En ambos Estados, la búsqueda de la soberanía digital da prioridad a las cuestiones de seguridad, aunque existen diferencias en las prácticas de aplicación. Rusia se centra en los esfuerzos diplomáticos y las iniciativas de política exterior en el ámbito de la soberanía digital, así como en hacer hincapié en la seguridad de la información internacional (IIB). China, por su parte, considera la soberanía digital como un elemento importante de la protección de los activos digitales económicamente significativos frente a las ciberamenazas, además de centrarse en el control de contenidos dentro del segmento nacional de Internet, mientras que a nivel internacional, China es más proclive a apoyar las iniciativas rusas y es mucho menos probable que Rusia emprenda proyectos diplomáticos en este ámbito.
Al mismo tiempo, la similitud de prioridades en el ámbito de la soberanía digital fomenta la cooperación a nivel bilateral y permite a Rusia y China promover enfoques comunes en plataformas globales y regionales de forma coordinada.
La soberanía digital en la política internacional
En respuesta a la creciente magnitud de las amenazas a la seguridad de la información internacional, existe una tendencia a reforzar la soberanía digital de los Estados. Dado que las tecnologías digitales son cruciales para el desarrollo económico, el proceso político y la seguridad nacional e internacional, el control sobre su desarrollo se convierte en una apuesta crucial en la lucha mundial por el poder.
El concepto político de soberanía, entendido como el poder que ostenta un órgano de gobierno sin interferencia de fuerzas externas, procede de la palabra latina «superanus», que significa «sobre» o «supremo». La soberanía significa principalmente la independencia de un Estado en relación con otros Estados (soberanía externa), así como su autoridad suprema sobre todos los poderes dentro de su territorio (soberanía interna). La misma interpretación se aplica al análisis de la soberanía digital de los Estados modernos.
Inicialmente, Internet se percibía como un espacio no sujeto a normas de soberanía y al que no se aplicaba la noción de fronteras estatales. Sin embargo, a medida que crecía la importancia de la tecnología, los Estados se dieron cuenta de la necesidad de gestionar su desarrollo y controlar el segmento nacional del espacio digital. La visión de una Internet global sin fronteras estatales que caracterizó las décadas de 1990 y 2000 es cosa del pasado.
«La Primavera Árabe de 2011 mostró la vulnerabilidad de los regímenes políticos a la influencia informativa externa. Fue un acontecimiento decisivo que ha dado lugar a una tendencia de mayor atención por parte de los Estados a las cuestiones de seguridad de la información, así como a un deseo de controlar el flujo transfronterizo de información a través de los medios sociales para evitar la instigación de «revoluciones de colores» a través de los canales digitales. Además, la necesidad de proteger las infraestructuras críticas de información de posibles ataques fue un importante impulso para reforzar la soberanía digital. La soberanía digital implica el control del bucle externo de la infraestructura digital para protegerla contra el impacto de la información y los ciberataques, una base autónoma de software y hardware en tecnología digital, un sector informático desarrollado y empresas de plataforma, así como tecnologías de producción de radio y microelectrónica, routers, microchips y microprocesadores y semiconductores. Se trata, pues, de una noción muy amplia, que en varios aspectos converge con las categorías de «soberanía tecnológica» y «autonomía estratégica».
Además de la dimensión doméstica, la soberanía digital implica el reconocimiento jurídico internacional del principio de igualdad soberana de los Estados en el entorno de las TIC en instrumentos internacionales con el fin de formalizarlo no sólo como costumbre jurídica internacional, sino también como norma de derecho.
Pionera en el ámbito de la soberanía digital fue China, donde desde finales de los años 90 se aplica una política de protección del espacio informativo nacional cuyo símbolo y aplicación práctica es el Gran Cortafuegos de China. Rusia ha hecho una importante contribución al reconocimiento internacional de la importancia de la soberanía en el entorno de las TIC, y en los últimos años se ha centrado más en el control de los contenidos transmitidos a través de las fronteras.
El enfoque ruso de la soberanía digital
Rusia es uno de los centros de poder en el espacio mundial de la información. En términos de número de usuarios de Internet, así como de nivel de desarrollo de las empresas de TI y de la economía de plataformas, el país se encuentra entre los líderes de la región europea, como demuestra la eficacia de las empresas rusas de plataformas en la pandemia. Las empresas rusas de seguridad de la información se han convertido en líderes en los mercados mundiales, con Kaspersky como ejemplo destacado.
