África

Riesgos de la política comercial estadounidense para África

Por Ronak Gopaldas*-
La AGOA expira en 2025, y el clima político de Washington sugiere que es poco probable que un enfoque de “seguir como hasta ahora” sea suficiente.

El futuro de la Ley de Crecimiento y Oportunidades para África (AGOA) es cada vez más incierto a medida que la política industrial de los Estados Unidos (EE.UU.) se vuelve más nacionalista y securitizada, en particular en respuesta a prioridades geopolíticas, comerciales y domésticas cambiantes.

La AGOA, creada en 2000, ofrece acceso libre de impuestos al mercado estadounidense para determinados productos de países del África subsahariana que cumplan los requisitos, con el fin de estimular el crecimiento económico y fomentar las relaciones entre Estados Unidos y África. Sin embargo, las tendencias actuales y futuras de la política estadounidense podrían afectar la trayectoria de la AGOA , lo que podría perjudicar a las economías africanas.

Varias preocupaciones están generando ansiedad entre los responsables políticos africanos.

El primero es el cambio que se está produciendo en la política industrial y comercial de Estados Unidos. Tanto en las administraciones de Trump como de Biden, el nacionalismo económico ha predominado. El comercio estadounidense se ha centrado cada vez más en la relocalización de las cadenas de suministro, la reducción de la dependencia de la producción extranjera y la protección de las industrias críticas, en particular en respuesta a la competencia con China. Esto podría reducir la atención a iniciativas como la AGOA, especialmente si no se alinean con los objetivos estadounidenses de impulsar la producción interna y proteger las cadenas de suministro.

Además, la política comercial de Estados Unidos se ve cada vez más a través de un prisma de seguridad, lo que significa que el posicionamiento de África está bajo un mayor escrutinio. Si se percibe que los países africanos están a la deriva hacia la órbita de China, Rusia u otras potencias no occidentales, eso podría llevar a una reevaluación de los incentivos comerciales en el marco de la AGOA. La debacle de la «Lady R» de Sudáfrica ofrece un claro ejemplo. El futuro de la AGOA puede estar vinculado a la forma en que los países africanos se alinean con los intereses geopolíticos de Estados Unidos.

Otro cambio sutil ha sido la preferencia de Estados Unidos por los acuerdos comerciales bilaterales en los últimos gobiernos, lo que podría socavar programas regionales como la AGOA. Un ejemplo de ello es la asociación estratégica de comercio e inversión con Kenia, cuyo objetivo es fortalecer los vínculos con naciones en las que Estados Unidos siente que puede ejercer una influencia más significativa.

El segundo aspecto que hay que tener en cuenta son las próximas elecciones estadounidenses, que sin duda definirán el futuro de las relaciones comerciales entre Estados Unidos y África. Bajo el gobierno de Trump, con su mantra de “Estados Unidos primero”, la política comercial probablemente será insular y transaccional. Dado el escepticismo de Trump respecto de los marcos multilaterales, la continuidad de la AGOA podría verse legítimamente amenazada.

Aunque África no ocupa un lugar destacado en su agenda, la primera administración de Trump sí impulsó acuerdos comerciales con determinados países africanos, lo que sugiere una preferencia por el compromiso bilateral. También vinculó explícitamente el comercio con las asociaciones estratégicas, por lo que los países que no están alineados con los objetivos de seguridad de Estados Unidos podrían enfrentar un menor apoyo en virtud de la AGOA.

En cambio, bajo el mandato del presidente Joe Biden y, posiblemente, de la vicepresidenta Kamala Harris, la democracia y los derechos humanos probablemente seguirán siendo centrales en la política exterior estadounidense. La administración Biden ya ha expulsado a países como Níger, Gabón y Uganda de la AGOA por cuestiones de gobernanza, lo que refleja un enfoque de las relaciones comerciales africanas cada vez más orientado a la seguridad y basado en los derechos.

Para poder acogerse a la AGOA, los países deben cumplir con ciertas normas de gobernanza y derechos humanos, y Harris probablemente reforzaría su aplicación. Su agenda también podría centrarse en la acción climática y el desarrollo sostenible, lo que podría influir en la forma en que se enmarca o actualiza la AGOA, con posibles incentivos para que los países africanos se centren en las industrias verdes y las prácticas comerciales sostenibles. Harris también podría impulsar iniciativas de la AGOA que respalden la infraestructura digital de África, con incentivos para que las empresas tecnológicas estadounidenses inviertan en el continente.

