Gira mundial
La visita de Nuland a Moscú se enmarca en una gira mundial de la vice Secretaria de Estado, siendo Rusia la primer escala de un viaje que incluyó al Líbano y al Reino Unido. La reunión con los funcionarios del gobierno ruso fue pedida por la parte estadounidense, como un gesto de distensión que fue correspondido por Moscú. Ambos negociaron levantar las sanciones económicas personales sobre Nuland, y sobre otro funcionario ruso, para que la reunión pueda tener lugar en la capital rusa. Nuland tenía prohibido entrar al territorio ruso como parte de las sanciones. Cabe destacar que allá es considerada una figura non-grata tras su papel en el euro-maidán ucraniano que terminó en el golpe de Estado a Yanukovich y la posterior guerra civil.
En esta ocasión, la agenda de Nuland no incluía visitas a la oposición o a organizaciones no gubernamentales, posiblemente en un gesto de buena voluntad. En cambio, es más sospechosa su visita al Líbano, donde se reunió con “representantes de la sociedad civil” un día antes de la emboscada a partidarios de Hizbula y Amal en el centro de la ciudad que terminó con 7 muertos. Estos partidos denunciaron la posible influencia estadounidense en el hecho.
Durante su estadía en Moscú de tres días, Nuland se reunió con el vice ministro de exteriores, Sergei Ryabkov, con el jefe de gabinete de la oficina presidencial, Dmitri Kozak, y con el asesor presidencial Yuri Ushakov.
Resultados
Las reuniones no dejaron acciones concretas como resultado, sino que fueron un paso adelante en el proceso de construcción de confianza comenzado con en el encuentro entre Putin y Biden en Ginebra. De acuerdo al vocero presidencial, Dmitri Peskov:
“No hay que quejarse de que no se alcancen algunos acuerdos importantes de una vez, esto no es posible. Los archivos de nuestras relaciones bilaterales son demasiado vastos, no es posible resolverlos de inmediato, pero, sin duda, esos contactos son necesarios”.
Desde el lado norteamericano, las reuniones fueron vistas como “francas y productivas” y dejaban un “compromiso para una relación estable y predecible”.
Uno de los principales puntos discutidos con Ryakob fueron las relaciones consulares y diplomáticas. Rusia le prohibe a Estados Unidos contratar personal ruso para sus oficinas, a la vez que ambos mantienen limitadas las cantidad de personal de cada delegación. Los senadores estadounidenses incluso llegaron a proponer la expulsión de 300 diplomáticos rusos del país. Si bien el asunto no fue resuelto en la reunión con Nuland, Ryakob anunció que será tratado en reuniones específicas:
“Estados Unidos no está escuchando nuestras demandas […] Pero, sin embargo, la conversación fue útil. Al menos acordamos intensificar estas discusiones y realizar consultas especializadas. Además, acordamos realizar consultas adicionales en algunas áreas de las relaciones bilaterales aparte de visados ??y trabajo de misiones [diplomáticas] extranjeras “.
Sobre la reunión con Ushakov no hay mucha información, pero siendo quien arregla los encuentros internacionales de Putin, podría tratarse de una nueva reunión cumbre con Biden. Pero no son más que especulaciones, porque no hubo declaraciones tras la reunión.
Tal vez el mayor avance, o el más palpable, haya sido simplemente retórico. El vocero de la embajada estadounidense en Moscú twiteó las declaraciones de Nuland sobre su reunión con Kozak:
“Tuvimos una discusión productiva con Dmitry Kozak sobre nuestros intereses compartidos, junto con los de Ucrania, Francia y Alemania, en la implementación total de los Acuerdos de Minsk y el restablecimiento de la paz, la estabilidad y la soberanía ucraniana en Donbas.”
El reconocimiento de la vigencia de los Acuerdos de Minsk sobre la situación en Ucrania implica que este país debe reconocer la autonomía de las regiones de Donetsk y Lugansk, no así su independencia. El gobierno de Biden está manteniendo una relación bastante fría con Ucrania, desconociendo sus pedidos de ingresar a la OTAN, por lo que podría interpretarse como un paso previo a la presión estadounidense para que se cumplan con los acuerdos. Por otro lado, también es posible que sólo sea una formalidad retórica de reconocer la vigencia de los acuerdos, sin voluntad de hacerlos cumplir.
La estrategia estadounidense
Cabe la posibilidad que esta visita haya sido el primer paso en una reducción de la tensión entre Estados Unidos y Rusia. No es que se vaya a eliminar la enemistad entre ellos, pero el gobierno de Biden puede estar buscando cerrar el enfrentamiento en un flanco para concentrar sus esfuerzos en el “Indo-pacífico”, especialmente en la contención de China.
