Desde la consolidación de la reelección de Vladimir Putin, hasta los profundos cambios en Asia Central y el Sudeste Asiático, la región ha experimentado transformaciones significativas que no solo reconfiguran su futuro inmediato, sino que también afectan el panorama global.
A medida que potencias como Rusia, China, y las naciones del BRICS toman un papel más prominente, el equilibrio de poder en Eurasia está evolucionando rápidamente, en un contexto de tensiones geopolíticas, crisis internas y alianzas estratégicas.
Este informe especial para PIA noticias analiza los acontecimientos más destacados de 2024 en Eurasia, profundizando en los desarrollos clave, como la operación militar en Ucrania, la creciente presión sobre China, el conflicto en Gaza, y la caída del gobierno sirio, entre otros, brindando una visión crítica del camino hacia un mundo multipolar en constante transformación.

Reelección de Vladimir Putin
En marzo de 2024, Vladimir Putin fue reelegido como presidente de Rusia en un proceso electoral que, pese a las críticas de Occidente, contó con una participación masiva y un claro respaldo popular. Putin reafirmó su compromiso con la defensa de la soberanía rusa, la profundización de la economía nacional y la consolidación de una política exterior multipolar.
Esta reelección no solo refuerza su liderazgo interno, sino que proyecta estabilidad en un momento crucial para Rusia, marcada por su operación militar especial en Ucrania y su enfrentamiento con la OTAN.
La continuidad de Putin en el poder tiene implicaciones significativas tanto a nivel interno como externo. En el ámbito doméstico, su liderazgo ha sido clave para mantener la cohesión social y política en un contexto de sanciones económicas sin precedentes y presión internacional.
Bajo su mandato, Rusia ha acelerado su proceso de desdolarización, impulsado el desarrollo de sectores estratégicos como la energía y la defensa, y fortalecido su autonomía tecnológica.
En el plano internacional, la reelección de Putin garantiza la continuidad de una política exterior firme y coherente, caracterizada por el rechazo a la hegemonía occidental y el fortalecimiento de alianzas con potencias emergentes como China, India e Irán.
Además, la participación activa de Rusia en foros internacionales como BRICS, la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) y otros mecanismos multilaterales seguirá siendo una prioridad para contrarrestar el aislamiento promovido por Occidente.
La figura de Putin simboliza, para muchos rusos, la defensa de la identidad nacional frente a los intentos de injerencia extranjera. Sin embargo, su permanencia en el poder también plantea desafíos, como la necesidad de renovar las élites políticas y garantizar una transición ordenada en el futuro.
La estabilidad proporcionada por su liderazgo se percibe como un factor crucial para Rusia en un mundo cada vez más fragmentado y polarizado.

Operación militar especial en Ucrania, crisis europea y de la OTAN
El conflicto en Ucrania continuó siendo el epicentro de las tensiones en Europa. A pesar de la colosal ayuda militar, económica y logística proporcionada por Occidente a Ucrania, las fuerzas rusas mantuvieron la iniciativa en toda la línea del frente.
Las ofensivas estratégicas rusas lograron neutralizar los avances ucranianos y desgastar significativamente las capacidades del ejército del régimen de Kiev. Además, Moscú demostró una resiliencia económica inesperada, esquivando los intentos occidentales de colapsar su economía mediante sanciones.
El fracaso de la OTAN para lograr una derrota estratégica de Rusia ha sido evidente. A nivel militar, las fuerzas rusas han demostrado su superioridad táctica y operativa, mientras que a nivel económico, la economía rusa no solo ha resistido, sino que ha logrado adaptarse y crecer en sectores clave. La sociedad rusa, lejos de fragmentarse, ha mostrado una cohesión notable frente a la presión externa.
Europa, por su parte, ha sufrido las consecuencias de su propia política de sanciones, enfrentando una crisis energética y económica prolongada, junto con crecientes divisiones políticas dentro de la Unión Europea.
El conflicto ha evidenciado los límites del poder occidental para doblegar a una potencia como Rusia, consolidando su posición como un actor clave en el sistema multipolar emergente.

