Nuestra América

Bolívar y el Príncipe de Gramsci.

Por Alberto Pinzón Sánchez*
Cuando Antonio Gramsci en noviembre de 1927, un año después de haber sido detenido, en la mazmorra fascista a donde Mussolini lo ha enviado “para evitar que su cerebro pensara”, el día que se entera de la expulsión de Trotsky del partido comunista soviético, con una intuición política sorprendente, pide las obras completas de Maquiavelo.

Gramsci es un leninista maduro convicto y confeso, delegado en la Internacional Comunista, con cerca 14 años de militancia en el Marxismo revolucionario.

Ha fundado en 1921 el partido comunista italiano, en 1924 ha sido elegido como su secretario general, y en pequeños cuadernos que la censura fascista le proporciona, a pesar de la tuberculosis ósea que lo destruye, inicia el esbozo escrito de sus principales planteamientos de la coyuntura mundial e italiana y de sus aportes al marxismo:

La relación de Marx y Hegel. La filosofía de la praxis. La ideología.  La relación historia/historicismo. El partido político. La hegemonía. Las clases subalternas. El bloque histórico. Sociedad civil/sociedad política. La guerra de posiciones en el campo político, etc.

No pretendo hacer aquí una monografía reducidora de todos los valiosos aportes del dirigente de la clase obrera italiana al Marxismo Revolucionario, que devino universal, sino resaltar someramente lo siguiente:

1- El estudio serio y sistemático que hace Gramsci del Maquiavelo integral y la asimilación de sus obras, No solo del Príncipe, sino los Discursos sobre Tito Livio, el Arte de la Guerra y otros escritos, para rescatar su vigencia, enriquecer y desentumir el pensamiento de los hombres de acción trasformadores de la realidad social.

2-La discusión planteada sobre la cuestión de la supra estructura (über bau) Estatal, concebida por Gramsci, ya no como un simple aparato mecánico de represión, sino como algo más relacional, complejo, dinámico y en desarrollo histórico: “La suma de la sociedad civil y la sociedad política, o sea hegemonía acorazada con coerción” …

 … “No hay ninguna conexión genética entre el Príncipe de Maquiavelo y el Emperador de Dante, – escribe Gramsci, y menos aún entre el Estado moderno y el imperio medieval… Dante quiere superar el presente, pero con los ojos vueltos al pasado. También Maquiavelo miraba al pasado, pero de manera muy diferente de la de Dante” (C VIII.)

 3- La tesis central sobre el Príncipe, luego recopilada y ampliada en el libro “notas sobre Maquiavelo, sobre la política y sobre el Estado moderno”, sintetizada en este memorable párrafo:

 “Si hubiera que traducir a un lenguaje político moderno la noción de príncipe, tal como funciona en el libro de Maquiavelo habría que hacer una serie de distinciones: príncipe podría ser un jefe de Estado, un jefe de gobierno, pero también un jefe político que quiere conquistar un Estado o fundar un nuevo tipo de Estado; en ese sentido príncipe podría traducirse a la lengua moderna por Partido Político. En la realidad de algún Estado, el jefe del Estado, o sea, el elemento equilibrador de los diversos intereses en lucha contra el interés que prevalece, pero que no es exclusivo en un sentido absoluto, es precisamente el Partido Político, pero a diferencia de lo que ocurre en  el derecho constitucional tradicional, el Partido Político no reina ni gobierna jurídicamente: tiene Poder de Hecho, ejerce la función hegemónica y, por tanto equilibradora de intereses diversos en la sociedad civil la cual empero está tan entrelazada de hecho con la sociedad política que todos los ciudadanos sienten que en realidad reina y gobierna. Sobre esta realidad en movimiento continuo no se puede crear un derecho constitucional de tipo tradicional, sino solo un sistema de principios que afirmen como finalidad del Estado su propia disolución, su propia desaparición, o sea, la reabsorción de la sociedad política por la sociedad civil” (C IX).