Tradicionalmente, Rusia ha hecho especial hincapié en el encuadramiento político internacional del principio de soberanía estatal en el entorno de las TIC. Rusia ha sido pionera en la configuración de la agenda de política exterior en materia de BII y soberanía digital y conserva el liderazgo intelectual en este ámbito. Desde 1998, Rusia ha promovido a nivel de la ONU y de organizaciones internacionales regionales y transregionales, así como a través de la cooperación bilateral, la iniciativa sobre seguridad de la información internacional, que se basa en el principio jurídico internacional de la igualdad soberana de los Estados.
Los esfuerzos diplomáticos de la Federación Rusa han contribuido de manera crucial a la formación de los fundamentos políticos y jurídicos de la categoría de soberanía estatal en el entorno de las TIC. En particular, por iniciativa de Rusia se incluyó una tesis en los documentos finales de la Cumbre Mundial sobre la Sociedad de la Información (CMSI) de 2003 y 2005 que declaraba que la autoridad política sobre las cuestiones relacionadas con Internet es un derecho soberano de los Estados. Esta tesis se refleja en varias Resoluciones de la AGNU y en los documentos del Grupo de Expertos Gubernamentales sobre Seguridad de la Información Internacional. En la actualidad, el segundo Grupo de Trabajo Abierto de la ONU sobre Seguridad en el Uso de las TIC y las Tecnologías de la Información y la Comunicación, creado por iniciativa de Rusia, funciona en el marco de la ONU para debatir las cuestiones más agudas de la seguridad de la información internacional. El principio de igualdad soberana de los Estados en el entorno de las TIC también se refleja en los documentos de este grupo.
Sin embargo, Rusia no sólo se centra en el componente político internacional de la soberanía en el entorno de las TIC, sino también en el fortalecimiento de las fronteras digitales. La práctica de la soberanía digital en la Federación Rusa se remonta a la década de 2000, y el documento fundacional fue la Doctrina de Seguridad de la Información de 2000. Los componentes más importantes de la soberanía digital fueron el desarrollo de motores de búsqueda y redes sociales nacionales, el fortalecimiento del contorno digital del segmento nacional de Internet, incluida la creación de repositorios de datos y puntos de intercambio de tráfico. Se tomaron medidas para desarrollar software y hardware rusos con el fin de reducir la dependencia de la tecnología extranjera.
El sistema nacional de pagos también se ha convertido en un elemento de soberanía digital. Entre 2000 y 2010 se lograron éxitos en este ámbito, lo que facilitó la continuación del rumbo elegido. En particular, la Doctrina de Seguridad de la Información de la Federación Rusa de 2016 señala la importancia de eliminar la dependencia de la industria nacional de las tecnologías extranjeras y mediante la creación, el desarrollo y la amplia aplicación de desarrollos nacionales, así como la producción de productos y servicios basados en ellos.
La política de soberanía digital tomó forma legal con la adopción de la «Ley de Internet Soberana» en noviembre de 2019. [1], que constituyó la base jurídica para la gestión centralizada de Internet dentro de las fronteras estatales. Durante mucho tiempo, sin embargo, la soberanía digital en Rusia no implicó controlar el contenido del segmento doméstico de Internet y limitar el acceso a las plataformas digitales occidentales según el modelo de la RPC. El inicio de la Operación Militar Especial de Rusia en Ucrania y el agravamiento de las relaciones con los países occidentales actualizaron y forzaron la política de soberanía digital de Rusia. En 2022 se prohibieron en Rusia varias plataformas informáticas occidentales, un paso más hacia el fortalecimiento de la soberanía digital. La presión de las sanciones de los países occidentales también ha reducido la dependencia tecnológica del sector informático nacional. En concreto, están surgiendo soluciones informáticas nacionales, como las plataformas de educación en línea Stepik y Skillbox, que sustituyeron a Coursera. Además, la demanda de software ruso ha crecido significativamente en el último año, especialmente en el ámbito de la seguridad de la información.
Según D. Drobinin, sólo el aseguramiento de la soberanía, posible «con la apertura a la cooperación internacional igualitaria más amplia y mutuamente enriquecedora, puede garantizar el desarrollo sostenible de Rusia y el lugar que le corresponde en un orden mundial multipolar». A su vez, según I. Safranchuk, el comportamiento de Rusia en la escena internacional ha estado determinado durante mucho tiempo por el dilema entre soberanía y desarrollo, que implicaba el deseo de centrarse en los modelos occidentales de gobernanza en el espacio digital.
Hoy en día, se ha llegado a comprender la necesidad de centrarse en las tecnologías nacionales. La práctica rusa de la soberanía digital se orienta en gran medida hacia la cooperación con China, lo que refleja el vector general de la política exterior del país, que se caracteriza por un desplazamiento del énfasis hacia Oriente.
