África Análisis del equipo de PIA Global

Senegal en el horizonte africano: Faye, Sonko y la refundación panafricana

Escrito Por Beto Cremonte

Por Beto Cremonte*-
Con una legitimidad inédita y el respaldo popular de una generación decidida a cambiar la historia, el gobierno de Bassirou Diomaye Faye y Ousmane Sonko abre una etapa inédita en Senegal.

Con Bassirou Diomaye Faye como presidente y Ousmane Sonko como primer ministro, Senegal protagoniza un giro histórico en África Occidental. En sintonía con los vientos de cambio que soplan desde el Sahel, el gobierno senegalés despliega un programa soberanista, antineoliberal y panafricanista que apunta a desmantelar los vestigios del neocolonialismo. Con alianzas regionales y extracontinentales estratégicas, y una gestión económica que desafía al dogma del FMI, el experimento senegalés se proyecta como uno de los más ambiciosos del continente.

Las elecciones presidenciales del 24 de marzo de 2024 sellaron una transformación que venía gestándose desde abajo. La victoria de Bassirou Diomaye Faye, con el respaldo militante de Ousmane Sonko y su partido PASTEF (Patriotas Africanos de Senegal por el Trabajo, la Ética y la Fraternidad), marcó el fin de dos décadas de gobierno liberal y prooccidental. Pese a haber sido encarcelados y proscritos, Faye y Sonko lograron convertir la persecución política en una plataforma de movilización nacional, sobre todo entre jóvenes urbanos, trabajadores, campesinos y estudiantes.

Faye llegó al poder con el 54% de los votos, en una elección que se convirtió en un plebiscito entre dos modelos: continuidad neoliberal versus ruptura soberana. Su asunción inauguró una etapa de reformas estructurales que apuntan a desmantelar la arquitectura neocolonial que aún pesa sobre el país, desde la dependencia monetaria del franco CFA hasta la entrega de recursos naturales a transnacionales europeas.

Con una legitimidad inédita y el respaldo popular de una generación decidida a cambiar la historia, el gobierno de Bassirou Diomaye Faye y Ousmane Sonko abre una etapa inédita en Senegal. Aliado con la Confederación del Sahel, enfrentado a los viejos esquemas neocoloniales, y con una propuesta de socialismo africano en clave panafricana, el nuevo liderazgo senegalés intenta sentar las bases de una soberanía política, económica y cultural en el siglo XXI.

Senegal fue durante décadas uno de los países más estables de África Occidental, pero esa estabilidad política no fue sinónimo de justicia social ni de soberanía. La elección de Bassirou Diomaye Faye, en marzo de 2024, no fue un accidente: fue el resultado de años de movilización popular, de rechazo a la cooptación de las instituciones por las élites pro-francesas, y del impulso de una juventud movilizada que encontró en Ousmane Sonko una voz de ruptura.

Faye, un exinspector de impuestos de perfil sereno pero firme estaba en prisión preventiva junto a Sonko. Ambos fueron liberados días antes de las elecciones, en un momento de altísima tensión social. Su llegada al poder marcó una derrota simbólica del modelo neoliberal impuesto por Francia y sus socios regionales, y una apertura a nuevas posibilidades.

En su discurso de investidura, Faye fue contundente: “Nuestro compromiso es con el pueblo senegalés, no con intereses extranjeros. Vamos a construir una democracia soberana, una economía fuerte y una justicia social real. No más tutelas externas.”

La alianza entre Faye y Sonko ha demostrado una notable cohesión estratégica. Con el primero como presidente, más moderado en formas, y el segundo como primer ministro, combativo y frontal, el dúo ha consolidado una división de tareas eficaz. Mientras Faye articula relaciones diplomáticas y alianzas regionales, Sonko impulsa las reformas internas más audaces: nacionalización de sectores estratégicos, revisión de contratos mineros y petroleros, y una agenda de redistribución de la riqueza orientada a la justicia social.

La Constitución ha sido uno de los primeros blancos. El gobierno promueve un proceso constituyente para reemplazar el modelo presidencialista heredado de la Quinta República francesa por un sistema más participativo, parlamentario y adaptado a las realidades del país.

