Europa

El acuerdo ucraniano sobre cereales tras la retirada de Rusia: ¿un puente de paz o un nudo gordiano en el Mar Negro?

Por Hasan Selim Özertem* –
Un estancamiento prolongado podría tener repercusiones no sólo en el mercado mundial de alimentos, sino también en la dinámica geopolítica del Mar Negro en un futuro próximo.

En 2022, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan desempeñó un papel clave en la mediación del acuerdo entre Ucrania y Rusia para abrir el corredor de cereales. Como las minas marinas y los buques de guerra amenazaban la seguridad de la navegación, era imposible salir de los puertos del Mar Negro hasta que las partes llegaran a un acuerdo. Así pues, el acuerdo supuso un gran avance en el conflicto entre Rusia y Ucrania, ya que designaba un paso seguro para los buques. Además, las partes acordaron por fin una agenda positiva tras el inicio de la operación especial rusa en febrero.

En julio de 2022, se acordó que el acuerdo permanecería en vigor durante 120 días y funcionó correctamente, con prórrogas, durante un año. Según datos de la ONU, 33 millones de toneladas de grano llegaron a diferentes destinos en todo el mundo. Sin embargo, aunque se mantuvo el tráfico de buques procedentes de Ucrania, no hubo casi ninguna mejora en las promesas expedidas a Rusia.

Según el Memorando de Entendimiento firmado entre Rusia y la Secretaría de la ONU, Rusia esperaba que se le facilitara el acceso a los mercados extranjeros para exportar sus productos alimentarios y fertilizantes. Debido a las sanciones impuestas a Rusia por Occidente, Rusia se enfrentaba a problemas que obstaculizaban sus exportaciones, ya que apenas había indicios de avance en el sector bancario, los seguros y la logística.

A pesar de todos estos predicamentos, las exportaciones rusas de grano se dispararon hasta alcanzar la cifra récord de 60 millones de toneladas durante la campaña agrícola de 2022-2023. Este logro, sin embargo, no implica un acceso sin restricciones a los puertos occidentales ni la normalización de los procesos de pago y seguro. Mientras tanto, Ucrania siguió diversificando sus rutas de exportación a través de Rumanía y Polonia, junto con el Mar Negro.

Como los problemas prevalecían, Rusia empezó a quejarse de las cuestiones sin resolver y recordó que sólo un pequeño porcentaje del grano llegaba a los países subdesarrollados. En su intervención en el Foro Económico de Vladivostok en septiembre de 2022, el presidente Vladimir Putin afirmó: «Si excluimos a Turquía como país intermediario, entonces casi todo el grano exportado desde Ucrania no se envía a los países en desarrollo más pobres, sino a los países de la Unión Europea».

Si observamos el rendimiento del corredor de cereales, la afirmación del Presidente Putin ha demostrado ser correcta. Un año después, los datos de la ONU muestran que los cinco principales receptores del acuerdo ucraniano son China, España, Turquía, Italia y los Países Bajos. Sólo el 3% del grano se exportó a países de renta baja, y el 44% de los receptores fueron Estados de renta alta.

Los datos indican que los países desarrollados se beneficiaron directamente del acuerdo. Sin embargo, el acuerdo también favoreció indirectamente a las naciones subdesarrolladas, ya que los precios del trigo han caído un 14% y los del maíz más de un 20% desde enero de 2023. Tras el acuerdo, los precios empezaron a subir. Si no se restablece el acuerdo, se prevé que los precios sigan subiendo en el próximo trimestre, especialmente después de que concluya la temporada de cosecha en el hemisferio norte, lo que supondrá un reto para los países subdesarrollados.

