Análisis del equipo de PIA Global Europa

El globalismo atlantista de las élites europeas se resisten a su derrota

Escrito Por Micaela Constantini

Por Micaela Constantini* –
La grieta transatlántica se abre cada vez más, los globalistas atlantistas de las élites europeas se intentan resistir a su derrota mientras sufren una pérdida de hegemonía, fatiga y desgaste de aliados menos radicalizados, crisis de liderazgo, el ascenso de nuevos actores opositores y la reconfiguración del orden internacional.

Europa ha comenzado el 2025 volviendo a ser el centro de acontecimientos geopolíticos significativos y tan sólo en febrero observamos el quiebre de los vínculos transatlánticos junto a la deslegitimación de aquel “orden internacional basado en normas y valores”; la pérdida de relevancia como actor geopolítico respetado tras el ninguneo y humillación a las cúpulas europeas por parte de la administración Trump; la profundización de la crisis política; y el cuestionamiento de los valores y prácticas democráticas.

Pero lo que resulta más evidente en el continente europeo es la resistencia de las estructuras del globalismo atlantista, representada en ciertas élites europeas, a su derrota.

Mientras que Washington se encuentra comenzando a restablecer conversaciones con Moscú con el objetivo de trazar un camino hacia la búsqueda de la finalización de la guerra en Ucrania con parámetros realistas sobre la situación, el globalismo atlantista busca perpetuar la guerra en Ucrania y la desestabilización en otros países, ya que tener focos activos es parte del sostén de su proyecto.

El globalismo atlantista está centrado en la alianza entre EEUU y Europa a partir de la OTAN, por lo que su principal eje de interés es la defensa y seguridad frente a quienes considera sus enemigos. Todo gira alrededor de los intereses estadounidenses en este proyecto, enfocados en la seguridad, libre mercado y el discurso del orden basado en normas y valores occidentales. Con el nuevo gobierno de Trump, un gran opositor al globalismo, este grupo ya no se encuentra dirigiendo EEUU, como fue la administración Biden, por lo que las elites globalistas europeas se encuentran huérfanas resistiendose su debacle.

No obstante, el hecho de que el globalismo ya no cuente con el poder presidencial en la Casa Blanca, los actores que sostienen el proyecto globalista tanto en EEUU como en Europa continúan operando. 

En el continente europeo, este grupo se encuentra arraigado a las estructuras de la Unión Europea, y su principal cara visible es la reelegida presidenta de la Comisión Europea Úrsula von der Leyen, pero también la actual Alta Representante de Asuntos Exteriores de la UE, Kaja Kallas, el anterior Alto Representante, Josep Borrell, el actual Secretario General de la OTAN, Mark Rutte, el anterior Secretario General, Jens Stoltenberg. Pero también continúan operando en “las sombras” la orquestadora del euromaidan Victoria Nuland y su esposo Robert Kagan, Hillary Clinton, George Soros…

Por lo que resulta importante resaltar que los acontecimientos belicistas que se viven en Europa no representan a los intereses de la región ni tampoco expresan todo lo que sucede en Europa. Ha sido parte de la construcción hegemónica que las instituciones de la UE se autoatribuyan la representatividad de todo el continente y tomen decisiones que afecten a toda la región sin siquiera ser una estructura elegida democráticamente por sus ciudadanos.

La élite europea burócrata parte del proyecto del globalismo atlantista, que ha logrado permanecer en el poder, ya había comenzado a debilitarse, en especial, durante el 2024, como consecuencia de sus propias decisiones y acciones. 

La posición belicista, la construcción del enemigo ruso y el malvado Putin les permitió avanzar rápidamente hacia la expansión de la OTAN y la militarización de la región apuntando hacia las fronteras rusas. Mientras profundizaban la narrativa y el discurso rusófobo decidieron apoyar a Ucrania aportando desde ayuda militar, financiamiento y con sanciones contra Rusia.

Al poco tiempo estas decisiones se volvieron en su contra y todo aquello que quisieron causar en Rusia lo sufrió únicamente el pueblo europeo. Las crisis se fueron profundizando cada vez más y a pesar de los intentos de particularizar las problemáticas de cada país, las crisis calaban hondo en todo el continente y golpeaban más duro en los países con menor estabilidad política y/o económica. 

Se comenzó a observar un gran crecimiento, sea a nivel electoral o en territorio, de aquellos partidos que proponían no continuar con el apoyo a Ucrania, iniciar negociaciones para finalizar la guerra, restablecer relaciones con Rusia, no cortar el paso de la energía rusa. En la mayoría de los casos se trata de partidos de derecha y extrema derecha que abanderan estas posturas, mientras que la socialdemocracia perdió credibilidad y apoyo popular.

Con estos partidos avanzando en el terreno, e incluso ganando elecciones locales pero también europeas como fue en las elecciones al Parlamento Europeo, se comenzó a evidenciar el accionar golpista de estas élites globalistas, que ante cualquier posibilidad de peligro de sus estructuras de poder o de “estorbo” en su proyecto comenzaban operaciones de desestabilización contra el país o actor en cuestión. Como ya hemos analizado los casos en Georgia, Rumania, Moldavia, Serbia, Eslovaquia, República Srpska, Hungría. 