Ruptura económica y justicia social: los pilares del nuevo modelo

Una de las primeras medidas del nuevo gobierno fue auditar la deuda pública y los contratos firmados con transnacionales durante el mandato de Macky Sall, especialmente en sectores estratégicos como los hidrocarburos y la pesca. El objetivo es claro: recuperar el control de los recursos naturales, renegociar los términos de explotación y fortalecer el rol del Estado como planificador del desarrollo.

El gobierno impulsa un modelo de “socialismo senegalés”, apoyado en tres pilares: redistribución de la riqueza, fortalecimiento de las economías locales y lucha contra la corrupción estructural. Sonko ha sostenido: “El Estado senegalés no será más el garante de las ganancias extranjeras, sino el motor del bienestar nacional. Redistribuir no es caridad, es justicia”.

Uno de los casos emblemáticos es el de la empresa petrolera Woodside (de capitales australianos), que opera en el yacimiento Sangomar. Faye anunció la revisión de los términos de los contratos, apuntando a una mayor participación pública a través de la empresa nacional PETROSEN.

En paralelo, se promueve una política agrícola basada en la soberanía alimentaria, con apoyo técnico y financiero a los pequeños productores, subsidios estatales a los alimentos esenciales y controles sobre las cadenas de comercialización. Senegal, históricamente dependiente de las importaciones de arroz y trigo, busca invertir la matriz y desarrollar circuitos productivos internos.

Senegal en cifras clave (2024-2025)

IndicadorSenegalGhanaCosta de MarfilNigeria
Crecimiento anual del PIB (%)6,84,06,22,9
Tasa de desempleo juvenil (%)18242035
Inflación anual (%)3,69,56,812,1
Pobreza extrema (%)14231840
Gasto público en educación (% PIB)5,24,54,83,7
Gasto público en salud (% PIB)6,54,05,13,9
Deuda externa (% PIB)42584535
Exportaciones agrícolas (% total)32282622
Participación de energías renovables (%)1814119

Fuente: Banco Africano de Desarrollo, FMI, ministerios nacionales.

Una alianza estratégica con la Confederación del Sahel

Uno de los movimientos más significativos de política exterior fue el acercamiento a la Alianza de Estados del Sahel (AES), formada por Burkina Faso, Malí y Níger. Aunque Senegal no es miembro formal, Faye ha impulsado una integración cada vez más estrecha en el marco de lo que los gobiernos del Sahel llaman la “Confederación de Estados Soberanos del África Occidental”.

Este vínculo se basa en afinidades ideológicas: soberanía económica, ruptura con el franco CFA, salida de organismos neocoloniales como la CEDEAO, y rechazo al tutelaje francés. En múltiples encuentros bilaterales y regionales, Dakar ha respaldado públicamente la visión de una nueva arquitectura de cooperación panafricana centrada en los intereses de los pueblos y no en la agenda de Bruselas o Washington.

Además, el gobierno senegalés ha sido clave en facilitar corredores de diálogo y comercio entre el Atlántico y el Sahel profundo, fortaleciendo la interdependencia regional por fuera del modelo extractivista impuesto por Occidente.

El acercamiento entre Senegal y la Confederación de Estados del Sahel (AES) —integrada por Malí, Burkina Faso y Níger— marca un cambio geopolítico de enorme importancia. Aunque Senegal no forma parte formal de la alianza militar ni ha roto con la CEDEAO, su coordinación política con el bloque del Sahel se ha intensificado. Faye fue recibido con honores en Bamako por Assimi Goïta y en Uagadugú por Ibrahim Traoré, y se han iniciado proyectos conjuntos en materia energética y de seguridad fronteriza.

Sonko, en una reciente entrevista con Africa24, sostuvo: “Nuestros aliados son los pueblos que luchan por su soberanía. No somos enemigos de nadie, pero no aceptaremos ser usados como herramientas de dominación. La AES representa una esperanza para África, y Senegal quiere ser parte de ese cambio”.