Si nos alejamos un poco, Harris podría considerar que el fortalecimiento de las economías africanas a través del comercio es fundamental para la estabilidad global a largo plazo. Esto podría traducirse en una AGOA ampliada o modificada, que garantice que desempeñe un papel en la lucha contra el extremismo violento, la inestabilidad y la fragilidad económica en regiones de importancia estratégica para Estados Unidos. Sin embargo, a pesar de estas diferencias, ambos bandos del espectro político se guían por los mismos impulsos nacionalistas.

¿En qué situación se encuentran los países africanos? Dado que la AGOA expirará en 2025, su prórroga ya no es una formalidad. Es posible que la ley no se renueve en su forma actual o que se la revise para que se ajuste mejor a las prioridades económicas y de seguridad de Estados Unidos. La renovación o sustitución de la AGOA dependerá de cómo encaje África en la estrategia geopolítica y geoeconómica de Estados Unidos.

Vale la pena considerar varios escenarios.

En primer lugar, existe la posibilidad de mantener el status quo con sólo cambios menores en la política actual. Sin embargo, el clima político de Washington sugiere que es poco probable que una estrategia de «seguir como hasta ahora» sea suficiente. Los legisladores estadounidenses ya han expresado su preocupación por la elegibilidad de ciertos países africanos para acogerse al programa.

Las posturas de política exterior de Sudáfrica respecto de Rusia y China han sido objeto de escrutinio, y algunos miembros del Congreso, como los senadores Chris Coons y Jim Risch, cuestionaron su inclusión continua en la AGOA. Incluso presionaron para que se trasladara el Foro AGOA fuera de Sudáfrica y se reconsideraran sus beneficios.

En este contexto, Washington podría adoptar una postura más adversaria, imponiendo condiciones más estrictas en materia de gobernanza, seguridad y posicionamiento estratégico, lo que podría dar como resultado la retirada del acceso preferencial a las naciones africanas que se alinean demasiado con China.

En segundo lugar, en lugar de renovar la AGOA en su forma actual, Estados Unidos podría seguir optando por acuerdos comerciales bilaterales con determinadas naciones africanas, en particular aquellas consideradas como socios estratégicos, lo que podría llevar a una relación comercial más fragmentada con África.

Los países cuyas agendas complementen la producción interna estadounidense, la seguridad de la cadena de suministro y la resiliencia económica saldrán ganando. Por el contrario, aquellos cuyas políticas económicas se perciban como incompatibles con las prioridades estadounidenses podrían enfrentar consecuencias adversas.

En tercer lugar, la percepción de Estados Unidos de que África está cada vez más bajo la influencia de China podría hacer que se reevalúe la AGOA.

En el lado positivo, un enfoque actualizado y modernizado podría fortalecer los vínculos entre Estados Unidos y África. Se podría decir que hace tiempo que debería haberse creado un nuevo marco centrado en la sostenibilidad, la innovación y el desarrollo inclusivo.

Podría ser constructiva una revisión de la AGOA para centrarse en sectores que representen el potencial económico futuro de África (como la energía limpia, los servicios digitales y la manufactura con valor agregado). Añadir un componente de inversión ofrecería un contrapeso más convincente a la influencia de Beijing, en consonancia con la política industrial más amplia de Washington.

Además, garantizar que las naciones africanas más pequeñas o menos desarrolladas puedan aprovechar mejor las preferencias comerciales respondería a las críticas al programa.

El dilema diplomático y político que enfrenta la próxima administración estadounidense es significativo. Una reforma sustancial de la AGOA, en lugar de desmantelarla, parece el resultado más probable. Reformar el programa para que se ajuste mejor a las prioridades estadounidenses (y al mismo tiempo atender las aspiraciones de África) garantizaría que el comercio siga siendo un pilar significativo de las relaciones entre Estados Unidos y África en los próximos años.

*Ronak Gopaldas es economista político, académico, escritor. Actualmente es el director de Signal Risk, una firma africana de asesoramiento en materia de riesgos.

Artículo publicado originalmente en ISS Africa

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