25 años después, otro comunista atrapado en la cárcel subjetiva de sus propias contradicciones personales, una casi más terrible que la mazmorra fascista de donde Gramsci sale para morir; Luis Althusser busca en los textos gramscianos apoyo para desarrollar su lucha de intelectual comunista y militante contra el asfixiante dogmatismo dominante en el partido comunista francés. No solo la encuentra, sino que también descubre la pasión de Gramsci por Maquiavelo, y al contrario de su malogrado intento de separar y oponer al Marx viejo del joven Marx, estudia íntegramente y con rigor intelectual sistemático la obra teórica y práctica del ilustre florentino; desvirtuando la caricatura perversa de que “el fin justifica los medios”, hecha por los jesuitas y teóricos escolásticos, muy bien aceptada por la doble moral de los burgueses dominantes de todos los tiempos, quienes mientras lo satanizaban y perseguían durante 4 Siglos, hasta hoy, utilizaron en beneficio propio y al escondido sus consejos.

Una lectura militante de Maquiavelo, hecha en clave actual, nos indica que el medio, solamente es justificable cuando se propone el fin histórico positivo y progresista de fundar un Estado popular democrático. La guerra no es “justa” (al contrario de lo enseñado por el cura español Ginés de Sepúlveda para conquistar, colonizar y esclavizar indígenas americanos) sino “necesaria”, y debe estar justificada además de subordinada a un fin histórico positivo y progresista, como pueden ser la expulsión de los extranjeros, la defensa de la Patria, o la fundación de un Estado popular democrático. La moral combativa del pueblo en armas de Clausewitz, es la virtud política de la milicia popular en Maquiavelo.

Al estudiar la vigencia política de Maquiavelo, Althusser hace un aporte al marxismo revolucionario por la vía del Jacobinismo de los revolucionarios franceses de 1789, y escribe dos sugestivos e irrebatibles estudios [1] que no dudo en recomendar a quienes vienen en camino; en donde desmenuza el pensamiento y la acción del “Profeta armado” que conduce su Pueblo a la fundación de un Estado nuevo (en El príncipe). “El republicano” que con leyes positivas hace perdurable el nuevo Estado (en los Discursos). Y “el hombre de acción” que construye su propio ejército popular y lo dirige, bajo el primado de la política, hacia el fin positivo y progresista de asegurar su construcción y expandirlo (en El Arte de la guerra).

En Althusser, Maquiavelo hombre de la transición feudal capitalista, vuelve a estar aquí y ahora, al haber descrito con realismo extremo (la verdad efectiva de las cosas y no su imaginación) de las condiciones violentas del ascenso de la burguesía europea de las grandes Señorías, que vienen a Mundo chorreando sangre y lodo (como lo describiera Marx en la acumulación originaria del capital) hasta imponer al “Vulgo” su hegemonía y coerción (Estado moderno). Sin embargo, y esta es su actualidad ocultada deliberadamente por sus utilizadores vergonzantes: al divulgar su obra en idioma vulgar, separando tajantemente como cosas distintas, la ética de la política y del poder de la iglesia romana, Maquiavelo también entregando sus escritos a sus amigos del Pueblo para que la lean y se den mañas de cómo combatir y desmontar todo ese Poder terrenal ¡Definitivamente hay que leer las obras de Althusser sobre Maquiavelo!

Entonces, ¿cuál es la relación del Maquiavelo gramsciano con el Libertador Simón Bolívar? 