La coordinación incluye también el rechazo conjunto a la intervención extranjera, en particular la militarización del continente bajo el pretexto de la lucha antiterrorista. Faye ha propuesto incluso la construcción de una moneda común africana, más allá del franco CFA, que sigue ligado al Tesoro francés.

Tensiones y realineamientos internacionales

La política exterior senegalesa ha dado un giro drástico. Mientras gobiernos anteriores cultivaban relaciones prioritarias con Francia, Estados Unidos y la Unión Europea, la administración Faye-Sonko ha diversificado sus alianzas estratégicas. En 2024, Senegal participó por primera vez como observador en la Cumbre de los BRICS+, en Kazán, con fuertes señales de interés en unirse formalmente al bloque.

China se ha consolidado como uno de los socios centrales para obras de infraestructura y cooperación tecnológica. Rusia ha ofrecido acuerdos en materia energética, seguridad alimentaria y defensa. Turquía, por su parte, ha incrementado inversiones industriales y vínculos culturales. En contraste, la relación con Francia se ha deteriorado rápidamente: Dakar ha exigido renegociar todos los contratos mineros y ha denunciado cláusulas abusivas en acuerdos pesqueros y portuarios firmados durante la era Macky Sall.

El embajador francés fue llamado a consultas en marzo de 2025 tras declaraciones ofensivas de París sobre la “pérdida de rumbo” del nuevo gobierno. Sonko replicó de forma tajante: “Senegal ya no está en venta”.

Francia ha reaccionado con cautela ante el giro político senegalés. Aunque oficialmente París reconoció al nuevo gobierno, las tensiones son evidentes. El presidente Emmanuel Macron suspendió reuniones bilaterales previstas para 2024 y el embajador francés en Dakar ha evitado declaraciones públicas. La revisión de los contratos mineros y energéticos, así como los cuestionamientos al rol del ejército francés en África Occidental, son vistos como una amenaza a los intereses galos.

En contraste, China y Rusia han multiplicado los contactos diplomáticos. Beijing ofreció cooperación en materia de infraestructura y acceso preferencial al yuan para exportaciones senegalesas. Moscú, por su parte, envió delegaciones técnicas para estudiar acuerdos en seguridad alimentaria y energía. También Turquía, actor cada vez más relevante en África, ha expresado apoyo al nuevo gobierno, ofreciendo colaboración industrial y militar.

Senegal ha solicitado su incorporación al Banco de Desarrollo del BRICS, y Faye participó como observador en la cumbre del bloque. Esta diversificación de socios internacionales refleja una estrategia de autonomía africana: no se trata de cambiar de amo, sino de romper con el esquema centro-periferia y construir vínculos horizonte.

El movimiento que llevó a Faye y Sonko al poder no es solamente político o económico: tiene una fuerte dimensión cultural y generacional. La llamada “Generación de la ruptura” se expresa en las redes sociales, en los barrios populares y en las universidades. Es una juventud que exige respeto, oportunidades y dignidad.

El gobierno ha impulsado programas de becas, formación técnica, estímulo al emprendimiento cooperativo y subsidios a expresiones culturales. La revitalización de las lenguas nacionales, la historia africana en las escuelas y la creación de un canal estatal panafricanista son parte de esta revolución simbólica. Como afirmó Sonko: “Para ser libres, debemos empezar por pensarnos fuera de las lógicas coloniales”.

Uno de los proyectos más ambiciosos es la creación del Museo de la Resistencia Africana, que reunirá objetos, relatos y archivos sobre las luchas anticoloniales en el África Occidental. “Nuestros héroes no están en los libros de texto europeos, pero caminaron estas tierras. Es hora de honrar su legado”, expresó Faye durante el anuncio oficial.

Uno de los aspectos más llamativos del proceso senegalés es su éxito económico en un contexto continental complejo. Contra los pronósticos del FMI, el PBI creció un 6,2% en 2024 y se proyecta un 7,5% para 2025, impulsado por la recuperación del sector agrícola, la industrialización ligera y el control estatal sobre la renta petrolera.

