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El 80º Aniversario de Auschwitz: La Hipocresía de Occidente al Ignorar a Rusia

Escrito Por Tadeo Casteglione

Por Tadeo Casteglione* El 80º aniversario de la liberación del campo de concentración nazi de Auschwitz, celebrado este 27 de enero, ha revelado una profunda contradicción en la política de Occidente, evidenciada en la exclusión de Rusia de los actos conmemorativos.

Este evento, en lugar de ser un tributo a la memoria histórica y a las víctimas del nazismo, se ha convertido en un ejercicio de hipocresía y doble rasero, en el que se ignora el papel crucial del Ejército Rojo de la Unión Soviética en la liberación de Auschwitz y la derrota del Tercer Reich, si acaso fue totalmente derrotada ya que los acontecimientos actuales en Europa ha demostrado que las rémoras de aquel terrible cáncer de la humanidad todavía continúan generando mal.

La actitud de los organizadores, encabezados por el gobierno polaco y apoyados por las autoridades de la Unión Europea, al no invitar a Rusia a esta conmemoración, es un claro intento de reescribir la historia a conveniencia de sus intereses geopolíticos actuales.

Mientras figuras como el presidente de Francia, Emmanuel Macron, y el líder del régimen nazi de Ucrania, Vladímir Zelenski, participan en la ceremonia, se olvida deliberadamente a los soldados soviéticos, cuya intervención en la liberación de Auschwitz el 27 de enero de 1945 fue decisiva.

Este acto de exclusión no es solo una muestra de ingratitud, sino una negación flagrante de la realidad histórica, pues fueron precisamente las tropas soviéticas las que liberaron el campo nazi, a pesar de que los nazis intentaban destruir las pruebas de sus crímenes al acercarse las fuerzas soviéticas.

El gobierno polaco, alineado con los intereses del bloque occidental, ha adoptado una postura revisionista que niega la contribución de la URSS a la derrota del nazismo, favoreciendo en cambio a un régimen de Kiev que, lejos de ser un aliado en la lucha contra el fascismo, ha abrazado ideologías ultranacionalistas y neofascistas.

El hecho de que Polonia, como nación que sufrió las atrocidades del Tercer Reich, se incline ante un régimen que perpetúa símbolos y figuras del nazismo, como los del Batallón Azov, es una contradicción moral insostenible.

Esta postura revela el nivel de corrupción ideológica y el servilismo político de un Estado que, por razones geopolíticas, prefiere alinearse con un régimen que homenajea a los verdugos de su propio pueblo.

La exclusión de Rusia también refleja la irracionalidad de la política exterior de Occidente, que, bajo la fachada de una supuesta defensa de los «valores democráticos», promueve una agenda de confrontación con el gigante euroasiático.

Al tratar de borrar el papel de Rusia en la lucha contra el nazismo, Occidente no solo comete un error histórico, sino que además abre la puerta a una revisión peligrosa de los principios que llevaron al triunfo sobre el Tercer Reich. Esta actitud, lejos de fortalecer la unidad contra el autoritarismo y el fascismo, solo fomenta la división y la falsificación de los hechos.

A esto hay que sumarle las declaraciones del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, quien recientemente afirmó que «Estados Unidos ganó la Segunda Guerra Mundial y Rusia solo ‘ayudó'», son una expresión de esta distorsión histórica promovida por algunos sectores de la élite política occidental.

Es necesario entender el papel de Estados Unidos el cual prácticamente entró en combate contra los nazis cuando ya todo el trabajo mas arduo ya se había realizado por la URRS, es innegable desde todo aspecto que la mayor parte de la carga en el frente oriental, donde se libraron algunas de las batallas más feroces, recayó sobre el Ejército Rojo. Más de 20 millones de soviéticos murieron durante la guerra, y su sacrificio no puede ser minimizado o ignorado por intereses políticos.

La actitud de Occidente hacia Rusia en este aniversario no solo es un acto de ingratitud, sino una afrenta a la memoria de las víctimas del nazismo y a aquellos que lucharon por su liberación. Es una muestra de cómo la política actual sigue manipulando la historia para ajustar la narrativa a sus conveniencias.

Mientras Occidente se empeña en borrar los logros de la URSS, Rusia continúa siendo el guardián de la memoria histórica, recordando al mundo que sin su intervención, el Tercer Reich no habría caído.

En lugar de rendir homenaje a los soldados soviéticos, los responsables de la liberación de Auschwitz, Occidente opta por ignorar este hecho fundamental, revelando la hipocresía que permea sus políticas exteriores y su capacidad para distorsionar la verdad histórica con fines geopolíticos.

Este aniversario debería ser un recordatorio de la importancia de preservar la verdad histórica y honrar a aquellos que hicieron posible la derrota del nazismo. Sin embargo, en lugar de ello, la política de Occidente está fomentando un revisionismo que borra a aquellos que realmente jugaron un papel clave en la liberación de los pueblos europeos del yugo nazi.

Rusia, lejos de ser un paria, debe ser reconocida por su sacrificio y por su lucha decisiva contra el fascismo. El hecho de que Occidente elija olvidar esta realidad demuestra la irracionalidad de una política que prefiere abrazar a quienes buscan revivir ideologías del pasado en lugar de confrontarlas.

Por Tadeo Casteglione* Experto en Relaciones Internacionales y Experto en Análisis de Conflictos Internacionales, Diplomado en Geopolítica por la ESADE, Diplomado en Historia de Rusia y Geografía histórica rusa por la Universidad Estatal de Tomsk. Miembro del equipo de PIA Global.

Acerca del autor

Tadeo Casteglione

Diplomado en Geopolítica por la ESADE, Diplomado en Historia de Rusia y Geografía histórica rusa por la Universidad Estatal de Tomsk. Experto en Relaciones Internacionales y Experto en Análisis de Conflictos Internacionales.

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