La resistencia a la derrota del proyecto globalista ha llevado a sus actores a decisiones y acciones centradas en el autoritarismo y profundización del belicismo.

Así observamos una mayor expansión del control burocrático por parte de la UE y en especial de la Comisión Europea de von der Leyen con políticas destinadas a controlar los Estados miembros, la fuerte regulación y censura alrededor de las redes sociales y medios de comunicación digital alternativos que amenacen a dichas elites atlantistas, al tiempo que persiguen, extorsionan y desestabilizan a países euroescépticos o con posiciones críticas hacia la UE.

Otra muestra de esta resistencia se da alrededor de perseguir los intereses de Washington sin establecer objetivos acordes a los intereses europeos, y esto se ve claramente en las decisiones alrededor de la cuestión energética. Las principales sanciones contra Rusia se dirigieron hacia el sector energético buscando cortar con “la dependencia a la energía rusa” para pasar a la dependencia energética más costosa, contaminante y poco confiable de Estados Unidos, beneficiando a Washington y hundiendo la competitividad europea. A pesar del fracaso de dichas sanciones y de contribuir a profundizar la crisis energética europea (que acarreó a otras crisis como la desindustrialización y desempleo) la UE continúa estableciendo paquetes de sanciones, el último, el número 16, el 24 de febrero, fecha de aniversario del comienzo de la operación militar especial rusa en Ucrania.

Pero el principal punto en donde se evidencia la resistencia globalista a su derrota se da alrededor del conflicto ucraniano. Los recientes eventos desde el comienzo de conversaciones entre EEUU y Rusia muestran de manera más evidente el rol de cada actor europeo, al tiempo que constata las fracturas internas a nivel europeo con partidos y ciudadanos que no tienen como objetivo seguir detrás del proyecto globalista, pero también fracturas dentro del mismo globalismo atlantista. La reunión en Arabia Saudita entre Washington y Moscú ha sido un duro golpe al principal eje que motoriza la aplicación de políticas de guerra mientras demuestra el fracaso de tales decisiones y los verdaderos intereses movilizados detrás del “apoyo europeo a Ucrania”.

La reunión en Londres y la cumbre de emergencia de la UE en Bruselas tienen como objetivo perpetuar el conflicto bélico en Ucrania, profundizar el discurso antiruso, militarizar la región que incluye otro mecanismo de centralización del poder y del dispositivo de presión sobre los países miembros: el endeudamiento.

Entre las filas más radicalizadas del globalismo atlantis encontramos a Úrsula von der Leyen. Ninguna sorpresa. En Londres, la presidenta de la Comisión Europea había decretado la necesidad de reforzar militarmente a Ucrania con «amplias garantías de seguridad» que respalden sus posiciones económicas y militares, y en especial «Necesitamos reforzar masivamente nuestras defensas», añadió.

En Bruselas presentó una serie de propuestas para movilizar «cerca de 800.000 millones de euros» para que la Unión Europea aumente el gasto en defensa. El plan, bautizado con el nombre de Rearmar Europa, incluye un nuevo instrumento que proporcionará 150.000 millones en préstamos a los Estados miembros y que se podrá usar también para Ucrania.

«Es crucial aumentar la inversión en defensa durante un periodo prolongado, para la seguridad de la Unión Europea en el contexto geoestratégico en el que vivimos, debemos prepararnos para lo peor», aseguró en Londres.

Otro actor que ha vuelto a las líneas europeas radicalizadas es el primer ministro británico, Keir Starmer, quien organizó la cumbre en Londres. Allí anunció su intención de formar «una coalición de voluntarios» para imponer un eventual acuerdo de paz, en donde Reino Unido busca desempeñar un papel protagonista.

«No podemos quedarnos de brazos cruzados. Los que estén preparados deben intensificar su planificación con carácter de urgencia. El Reino Unido está dispuesto a apoyar este esfuerzo con tropas en tierra y aviones en los cielos, junto con otros», dijo Starmer. Parece que se olvidó de la pregunta que Trump le susurró ante la televisión mundial “¿Pueden enfrentarse a Rusia por sí solos?”. 

“Es imposible no darse cuenta de las contradicciones más evidentes: Gran Bretaña se erige en pivote y mando militar de una «coalición» de países europeos a pesar de estar políticamente fuera de la UE, y también en «puente» con Estados Unidos -imprescindible militarmente, por la cobertura vía satélite y la «disuasión nuclear»- que, sin embargo, dicen en todos los idiomas que les importa un bledo”, resumió el analista Alessandro Avvisato.

