Durante la Convención Ciudadana por el Clima, Macron tomó como ejemplo a Mozambique para ilustrar la necesidad de ayudar a las naciones pobres para que dejen de exportar combustibles fósiles. Conclusión: Empresas francesas, apoyadas por el gobierno, se han precipitado a la región mozambiqueña de Cabo Delgado para la explotación de gas. Una región donde una insurgencia yihadista se está librando.

Inicialmente, los barcos de pesca
En 2013, Mozambique encargó 39 pesqueros a los astilleros de Cherburgo por un precio de 200 millones de euros. De hecho, esta orden servirá para adquirir 15 buques de guerra y, sobre todo, para incurrir en una deuda de dos mil millones de dólares, parte de la cual será malversada. La compra de esta flota militar debe servir para asegurar la zona de Cabo Delgado donde se acaba de descubrir un enorme yacimiento de gas que convertiría al país en el cuarto exportador mundial.
Unos años más tarde, el gobierno de Macron desplegará todo un sistema financiero y de seguridad para apoyar a las empresas francesas en este emprendimiento tras gas. La empresa francesa Total para operaciones, Schlumberger para perforación, Bolloré para puerto y Société Générale, BNP Paribas, Crédit Agricole, Natixis para financiamiento. No hay que preocuparse ya que todo está bajo garantía pública. Es decir, si las multinacionales incumplen el pago, es el Estado, y por tanto los contribuyentes, quienes reembolsarían a los bancos.

Una región en conflicto
Mozambique fue asolado por una guerra civil después de que Portugal arrebatara su independencia en 1975. La región de Cabo Delgado, donde vive una gran parte de la población musulmana, está muy cerca de la frontera con Tanzania. De aquí procedían los yihadistas de Ansar al-Sunna antes de establecerse en la región aprovechando la disensión comunitaria.
Los makonde cristianos por un lado, los makua y los mwani musulmanes por el otro. Esta oposición es el resultado de la historia colonial donde los Makonde tuvieron que refugiarse en el interior del país para escapar de la esclavitud con la complicidad de las otras dos comunidades. Hoy, Mwani y Makua culpan a los Makonde por monopolizar el poder y la riqueza que se derivará de la minería. Estas oposiciones son explotadas en exceso por los políticos que tratan de enfrentar a las poblaciones entre sí para construir su poder, facilitando así su política de depredación de la riqueza.

Explotar cueste lo que cueste
Los ataques yihadistas son cada vez más frecuentes y violentos. Tanto es así que ocuparon Mocimboa da Praia, puerto estratégico de la región, con intentos de expansión a la ciudad de Palma. Dada la situación de seguridad, Total tuvo que detener sus operaciones. El ejército mozambiqueño es incapaz de contener estos ataques. Mal equipada, mal entrenada, también está plagada de corrupción. El periódico Carta de Moçambique reveló que 7.000 soldados eran inexistentes y que sus sueldos los cobraban los oficiales superiores. Así como los hijos de la jerarquía militar recibían sueldos sin haber sido nunca soldados.
Acorraladas, las autoridades mozambiqueñas tuvieron que aceptar ayuda externa. Y hay una plétora, ya que 24 países europeos y africanos han enviado tropas. La mayor parte de la seguridad la proporcionan soldados ruandeses. El desafío obviamente son las considerables reservas de gas, pero también la preservación de la ruta marítima del Canal de Mozambique, con un tráfico pesado de petroleros desde el Medio Oriente hacia América y Europa.
La violencia está en su apogeo. Hay más de 8.000 muertos y decenas de miles de desplazados. Las autoridades mozambiqueñas prohíben a las personas regresar a las zonas afectadas por el conflicto. Los subcontratistas totales aprovechan esto para acaparar los terrenos por donde debe pasar el gas.
Considerada una bomba climática, esta explotación de gas es perjudicial para el país y las poblaciones. Se utilizará para pagar deudas indebidamente contraídas y para enriquecer a la pequeña minoría que controla el país. Es una espada de Damocles sobre el medio ambiente porque el Canal de Mozambique es un corredor biológico. Esta explotación de gas no puede sino acentuar la perturbación climática que sufre el país, golpeado por ciclones cada vez más numerosos y violentos.
A menudo hablamos de la maldición de los recursos naturales. Sería más exacto hablar de la maldición de las multinacionales mineras.
Artículo publicado en L’Anticapitaliste, editado por el equipo de PIA Global