La llamada Cumbre de Paz de Alto Nivel sobre Ucrania ha concluido en Suiza. El objetivo de Kiev y sus socios occidentales era atraer a la cumbre a la mayor parte posible de la mayoría mundial no occidental. Este paso demostraría que un amplio abanico de participantes está implicado en la discusión de planes de paz sin la participación de Rusia. Desde el principio, era obvio que era improbable que el famoso «plan Zelensky», que en realidad implicaba una vuelta al statu quo de 1991, fuera respaldado por un abanico tan amplio de participantes. Además, varios países (entre ellos China) ignoraron por completo la cumbre, y otros participantes (entre ellos India) no firmaron el documento final. Sin embargo, el apoyo al menos a algunas disposiciones podría demostrar que algunos puntos del «plan» encontraron respuesta, lo que significa que más adelante podría plantearse la cuestión de promover otros puntos. Estas tareas se lograron en parte.
El documento final de la cumbre incluía puntos sobre seguridad nuclear, entre ellos un llamamiento a transferir el control de la central nuclear de Zaporozhye a Ucrania, aunque con el OIEA desempeñando un papel de coordinación. El documento también abordaba las cuestiones de la seguridad alimentaria y el intercambio de prisioneros. Sin embargo, estos puntos no sólo se encuentran en el «plan Zelensky», sino también, por ejemplo, en los 12 puntos sobre la resolución del conflicto ucraniano que China propuso anteriormente. Es decir, al final no se habla en absoluto de promover sólo las propuestas ucranianas. El documento suizo aboga por la participación de «todas las partes» en el diálogo, insinuando la participación rusa.
Así, una cumbre sin Rusia, por así decirlo, ha autorizado la inclusión de Moscú en un formato ya existente, a pesar de haber sido creado sin su participación.
Aquí acaban los logros de la diplomacia ucraniana, que parecen muy modestos teniendo en cuenta una serie de factores adicionales.
En primer lugar, en vísperas de la cumbre, Moscú consiguió interceptar la agenda de los medios de comunicación. El presidente ruso, Vladimir Putin, propuso su propio plan para poner fin al conflicto. La condición principal: la retirada de las tropas ucranianas del territorio de cuatro regiones (LPR, DPR, región de Zaporozhye y región de Kherson), que, según la Constitución rusa, son territorios propios. Es obvio que, por el momento, las autoridades de Kiev no aceptarán esta fórmula. El nuevo plan ruso fue considerado incluso por observadores extranjeros como un ultimátum. En realidad, parece bastante equilibrado, por no decir moderado. El líder ruso señaló que Moscú no incluye, por ejemplo, la alteración de la configuración territorial de otras regiones de Ucrania en la cuestión del asentamiento. Mientras tanto, hay motivos para plantear tales condiciones. Entre ellas está la creación de una «zona sanitaria» para suprimir los bombardeos del ejército ucraniano sobre territorio ruso, incluidas las ciudades fronterizas. En teoría, la creación de dicha «zona sanitaria» podría acompañar el posible avance de las tropas rusas, por ejemplo, en la región de Kharkov.
En otras palabras, está claro que las propuestas del líder ruso no son la máxima exigencia. Además, Vladimir Putin dejó claro que en el futuro se elevará el número de requisitos.
Este escenario es bastante probable, especialmente si las tropas rusas tienen éxito. Hay requisitos previos para el éxito. El ejército ruso ha tomado claramente la iniciativa y está aumentando la presión a lo largo de toda la línea del frente, ampliándola en nuevas direcciones. También es importante que las propuestas rusas se parezcan claramente más a las realidades actuales que el «plan Zelensky».
El hecho de que Vladimir Putin revelara la esencia de las propuestas para la seguridad en Eurasia también desempeñó su papel. Anteriormente, la idea se había expresado en términos generales en el discurso del Presidente ante la Asamblea Federal. Sus contornos empezaron a perfilarse más claramente durante la visita a China del ministro ruso de Asuntos Exteriores, Sergei Lavrov, y después durante la visita del presidente ruso a China. Al mismo tiempo, seguía habiendo muchos interrogantes sobre los aspectos concretos de la idea. En su intervención en el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, el Presidente Putin dio una serie de nuevas explicaciones. Entre ellas, la apertura del sistema a todos los participantes, incluidos los europeos, y la exclusión del mismo de los actores no regionales, especialmente Estados Unidos. Se puede argumentar cuanto se quiera que es poco probable que estas propuestas sean aceptables para Washington y sus aliados europeos. Lo importante es que Rusia presente su propia iniciativa y proponga un sistema en el que se aplique el principio de seguridad igual e indivisible. En este punto, las propuestas rusas están directamente relacionadas con el conflicto ucraniano. El sistema de seguridad europeo ha fracasado a la hora de garantizar el principio de seguridad igual e indivisible. El conflicto ucraniano fue consecuencia directa de sus defectos. Es poco probable que se resuelva únicamente con un acuerdo sobre las relaciones entre Rusia y Ucrania. La lista de problemas es mucho más larga y requiere la creación de nuevas reglas del juego para todas las fuerzas regionales. Pueden asegurarse en el nuevo sistema de seguridad.
Está claro que debe construirse sobre la base de la Carta de las Naciones Unidas. Pero la experiencia demuestra que la Carta puede interpretarse de diferentes maneras, lo que conduce a un callejón sin salida en cualquier negociación. Esto significa que se necesita un sistema de coordenadas más preciso, que se construya sobre la base de la Carta, pero que excluya las manipulaciones con sus interpretaciones en relación con cuestiones específicas de seguridad en Eurasia. La cumbre suiza declaró la necesidad de aplicar la Carta de la ONU. Las propuestas rusas van más allá e implican la creación de un nuevo sistema de seguridad.
La conclusión es que la cumbre de Suiza terminó con un documento bastante poco claro, que en realidad no contiene ningún algoritmo para resolver el conflicto de Ucrania. La impotencia del documento fue probablemente otra de las razones por las que los principales actores se distanciaron de él y de la participación en la propia Cumbre: ¿para qué malgastar capital político en una iniciativa a todas luces infructuosa? Rusia, por el contrario, ha presentado propuestas concretas y claras. Su aplicación es difícilmente posible aquí y ahora. Pero el mero hecho de formular directrices y una agenda para el futuro puede considerarse una baza rusa.
*Ivan Timofeev, Director de Programa del Club de Discusión Valdai; desde 2023 – Director General del Consejo Ruso de Asuntos Internacionales; Profesor asociado en MGIMO MFA de Rusia.
Artículo publicado originalmente en Club Valdai.