Aunque en nuestro país ya sea casi imposible dar cualquier debate mediamente serio, entre youtubers, streamers y tweteros de lecturas mínimas, es importante hacer un pequeño balance de estos tres años de la guerra de Ucrania, incitada por el Departamento de Estado y sus empleados europeos, con la idea de derrocar a Vladimir Putin y balcanizar la Federación de Rusia.
Lo primero que podemos decir es que el fracaso occidental en ese plan es total, habiendo hecho uso y abuso del payaso que instalaron en Kiev y de la masacre a la que sometieron al pueblo ucraniano, enviado a la muerte en defensa de intereses absolutamente ajenos a los suyos.
La OTAN, ese ejército de ocupación multinacional, diseñado por Estados Unidos para sodomizar pueblos y países, y que ha sido protagonista en Ucrania, es bien conocido por nosotros, los argentinos, que recordamos el accionar de la OTAN cuando Malvinas y vemos con enorme tristeza e indignación, como este gobierno del influencer de Balcarce 50, sigue el mismo camino de sumisión que ha terminado arruinando a la Unión Europea.
Estados Unidos tiene también una añeja historia de conspiraciones contra el bienestar del pueblo argentino. Es cierto que eso no sería posible sin la execrable actitud de gran parte de la dirigencia argentina, política y social, que parece olvidar que Estados Unidos es el país que apadrinó y participó en el golpe de estado de 1955, que ayudo a sostener 18 años de proscripción política de Juan Domingo Perón y que ha sido el país que ha justificado gobiernos no democráticos durante esos años de proscripción y aun golpes de estado, tanto en Argentina como en la región, organizando el secuestro, la desaparición y el asesinato de ciudadanos de nuestros países en el marco del Plan Condor.
Lo que desarrollo la OTAN en Ucrania, es lo que ya había hecho en Libia, en Irak, en Syria, en Yugoslavia –sobre todo en Yugoslavia- y en muchos otros países, también en nuestra región.
La diferencia es que esta vez la OTAN no pudo imponer su voluntad como lo hiciera en otros lugares, Malvinas incluida. Su idea de construir una base militar en Ucrania, concebida para desestabilizar a la Federación de Rusia, como antes desestabilizaron a un sinnúmero de países, naufragó. Y naufragó a tal punto que su fogonero principal, el Partido Demócrata de Estados Unidos fue expulsado por los propios votantes estadounidenses, de la Casa Blanca.
Reflexionar sobre esta crisis en Europa Oriental y sobre sus implicancias globales y su impacto en nuestro país nos lleva a una primera conclusión: la guerra de Ucrania no puede ser analizada a partir de febrero de 2022. Debe ser mirada desde mucho antes y sobre todo observar que el genocidio ocurrido en el Donbass le dio ribetes específicos a este conflicto, muy lejos de ser considerado un tema “interno” de Ucrania.
El Acta de Declaración de Independencia de Ucrania fue adoptada por su parlamento el 24 de agosto de 1991. Fue una negociación compleja que tenía como telón de fondo la desaparición de la Unión Soviética de la que Gorbachov, su presidente, se enteró por teléfono.
En aquellas actas multinacionales se planteaba claramente el compromiso de la OTAN de no incorporar a esa alianza militar liderada por Estados Unidos y el Reino Unido, a los países y regiones de la vieja URSS que habían formado parte del Pacto de Varsovia, como se acordó en la reunión del 9 de Febrero de 1990 en Moscú, cuyo memorándum clasificado por Estados Unidos ya es de conocimiento público. Entonces el enviado del Presidente Bush, el Secretario de Estado James Baker le aseguro a Gorbachov con el georgiano Eduard Shevardnadze como testigo, que la OTAN fijaría su límite definitivo en la frontera este de la Alemania unificada.
Shevardnadze negociaría su silencio y tendría luego un ataque de perdida de memoria a cambio de ser apoyado por Estados Unidos como nuevo presidente de la recientemente creada Republica de Georgia a partir de 1995, después de callarse y no sumarse a la protesta rusa cuando en 1994 Bill Clinton decidió unilateralmente saltarse aquel acuerdo, y decidir que Hungría, Polonia y República Checa se incorporen a la OTAN. En la década siguiente Bulgaria, Estonia, Letonia, Rumanía, Eslovaquia y Albania se incorporarían a la OTAN, bajo nuevas protestas de la Federación de Rusia.
Los democráticos occidentales son así. Ellos deciden cuando el derecho internacional y los acuerdos deben cumplirse y cuando no, porque “ellos son” el derecho internacional.
