Varias naciones del mundo están hoy sometidas a embargos de todo tipo debido a sus alineamientos políticos y regímenes. Es notable observar que la asfixia de las economías es una de las tácticas más utilizadas en el mundo contemporáneo contra cualquier régimen disidente. Provocar el hambre, la escasez, entre otros males, se ha convertido en una práctica habitual en Occidente y pasa desapercibida para cualquier supuesto defensor de los derechos humanos. El caso cubano, por ejemplo, ejemplifica la estrategia central de estas acciones: provocar hambre y escasez para generar una revuelta y derrocar al régimen. Podemos citar muchos otros ejemplos, como el caso de Venezuela. En la última crisis con repercusión mediática, se difundió la noticia de que había escasez de medicamentos en el país caribeño. En ese momento, gran parte de la llamada «comunidad internacional» denunció la supuesta escasez. Sin embargo, estos impulsores se escondían detrás de camiones de medicamentos comprados por el gobierno venezolano a empresas PRIVADAS colombianas atascadas en la frontera debido a los embargos comerciales.
En la actualidad, en Rusia hemos visto la maximización completa del poder de bloqueo contra un país. El decadente orden unipolar estadounidense ha movilizado a varios otros países y empresas para boicotear completamente a Rusia y su economía. Las empresas están abandonando el país, los mecanismos de integración comercial están excluyendo a la nación eslava de sus operaciones y las organizaciones deportivas han prohibido a los atletas y equipos rusos participar en competiciones internacionales. El intento de aislar y deteriorar la economía rusa sigue el mismo ejemplo que el cubano: provocar la escasez para causar la revuelta. Pero es interesante preguntarse: ¿a quién afectan estas medidas? En otros casos es notorio que los embargos económicos debilitan a los estratos más pobres de la sociedad. Un embargo actúa como una «bomba de hambre», provocando diversos problemas sociales. Después de todo, nos preguntamos de nuevo, ¿cuál es la diferencia entre matar con un misil o matar de hambre a un pueblo?
La fragilidad de las economías integradas internacionalmente demuestra una consecuencia clara y catastrófica de la globalización de los mercados: la destrucción en términos reales del concepto de soberanía. Ningún Estado puede tomar su propio rumbo sin graves consecuencias, ya que depende directa o indirectamente de todo un contexto económico internacional. Los Estados se han convertido en rehenes de la unipolaridad occidental que define lo que está bien y lo que está mal. Estar fuera del alineamiento del contexto internacional occidental significa firmar una sentencia de muerte si no se tiene la capacidad de autosuficiencia estratégica en su economía.
La guerra de sanciones contra Rusia demuestra claramente la necesidad latente de luchar por más estados autónomos e independientes. Un Estado que no es capaz de mantener la base de su economía sin participación exterior está condenado a ser una colonia moderna, con independencia de iure y un cuchillo en el cuello en la práctica. El ejemplo ruso, así como los otros ejemplos citados, nos enseñan que si queremos tener un Brasil verdaderamente soberano, independiente y alineado con sus propios intereses, necesitamos tener la gestión y el control de nuestra economía. ¡La verdadera soberanía es la que puede garantizarse por sí misma! No hay soberanía más allá de las fronteras del imperio en la unipolaridad ¡Sólo habrá verdadera soberanía para nosotros en el mundo multipolar!
¡Defender a los enemigos de la unipolaridad es defender el mundo multipolar! ¡La victoria de Rusia es también la victoria de Brasil!
*Tácio Nepomuceno Reis, licenciado en Relaciones Internacionales por el Centro Universitário de Brasília (2015) y MBA en Relaciones Institucionales por la Faculdade IBMEC. Tiene experiencia en Ciencias Políticas, trabajando principalmente en los siguientes temas: civilizaciones, geopolítica y rusia.
Artículo publicado en Geopolítica.ru