La aplastante victoria del Primer Ministro Narendra Modi en las elecciones legislativas del estado de Bihar no es un mero triunfo regional; es una reconfiguración fundamental del panorama político de la India y un golpe estratégico crucial para la ambición de Modi de consolidar a la India como una potencia global indiscutible (el concepto de ‘Bharat’).
El dato más revelador no es la victoria del BJP, sino el margen con el que se produjo y su impacto en la oposición. El resultado final —con el BJP emergiendo como el partido más grande con 89 escaños, superando a su socio histórico Janata Dal United (JDU) con 85— pone en evidencia un panorama político cada vez más desequilibrado.
Esta victoria desafió las predicciones de una carrera reñida, no porque la alianza opositora Mahagathbandhan (Gran Alianza) estuviera ofreciendo una alternativa coherente, sino porque la oposición, encabezada por el Partido del Congreso, está sumida en una deriva interna y problemas crónicos de liderazgo.
Los analistas coinciden en que la incapacidad del Congreso para presentar una cara unificada y creíble le concede al BJP una ventaja estructural antes de que se emita el primer voto. El dominio del BJP se nutre, en gran medida, de la ausencia de un contrapeso eficaz.
El refuerzo de la imagen interna
Este éxito en Bihar, un estado crucial del cinturón hindi y el tercero más poblado del país, tiene implicaciones directas en el liderazgo interno de Modi. La victoria lo consagra como el líder indiscutible de la India, minimizando cualquier crítica interna o cuestionamiento a su visión y estrategias.
La capacidad del BJP para movilizar votantes y asegurar una mayoría tan cómoda en un estado tan complejo demuestra que la “Ola Modi” no solo se mantiene, sino que sigue creciendo y penetrando en regiones clave.
Este resultado no solo fortalece la posición del Primer Ministro en el Lok Sabha (cámara baja del Parlamento), sino que también es un poderoso precursor de las próximas elecciones generales.
Al asegurar estados grandes y demográficamente importantes como Bihar, Modi está construyendo los cimientos políticos estables y unificados necesarios para impulsar su agenda de ‘Bharat’, la visión de una India renovada, orgullosa de su civilización y económicamente poderosa.

Oposición perdida y sin brújula
El opositor Partido del Congreso, se encuentra en un estado de profunda desorientación y parálisis. Lejos de embarcarse en un ejercicio de introspección, rendición de cuentas o de adoptar medidas disciplinarias rigurosas tras el veredicto electoral que expuso sus debilidades, la cúpula del Congreso ha optado por un mecanismo de recompensa interna y clientelismo político.
Actualmente, la dirección del partido está absorbida por la distribución interesada de los codiciados puestos en el Rajya Sabha (Cámara Alta), en lugar de centrarse en la reconstrucción partidaria necesaria para desafiar al BJP de Modi.
La lucha interna por los escaños del Rajya Sabha, cuyas elecciones bianuales están previstas para principios del próximo año, se ha intensificado, con Rahul Gandhi y el centro de poder manteniendo todas las cartas para influir en la selección. Un grupo informal pero poderoso, conocido como “Jai Jagat” —compuesto por líderes cercanos a la filosofía de justicia social de centro-izquierda, como Sachin Rao, Meenakshi Natrajan y Krishna Allavaru— espera obtener una parte significativa de estos puestos, demostrando que la lealtad personal y el alineamiento ideológico interno pesan más que la necesidad urgente de una renovación electoral.
Líderes experimentados como Mallikarjun Kharge (cuya nominación de vuelta es vista como un “deber” por parte de la dirección) y Digvijaya Singh se encuentran en esta pugna, donde incluso figuras clave como Singh se enfrentan a un desafío por parte de los protegidos de Rahul Gandhi.
Esta priorización de la colocación de sus propios cuadros en la Cámara Alta subraya que la agenda del Congreso está peligrosamente centrada en la supervivencia de sus élites y no en la construcción de una narrativa creíble capaz de oponerse a la hegemonía indiscutible de Narendra Modi. El gran partido de la antigua sociedad se muestra así, sin brújula, dedicando sus energías a las recompensas burocráticas mientras el BJP sigue expandiendo su dominio.
El mensaje para la oposición y el mundo
El resultado de Bihar ha generado profundas dudas sobre el futuro de la oposición política india. El aplastante desempeño del BJP expone un panorama político marcadamente desequilibrado. Mientras el BJP muestra una maquinaria electoral perfectamente engrasada y un liderazgo claro, los partidos opositores luchan contra la fragmentación, con el Partido del Congreso, en particular, lidiando con problemas de liderazgo sin resolver y la deriva interna.
Esta debilidad de la oposición no hace más que solidificar la narrativa del BJP: que solo Modi y su partido pueden ofrecer la estabilidad y la dirección necesarias para el progreso de la India.
De cara a la proyección internacional, este fortalecimiento interno es invaluable. Un Primer Ministro que goza de un respaldo popular y electoral tan evidente puede negociar en la esfera global con una autoridad mucho mayor. La imagen de un líder incuestionable, al mando de una nación políticamente estable y unificada, proyecta fuerza y credibilidad en la arena internacional.
En un momento de crecientes tensiones geopolíticas y reajustes del orden mundial, la estabilidad interna se convierte en un activo estratégico. La victoria de Bihar le permite a Modi presentarse ante el mundo no solo como un representante, sino como la encarnación de un ‘Bharat’ resuelto, listo para asumir un papel protagónico en el escenario internacional.
Lo ocurrido en Bihar es más que una victoria electoral; es la ratificación de la agenda de Narendra Modi y el ancla que necesitaba para declarar su liderazgo como irrefutable, consolidando las bases para llevar a la India a la cima de sus ambiciones globales.
*Foto de la portada: NDTV

