Asia Slider

India bajo presión: el pulso energético con Washington y el fin del mito de las sanciones

Por PIA Global -La presión de Washington sobre Nueva Delhi para que abandone las importaciones de petróleo ruso vuelve a poner de manifiesto una realidad que Estados Unidos se niega a aceptar: el mundo ya no gira en torno a sus sanciones.

Lo que antes era un instrumento de coerción casi absoluto hoy se ha transformado en un arma cada vez más ineficaz frente a la emergencia de un orden multipolar en el que los países defienden con más firmeza sus intereses nacionales.

Durante las últimas semanas, Estados Unidos ha intensificado su ofensiva diplomática contra la India tras sancionar a dos de los mayores productores rusos, Rosneft y Lukoil. Washington espera que Nueva Delhi deje de comprar petróleo con descuento procedente de Rusia, que desde 2022 se convirtió en una fuente clave para asegurar la estabilidad energética del país asiático.

Sin embargo, esta expectativa choca de frente con la lógica de la realpolitik india y con el pragmatismo de su liderazgo, que sabe que renunciar al crudo ruso sería un suicidio económico.

La obsesión de Washington y el pragmatismo de Nueva Delhi

India importa cerca del 85% de su petróleo crudo. En medio de una demanda interna creciente y una economía en plena expansión, su prioridad es mantener precios accesibles y suministros estables.

Desde el estallido de la Operación Militar Especial de Rusia en Ucrania, el petróleo ruso ha sido la opción más conveniente: ofrece descuentos significativos y, además, refuerza una alianza histórica entre Moscú y Nueva Delhi que se remonta a la Guerra Fría.

La ofensiva de Estados Unidos no es nueva. Ya en años anteriores, Washington intentó sin éxito que la India suspendiera sus compras de petróleo iraní, amenazando con sanciones y restricciones financieras. El resultado fue mínimo. Nueva Delhi continuó desarrollando sus vínculos con Teherán, especialmente en torno al puerto estratégico de Chabahar, situado en el litoral iraní del océano Índico.

Curiosamente, el propio gobierno estadounidense acaba de prorrogar por seis meses la exención de sanciones sobre ese puerto, que India administra desde mayo del año pasado y que sirve como punto de conexión clave del Corredor Internacional de Transporte Norte-Sur, una ruta que une a Rusia, Irán, Asia Central y la India.

El mensaje es claro: mientras presiona por un lado, Washington se ve obligado a tolerar excepciones por otro, consciente de que no puede aislar a todos los actores sin autolesionarse.

El juego de las “tercerizaciones” y el nuevo mapa energético

Las sanciones occidentales ya no logran detener el flujo del petróleo ruso, sino que lo desvían y transforman. Las refinerías indias, conscientes del riesgo de represalias, han comenzado a tercerizar parte de sus operaciones y a recurrir a intermediarios o mezclas de crudos que enmascaran el origen del petróleo.

Al mismo tiempo, Moscú ha perfeccionado sus rutas de exportación, utilizando flotas paralelas y acuerdos triangulados con países de Asia y Medio Oriente.

En este contexto, la energía se ha convertido en un instrumento de soberanía. Ningún Estado emergente está dispuesto a renunciar a sus fuentes de abastecimiento para satisfacer las demandas de una potencia que atraviesa una pérdida de hegemonía evidente.

La misma India que hoy recibe presiones por el petróleo ruso podría, si lo deseara, seguir comprándolo a través de fuentes iraníes, utilizando el corredor norte-sur y el puerto de Chabahar como plataforma de tránsito.

India desafía el cerco energético

Un reciente informe del Financial Times, basado en investigaciones de la empresa de inteligencia marítima TankerTrackers.com, ha revelado un nuevo capítulo en la batalla silenciosa por la energía global: el traslado clandestino de petróleo ruso sancionado hacia la India a través de complejos mecanismos de transbordo en el Golfo de Omán.

