La APEC está integrada por 21 economías que en conjunto representan el 62% del PBI mundial, el 48% del comercio global y el 38% de la población mundial. El Foro es, de hecho, el principal espacio de encuentro de esa región. Sin embargo, dado que de él participan tres Estados en pugna (Estados Unidos, China y Rusia) y la APEC no tiene ninguna institucionalidad ni las resoluciones adoptadas tienen carácter vinculante, es también una suerte de feria donde los empresarios hacen negocios y los jefes de Estado o sus representantes pactan acuerdos bilaterales de diversa índole.
En esta edición participaron los más altos representantes de sus 21 miembros (Australia, Brunéi Darussalam, Canadá, Chile, China, Hong Kong –China–, Indonesia, Japón, Corea del Sur, Malasia, México, Nueva Zelanda, Papúa Nueva Guinea, Perú, Filipinas, Rusia, Singapur, Taipéi Chino, Tailandia, Estados Unidos y Vietnam), entre ellos 16 jefes de Estado. Los socios se denominan economías, no países, para que los delegados de China, Hong Kong y Taiwán puedan coincidir.
Si bien Brasil no es miembro, fue invitado a participar, básicamente por la salida al Pacífico que podría representar para ese país el mega-puerto de Chancay, inaugurado por Xi Jinping durante su presencia en el Foro. Sin embargo, el Presidente Lula declinó la invitación. Asimismo, la Presidente de México, Claudia Sheinbaum, que participará de la Cumbre del G-20 la próxima semana en Río de Janeiro, tampoco asistió al evento. Chile, Perú y México son las únicas economías latinoamericanas miembros de la APEC, creada en 1989. Rusia –que en esta oportunidad no participó–, Perú y Vietnam fueron las últimas en unirse al Foro en 1998.
El enfrentamiento entre tres economías miembros y el incremento del proteccionismo en Estados Unidos dificultan los consensos. En efecto, las primeras medidas proteccionistas, aplicadas por Trump durante su primer gobierno, fueron básicamente mantenidas y aumentadas por Biden. Durante su reciente campaña a la Casa Blanca, Trump ha amenazado con elevar las barreras comerciales con el resto del mundo, con un posible arancel general de entre el 10 y el 20 % sobre la mayoría de las importaciones extranjeras e incluso hasta un 60% para los productos procedentes de China. Además, ha amenazado con imponer aranceles de más del 100% a México, afirmando que el país debería hacer más para detener los flujos migratorios y los envíos de automóviles chinos. El electo Presidente sostiene que la imposición de aranceles elevados a los productos extranjeros beneficiará a la industria manufacturera de Estados Unidos y generará empleo.
Probablemente por ello, a pesar de que las declaraciones emitidas en la APEC no tienen carácter vinculante, la aprobada por los ministros de Comercio reafirma su compromiso para mantener los mercados abiertos, eliminar las barreras innecesarias y facilitar las inversiones. Asimismo, la de los ministros de Energía acuerda promover el uso de las tecnologías para una transición energética limpia, eficiente y justa. Trump no cree que exista el cambio climático.
Lejos han quedado los tiempos en donde los líderes de las economías de la APEC se comprometieron en la denominada Declaración de Bogor, de 1994, a una ambiciosa liberalización del comercio para el 2020.
Según el artículo From poster child to orphan: the rise and demise of APEC (De niño cartel a huérfano: el ascenso y la desaparición de APEC) de John Ravenhill, cuatro años después de la Declaración de Bogor los desacuerdos internos llevaron a que, en 1998, los líderes no pudieran dar una respuesta coordinada a la liberalización sectorial del comercio, así como tampoco a la crisis financiera asiática de 1997. Esa falta de consenso, según el autor, reveló tensiones internas en APEC y marcó el inicio de un declive en su influencia y relevancia. Desde entonces el Foro ha sufrido una serie de cambios y reorientaciones. En lugar de priorizar exclusivamente la liberalización comercial, empezaron a enfocarse en la facilitación del comercio, cooperación técnica y temas emergentes como la seguridad económica y la protección contra el terrorismo después de 2001.
Las medidas proteccionistas impuestas por Trump durante su primer gobierno en respuesta a la creciente rivalidad comercial y tecnológica con China, los efectos sin precedentes de la pandemia y la aceleración del cambio climático determinaron la necesidad de redefinir los objetivos del Foro. Por ese motivo, en 2020, el foro plasmó una nueva agenda en la denominada Visión Putrajaya hacia 2040, que identifica tres pilares: comercio e inversiones, innovación y digitalización, y crecimiento fuerte, equilibrado, seguro y desarrollo sostenible e inclusivo. Esta está vigente actualmente.