Acuerdo estratégico entre Corea del Norte y Rusia:
En julio de 2024, Rusia y Corea del Norte firmaron un histórico acuerdo estratégico que incluye cooperación económica, militar y tecnológica. Este pacto desafía directamente las sanciones internacionales y refuerza la alianza entre ambas naciones en un contexto de creciente presión occidental.
Representa las mejores relaciones entre Rusia y Corea del Norte desde la década de 1980 y supone un salvoconducto para ambas naciones en su lucha contra las sanciones económicas y el aislamiento impulsado por Occidente.
El acuerdo no solo refuerza la cooperación militar, con intercambios de tecnología avanzada y sistemas de defensa, sino que también establece mecanismos económicos que permiten a Corea del Norte eludir algunas de las restricciones financieras y comerciales impuestas por organismos internacionales.
Además, este pacto pone en valor los recursos naturales norcoreanos, ya que Corea del Norte posee una de las mayores reservas mundiales de minerales y tierras raras, elementos esenciales para la producción de tecnología avanzada y armamento.
El acceso de Rusia a estos recursos representa una ventaja estratégica en un momento en que los minerales críticos son un factor determinante en la competencia tecnológica global. Al mismo tiempo, Corea del Norte se beneficia de la experiencia tecnológica y el respaldo político ruso, fortaleciendo su posición tanto regional como internacional.
Este acuerdo es un símbolo de la creciente fragmentación del orden mundial y del surgimiento de nuevas alianzas estratégicas en respuesta a las políticas coercitivas de Occidente. Corea del Norte y Rusia han demostrado que, a pesar de las sanciones, la cooperación entre naciones soberanas puede crear sinergias efectivas para superar los desafíos impuestos desde el exterior.

Asia Central: un tablero de ajedrez geopolítico
Asia Central vivió un año de cambios importantes. Rusia y China consolidaron su influencia en la región mediante acuerdos energéticos y de seguridad, mientras que las potencias occidentales intentaron ganar terreno mediante iniciativas económicas. Kazajistán y Uzbekistán jugaron un papel clave en mantener el equilibrio, mientras que la región se convirtió en un corredor estratégico para proyectos como la Iniciativa de la Franja y la Ruta de China.
La Unión Económica Euroasiática (UEE) y la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS) han sido herramientas clave para la integración regional este año. La inclusión de Irán en la OCS ha fortalecido significativamente las capacidades de esta alianza, ampliando las rutas comerciales y reforzando los mecanismos de seguridad colectiva en la región.
Las nuevas rutas comerciales impulsadas por estos bloques han permitido a los países de Asia Central reducir su dependencia de Occidente y fortalecer sus lazos con Rusia, China e Irán.

Aumento de la presión contra China y el conflicto en Asia Oriental
La presión internacional contra China aumentó a lo largo de 2024, con una mayor confrontación en torno a Taiwán y las disputas en el Mar de China Meridional. Los Estados Unidos y sus aliados intensificaron sus maniobras militares en la región, lo que incluyó la expansión de la presencia de la OTAN en Asia a través de alianzas con Japón, Corea del Sur y Australia.
Este escenario contribuyó a la creciente tensión entre las potencias occidentales y China, que, por su parte, respondió con medidas de defensa y estrategias diplomáticas para reforzar su posición.
La cuestión de Taiwán siguió siendo un punto álgido en la política exterior de Pekín, que continuó acusando a Washington de injerencia en sus asuntos internos y de buscar desestabilizar la región. Las maniobras militares en el estrecho de Taiwán se intensificaron, mientras que Estados Unidos y China se enfrentaban en una nueva guerra fría, con la tecnología y el comercio como campos clave de batalla.

