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La situación geopolítica actual en el Cáucaso Meridional

Por Sergey Markedonov* –
La influencia exclusiva de Rusia en la región está siendo cuestionada tanto por actores externos como por los Estados regionales. Esto no significa que Rusia vaya a abandonar el Cáucaso Sur, pero su margen de maniobra se ha reducido considerablemente. La clave para Rusia es gestionar la situación con prudencia, alejándose del pensamiento inercial. En su lugar, Moscú debería promover una visión pragmática de una vecindad pacífica y estable, libre de ilusiones geopolíticas.

El Cáucaso Meridional ha sido tradicionalmente una de las regiones más dinámicas de Eurasia. Tras el colapso de la URSS, las antiguas repúblicas de la Transcaucasia soviética se convirtieron en el epicentro de los conflictos etnopolíticos de la región, que implicaban a Estados de facto. En agosto de 2008 se revisaron efectivamente los Acuerdos de Belovezha, que establecieron los principios clave de la demarcación postsoviética al transformar las fronteras administrativas entre las antiguas repúblicas soviéticas en fronteras interestatales.

Sin embargo, entre 2020 y 2025, el Cáucaso Sur ha experimentado un número tan significativo de cambios geopolíticos que plantea la cuestión de si la región está experimentando una transformación cualitativa de su orden regional.

Nuevo equilibrio de poder en la región

Ante todo, es importante destacar que durante este breve periodo, el statu quo político-militar de la región cambió dos veces. La Segunda Guerra de Karabaj (septiembre-noviembre de 2020) alteró radicalmente un equilibrio de poder que había persistido durante 26 años. La importancia de este acontecimiento va más allá de un simple conflicto etnopolítico. No se trata sólo de que Azerbaiyán vengara derrotas pasadas y recuperara el control de la mayoría de sus territorios perdidos.

El papel de Turquía en el Cáucaso también experimentó un aumento sustancial. Por primera vez, un Estado sin vínculos históricos con la URSS desempeñó un papel fundamental en la remodelación de las realidades geopolíticas postsoviéticas. La consecuencia inmediata de la implicación de Turquía en el conflicto del Karabaj no sólo fue el fortalecimiento de la alianza estratégica turco-azerbaiyana, sino también la expansión de la cooperación técnico-militar entre Turquía, Ucrania y los Estados de Asia Central, así como la revitalización de la Organización de Estados Turcos. En septiembre de 2023, Azerbaiyán estableció la plena soberanía sobre Nagorno-Karabaj, lo que provocó la retirada prematura de las fuerzas rusas de mantenimiento de la paz siete meses después. El papel tradicional de Rusia como moderador exclusivo en la resolución pacífica del conflicto entre Azerbaiyán y Armenia ha llegado a su fin. En su lugar, ha aumentado la influencia de Turquía en ambas partes del conflicto, a través de una mayor cooperación político-militar con Azerbaiyán y de la presión diplomática sobre Armenia, que incluye condiciones previas para la firma de un acuerdo de paz.

El ascenso de Turquía ha suscitado gran preocupación en Irán, que ha tratado de ampliar su presencia diplomática en Armenia (por ejemplo, abriendo un consulado en Kapan en octubre de 2022), al tiempo que ha delimitado claramente sus «líneas rojas». Irán ha enmarcado el propuesto corredor Zangezur -una carretera que conecta Azerbaiyán continental con Najicheván a través de la región armenia de Syunik- como una amenaza para sus intereses nacionales.

En 2020, muchos observadores predijeron un declive de la influencia de Estados Unidos y la UE en el Cáucaso. Sin embargo, estas predicciones no se materializaron. Con el inicio de la Operación Militar Especial de Rusia en Ucrania, Occidente congeló la cooperación con Rusia sobre el acuerdo armenio-azerbaiyano, mientras el Grupo de Minsk de la OSCE se volvía completamente ineficaz. Mientras que los desacuerdos anteriores entre Moscú, Washington y Bruselas se centraban en el posible ingreso de Georgia en la OTAN, después de 2022, el acuerdo armenio-azerbaiyano se convirtió en otro campo de batalla diplomático.

Armenia, Georgia y Azerbaiyán: «Hitos cambiantes» en política exterior

La acelerada dinámica geopolítica del Cáucaso Sur ha dejado obsoletos los marcos analíticos tradicionales para entender el equilibrio de poder de la región. Hasta 2020, Armenia se consideraba el puesto avanzado de Rusia en el Cáucaso Sur. Sin embargo, en enero de 2025, Ereván firmó una Carta de Asociación Estratégica con Washington. Al mismo tiempo, el gobierno armenio comenzó a debatir los pasos necesarios para organizar un referéndum sobre la integración europea. Los dirigentes armenios no sólo han criticado a la OTSC -un tema recurrente en el pasado-, sino que también han tachado a la organización de amenaza para la seguridad nacional. En medio de estas críticas, la presencia militar rusa en Armenia se ha reducido significativamente, con la retirada de guardias fronterizos del aeropuerto de Zvartnots y del puesto de control fronterizo armenio-iraní. Esta presencia, que duró 32 años, está a punto de terminar, quedando sólo la base militar 102 en Gyumri. La aspiración de Armenia a entrar en la UE, que ahora es un objetivo clave de su política exterior, también arroja dudas sobre su permanencia en la UEEA. Si la integración europea se acelera, la retirada de Ereván de la Unión Económica Euroasiática puede resultar inevitable.