Nunca estuvo previsto en el marco del respeto de las seguridades mutuas, las que Rusia, Estados Unidos y la OTAN aceptaron en 1991 después de aquella reunión en Moscú, que hubiera fuerzas militares de ese signo desplegadas por ejemplo en Polonia, o en los países bálticos, a pocos cientos de kilómetros de Moscú. Sin embargo, hoy ese incumplimiento es un dato del paisaje, sobre el que Occidente finge demencia.
Gorbachov incluso lo ratifico en reiteradas oportunidades y reportajes como en el otorgado al Diario Alemán BILD el 4 de febrero de 2009 cuando señalo “…Kohl y el secretario de Estado de Estados Unidos James Baker, me aseguraron entonces que la OTAN no se movería ni un ápice hacia el este. Los americanos no lo cumplieron y ¿qué lograron por estafar a Rusia? que Rusia ya no confíe en las promesas occidentales…”. [1]
Una vez más Estados Unidos no cumplió lo que firmo, tal como hiciera en 1982 con Argentina. En aquel entonces la ignorancia de la Junta Militar suponía que el Gobierno de Ronald Reagan iba a activar el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR) ante la agresión de una potencia extracontinental -Reino Unido- Triste destino el de aquellos que se creen aliados de Estados Unidos y merecedores de su ayuda. Zelensky, el humorista que preside ilegalmente Ucrania hoy podría dar varios reportajes explicando el punto.
Un país como Estados Unidos, con 254 bases militares de ocupación alrededor del mundo y con más de ciento setenta mil soldados profesionales desplegados en 72 países no da el registro de lucha por los DDHH que nos venden países y gobiernos, que funcionan solo como franquicias del Departamento de Estado, sin soberanía ni autonomía alguna. El insulto a los Derechos Humanos que significa la permanencia de Guantánamo es un dato que reafirma e ilustra “el compromiso de Estados Unidos”.
El relato de la lucha occidental por “la democracia y la libertad” construido con un sinnúmero de opiniones a sueldo, recientemente “descubiertas” en el padrón de beneficiarios de la USAID que incluye periodistas, políticos, medios de comunicación y dirigentes de la “sociedad civil”, seria fácilmente desmontable sin ese blindaje mediático, estrategia que tampoco se priva de la extorsión y la persecución a los que no se corrompen como parte del menú. Julián Assange y muchos más, lo viven en carne propia.
Volviendo a Ucrania es necesario recordar que, en 2010 Víctor Yanukovich, el ex gobernador del Donetsk -hoy República Popular del Donetsk- fue electo democráticamente presidente de Ucrania. Occidente denuncio fraude, como cada vez que un candidato de su simpatía pierde una elección, Rumania incluida, y comenzó una conspiración violenta contra su gobierno. Yanukovich se atrevió a decir que Ucrania no debía entrar a la OTAN ni a la Unión Europea y que debía ingresar a la CEI, la Comunidad de Estados Independientes, en virtud de sus lazos económicos, culturales e históricos con Rusia.
Después de rechazar el Acuerdo de Asociación Europeo-Ucraniano, Yanukovich fue destituido de su cargo por un Golpe de Estado motorizado en 2014 por el Gobierno de Barack Obama y de su entonces vicepresidente Joe Biden. Los honorarios de aquella “gesta democrática” los cobro el hijo de Biden, Hunter el indultado, quedándose con Burisma, la más importante empresa ucraniana de gas.
La participación directa estadounidense en la conspiración, quedo incluso probada con la filtración de la llamada entre Victoria Nuland, entonces responsable de la política exterior para asuntos europeos y euroasiáticos de Estados Unidos y el embajador americano en Ucrania, Geoffrey Pyatt.
Como siempre sucede con Occidente no hay política sin relato ni publicidad, y así como a la destrucción de África del Norte la llamaron “primavera árabe”, al Golpe de Estado en Ucrania le pusieron de nombre Euromaidan y lo presentaron como “una serie de manifestaciones populares y disturbios legítimos iniciados el 21 de noviembre de 2013 pidiendo democracia”. Increíble
Mientras tanto, un olvidado Oleksandr Turchynov, instalado por el Golpe de Estado en el Gobierno de Ucrania, fue reconocido como legítimo presidente en horas, de parte de los franquiciantes globales de Mc Donalds, la democracia y la libertad: Estados Unidos.
La Federación de Rusia ya había tomado nota del accionar de la CIA en Europa del Este y de sus incumplimientos de años, tanto como del Soft Power Demócrata y de los miles de millones de dólares invertidos por la USAID para desmembrar la Federación de Rusia como hicieran en Yugoslavia. Un brillante General Ruso, Valery Guerásimov visibilizado el 12 de marzo último por ser el encargado de recibir en Kursk a Vladimir Putin, terminaba de desarrollar entonces, el concepto de Guerra Hibrida, para enfrentar este tipo de ataques múltiples no tradicionales ensayados en Ucrania.