La cumbre del BRICS en Kazán
La cumbre del BRICS celebrada en Kazán ha sido un evento crucial para la proyección del grupo en el escenario internacional. Se han consolidado acuerdos económicos y financieros que buscan reducir la dependencia del dólar estadounidense. Además, se ha discutido la ampliación del bloque, con miras a incluir nuevos miembros estratégicos.
La cumbre del BRICS celebrada en Kazán en 2024 representó un paso crucial en la consolidación de la organización como un actor clave en el nuevo orden mundial multipolar. Los miembros del BRICS+ reafirmaron su compromiso de promover un sistema internacional basado en la multipolaridad, la justicia económica y la equidad en la distribución de poder global.
En este contexto, se discutieron temas de relevancia global, como la reforma del sistema financiero internacional, la cooperación en infraestructura y la lucha contra el proteccionismo comercial.
Este evento fue un claro indicador de la creciente influencia del BRICS en la política global, frente a la hegemonía de Occidente. A medida que las potencias emergentes ganan peso, la organización se proyecta como un contrapoder frente a la dominación unipolar de Estados Unidos, buscando ampliar su influencia en Asia, África y América Latina.

El sudeste asiático como eje vital del nuevo mundo
El sudeste asiático ha ganado relevancia como un motor clave del crecimiento global. La ASEAN, junto con países como Vietnam, Indonesia y Malasia, ha fortalecido su integración económica y su cooperación con China y Rusia. Esta región se ha convertido en un centro vital para la estabilidad del mundo multipolar.
El sudeste asiático se consolidó como un sector vital del nuevo orden mundial en 2024, con la ASEAN jugando un papel clave en la estabilidad económica y política de la región. Países como Vietnam, Indonesia y Malasia continuaron desarrollando relaciones más estrechas con China, mientras que al mismo tiempo mantenían una postura de equilibrio respecto a las presiones internacionales provenientes de Estados Unidos y Japón.
La ASEAN se destacó por su enfoque pragmático, promoviendo la cooperación regional y manteniendo su independencia frente a las disputas geopolíticas externas.
La región fue testigo de un notable crecimiento económico, impulsado por su creciente participación en la cadena de suministro global, la tecnología y el comercio. Sin embargo, las tensiones en el Mar de China Meridional y las disputas territoriales seguían siendo una amenaza para la estabilidad, lo que requería un enfoque diplomático cuidadoso para evitar conflictos a gran escala.

La muerte de Ebrahim Raisi y la elección de Pezeshkian
La trágica muerte del presidente iraní Ebrahim Raisi en un accidente de helicóptero en 2024 representó un golpe devastador para la nación, un momento de incertidumbre política que amenazó con desestabilizar el equilibrio institucional del país.
Raisi, un líder cercano a la figura del Ayatolá Khamenei y fuerte defensor de la Revolución Islámica, había desempeñado un papel fundamental en la consolidación del poder del Estado en una época de creciente presión internacional y tensiones internas. Sin embargo, a pesar del impacto emocional y político de su muerte, Irán demostró la solidez de sus instituciones y la resiliencia de su sistema político.
La transición fue rápida y eficiente, con la elección de Masoud Pezeshkian, un político experimentado y conocido por su enfoque pragmático y moderado, como su sucesor. Pezeshkian, con una larga carrera y una figura respetada en la medicina y la política, asumió el liderazgo del país con un mandato claro de continuar con las políticas fundamentales de la Revolución Islámica, manteniendo la unidad interna y la estabilidad en medio del vacío de poder.
Este proceso de sucesión reflejó la fortaleza institucional de Irán, donde las estructuras del poder no dependen exclusivamente de una figura individual, sino que están profundamente arraigadas en el sistema político-islamista establecido desde la Revolución de 1979. La capacidad del sistema iraní para funcionar sin sobresaltos tras la muerte de un presidente subraya la legitimidad de la Revolución Islámica, que sigue siendo un pilar de la política y la identidad nacional.
A pesar de los desafíos que enfrenta Irán en el ámbito internacional, especialmente en lo relacionado con las sanciones y la presión occidental, la nación mantuvo su rumbo, reafirmando la resiliencia de su modelo de gobierno y su compromiso con la soberanía nacional.
La transición de poder, por lo tanto, no solo evitó una crisis, sino que fortaleció la imagen de un país que se mantiene firme en su independencia y sus principios revolucionarios, demostrando que la Revolución Islámica sigue siendo el eje central de su estabilidad y legitimidad.

