La pluralidad de religiones en Siria ha sido un legado histórico desde la constitución de sus límites actuales, pactados por las naciones de Occidente luego de dividirse la región del Sham al finalizar la Primera Guerra Mundial.
La multi-religiosidad de la zona, permea la sociedad de un cotidiano brebaje de doctrinas y pensamientos políticos. De cierta forma, estas variadas ideas han podido convivir a lo largo de los años en la Siria moderna.
Sin embargo, los grupos extremistas yihadistas, financiados por agentes externos como Estados Unidos, han optado por convertir las tierras en un campo de batalla físico e ideológico. Cada región del país se caracteriza por contar con una mayoría religiosa que denota su conformación política.
La última década del gobierno sirio, dirigido por Bashar Al Assad, se caracterizó por las constantes tensiones religiosas-partidarias entre las facciones militarizadas chiítas y sunitas. Al mismo tiempo, los partidos del Kurdistán actuaron presionando con sus agentes al norte.
Con el derrocamiento de Assad en diciembre del 2024, las fuerzas del partido HTS (ex Al Qaeda) tomaron las bases del gobierno, comenzando un período de tolerancia a lo externo y persecución de la diversidad en lo interno.
Una falsa tolerancia
Luego de la caída de Gadafi en Libia y de Sadam Hussein en Iraq, los nuevos regímenes que se adentraron a sus gobiernos cometieron el error de perseguir a sus opositores políticos representados en la ciudadanía. Principalmente porque la persecución generó nuevos grupos de resistencia y fomentó la violencia civil.
La influencia wahabí, traída desde Al Qaeda, en el lineamiento religioso de Al Golani ha dictaminado el mismo procedimiento. Tal parece que el nuevo presidente optó por orientar el estado sirio hacia un estado islámico más absolutista.
En la nueva constitución que asegura estar creando junto a su equipo, el lineamiento yihadista se observa en el adentramiento del sistema wahabi en diversas ramas estatales, en los pensamientos teóricos y los procedimientos disciplinarios.
Se ha fomentado que los libros escolares redefinan la palabra martirio, que refería a una persona que muere defendiendo la patria, por un significado asociado al martirio como un “camino hacia Dios”. Además, las oraciones del Eid, que dieron fin al Ramadán, se celebraron por primera vez en el Palacio Republicano de Damasco, como una muestra de la nueva concepción religiosa que está a la cabeza del estado sirio.
Pero principalmente, este nuevo sistema se ve reflejado en las masacres realizadas a favor del sunismo más extremista. Grupos sirios wahabíes se colaron en mezquitas con tendencias más modernas como las de Alepo, Damasco y Hama acusando y amenazando a los clérigos de no sumarse a su doctrina.
En un video de YouTube llamado “Eventos en la mezquita Mus’ab Bin Umair: Forzando el wahabismo, ¿en beneficio de quién?” el jeque Abdul Qader Muhammad Hussein de la mezquita de Hama, denunció los despidos arbitrarios de predicadores de mezquitas en Alepo, donde se utilizaron acusaciones de lealtad al gobierno anterior y desviación del texto coránico para justificar su expulsión. Además, declaró su posición contra el extremismo wahabi, alegando a la apertura religiosa.

De la misma forma, hemos seguido la persecución de minorías alauitas, que corresponden a la rama del ex presidente, Bashar Al Assad, desde mediados de enero de este año, cuando hombres armados asociados a instituciones gubernamentales incendiaron viviendas de residentes de Homs y asesinaron civiles.
Con ella, comenzó una escalada de violencias, represiones y matanzas en zonas como Latakia y Jabala donde la mayoría religiosa es chiíta.
Antes estos hechos, la cúpula estatal ha optado por culpabilizar la germinación de disturbios en manos de partidos como Hezbollah, a pesar de no haber podido demostrar la participación del Eje de la Resistencia, además de que el grupo declaró su desconección en cuanto a los hechos que hubieran podido provocar a los sectores sunitas.
A pesar de que Al Golani deslinda estas responsabilidades, las fuerzas armadas que operaron contra la comunidad alauita responden al órgano estatal. Además, la construcción de mensajes que avalan y sectorizan religiosamente la ciudadanía, reproducen en la población prácticas que acatan a dichos enunciados con tendencias discriminatorias.
