A principios de diciembre, Apple anunció que estaba acelerando sus planes de trasladar parte de su producción fuera del país. Una zona clave para la deslocalización es la India: la empresa afirma que tiene previsto ensamblar allí entre el 40 y el 45% de todos los iPhones. Este es otro indicio de los importantes procesos que están teniendo lugar en el sector tecnológico mundial, que plantea interrogantes sobre el lugar y el papel de India en la fabricación mundial. En el contexto de la guerra tecnológica entre Estados Unidos y China, una posibilidad es que se refuerce la cooperación entre Nueva Delhi y Washington.
Uno puede tener la impresión de que las guerras tecnológicas y la «balcanización» del sector tecnológico mundial le están viniendo bien a India. Las pretensiones de las empresas estadounidenses de trasladar la producción a la India se han convertido ya en parte habitual de la narrativa pública desde el inicio de las guerras comercial y tecnológica entre Estados Unidos y China: al menos 200 empresas han expresado su deseo de hacerlo. Por su parte, el gobierno indio ha manifestado sus planes de «robar» unas 1.000 empresas estadounidenses. Aunque algunas de ellas ya han trasladado sus instalaciones de producción a la India, no crean que este proceso va a ser fácil. En primer lugar, la pandemia ha golpeado duramente la actividad económica en India. En segundo lugar, la reestructuración de la producción conlleva costes económicos considerables. El país sigue teniendo un procedimiento de registro de empresas burocráticamente complicado y el poder adquisitivo todavía está muy por detrás del del gigante de Asia Oriental. Otros problemas son la falta de mano de obra cualificada y el desconocimiento de muchas empresas occidentales de los mecanismos de cooperación con los gobiernos regionales. Sobre esta base, el coste global de trasladar la producción a la India es considerablemente inferior al de EE.UU. y Japón, pero superior a las pérdidas potenciales de mantener el centro de fabricación en China.
Los indios, al igual que los estadounidenses, están preocupados por la expansión tecnológica china, lo que da la impresión de que las posturas de ambos países están totalmente alineadas y que la cooperación tecnológica entre ellos no hará sino aumentar. Una de las ideas clave en la comunidad de expertos indios en estos momentos es reducir la dependencia de los productos tecnológicos importados. Este tipo de declaraciones se oyen cada vez más en el contexto del desarrollo de diferencias políticas con la RPC; por ejemplo, los dirigentes indios decidieron prohibir varias aplicaciones chinas tras el conflicto del valle del río Galván. Sin embargo, la reducción de los lazos con la RPC no significa necesariamente un acercamiento a Estados Unidos. En los medios de comunicación indios, así como en la comunidad de expertos, ha habido declaraciones recientes sobre la necesidad de alcanzar la autonomía tecnológica.
Lo que está en juego en la guerra tecnológica entre Estados Unidos y China es el dominio de los mercados del futuro. Con el telón de fondo de un divorcio gradual entre EE.UU. y los centros tecnológicos chinos en la promoción de sus propias normas y la búsqueda de mercados, EE.UU. avanza hacia amplias asociaciones y regímenes basados en la lógica del friend-shoring. Es probable que uno de los principales objetivos en materia de cooperación tecnológica con India sea la creación de un mecanismo similar al Consejo de Comercio y Tecnología que existe entre EE.UU. y la UE desde 2021. Para India, no querer depender tecnológicamente de ningún país, querer apoyar la fabricación local y alcanzar los objetivos de desarrollo nacional serán los factores determinantes.
Hay cuatro opciones para este desarrollo
La primera supone que India está aumentando activamente su interacción con Estados Unidos. De este modo, se forma una nueva arquitectura de mercado mediante la creación de cadenas de valor y la interconexión de los segmentos digitales de los dos países. En este caso, India no podrá desarrollar una serie de tecnologías por sí sola (por ejemplo, 5G); además, tendrá que reducir las barreras al capital y los bienes estadounidenses. El aumento de la interdependencia afectaría negativamente a la capacidad de India para maniobrar políticamente y desarrollar megaproyectos fuera de Asia Meridional.
La segunda opción es el tecno-nacionalismo duro, que se acerca a la autarquía. En este caso, el ritmo de desarrollo tecnológico propio de la India se ralentizaría y el país perdería la oportunidad de convertirse en un centro tecnológico alternativo a corto y medio plazo.
La tercera opción parte de la base de que el enfrentamiento entre Estados Unidos y China irá disminuyendo gradualmente y los lazos entre ambos países se restablecerán poco a poco. En este caso, India corre el riesgo de perder el tren, ya que las industrias de alta tecnología de China se desarrollarían mucho más rápido.
La cuarta opción puede denominarse intermedia; es la elegida por los líderes políticos del país. Supone que el país adoptará una línea independiente que le permita crear nuevas oportunidades de desarrollo científico y tecnológico en el contexto del enfrentamiento entre Estados Unidos y China. Para India, es importante no perder soberanía tecnológica y no depender excesivamente de la IED y las entradas de tecnología de los países occidentales.
La confrontación política con China ha dado a menudo la impresión errónea de que Nueva Delhi está dispuesta a avanzar hacia un acercamiento con Washington hasta el punto de formar una alianza. Al parecer, India mantendrá la política de equilibrio entre los principales actores. La principal tarea de Rusia es tratar de aprovechar la posición de India y comprender sobriamente lo que podemos ofrecerle y lo que podemos obtener a cambio. Pero para ello debemos dejar a un lado las ilusiones y los prejuicios sobre la política india y recordar siempre que las sociedades existen según su percepción de la realidad.
Ivan Shchedrov es Investigador Asociado en la Región de Asia Meridional y el Océano Índico del Centro de Estudios Asia-Pacífico del Instituto E.M. Primakov de Relaciones Internacionales de la Academia Rusa de Ciencias.
Artículo publicado originalmente en el Consejo de Asuntos Internacionales de Rusia (RIAC).
Foto de portada: Agencia Anadolu