere la relación de fuerzas en la burocracia de la OTAN, pero los demás grupos guerreristas son más inciertos.

Para comenzar Trump debe llegar a un acuerdo con Putin. O más bien, para no caer en el discurso de que la política rusa depende de un hombre, una especie de dictador, y la sociedad es ajena, debe llegar a un acuerdo que satisfaga a Rusia”.

Para profundizar sobre Ucrania en la era Trump recomiendo leer el análisis del especialista Guillermo Caviasca que ha presentado con detalles interpretaciones de algunas posibilidades que en apariencia se abren para este conflicto (como para el resto del mundo) a partir del contundente triunfo de Donald Trump en las pasadas elecciones en los EEUU.

El otro gran tema abordado en la Cumbre de la CPE, es el de la competitividad europea. En este sentido Giorgia Meloni también se destacó con sus declaraciones en una entrevista durante la Cumbre:

“Me parece que Europa tiene que encontrar un equilibrio y medirse, porque entonces parece que estamos descubriendo debates hoy -pienso en el tema de la competitividad, pienso en el tema de los aranceles, más que… -, pero recuerdo que el debate sobre la competitividad europea es un debate que empezó hace meses, que tuvo un repunte a raíz de la Inflation Reduction Act, es decir, el plan masivo de ayudas estatales que puso en marcha la administración Biden para proteger la economía americana y que corría el riesgo de crear un desequilibrio con la competitividad y el atractivo europeo. Y por eso creo que al final el debate es -si quisiéramos hacerlo con una frase que nos recuerda a los presidentes americanos- «no preguntes lo que Estados Unidos puede hacer por ti, pregunta lo que Europa debería hacer por sí misma», que es el debate de esta mañana, que es un debate especialmente importante, a partir -como sabéis- del Plan presentado por Mario Draghi, otro italiano que ha sido el encargado de identificar las prioridades para los próximos años de la Unión Europea”.

En este sentido Meloni dice algo muy cierto, el hundimiento económico y el proceso de desindustrialización de la región comenzó con la administración Biden, que disfrazó de políticas ambientales como la Ley CHIPS o la Ley IRA que invita a las industrias europeas a abandonar el continente e ir a producir a EEUU con incentivos financieros y energía barata, y desabasteciendo el mercado de productos críticos, por lo que el proyecto arancelario de Trump viene a profundizar este tipo de accionar estadounidense para con Europa (y el mundo). 

“Con el IRA, algunos fabricantes europeos que deseen beneficiarse de las subvenciones podrían trasladar su producción a EEUU o, al menos, desarrollar cadenas de suministro integradas en EEUU”, aseguraba el Parlamento Europeo enojado cuando su socio y aliado promulgó la IRA.

El informe de Mario Draghi, titulado «El futuro de la competitividad europea: Una estrategia de competitividad para Europa» («The Future of European Competitiveness: A Competitiveness Strategy for Europe») establece que si la Unión Europea no proporciona una estrategia efectiva podría comprometer sus propios intereses, ambiciones, modelo social y valores europeos. “Hemos llegado a un punto en el que, si no actuamos, tendremos que comprometer nuestro bienestar, nuestro medio ambiente o nuestra libertad”.

Se trata de un informe que pretende hacer de inflable salvavidas para la cuestionada Unión Europea. Se centra en analizar cómo hacer que la Unión Europea no quede rezagada en el ámbito internacional, pero en especial busca presentar un plan atractivo para sus miembros.

El informe ratifica la crisis en la que se encuentra la región y cómo la fuerte caída del crecimiento económico ha llevado a la Comunidad Europea a ubicarse muy por detrás de sus competidores internacionales en materia de productividad. En especial se nombra a EEUU y a China como principales actores que afectan la competitividad europea.

Recordemos que la falta de empresas emergentes europeas que puedan competir a nivel internacional; la imposibilidad de concretar la transición hacia una economía verde; y la obstrucción en la capacidad de desarrollar una fuerte industria europea en materia de defensa, principales desafíos que plantea el informe, son, por un lado, consecuencias de las decisiones de las elites europeas de Bruselas por seguir tras las políticas de Washington, y por otro lado, son consecuencias de los ataques de EEUU contra quien es su supuesto aliado, Europa, que ha dejado a la Comunidad Europea en una situación de completa sumisión y dependencia.

Está claro que ante la victoria de Trump, los líderes europeos han encendido las alarmas. Para algunos representa una gran oportunidad sea desde la proyección de volver a ser quienes lideren el proyecto europeo, como Alemania y Francia, al que le puede sumar las ambiciones italianas de Giorgia Meloni; o desde la construcción de un soberanismo nacional con proyección de cambios en las estructuras europeas; mientras que para otros representa una amenaza a la consolidación del proyecto globalista. 

Las conclusiones europeas en esta primera semana se centran en la necesidad de un refuerzo presupuestario para el sostenimiento del militarismo frente a un posible debilitamiento de la OTAN; el desarrollo de la competitividad europea por fuera de EEUU ante la inminente guerra comercial que se profundizará y que ya los encuentra con múltiple crisis en especial la crisis de desindustrialización estrechamente ligada a la crisis energética; y la inclusión de los intereses europeos en las negociaciones para poner fin a la guerra en Ucrania. Todo esto ante un nuevo mundo multipolar.

*Micaela Constantini, periodista y parte del equipo de PIA Global.

Foto de portada: Consejo de la Unión Europea.

Acerca del autor

Micaela Constantini

Comunicadora Social, periodista. Miembro del equipo de investigación de PIA Global. Investigando cibergeopolítica y virtualidad. Feminista, antiimperialista y autodidacta. Nuestra americana Trabajo con redes sociales, edición de video y comunicación digital.

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