Esta línea de alta velocidad de 390,9 kilómetros conectará estratégicamente el norte de Vietnam con el suroeste de China, representando una inversión de aproximadamente 8.400 millones de dólares y con fecha de finalización prevista para 2030.
En medio de la actual situación geopolítica y la necesidad de los países del Sudeste Asiático de garantizar relaciones equilibradas y estables con el gigante que representa la República Popular China, la asociación estratégica de Vietnam es un factor clave.
Resurrección de una ruta histórica
El nuevo ferrocarril revitaliza la antigua conexión Yunnan-Haiphong, un legado de la era colonial francesa construido entre 1901 y 1910. Aquella línea de 855 kilómetros (con 390 km en territorio vietnamita) fue considerada una proeza ingenieril de su tiempo, atravesando terrenos montañosos desafiantes en la región fronteriza entre ambos países. Mientras que China suspendió su tramo en el año 2000 debido a su obsolescencia técnica, la sección vietnamita ha continuado operando hasta la frontera en Lao Cai.
A diferencia de su predecesor de vía estrecha (1.000 mm), el nuevo proyecto implementará el ancho estándar internacional (1.435 mm), permitiendo tanto el transporte de mercancías como de pasajeros a velocidades de hasta 160 km/h.
Dai Hegen, presidente de la Corporación de Construcción de Ferrocarriles de China, ha subrayado la importancia del proyecto para la Iniciativa de la Franja y la Ruta impulsada por el presidente Xi Jinping.
Esta conexión, junto con el ferrocarril Boten-Vientiane inaugurado en diciembre de 2021 entre Laos y China, representa un avance significativo hacia el ambicioso proyecto del ferrocarril Kunming-Singapur, que eventualmente conectaría China con todo el Sudeste Asiático a través de múltiples rutas.
El proyecto ferroviario Lao Cai-Hanoi-Haiphong trasciende su dimensión puramente infraestructural para convertirse en un elemento crucial en la compleja geopolítica del Sudeste Asiático. Más allá de la declaración formal de Dai Hegen sobre su contribución a la Iniciativa de la Franja y la Ruta, este ferrocarril representa una verdadera reconfiguración del equilibrio de poder regional.

En primer lugar, otorga a China acceso privilegiado al Mar de China Meridional a través del puerto de Haiphong, fortaleciendo su capacidad para proyectar poder económico y, potencialmente, militar en una zona de alta sensibilidad geopolítica. Esto adquiere relevancia especial considerando las disputas territoriales existentes en el Mar de China Meridional, donde Vietnam ha mantenido históricamente posturas firmes frente a las reclamaciones chinas.
Además, el ferrocarril consolida la provincia de Yunnan como hub estratégico de China hacia el Sudeste Asiático, creando un corredor económico que reduce la dependencia china del Estrecho de Malaca, tradicional punto de estrangulamiento controlado por potencias occidentales. Esta diversificación de rutas comerciales forma parte de la estrategia china del «collar de perlas», destinada a asegurar vías alternativas para su comercio internacional.
El proyecto se inserta en un contexto más amplio donde China está ejecutando una estrategia de conectividad multidimensional. El ferrocarril Boten-Vientiane ya ha convertido a Laos en un estado prácticamente dependiente de la infraestructura china, mientras que el ambicioso ferrocarril Kunming-Singapur busca vertebrar todo el Sudeste Asiático bajo la influencia económica de Beijing.
La interconexión de estas rutas crearía un sistema regional donde China podría redirigir flujos comerciales según sus intereses estratégicos, incrementando el costo de cualquier confrontación con sus vecinos.
La relación con los BRICS adquiere también relevancia, pues el ferrocarril facilita la integración práctica de Vietnam con esta alianza alternativa, particularmente en un momento donde las tensiones comerciales con Occidente incentivan la búsqueda de mercados menos volátiles.
La capacidad para transportar mercancías eficientemente entre Vietnam y China potenciaría las complementariedades industriales entre ambas economías, consolidando cadenas de valor regionales menos dependientes de Occidente.