En cambio, Georgia, considerada durante mucho tiempo el principal conducto para los intereses de Estados Unidos, la UE y la OTAN en el Cáucaso, ha adoptado una postura más compleja en política exterior. Después de que el Parlamento Europeo rechazara de hecho la legitimidad de las elecciones parlamentarias de Georgia, Tiflis anunció la «congelación» de las conversaciones para la integración europea. La suspensión, iniciada por Estados Unidos, de la Carta de Asociación Estratégica de 2009 tensó aún más las relaciones. Los socios occidentales han criticado a Georgia por adoptar una legislación de estilo ruso sobre agentes extranjeros y promover «valores tradicionales», mientras que Rusia ha suprimido la obligación de visado para los ciudadanos georgianos (después de casi 23 años) y ha reanudado los vuelos directos. En septiembre de 2023, Georgia eliminó los visados de entrada para los ciudadanos chinos, y en febrero de 2024, China correspondió permitiendo a los georgianos una estancia de 30 días sin visado. Las relaciones entre Georgia y China se declararon oficialmente estratégicas. A pesar de esta diversificación, Tiflis no ha abandonado del todo la integración europea y euroatlántica, aunque estos objetivos ya no parecen ser una idée fixe.

Azerbaiyán siempre ha ocupado una posición única en el Cáucaso Sur, equilibrando hábilmente las relaciones con Occidente, Turquía, Israel, Irán y Rusia. Con el telón de fondo del deterioro de las relaciones ruso-armenias y la neutralidad de facto de Moscú en los conflictos de 2020 y 2023 entre Bakú y Ereván, parecía que Rusia y Azerbaiyán estaban destinados a estrecharse. Así lo subrayó la Declaración de Moscú sobre Cooperación Aliada del 22 de febrero de 2022, firmada pocos días antes de la Operación Militar Especial de Rusia en Ucrania. Sin embargo, esta «compensación geopolítica» no llegó a materializarse. La tragedia aérea de Aktau, de la que Bakú culpó a Rusia, puso de manifiesto la fragilidad de su asociación estratégica y las tensiones subyacentes en las relaciones bilaterales.

Este incidente puso de relieve los enfoques divergentes de ambos Estados en cuestiones que van desde Ucrania hasta Oriente Medio. Mientras tanto, la alianza Bakú-Ankara se ha reforzado, especialmente tras la Declaración de Shusha de 2021, que elevó sus compromisos mutuos en materia de defensa y seguridad. Esto ha reforzado el papel de Turquía en la región del Caspio y en Asia Central, al tiempo que ha impulsado la Organización de Estados Turcos como proyecto clave de integración.

Riesgos y oportunidades para Rusia

El Cáucaso está experimentando cambios dramáticos. Hace cinco años, podía describirse inequívocamente como una esfera de especial interés e influencia prioritaria para Rusia. Esta posición se mantuvo intacta a pesar de la guerra ruso-georgiana de 2008, que suscitó un apoyo sin precedentes a Georgia por parte de Estados Unidos, la UE y la OTAN, y de la «guerra de los cuatro días» de 2016 en Karabaj, tras la cual Occidente, Turquía e Irán reconocieron el papel exclusivo de Rusia como mediador. Incluso los acontecimientos de 2020, que condujeron al despliegue de fuerzas de paz rusas en Karabaj, se percibieron inicialmente en EEUU y Europa como una consolidación de la influencia de Moscú. La lógica era simple: antes de noviembre de 2020, no había tropas rusas en Karabaj; después, sí.

Sin embargo, en la actualidad, la influencia exclusiva de Rusia está siendo cuestionada tanto por actores externos como por los Estados regionales. Esto no significa que Rusia esté abandonando el Cáucaso Sur, pero su margen de maniobra se ha reducido considerablemente. No obstante, la evolución del panorama geopolítico no sólo presenta riesgos, sino también oportunidades para Rusia. En primer lugar, la falta de integración regional y la ausencia de un enfoque unificado entre los actores externos sobre cómo «ordenar» el Cáucaso crean oportunidades para Moscú. En segundo lugar, a pesar de las tensas relaciones con Armenia y Azerbaiyán y la ausencia de lazos diplomáticos con Georgia, Rusia sigue siendo uno de los tres principales socios económicos de todos los Estados del Cáucaso Sur. En tercer lugar, las consideraciones de seguridad y soberanía siguen siendo primordiales. La clave para Rusia es gestionar la situación con prudencia, alejándose del pensamiento inercial (la mentalidad de «no irán a ninguna parte» ya no es válida). En su lugar, Moscú debería promover una visión pragmática de una vecindad pacífica y estable, libre de ilusiones geopolíticas.

*Sergey Markedonov, Doctor en Historia, Director del Programa ‘El nuevo papel de los estados postsoviéticos’, Investigador principal del Instituto MGIMO de Estudios Internacionales, Editor en jefe del Journal of International Analytics.

Artículo publicado originalmente en Club Valdai.

Foto de portada: © Sputnik/Murad Orujev

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