El genocidio continuo en Gaza y la locura de Netanyahu
El genocidio en la Franja de Gaza ha continuado durante 2024, con acciones cada vez más violentas por parte del gobierno israelí. La fallida invasión al Líbano ha debilitado a Netanyahu, quien enfrenta cargos internacionales por crímenes de guerra. La comunidad internacional ha intensificado sus llamados para una solución pacífica.
En 2024, la tragedia del genocidio en la Franja de Gaza continuó, con Israel intensificando sus ataques aéreos y terrestres contra la población palestina. La comunidad internacional condenó enérgicamente las acciones israelíes, mientras que el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu se encontraba cada vez más aislado debido a su política agresiva.
En un giro inesperado, Netanyahu sufrió un revés significativo cuando fue acusado de crímenes de guerra por la Corte Penal Internacional, lo que representó un golpe para la legitimidad del gobierno israelí.
El uso de la fuerza aérea para atacar zonas residenciales, hospitales, escuelas y mezquitas ha sido una estrategia sistemática para deshumanizar a la población palestina y borrar sus rastros.
La justificación oficial por parte del régimen israelí, que argumenta que estos ataques son respuestas a “actos terroristas” o “agresiones de Hamas,” es una falacia que intenta dar legitimidad a lo que en realidad son crímenes de guerra.
Mientras tanto, el mundo observa desde lejos, impotente o cómplice, dejando que los intereses geopolíticos de las potencias occidentales, que respaldan a Israel, prevalezcan sobre la vida humana y los derechos fundamentales de los palestinos.

La caída del gobierno de Bashar al-Asad y el reposicionamiento en Asia Occidental
La caída de Bashar al Asad en 2024 marcó un punto de inflexión en la geopolítica de Asia Occidental, especialmente en el contexto del conflicto sirio que había perdurado por más de una década. La resistencia de Siria a las fuerzas externas, la intervención de actores internacionales como Rusia e Irán, y el apoyo de las milicias locales a lo largo de los años habían mantenido a Asad en el poder, a pesar de los esfuerzos occidentales y regionales para derrocarlo.
Sin embargo, la situación en 2024 se tornó insostenible para su régimen, que perdió su capacidad de mantener el control sobre gran parte del país. La inestabilidad interna, las divisiones en su ejército, y una ofensiva yihadista fulminante apoyada internacionalmente por occidente finalmente se combinaron para hacer imposible la continuación de su gobierno.
La caída de Bashar al Asad no solo fue el colapso de un gobierno popular, sino también la culminación de una serie de eventos que transformaron la dinámica de la región. Siria, una vez un pilar clave en la resistencia a la influencia occidental en la región, se desintegró en fragmentos que fueron tomados por diferentes facciones apoyadas por actores externos.
En el contexto del escenario regional, esta caída no representó un triunfo de las fuerzas de la “democracia o la libertad”, como a menudo se presenta en los medios occidentales, sino más bien un debilitamiento de la resistencia árabe frente a la intervención imperialista.
Este cambio en Siria fue seguido de un reposicionamiento más amplio de los actores regionales en Asia Occidental. Por un lado, el espacio dejado por la caída de Asad fue rápidamente aprovechado por potencias como Turquía, que vio en la debilidad de Siria una oportunidad para expandir su influencia en el norte del país.
La intervención turca en el conflicto sirio, que ya se había materializado en varias incursiones militares en el norte de Siria, se intensificó, especialmente en las zonas kurdas, lo que convirtió a Turquía en un actor clave en la redefinición del futuro político de Siria.