La Guerra de Ucrania demostraría la eficacia de la teoría rusa de la nueva guerra del siglo XXI, propinándole a la OTAN una derrota estratégica
Después del Golpe de 2014 la Región del Donbass no reconoció al gobierno golpista y proclamo su independencia. Allí comenzó el genocidio de su pueblo y dirigentes. Yanukovich debió exiliarse en Rusia donde aún esta. Nunca pudo volver a Ucrania. El lawfare no se ha usado solamente en América Latina.
Desde entonces Rusia reclama el respeto a los DDHH en el Donbass y no reconoció su independencia como país asociado a la Federación de Rusia, reclamado por la inmensa mayoría de la población del Donbass, para no profundizar el conflicto y encontrar una salida negociada y permanente. Occidente nunca cumplió y violo una vez más lo que firmo. Entonces aquellos acuerdos sobre las fronteras de la OTAN de 1991, ahora los acuerdos de Minsk y Minsk II sobre la normalización de la situación en Ucrania.
Empresas de DDHH como Human Right Watch y otras franquicias similares, nada hicieron ni dijeron.
Esas 14 mil víctimas que no han sido televisadas ni transmitidas por ninguna de las cadenas televisivas empresariales de los países del G7, desplegadas hoy en Ucrania, nunca tampoco fueron referidas por los actuales “enviados especiales” preocupados por estas “situaciones de crisis humanitaria” pero no por aquellas. Estados Unidos y sus satélites “occidentales” han hecho del género del relato fantástico un pilar de su política internacional, que también aplica a lo que sucede en Ucrania.
En 2022 Estados Unidos comunico que pondría misiles “donde quiera” en la propia Ucrania, y Blinken le dijo a Lavrov que pondrían incluso nuevos sistemas de misiles en distintos lugares de Europa sin especificar y no solo en Ucrania.
Ese fue el CASUS BELLI por el que Rusia decidió intervenir: hacer respetar la obligación de la OTAN de no expandirse hacia el este y exigir el cumplimiento de los acuerdos de Minsk y Minsk II. Ni más ni menos.
Tres años han pasado de aquel 24 de febrero de 2022, donde la Federación de Rusia decidió poner fin a décadas de incumplimientos, humillación, amenazas y violaciones de todo lo firmado por parte de Estados Unidos y sus aliados.
La valentía de aquella decisión y su resultante posterior es lo que vemos hoy. Rusia venció conspiraciones, agravios y agresiones de todo tipo que incluyeron persecución a deportistas rusos, intento de destrucción de su economía, sanciones injustificables, censura de todo tipo, voladuras de gasoductos internacionales, descalificación de toda la cultura rusa, atentados contra su población civil y una política de apartheid planificado contra toda expresión ciudadana de origen ruso.
A pesar de todo ello Rusia emerge triunfante una vez más. Como contra Napoleón, como contra Hitler, Ahora contra estos payasos a sueldo de la banca internacional y los fondos de inversión, que dicen ser los gobiernos del “occidente democrático”.
El Mundo Unipolar llega a su fin y esa es una buena noticia, El pueblo ucraniano deberá exigirle rendición de cuentas al payaso instalado como presidente que los arrastro a este desastre y al que ya no respeten ni sus propios patrones.
Ante tanta dirigencia argentina que se arrastran como babosas cada 4 de julio al besamanos de la Embajada de Estados Unidos, es bueno mostrar el espejo de la Dignidad de la Federación de Rusia.
Hay que construir una nueva Argentina y sobre todo una nueva dirigencia, porque la actual fracasó, entre la corrupción, el egoísmo, la soberbia, la incapacidad y el terror a ser considerados “no invitables” a las fiestas del 4 de julio y a las prebendas subsiguientes.
Perón hoy estaría de acuerdo en reconstruir una nueva Argentina Socialmente Justa, Económicamente Independiente y Políticamente Soberana.
Pero es con una nueva dirigencia, porque al que se vayan todos no se le puede contestar con que vuelvan los mismos que nos trajeron a Milei.
Que así sea.
Marcelo Brignoni* Analista político internacional
Foto de portada:
Referencias:
[1] www.bild.de/politik/2009/bild-medienpreis/die-deutschen-waren-nicht-aufzuhalten-7864098.bild.html?t_ref=https%3A%2F%2Ft.co%2F