En el contexto de la guerra comercial impulsada por Trump, este corredor ferroviario ofrece a China una válvula de escape para sortear aranceles y restricciones, utilizando a Vietnam como plataforma de exportación, aunque esto mismo expone a Hanoi a represalias estadounidenses. Esta dinámica ilustra la complejidad del dilema estratégico vietnamita: ganar relevancia económica a costa de quedar atrapado en la competencia sino-estadounidense.
Reformas internas bajo nuevo liderazgo
Paralelamente a esta apertura externa, Vietnam está experimentando una profunda transformación interna bajo la dirección del secretario general To Lam. En un periodo excepcionalmente corto, desde diciembre de 2024 hasta enero de 2025, los ministerios han finalizado planes de reorganización que incluyen fusiones, reasignaciones y reducción de funciones redundantes, según ha destacado el Dr. Nguyen Khac Giang del Instituto ISEAS-Yusof Ishak.
El propio Lam ha reconocido públicamente que casi el 70% del presupuesto nacional se consume en salarios y gastos corrientes, dejando escaso margen para inversiones en desarrollo. Esta ineficiencia administrativa, junto con la falta de incentivos adecuados, problemas de suministro eléctrico y excesiva burocracia, ha provocado la pérdida de inversiones millonarias de multinacionales como Intel y LG Chem durante el último año.
Vulnerabilidades económicas y dependencia externa
La economía vietnamita muestra signos de vulnerabilidad por su excesiva dependencia de las corporaciones multinacionales. En 2023, Samsung por sí sola representó el 16% del valor total de las exportaciones del país, manteniendo este nivel en 2024 a pesar del complejo entorno económico global.
La salida de grandes corporaciones internacionales amenaza seriamente el ambicioso objetivo de crecimiento del 8% establecido para 2025, evidenciando que la mera racionalización burocrática resulta insuficiente para abordar los desafíos estructurales de la economía vietnamita.

El dilema de la integración con China
El fortalecimiento de los vínculos económicos con China aparece como una alternativa estratégica para impulsar el desarrollo, pero conlleva riesgos significativos. En primer lugar, la dependencia excesiva de la economía china podría resultar problemática dado que Vietnam carece de una base industrial sólida comparable a la de Tailandia, Corea del Sur, Japón o Taiwán. La mayoría de las industrias vietnamitas se concentran en actividades de bajo valor añadido como procesamiento y ensamblaje.
En segundo lugar, en el contexto de la guerra comercial entre China y Estados Unidos, especialmente bajo el segundo mandato del presidente Trump, Vietnam podría convertirse en un mero punto de tránsito para productos chinos destinados al mercado estadounidense.
Esta situación ya generó problemas en 2019, cuando Estados Unidos inició una investigación antidumping relacionada con exportaciones de aluminio valoradas en 5.000 millones de dólares.
Equilibrio geopolítico
La decisión de profundizar la integración económica con China puede interpretarse como una movida estratégica vital para Vietnam, particularmente ante la reducción de la ayuda exterior estadounidense bajo la administración Trump y su énfasis en políticas nacionalistas. Esta aproximación se alinea con la denominada «diplomacia del bambú» vietnamita, caracterizada por su flexibilidad y pragmatismo en las relaciones internacionales.
Sin embargo, la historia demuestra que la dependencia económica suele derivar en subordinación política. China ha sido criticada por su «diplomacia de la trampa de la deuda» que ha afectado a países como Pakistán, Kenia, Zambia, Laos y Mongolia.
Vietnam, con su larga tradición de resistencia a la influencia china y el conflicto fronterizo de 1979 aún presente en la memoria colectiva, mantiene una relación compleja y cambiante con su vecino del norte. El sentimiento antichino arraigado en la sociedad vietnamita podría servir como contrapeso natural a una excesiva integración.
Aun así, los movimientos geopolíticos dados por el general To Lam dejan entrever un cambio de era en las relaciones sino-vietnamitas en las cuales ambos países pueden verse beneficiados de una relación estable y cordial al menos mientras dure la actual crisis internacional y el reacomodo del escenario global.
*Tadeo Casteglione, Experto en Relaciones Internacionales y Experto en Análisis de Conflictos Internacionales, Diplomado en Geopolítica por la ESADE, Diplomado en Historia de Rusia y Geografía histórica rusa por la Universidad Estatal de Tomsk. Miembro del equipo de PIA Global.
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