Rumanía volvió ayer a las urnas tras la anulación de las elecciones presidenciales del pasado otoño por el Tribunal Constitucional de Bucarest debido a la supuesta y nunca demostrada influencia de Rusia en el proceso de votación. Pero irá a una segunda vuelta el 18 de mayo.
En las papeletas, la población rumana no encontró el nombre de Calin Georgescu, el candidato nacionalista que había ganado sorprendentemente la primera vuelta de las elecciones del 24 de noviembre de 2024. De hecho, la Comisión Electoral Central de Rumanía le había excluido arbitrariamente de la nueva candidatura, desencadenando protestas callejeras. En los últimos meses, su no participación en las elecciones le había llevado a denunciar la «dictadura» de las actuales instituciones rumanas y a atacar a la Unión Europea, a la que responsabilizaba de haber apoyado o incluso urdido un «golpe de Estado».
Además, Georgescu obtuvo una amplia ventaja en las encuestas. En este caso, la verdadera injerencia extranjera en las elecciones rumanas resultó ser la de la Unión Europea. El que se benefició de la exclusión de Georgescu fue George Simion, líder de la formación de derechas Alianza para la Unión de Rumanía, igualmente de derechas pero algo menos explícito en su oposición a la UE y la OTAN.
Sin embargo, ayer por la mañana los dos se habían presentado juntos en el colegio electoral para votar, dando así una clara indicación de que el programa político es de hecho el mismo. Y también esta vez el resultado final fue prácticamente idéntico: con más del 95% de las papeletas escrutadas, el líder del partido nacionalista AUR iba en cabeza con cerca del 40% de los votos. Crin Antonescu, apoyado por la coalición gubernamental proeuropea, obtuvo casi el 21% de los votos, codo con codo con el alcalde de Bucarest, Nicusor Dan, que finalmente ganó en un sprint, probablemente gracias a los votos procedentes del extranjero.
Ahora irá a las urnas, dentro de 15 días, con la perspectiva de que al final Simion sea elegido presidente, dadas las sonoras divisiones entre los candidatos «proeuropeos», que se acusan mutuamente -no sin razón- de corrupción y malversación de fondos. En resumen, el desorden político antinatural creado por el neoliberalismo belicista en la representación política y en los «valores» de los que hacen alarde los diferentes partidos se confirma también en Rumanía.
Después de treinta años de austeridad «europea» y de recortes del gasto social, de hecho, el llamado «centro-izquierda» es ahora en todas partes claramente el frente que impone salarios bajos, pensiones pobres, cero derechos para los trabajadores, y -ahora- apoya una política de rearme dirigida a la guerra con Rusia al robo colonial de África y Oriente Medio.
Así, los nacionalistas reaccionarios han podido convertirse -en declaraciones electorales, luego ya veremos…- casi en los abanderados de la «paz» y de la mejora de las condiciones de vida de las clases trabajadoras. Un mundo de ficciones contrapuestas, donde nadie parece ocupar ya el lugar que le había asignado la Historia, que vacía eslóganes y palabras, deformando el sentido común y la propia representación política.
*Alessandro Avvisato, periodista, columnista en Contropiano.
Artículo publicado originalmente en Contropiano.
Foto de portada: AP.