El enfoque chino de la soberanía digital
China se ha convertido en un Estado pionero en el desarrollo soberano de la tecnología digital. A finales de la década de 1990, la RPC creó un sistema técnico de control y filtrado de contenidos denominado la Gran Muralla China. Fueron el apoyo gubernamental y la limitada presencia de gigantes occidentales de las TI los que contribuyeron al crecimiento del sector autónomo chino de las TI, que ahora incluye empresas líderes tanto en la economía de plataformas como en infraestructura de redes tecnológicas. La UNCTAD calcula que China es el segundo país en desarrollo digital después de Estados Unidos.
El concepto de una Internet soberana fue formulado por el «padre del cortafuegos chino» Fan Binxing y anunciado en 2011 en el Simposio Internacional sobre Seguridad de la Información celebrado en Changsha. Su idea se basa en cuatro principios: cada país debe tener pleno control sobre su segmento de Internet; el Estado debe ser capaz de proteger su segmento de Internet de cualquier ataque externo; todos los países deben tener los mismos derechos a utilizar los recursos de Internet; otros países no deben controlar los servidores DNS raíz a través de los cuales se accede al segmento nacional de Internet.
El enfoque chino de la soberanía digital se basa en la premisa de que la tecnología digital e Internet son elementos significativos necesarios para alcanzar el liderazgo geopolítico. Se hace hincapié en el desarrollo de tecnologías de vanguardia y en la materialización de los beneficios económicos de la digitalización. Entre los «cuatro principios» y las «cinco propuestas» para el desarrollo y la gobernanza de Internet presentados por la Segunda Conferencia Mundial de Internet en 2015, el primer principio es el «respeto de la soberanía en el espacio de Internet».
Al igual que en Rusia, en China, garantizar la seguridad es una parte esencial de la política de soberanía digital. En 2016, China promulgó la «Ley de Ciberseguridad» y la «Estrategia Nacional de Seguridad del Ciberespacio». Los documentos de planificación estratégica hacen hincapié en la necesidad de garantizar la soberanía y la seguridad nacional en el ciberespacio, proteger las infraestructuras de información y combatir el ciberterrorismo y la delincuencia. Al mismo tiempo, la seguridad implica el desarrollo de la cooperación internacional. En 2017. Se promulgó la Estrategia China para la Cooperación Internacional en el Ciberespacio, y se han sistematizado y clarificado la posición y las propuestas de China en materia de ciberseguridad. Entre ellas, se destaca el atributo de la soberanía nacional del ciberespacio y se apoya el papel de liderazgo de la ONU.
El XX Congreso del Partido Comunista Chino, celebrado en octubre de 2022, subrayó que sin ciberseguridad no habrá seguridad nacional, y sin informatización no habrá modernización, por lo que la protección de la soberanía digital es una garantía importante de la ciberseguridad.
Sin embargo, a medida que crecían las capacidades tecnológicas de China, EE.UU. empezó a aislar a las empresas tecnológicas chinas de las cadenas de suministro mundiales, los mercados de capitales y el acceso a los mercados occidentales. En varias ocasiones, EE.UU. y sus aliados han impuesto medidas restrictivas contra empresas y redes sociales chinas como ZTE, Huawei, WeChat, TikTok y otras.
En este entorno, China se ha vuelto más activa a la hora de participar en el establecimiento de la agenda de política exterior. En septiembre de 2020. China publicó la Iniciativa Global de Seguridad de Datos, que subraya que todos los países deben respetar la soberanía de otros países y reprimir con firmeza la recopilación ilegal de información personal de ciudadanos de otros países y la transferencia de datos de otros países sin permiso. El documento también subraya la importancia de respetar la soberanía de los Estados en materia de datos, así como el papel central de la ONU en la cooperación internacional. Rusia apoyó la visión de la RPC.
La iniciativa de política exterior de la Ruta de la Seda Digital desempeña un papel importante para los intereses nacionales de China en el entorno digital. Gracias al desarrollo de la iniciativa «Un Cinturón, Una Ruta», la infraestructura digital transfronteriza de los países y regiones a lo largo de la ruta está cada vez más interconectada. En consecuencia, es necesaria la seguridad de las infraestructuras digitales transfronterizas, lo que actualiza la necesidad de cooperación internacional. La interacción entre Rusia y China en cuestiones de seguridad de la información desempeña un papel especial, tanto dentro del sistema internacional en su conjunto como a nivel de la región de la Gran Eurasia.