En la cumbre africana de San Petersburgo, el presidente egipcio Abdel Fattah al-Sisi abogó por la reactivación del acuerdo. En respuesta, el presidente Vladimir Putin se comprometió a suministrar a Burkina Faso, Zimbabue, Mali, Somalia, la República Centroafricana y Eritrea entre 25.000 y 50.000 toneladas de grano complementario a cada uno en los próximos tres o cuatro meses. Aunque el gesto de Rusia supondrá un alivio para estas naciones, es necesario hacer más para resolver suficientemente los problemas de suministro mundial que mantienen elevados los precios de los alimentos. Cabe señalar que las exportaciones ucranianas constituyen casi el 8% de las exportaciones mundiales.

¿Qué quiere Rusia?

El 19 de julio, dirigiéndose a los miembros del gobierno, el Presidente ruso Vladimir Putin enumeró las exigencias de Rusia para reanudar el acuerdo sobre los cereales como:

  1. Levantar las sanciones sobre el grano y los fertilizantes rusos.
  2. Reconexión de las instituciones financieras rusas al sistema SWIFT para aliviar los obstáculos antes de exportar grano y fertilizantes.
  3. Reanudación del suministro de piezas de recambio para maquinaria agrícola y la industria de fertilizantes en Rusia
  4. Resolver las cuestiones relacionadas con el arrendamientos de buques y el seguro de los envíos rusos de exportación de alimentos.
  5. Reanudación de la explotación del oleoducto de amoníaco Togliatti-Odessa.
  6. Liberación de los activos rusos asociados al sector agrícola.

De la lista anterior se desprende que las condiciones coinciden en gran medida con el Memorando de Entendimiento firmado en julio de 2022, pero Rusia pide más.

En primer lugar, el Kremlin busca acciones tangibles antes de restablecer el acuerdo sobre cereales. En concreto, pide que se integre el banco agrícola ruso, Rosselkhozbank, en el sistema SWIFT en lugar de considerar propuestas alternativas. En los últimos meses, JP Morgan actuó como facilitador de las exportaciones de grano ruso, pero desde entonces ha dejado de procesar sus pagos. En consecuencia, el Kremlin desea un acceso sin restricciones al sistema financiero mundial en lugar de depender de un único banco occidental.

En segundo lugar, Rusia está presionando para que se suavicen las sanciones que pesan sobre su producción agrícola y de fertilizantes, con el fin de garantizar una solidez continuada en estos ámbitos. Sin embargo, estas peticiones podrían ser recibidas con escepticismo, dada la posible doble aplicación de algunos de estos recursos.

La lista anterior es un reflejo de la relajación de algunas restricciones financieras. Aun así, Rusia también se siente incómoda con los continuos intentos de sabotaje de Ucrania, incluido el ataque con drones al puente de Kerch el 17 de julio. La decisión de retirarse se tomó justo después de este ataque, y Rusia pretendía ostensiblemente debilitar el poder de Ucrania.

El Kremlin argumenta que el tráfico en curso ayuda a Ucrania a acceder a fuentes de financiación y a ganar influencia en el campo de batalla al proporcionar las fuentes necesarias. Así pues, no es de extrañar que, tras la suspensión del acuerdo sobre el grano, Odessa recibiera misiles que socavarían las exportaciones ucranianas a través de las rutas europeas.

¿Podrá Ankara convencer al Kremlin de que reanude el acuerdo?

Hablando con el Presidente Putin el 3 de agosto, el Presidente Erdogan subrayó la importancia del acuerdo sobre cereales, que él llama «el puente de paz». Tras la llamada telefónica, el Presidente turco dijo que espera reunirse con el Presidente Putin en agosto. Ankara sigue siendo uno de los pocos actores influyentes que mantienen un diálogo tanto con Kiev como con Moscú.

Turquía no sólo medió en el acuerdo, sino que también se benefició al recibir los envíos de grano de forma segura debido a su situación estratégica cerca de los puertos ucranianos y rusos. Así pues, el restablecimiento de este acuerdo reforzaría la reputación mundial de Turquía y favorecería sus intereses económicos.