Navegar en las rivalidades de las grandes potencias
Si bien la presencia en la APEC de un derrotado Biden, acompañado de su nieta Natalie, carece de poder de negociación, la preocupación del gobierno de Estados Unidos es unánime con respecto a la creciente presencia china tanto en el sudeste asiático como en América Latina. En el país anfitrión, Perú, dos empresas chinas controlan la totalidad del suministro eléctrico en el país y varias de ese país tienen una presencia importante en la explotación de yacimientos mineros.
Pero lo más importante y controvertido ha sido la inauguración por Xi Jinping del mega-puerto de Chancay, el más importante de Sudamérica. El éxito de este puerto para buques de gran calado de última generación y una aceptación mayoritaria de la población han caído muy mal en el gobierno estadounidense.
Las autoridades de ese país han denunciado reiteradamente que se trata de un mega-puerto de doble uso, en el que China podría estacionar sus buques de guerra. Las advertencias no han servido de nada. El proyecto está culminado y listo para operar y su funcionamiento conlleva importantes implicancias geoestratégicas, al permitir que atraquen barcos de gran calado. Estos tienen capacidad para cargar un número mayor de contenedores, reducen el tiempo del transporte y utilizan menos energía, lo que reduce los costos. En nuestra región el proyecto preocupa principalmente a Chile, pues al tener ambos países una estructura similar de exportaciones hacia China les representa una pérdida de competitividad.
La ubicación geopolítica del Perú es privilegiada, al ser el punto equidistante en Latinoamérica y el más directo desde Asia. Para Brasil, en términos de distancia, el Perú sería su mejor opción para lograr una salida al Pacífico. Las rutas terrestres (ferroviarias) para conectar con el puerto de Chancay no están aún construidas. Tampoco hay proyectos concluidos para dar valor agregado a los minerales que serán exportados desde el puerto. Hace falta un rol orientador del Estado en este ámbito para reforzar este proyecto y adecuar las necesidades de infraestructura en vivienda y servicios, así como un plan de desarrollo productivo que pueda aprovechar las ventajas que se deriven del puerto. Es una fantasía pensar que eso lo puede hacer solo el mercado.
La gala, la ilegitimidad y la violencia
La gala de la APEC ha sido acompañada de un paro nacional del 13 al 15 de noviembre, que ha reunido a más de 300 gremios para protestar en contra de la ola de extorsión y exigir medidas de seguridad al gobierno peruano. En efecto, a finales de septiembre, la Confederación Nacional de Instituciones Empresariales Privadas (Confiep), que acoge a micro, pequeños y grandes empresarios de Perú, aseguró que el crimen organizado se está constituyendo en un “gobierno paralelo” y “le está ganando la batalla al Estado”.
La creciente ola de extorsiones y el cobro de comisiones ilegales a cambio de seguridad en el Perú ha alcanzado niveles alarmantes. Entre los grupos más impactados se encuentran transportistas y pequeños emprendedores, como bodegueros. Se trata de un fenómeno nacional que viene en aumento cada año.
Durante el Foro de la APEC han tenido lugar también marchas convocadas por la Coordinadora Nacional de Lucha, organización que agrupa al Comité de Gremios de Transportistas y otras asociaciones, para mostrar a los líderes mundiales la situación que afronta el Perú por cuenta de la extorsión.
El objetivo ha sido que “el mundo conozca que en Perú no tenemos autoridades legítimas ni legales, las perdimos hace tiempo; que nos gobiernan organizaciones criminales que no ganaron las elecciones y desde el Congreso asaltaron, también hace tiempo, el gobierno y los demás poderes del Estado. Que quienes fungen de autoridades cargan con el 93% de desprecio ciudadano, tienen 4% de aceptación y no representan a nadie.
Que vienen destruyendo, desde el Ejecutivo, el Congreso y demás instituciones, la institucionalidad democrática, el estado de derecho y el orden constitucional; violan las leyes y la Constitución, pisotean instituciones y los derechos ciudadanos de manera sostenible; que han perdido legalidad, así los formalistas no quieran admitirlo. No tenemos autoridades legales ni legítimas, estamos a merced del crimen y sus organizaciones criminales”.
En abril, un reporte del Banco Mundial señaló que la violencia se ha vuelto más severa y generalizada en algunos países de Latinoamérica, lo que está comprometiendo los avances en la atracción de inversiones logradas por la estabilidad macroeconómica. El organismo expresó que Latinoamérica y el Caribe es la región más violenta del mundo.
En este contexto, el gobierno estadounidense debería ser más cuidadoso con las calificaciones que realiza a las inversiones chinas en su patio delantero.
Ariela Ruiz Caro* Asesora de la Presidencia de la Comisión de Representantes Permanentes del Mercosur, Montevideo; investigadora del Centro de Estudios Políticos, Económicos y Sociales (CEPES), consultora de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, Naciones Unidas (CEPAL), Santiago de Chile.
Este artículo ha sido publicado en el portal elcohetealaluna
Foto de portada: elcohetealaluna.com
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