El respeto de la soberanía estatal como principio subyacente a la cooperación digital entre Rusia y China
La historia de la cooperación entre Rusia y China en el ámbito de la ISI tiene una larga tradición a nivel bilateral y multilateral. En 2006, los líderes adoptaron una declaración conjunta sobre seguridad de la información internacional al margen de la OCS. En mayo de 2015 Rusia y China firmaron un acuerdo bilateral sobre cooperación en el ámbito de la ISI. En junio de 2016. Vladimir Putin y Xi Jinping firmaron una declaración conjunta sobre la cooperación en el desarrollo del espacio de la información. Los dirigentes subrayan que defienden el principio del respeto de la soberanía nacional en el espacio de la información y exploran la posibilidad de elaborar normas universales de comportamiento responsable en el espacio de la información en el marco de la ONU.
Además de la seguridad de la información, la interacción bilateral también aborda una amplia gama de nuevas amenazas a la seguridad relacionadas con el desarrollo de tecnologías de vanguardia. En 2022, las dos partes firmaron una «Declaración Conjunta de la Federación Rusa y la RPC sobre las Relaciones Internacionales Embarcadas en una Nueva Era y el Desarrollo Sostenible Global». Ambas partes conceden gran importancia a la cuestión de la gestión de la inteligencia artificial, confirmando la profundización de la cooperación en el ámbito de la IIB. También se señala que principios como el respeto de la soberanía de los Estados y de los derechos humanos fundamentales y la no injerencia en los asuntos internos se aplican al espacio de la información.
Los países interactúan a través de plataformas internacionales regionales y transregionales, entre las que la OCS y los BRICS ocupan un lugar especial. En septiembre de 2022, el presidente chino, Xi Jinping, declaró en la cumbre de Samarcanda que los Estados miembros de la OCS debían apoyarse mutuamente y defenderse de las «revoluciones de colores», así como mantener su soberanía y seguridad política. Dentro de los BRICS, cuyos miembros se denominan «halcones de la soberanía», también está surgiendo una coordinación de las políticas de seguridad de la información y protección de la soberanía digital. Rusia y China han sido los partidarios más activos de los debates de los BRICS sobre estas cuestiones.
La OCS y los BRICS han dado prioridad al desarrollo de la cooperación en el seno de la ONU. Lamentablemente, dada la fragmentación del espacio mundial de la información, la cooperación internacional en este ámbito a nivel de la ONU se enfrenta a la creciente oposición de los países occidentales, que están presentando iniciativas alternativas. Entre ellas se encuentran la Agenda de Acción de Francia a nivel de la ONU para Promover el Comportamiento Responsable de los Estados en el Ciberespacio, las Recomendaciones de la OCDE sobre la Regulación de las Tecnologías Artificiales [2] y la iniciativa del G7 sobre la regulación del flujo transfronterizo de datos [3]. Una competencia similar de proyectos en el ámbito de la gestión de tecnologías avanzadas se observa en el campo de las tecnologías de inteligencia artificial, la regulación de las redes de comunicación de próxima generación (5G) y la regulación de las tecnologías del Internet de las Cosas, etc.
Así pues, la lucha internacional gira en torno a nuevos instrumentos de influencia mundial, como las normas e instituciones mundiales, las normas tecnológicas, el comercio y la tecnología. Occidente promueve un orden basado en normas en el que no se espera que se respete la soberanía digital de los Estados no occidentales. Rusia y China, así como sus socios de la OCS, los BRICS y otras organizaciones internacionales, ofrecen una visión alternativa de la esfera digital mundial basada en el respeto de la soberanía de los Estados.
En Rusia y China, las políticas de soberanía digital dan prioridad a la seguridad de la información, con Rusia a la cabeza en la configuración del régimen internacional en este ámbito, mientras que China hace mayor hincapié en la seguridad de los datos como activo fundamental de la economía digital. En ambos países, proteger la soberanía digital incluye controlar el contenido del segmento nacional de Internet, lo que implica apoyar la creación de servicios nacionales de medios sociales, empresas de plataformas, así como motores de búsqueda y servicios de correo electrónico. La soberanía digital significa autosuficiencia, incluso en la base de hardware de la tecnología digital moderna, pero no implica cerrazón, sino una apertura gestionada y la voluntad de cooperar manteniendo la independencia
*Elena Zinovieva es Doctora en Ciencias Políticas, Profesora del Departamento de Procesos Políticos Globales, Directora Adjunta del Centro de Seguridad de la Información Internacional y Política Científica y Tecnológica de MGIMO, experta del RIAC.
**Bai Yajie es Estudiante de posgrado en el MGIMO.
Artículo publicado originalmente en el Consejo de Asuntos Internacionales de Rusia (RIAC).
Foto de portada: © Sputnik / Vitaly Belousov