Otros actores posicionados en los atriles radicalizados del globalismo atlantista son Sanchez, Scholz, Merz y Macron. Macron y Starmer buscan liderar esta resistencia, aunque aún no logran ponerse de acuerdo en algunos puntos para trabajar juntos. Aún falta la consolidación del nuevo gobierno alemán, pero será necesario vigilar de cerca el vínculo Starmer-Macron ya que Macron globalista posee una mayor oposición a Washington mientras busca posicionarse como líder de proyecto europeísta. 

Los intereses de Reino Unido sobre Europa del Este están trazados en la Global Britain por lo que es sorpresa el protagonismo que está buscando Starmer ahora que su principal competidor, EEUU, se encuentra proyectando hacia Asia. De hecho, Reino Unido y Ucrania habían firmado un acuerdo a 100 años en donde se encontraba ya establecida la explotación de tierras raras y minerales, por lo que diversos analistas aseguran que Zelensky sólo habría jugado con Trump y el posible acuerdo que iba a firmar cuando fue a Washington.

El primer ministro británico Keir Starmer (al fondo, al centro) preside una cumbre para examinar la situación en Ucrania, en Lancaster House, el domingo 2 de marzo de 2025, en Londres. (Sean Kilpatrick/The Canadian Press vía AP)

Emmanuel Macron ha reclamado mayor autonomía estratégica: “Necesitamos movilizar cientos de miles de millones de euros, que equivale a un aumento del 2% comprometido en gasto militar con respecto al PIB por los países de la OTAN a una cifra que puede oscilar entre el 3 y el 3,5%, según sugirió el presidente francés. “Es el momento de despertar estratégico de Europa”, defendió en los instantes previos a la reunión. Merz ha reclamado a su vez un esfuerzo para “lograr la independencia de Estados Unidos”.

No nos olvidemos que la idea de militarizar Europa implica continuar la dependencia con EEUU, ya que los europeos dependen tanto a nivel industrial como en la interoperabilidad de Washington. 

Una propuesta reciente de Macron ha sido la posibilidad de poner a los países europeos bajo la protección de la fuerza de disuasión nuclear francesa a petición del candidato a canciller alemán Friedrich Merz.

«Respondiendo al llamamiento histórico del futuro canciller alemán, he decidido iniciar una discusión estratégica sobre la defensa de nuestros aliados en Europa con la fuerza de disuasión francesa», indicó el mandatario francés.

Por su parte el primer ministro polaco, Donald Tusk, otro líder europeo que Trump ninguneó en EEUU, llamó a no desestimar la propuesta de París para extender la protección del ‘paraguas nuclear’ francés a los países europeos. «Debemos tomarnos en serio estas propuestas, porque una de nuestras prioridades es coordinar todas las capacidades que tiene Europa y crear una fuerza militar unificada y bien coordinada», aseguró Tusk.

“¿Quién puede ayudar a Zelensky? Las declaraciones rusófobas de los países bálticos y Polonia no tienen nada que ver con la realidad a la que se enfrentan los europeos. Actualmente no tienen dónde llevar personal militar, uniformes, tanques, obuses para entregarlos a Ucrania. Los únicos tres países que pueden suministrar a Zelensky los restos de armamento son Francia, Alemania y el Reino Unido. Sin embargo, el hecho de que Europa no haya desarrollado su propio complejo militar-industrial durante décadas, sino que haya estado comprando armas a los estadounidenses de acuerdo con sus normas, juega en contra de Ucrania y del deseo de seguir patrocinando la guerra. Ahora, de palabra, todos los primeros ministros de Europa apoyan a Zelensky, pero en la práctica no pueden ayudar en nada”, afirma el experto en relaciones internacionales y exdiplomático, Hunter Mazwell.

La grieta transatlántica se abre cada vez más, los globalistas atlantistas de las élites europeas se intentan resistir a su derrota mientras sufren una pérdida de hegemonía, fatiga y desgaste de aliados menos radicalizados, crisis de liderazgo, el ascenso de nuevos actores opositores y la reconfiguración del orden internacional.

Continuaremos de cerca los acontecimientos y las decisiones de las élites y actores europeos. ¿Existe la posibilidad de que continúen profundizando el camino belicista y de perpetuación de la guerra; o que vuelvan a los brazos de Washington a regañadientes asegurando el rearme europeo y la continuidad del discurso antiruso; que ganen mayor protagonismo los actores críticos a la UE; las potencias europeas se disputarán el liderazgo europeo…?. 

Hoy nos encontramos en otro mundo, un mundo multipolar que ofrece a Europa un oportunidad de redefinir su política y formas de establecer las relaciones internacionales para volver a posicionarse como un actor geopolítico de relevancia, coherente, confiable y serio con objetivos que velen por los intereses europeos y no los estadounidenses.

*Micaela Constantini, periodista y parte del equipo de PIA Global.

Foto de portada: PIA Global.

Acerca del autor

Micaela Constantini

Comunicadora Social, periodista. Miembro del equipo de investigación de PIA Global. Investigando cibergeopolítica y virtualidad. Feminista, antiimperialista y autodidacta. Nuestra americana Trabajo con redes sociales, edición de video y comunicación digital.

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