La India: Un Gigante en Pleno Auge y sus Proyecciones a Futuro
El año 2024 ha marcado un punto de inflexión para la India, consolidándose como uno de los actores más importantes en el escenario global. Con una economía en constante crecimiento, una influencia diplomática cada vez más sólida y un posicionamiento estratégico entre Oriente y Occidente, la India ha demostrado ser una pieza clave en el ajedrez geopolítico mundial.
Bajo el liderazgo del primer ministro Narendra Modi, el país ha reforzado su papel tanto en el ámbito regional como internacional, aprovechando su posición como puente entre el mundo occidental y los países del Sur Global.
En el ámbito económico, la India ha continuado su ascenso como una de las economías más dinámicas del planeta, impulsada por el crecimiento del sector tecnológico, la expansión de su infraestructura y una creciente clase media. Además, su participación activa en foros internacionales como el G20 y los BRICS ha fortalecido su voz en las discusiones globales sobre desarrollo sostenible, seguridad energética y comercio internacional.
En términos geopolíticos, la India ha sabido equilibrar sus relaciones con Estados Unidos, Rusia y China, manteniendo una postura pragmática y defendiendo sus intereses nacionales. Sin embargo, las tensiones fronterizas con China, especialmente en el Himalaya, siguen siendo un punto delicado en su política exterior. A pesar de estos desafíos, Nueva Delhi ha incrementado su presencia en la región del Indo-Pacífico, colaborando con países como Japón, Vietnam y Australia para contrarrestar la influencia china y garantizar la estabilidad regional.
Mirando hacia el futuro, la India se proyecta como un actor indispensable en la configuración del orden multipolar emergente. Su influencia en el BRICS, su liderazgo en iniciativas tecnológicas y su capacidad para mediar entre potencias rivales la posicionan como una potencia clave en los años venideros. El mundo está observando de cerca el ascenso indio, un proceso que no solo transformará el destino del país, sino también el equilibrio de poder global en la próxima década.

Una ventana hacia el futuro
A medida que 2024 llega a su fin, el horizonte geopolítico de Eurasia y el mundo se muestra más incierto que nunca. Los desarrollos de este año reflejan una clara tendencia hacia un reordenamiento global permanente y en pleno desarrollo, donde las potencias emergentes buscan desafiar el liderazgo occidental y replantear las normas del sistema internacional.
En 2025, podemos esperar un incremento en las tensiones entre las grandes potencias, especialmente entre Rusia y la OTAN, así como una intensificación de los esfuerzos por parte de China para consolidar su influencia en Asia y más allá, particularmente en la región del Indo-Pacífico.
La situación en Ucrania continuará siendo un punto de fricción clave, con la guerra aún sin resolverse y el futuro de la alianza entre Occidente y sus aliados ucranianos en juego tras la próxima asunción de Donald Trump.
En el ámbito económico, el resurgir de los BRICS y la búsqueda de un orden multipolar probablemente desafiarán el dominio del dólar y las instituciones financieras internacionales controladas por Occidente, lo que podría precipitar una reconfiguración económica global, especialmente en el comercio y la financiación, aunque muy probablemente este año 2025 con la dirección de Brasil el BRICS+ no vera avances sustanciales debido al doble juego del presidente Lula Da Silva.
El Sudeste Asiático, con su creciente importancia estratégica, se perfila como un centro clave para los intercambios y las disputas geopolíticas, con países como Vietnam e Indonesia jugando un papel crucial en la balanza de poder.
El camino hacia 2025 será, sin duda, uno de confrontación y reconfiguración. Las grandes potencias y las naciones del Sur Global se verán obligadas a redefinir sus alianzas y estrategias, mientras la resistencia de los actores regionales más pequeños, como Irán o Siria, continuará desafiando las estructuras hegemónicas impuestas por Occidente.
Lo que nos espera es un mundo donde el enfrentamiento por el poder y la influencia determinará el futuro del orden mundial, con una creciente competencia por recursos estratégicos, territorios y economías emergentes.
Por Tadeo Casteglione* Experto en Relaciones Internacionales y Experto en Análisis de Conflictos Internacionales, Diplomado en Geopolítica por la ESADE, Diplomado en Historia de Rusia y Geografía histórica rusa por la Universidad Estatal de Tomsk. Miembro del equipo de PIA Global.
*Foto de la portada: EFE