El 17 de diciembre del 2003, salió publicado en Colombia por la editorial “paso de los Andes” un pequeño ensayo que titulé “Bolívar. Conductor político y militar de la guerra anticolonial” [2]. En el antepenúltimo párrafo de la última página escribí lo siguiente: “De acuerdo con Maquiavelo, se puede concluir que Bolívar fue un verdadero “Profeta armado que predicó y aplicó, basado en un ejército moderno propio, el objetivo patriótico de liberar su “gran patria” del sojuzgamiento colonial español y unirla en una Gran República sin hacer concesiones a las propuestas monárquicas que le hicieron sus compañeros claudicantes como Páez. Un Príncipe Moderno y Reformador Social que unas veces actuó como “zorro” descubriendo las trampas y otras como “león” imponiendo respeto. Que sorteó tres intentos serios de asesinato y sobrevivió múltiples batallas y cuya motivación íntima fue siempre la búsqueda del poder y la gloria colectivas, dentro de su objetivo vital e histórico de lograr la derrota del Colonialismo en Sudamérica; combinando con acierto las dos mitades que según Maquiavelo rigen toda acción humana trascendente: Virtud y Fortuna.”

Recibí varias observaciones de amigos (todavía influenciados por el desprecio y la satanización que se ha hecho la iglesia católica de Maquiavelo), que estuvieron en desacuerdo con este párrafo. Sin embargo, mientras más leo a ensayistas comunistas y marxistas de diversas tendencias estudiosos de la obra de Maquiavelo, como A. Borón et al, más me ratifico en lo escrito, y, agrego algo más: 

He descubierto, por ejemplo, que el ideal republicano de Bolívar y sus convicciones sobre el “poder moral” separado de la política, así como la figura del “presidente vitalicio”; se fraguaron no solo en la lectura directa de Maquiavelo y de los Jacobinos de la revolución francesa que Bolívar estudió y conoció a fondo (la superintendencia de la moral y las buenas costumbres de Saint Just, o el comité de salud pública de Robespierre), sino directamente de la práctica política de los “jacobinos negros de Haití” (como los denominó en su libro  C.L.R. James)  y en la  constitución haitiana de 1.793 que estableció la presidencia vitalicia de Toussaint L ́ Ouverture.

Asimismo, de estas lecturas vivificantes me han surgido dos interrogantes adicionales y complementarios a lo escrito:

 1 Acaso, ¿no es el fin bolivariano de la Patria Grande y la unidad latinoamericana como un bloque de naciones soberanas e independientes, un Estado nuevo popular y democrático (moderno) como el pensado por Maquiavelo?

2 Acaso, ¿no fue la declaración de la “guerra a muerte, un fin maquiavélico (en el sentido positivo y correcto del término) una decisión política estricta, tomada bajo imperativo moral superior de lograr el objetivo histórico supremo como era el de derrotar el Colonialismo esclavista y liberar la Patria Grande nuestroamericana de tan sanguinario y depredador flagelo?

3 Acaso, ¿no es la imagen del Libertador Bolívar que nos ha llegado después de dos siglos de práctica, la de un Centauro (mitad hombre, mitad caballo, mitad razón humana y mitad fuerza animal) según la quimera descrita por Maquiavelo para describir el Poder desarrollado luego por Gramsci para el poder del Estado = Consenso o Hegemonía (razón) revestida de Coerción (fuerza bruta) centauro infatigable cabalgando adherido a su caballo blandiendo su fulgente espada, seguido por miles de centauros menores o “Lanceros”, fieles seguidores suyos que lo acompañaron sin chistar por llanos ardientes y gélidas cordilleras para grabar en piedra, en Carabobo, en Boyacá, en Junín y en Ayacucho, una de las más grandes y gloriosas epopeyas de Nuestramérica Única y Diversa?        

Notas

*Médico, antropólogo y ensayista colombiano, exiliado político y colaborador de PIA Global

Referencias:

[1] Althusser Louis. Maquiavelo y nosotros. Ediciones Akal. 2004. Althusser Louis. Política e historia. De Maquiavelo a Marx. Ediciones Katz .2007

[2] https://freytter.eus/wp-content/uploads/2020/03/Simon-Bolivar.-Conductor-politico-Alberto-Pinzon-SanchezPDF.pdf

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