Sin embargo, las recientes maniobras del gobierno turco tras las elecciones decepcionaron al Kremlin. Tras la reunión entre el presidente Erdogan y su homólogo Volodymyr Zelensky, se permitió a los comandantes de Azov regresar a Ucrania. Se suponía que debían permanecer en Turquía, según un acuerdo de septiembre sobre el intercambio de prisioneros de guerra entre Rusia y Ucrania.

Sin comentarios oficiales, es difícil llegar a conclusiones seguras sobre esta evolución. Aun así, Ankara probablemente pretendía rebajar la tensión en las filas de la OTAN antes de la cumbre de Vilna como actor que se enfrenta a duras críticas debido a su estrecho diálogo con Moscú. Del mismo modo, el presidente Erdogan retiró el bloqueo antes del ingreso de Suecia en la OTAN y apoyó la adhesión de Ucrania a la alianza a pesar de que los problemas de integridad territorial del país siguen sin resolverse.

Los últimos acontecimientos indican que esto no equivale a ignorar por completo a sus aliados occidentales. Sin embargo, es prematuro afirmar que Turquía está dando un giro profundo hacia Occidente a expensas de su estrategia equilibrada. Sus retos económicos y sus recientes esfuerzos por normalizar su política exterior han instigado estos cambios. Las señales actuales del Kremlin sugieren que las recientes acciones de Turquía se toman en cuenta, pero no conducirán a una fractura dramática de los lazos bilaterales. Sin embargo, sigue siendo complejo calibrar las repercusiones de la ambición turca de mediar entre Ucrania y Rusia.

Con el acuerdo sobre los cereales en el limbo, Turquía se enfrentará sin duda a una mayor presión de Occidente y la OTAN para que alivie su bloqueo del estrecho turco. El 28 de febrero, adhiriéndose a la Convención de Montreux, Ankara restringió el acceso al Mar Negro de cualquier buque de guerra de terceros países. Recientemente, algunos analistas han propuesto alternativas, como que las fuerzas de la OTAN escolten a los buques que transportan grano y fertilizantes ucranianos por razones humanitarias. Aunque una acción de este tipo podría provocar más tensiones regionales, lo que la convierte en una hipótesis poco probable, también indica un posible impulso para que Turquía permita el acceso al Mar Negro durante el periodo de 21 días estipulado en la Convención de Montreux.

Conclusión

La situación pone de relieve que la decisión de Rusia de retirarse del acuerdo sobre cereales va más allá de meras consideraciones financieras. Aunque las sanciones actuales han limitado la agilidad exportadora de Rusia, su impacto sigue siendo limitado. Sin embargo, el Kremlin sostiene que el acuerdo sirve principalmente a los intereses de Ucrania, dejando de lado los compromisos adquiridos con Moscú.

En este contexto, las exigencias de Moscú eran coherentes con el marco de julio de 2022. Tras la retirada, Rusia ha atacado tácticamente infraestructuras específicas, obstaculizando la capacidad de exportación de grano de Ucrania. Aunque estas acciones pueden interpretarse como medidas de represalia contra supuestos sabotajes de las fuerzas ucranianas, es innegable que ponen a prueba la capacidad financiera de Kiev para mantener sus esfuerzos militares.

La narrativa predominante de Rusia indica una preferencia por las acciones tangibles frente a las alternativas sugeridas como condición para volver a participar en el acuerdo sobre los cereales. En esta ecuación, Turquía y el Secretario General de la ONU aparecen como posibles mediadores para persuadir a Rusia. Sin embargo, esta diplomacia debe formar parte de una iniciativa de colaboración más amplia, que inste a las partes interesadas occidentales a ir más allá de las meras garantías. Un estancamiento prolongado podría tener repercusiones no sólo en el mercado mundial de alimentos, sino también en la dinámica geopolítica del Mar Negro en un futuro próximo.

*Hasan Selim Özertem, analista politico turco.

Artículo publicado originalmente en Club Valdai.

Foto de portada: Reuters.

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