Este hecho, lejos de ser un incidente aislado, confirma lo que desde hace tiempo es evidente: las sanciones occidentales han perdido su capacidad de control, y las potencias emergentes —en particular India— están reescribiendo las reglas del comercio energético mundial.

Según la investigación, cuatro petroleros sancionados por Estados Unidos, Reino Unido y la Unión Europea —el Belgorod, Danshui, Dignity y Primorye— cargaron crudo en el puerto ruso de Murmansk y realizaron transbordos en una zona marítima ubicada 40 millas náuticas al este de Sohar, fuera de las aguas territoriales de Omán.

Las imágenes satelitales obtenidas muestran con claridad los intercambios de carga entre buques rusos y navíos con destino a la refinería Guru Gobind Singh, en el estado de Punjab, propiedad compartida entre Mittal Energy y socios estatales indios.

Lo más revelador es que todos los buques rusos apagaron sus transpondedores AIS (el sistema de identificación automática que permite rastrear embarcaciones) al aproximarse a la zona de transferencia, mientras que uno de los buques implicados, el Samadha, incluso envió una señal falsa que sugería un viaje circular desde India hasta Omán, sin haber tenido contacto directo con los petroleros rusos.

Este tipo de maniobras, típicas del comercio marítimo sancionado, muestran una sofisticación creciente en la evasión técnica y logística del sistema de sanciones occidentales.

280 millones de dólares que demuestran una realidad

El valor de las cuatro cargas transportadas entre julio y septiembre se estima en 280 millones de dólares, una cifra que refleja no solo el volumen del comercio energético entre Moscú y Nueva Delhi, sino también la escala del desafío que enfrentan las potencias occidentales para imponer su voluntad en un mundo interdependiente.

Pese a las advertencias de Washington, la India no ha cedido. Al contrario, ha mantenido firme su política de asegurar su suministro energético al menor costo posible. En septiembre de 2025, el 34% de las importaciones petroleras indias procedían de Rusia, lo que equivale a 1,8 millones de barriles diarios.

El director financiero de la estatal Indian Oil Corporation (IOC), Anuj Jain, fue categórico:

“No vamos a dejar de comprar crudo ruso mientras cumplamos con las sanciones. El crudo ruso no está sancionado. Son las entidades y las líneas navieras las que han sido sancionadas.”

La declaración deja claro que India en su gran pragmatismo diplomático interpreta las sanciones a su conveniencia, distinguiendo entre la procedencia del petróleo y las empresas o navieras específicas penalizadas. Este enfoque pragmático se traduce en una política energética flexible, soberana y cada vez más desafiadora para la arquitectura financiera de Occidente.

Un mundo más amplio que las sanciones

La situación deja al descubierto la inutilidad creciente de las sanciones unilaterales. Lejos de aislar a Rusia, las medidas de castigo han acelerado la diversificación del comercio global, consolidando redes alternativas entre Eurasia, Medio Oriente y África. Moscú, Teherán, Nueva Delhi y Pekín trabajan ahora en una arquitectura económica que reduce la dependencia del dólar y fortalece la autonomía estratégica de sus regiones.

Estados Unidos, en cambio, se ve atrapado en su propia trampa. Al intentar aislar a Rusia, empuja a la India a estrechar lazos con el eje euroasiático, debilitando aún más su influencia en el Sur Global. La lógica de “quien no está conmigo está contra mí” ha dejado de funcionar.

El pulso energético entre Washington y Nueva Delhi simboliza el nuevo equilibrio mundial. India no puede ni quiere prescindir del petróleo ruso, y la Casa Blanca lo sabe. El tiempo en que las sanciones dictaban la conducta global ha pasado. Hoy, los países emergentes actúan con independencia, conscientes de que el mundo es mucho más grande, más diverso y menos obediente que la geografía mental de Washington.

En el tablero de la energía y la geopolítica, las cartas ya no están en manos de una sola potencia. Y eso, precisamente, es lo que Estados Unidos aún no puede aceptar.

*Foto de la portada: AP

Dejar Comentario