La clave está en la redistribución del excedente. El gobierno implementó un ambicioso plan de obras públicas con eje en educación, salud y empleo juvenil. Se creó una banca pública para financiar cooperativas rurales y urbanas, se eliminaron subsidios a multinacionales y se redirigieron a productores locales.

A su vez, la auditoría de la deuda externa permitió suspender pagos a acreedores que actuaron de forma fraudulenta. Esto liberó recursos para políticas sociales, sin necesidad de recurrir a más endeudamiento. La inflación se mantuvo estable, y la pobreza extrema descendió un 9% en un año, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas.

PIB crecimiento % (2024):
Senegal ██████████████ 6,8%
Costa de Marfil ████████████ 6,2%
Ghana ████████ 4,0%
Nigeria ████ 2,9%

Desempleo juvenil %:
Nigeria ████████████████████ 35%
Ghana ████████████ 24%
Costa de Marfil ██████████ 20%
Senegal ████████ 18%

Desafíos hacia el futuro: consolidar la transformación

El nuevo gobierno tiene una aprobación popular altísima, pero los desafíos son múltiples. La presión de los mercados financieros internacionales, la fragilidad de las infraestructuras heredadas, la persistencia de redes clientelares en el Estado y el riesgo de desestabilización interna o externa son factores a considerar.

Uno de los objetivos estratégicos del gobierno de Faye es la salida del franco CFA, una de las herencias coloniales más pesadas. Aunque la medida todavía no se concretó, está en curso un plan de transición hacia una moneda nacional o regional, en coordinación con los países del Sahel.

La propuesta no es solo monetaria: implica también recuperar el control del Banco Central, establecer políticas cambiarias propias, y proteger la economía de las imposiciones del BCEAO (Banco Central de los Estados de África Occidental), todavía bajo fuerte influencia del Tesoro francés.

Paralelamente, el gobierno promueve una política de soberanía alimentaria con fuertes inversiones en agricultura familiar, semillas autóctonas, redes de comercialización local y defensa del territorio ante el acaparamiento de tierras por parte de fondos extranjeros.

Además, la construcción de un modelo alternativo requiere tiempo, cuadros técnicos comprometidos y organización popular. El socialismo senegalés no se impone por decreto: se construye desde abajo, en diálogo con los pueblos. Como dijo Sonko en un mitin reciente: “No prometimos milagros. Prometimos lucha, dignidad y futuro. Estamos en el camino”.

La clave estará en institucionalizar el proceso de ruptura, profundizar la democracia participativa, garantizar la transparencia y mantener viva la conexión con la base popular que hizo posible el cambio. Senegal tiene ante sí la posibilidad histórica de convertirse en el puente entre el África occidental revolucionaria y el África institucional. Un país bisagra entre dos tiempos.

El modelo senegalés no está exento de tensiones. Las presiones externas arrecian: el FMI reclama ajustes, la Unión Europea amenaza con sanciones comerciales, y Francia multiplica las operaciones de desinformación. Internamente, sectores del empresariado ligado al viejo régimen intentan boicotear las reformas.

Sin embargo, la legitimidad popular del gobierno es alta, sobre todo entre las juventudes. Las universidades y sindicatos han sido actores centrales en este nuevo ciclo político. El fenómeno senegalés no solo interpela al resto del continente, sino que se proyecta como una experiencia emblemática de construcción de soberanía en el siglo XXI.

Como expresó el propio Faye en su discurso del 4 de abril, día de la independencia: “No queremos ser un apéndice de Europa, sino un motor de África. Nuestro camino es el de la dignidad, el trabajo colectivo y la emancipación”.

*Beto Cremonte,  docente, profesor de Comunicación social y periodismo, egresado de la UNLP, Licenciado en Comunicación social, UNLP, estudiante avanzado en la Tecnicatura superior universitaria de Comunicación pública y política. FPyCS UNLP.

Acerca del autor

Beto Cremonte

Docente, profesor de Comunicación social y periodismo, egresado de la Unlp, Licenciado en Comunicación social, Unlp, estudiante avanzado en la Tecnicatura superior universitaria de Comunicación pública y política. FPyCS Unlp

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