La implementación efectiva de los acuerdos de Minsk, tal como se firmaron en 2015, podrían resolver el problema territorial ucraniano – salvo Crimea, que es irrenunciable para Rusia – y así reducir tensiones en la región. Facilitaría el ingreso de Ucrania a la OTAN y a UE, a la vez de permitir la normalización de las relaciones entre Rusia y la UE.
Este escenario podría ser la zanahoria que Washington balancea frente a Moscú para debilitar su relación estratégica con Beijing. Pero mucha agua pasó bajo el puente. El escenario actual no es igual al de 2015, cuando esto podría haber funcionado.
La realidad en Eurasia
La desorganizada retirada estadounidense de Afganistán le hizo perder una posición favorable en Eurasia, justo donde se cruzan las zonas de influencia china y rusa. Ahora, es más difícil para Estados Unidos expandir su influencia en la región. Durante el encuentro entre Nuland y Ryakob se discutió el tema de Afganistán. Ryakob reconoció la responsabilidad estadounidense de la crisis afgana, pero se niega a que respondan con elementos militares:
“Estados Unidos y sus aliados tienen la principal responsabilidad entre los actores extranjeros de normalizar la vida en Afganistán, ya que su presencia condujo realmente a la situación actual (…) Reafirmamos enérgicamente la inaceptabilidad de Rusia de cualquier forma de presencia militar estadounidense en los países de Asia Central”.
La intención estadounidense de romper el eje Moscú-Beijing, especialmente a cambio de una mejora de la relación con socios inestables como la UE o el mismo Estados Unidos (donde cualquier otro gesto posterior podría ser respondido con un corte de relaciones), se basa en una subvaluación del estado de la relación entre los gigantes de Eurasia.
El 14 de octubre, en la sesión anual de preguntas y respuestas en el Foro de la Semana de Energía de Rusia, el presidente ruso, Vladimir Putin, definió la intensidad de la relación con China:
“China es nuestro mayor socio comercial y económico … El volumen de comercio entre Rusia y China está aumentando, y superará los 100.000 millones de dólares estadounidenses en los primeros nueve meses de este año”
Estados Unidos se ve complicado en el Pacífico frente a una China que cada día expone más claramente sus intereses y objetivos. En la conmemoración del 110 aniversario de la Revolución de Xinhai, el 9 de Octubre, el presidente de China, Xi Jinping, declaró:
“Lograr la reunificación de la patria por medios pacíficos es lo más acorde con los intereses generales de la nación china, incluidos nuestros compatriotas en Taiwán”
Al día siguiente, la presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, respondió que “nadie pueda obligar a Taiwán a tomar el camino que China nos ha trazado”.
Con el aumento de la tensión en el estrecho, uno podría pensar que otros países se mantendrían en silencio, o neutrales, en esta discusión. Sin embargo, Sergei Lavrov, el canciller ruso, dejó en claro la tradicional posición de Rusia:
“Como saben, Rusia al igual que la mayoría de los países en el mundo, considera a Taiwán como parte de la República Popular China. Es por eso que nosotros procederemos así en nuestra política”
No debería sorprender a nadie la declaración. Pero es un tiro por elevación a Estados Unidos, que dice reconocer una sólo China, pero trabaja activamente para mantener la separación entre la China continental y la isla de Taiwán.
Ejemplo efectivo de la cooperación ruso-china a nivel militar son los ejercicios navales realizados en el Mar de Japón hace unos días atrás. Parece poco efectiva la diplomacia de Nuland, prometiendo rebajar las tensiones, cuando los almirantes estadounidenses vuelven a elevar el conflicto, interrumpiendo los ejercicios navales al intentar ingresar al espacio marítimo ruso.
Las contradicciones entre dichos y acción en la política exterior norteamericana, jugando a hacer la paz y elevar el conflicto a la vez, no sólo provocan más desestabilización en las relaciones entre las grandes potencias, sino que refuerzan el concepto que tienen los rusos sobre ellos. Hace años que en Moscú se describe a los estadounidenses como “недоговороспособны”, es decir, que son incapaces de mantener un acuerdo. El kremlin juega el juego del diálogo y los encuentros, pero se prepara para cuando sus “socios occidentales” borran con el codo lo escrito con la mano.
*Sebastián Tapia, analista, editor general del Observatorio Sur Global.
Artículo publicado en Observatorio del Sur Global.
Foto de portada: fuente Mirada Multipolar.