De la misma forma, el pasado martes un grupo de hombres armados atacaron en la ciudad de Jarama, donde se encuentra una mayoría de población drusa, luego de que se publicara un supuesto video en el que un líder druso maldecía al profeta Mohammed.
Luego de dos días, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH) aseguró que 100 drusos fueron asesinados.
En busca de patrocinio
Una de las principales cuestiones que detienen el desarrollo de la economía, las relaciones internacionales y la producción siria son las sanciones impuestas sobre el país por la ONU, definidas estratégicamente por el Organismo para debilitar la gestión del gobierno de Assad. Desde que Al Golani tomó el mando, países como Türkiye, Francia y Estados Unidos comenzaron a ofrecer instancias de negociaciones con el fin de dar de baja dichas sanciones.
Al mismo tiempo, Arabia Saudí, cuna del wahabismo, y Qatar anunciaron que pagarán la deuda pendiente tomada por Siria de casi 15 millones de dólares con el Banco Mundial.
La cuestión es que Al Golani se regocija entre las ofertas que recibe del extranjero, generando aún más sectorización poblacional, teniendo en cuenta que cada país financia o respalda grupos políticos diferentes dentro de Siria, los cuales les ayudan a satisfacer intereses propios.
A pesar de que Türkiye fue su primer aliado y parte de su triunfo se lo debe a Erdogan, el nuevo gobierno sirio decidió realizar un acuerdo con las Fuerzas Democráticas Sirias, una rama del grupo extremista llamado Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), y financiadas por Estados Unidos e Israel. Las FDS representan una amenaza para la estabilidad turca, porque operan con intenciones de establecer una región en la que puedan ejercer su propia gobernabilidad de forma independiente.
El grupo kurdo, acordó la incorporación de su institución a las organizaciones gubernamentales, “renunciando a actuar como una estructura autónoma e integrándose al Ejército sirio”.
Este acuerdo deja tranquilo a Washington, y le asegura participación en el gobierno sirio.
Un constante acecho sionista
De la misma forma, Israel aseguró su presencia en Siria, avanzando horas después del derrocamiento de Assad, desde los Altos del Golán, y tomando unos 20 km más hacia Damasco.
Así mismo, Netanyahu tomó las recientes violencias hacia los drusos como excusa para realizar un despliegue sobre la provincia de Quneitra, cercana a los Altos del Golán, donde se encuentra población drusa.
La entidad sionista suele adjudicarse el cuidado de la comunidad drusa, a fin de asegurar aliados y alienar a la población dando garantías y protección, a cambio de complicidad en su estrategia de ocupación.
Al no detenerse los eventos violentos con la comunidad drusa, el presidente de facto Al Golani envió agentes de su ejército hacia el sur. Durante la jornada del jueves, ambas partes pudieron acordar una tregua en el suburbio damasceno de Jaramana. El pacto busca restablecer la seguridad y desarmar a grupos locales.
Sin embargo, frente al movimiento de las fuerzas sirias, Israel decidió atacar con un arsenal de bombas, a fin de “enviar un mensaje al gobierno”. En primer lugar, bombardearon objetivos cercanos al Palacio del Pueblo, residencia simbólica del poder en Siria. Luego, en la madrugada del sábado, Israel llevó a cabo 20 ataques en Deraa, cerca de Damasco y en las regiones de Hama y Latakia, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.

Esto deja por fuera cualquier negociación siria con la entidad sionista, algo de lo que se tenía dudas, dado que Al Golani no daba señales de desestimar la presencia israelí en sus tierras.
A Netanyahu no le divierte la relación turca-siria, ya que esto le da a Ankara poder en la toma de decisiones, acuerdos y proyectos de Damasco, un poder del cual Israel queda bastante por fuera en la región. La única comunicación efectiva israelí con sus países vecinos del levante actualmente es la violencia, y es lo que está utilizando para enviarles “mensajes”.
Foto de portada: Una mujer sostiene un cartel que dice en árabe “Los alauitas son nuestros hermanos y familia” durante una manifestación multitudinaria en la ciudad de Qamishli, en el noreste de Siria. Getty Images.