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Los costos de endeudamiento de África son demasiado altos: la oportunidad perdida del G20 para reformar las agencias de calificación

Por Misheck Mutize*-
Uno de los compromisos que la presidencia sudafricana del G20 asumió en su documento de prioridades políticas a principios de 2025 fue impulsar calificaciones crediticias soberanas más justas y transparentes.

Uno de los compromisos que la presidencia sudafricana del G20 asumió en su documento de prioridades políticas a principios de 2025 fue impulsar calificaciones crediticias soberanas más justas y transparentes, así como abordar el alto costo del capital causado por una percepción ilusoria de alto riesgo en las economías en desarrollo.

Sudáfrica propuso establecer una comisión para analizar el costo del capital . En particular, para investigar los problemas que dificultan el acceso de los países de ingresos bajos y medios a flujos de capital suficientes, asequibles y predecibles para financiar su desarrollo.

Para muchos en África, esto fue más que una simple declaración burocrática. Representó la primera oportunidad real para que los países del sur global desafiaran el arraigado poder de las agencias internacionales de calificación crediticia a través del G20. Gracias a la influencia de sus opiniones, Moody’s, S&P Global Ratings y Fitch Ratings son fundamentales para impulsar el alto costo del crédito en África .

Sin embargo, las oportunidades para avanzar en este ámbito se están reduciendo. El gobierno sudafricano y la comunidad empresarial del país no han aprovechado la oportunidad que les brinda la presidencia del G20 para impulsar reformas que podrían reducir los costos de endeudamiento de África y fortalecer su soberanía financiera.

Por qué son tan importantes las calificaciones crediticias

Las agencias de calificación crediticia no son observadores neutrales de los mercados financieros. Sus juicios influyen directamente en la confianza de los inversores, el acceso a la financiación y los tipos de interés que pagan los países al emitir bonos.

Para los países en desarrollo, especialmente en África, las calificaciones determinan si un gobierno gasta sus escasos recursos en el servicio de la deuda o en necesidades de desarrollo como escuelas y hospitales. El problema no son sólo las calificaciones en sí, sino la inexactitud y subjetividad con que se determinan.

Las economías en desarrollo se han quejado con frecuencia de diversos problemas de calificación. En primer lugar, los países africanos tienen más probabilidades de recibir rebajas en su calificación crediticia que no estén respaldadas por fundamentos económicos que los países de otras regiones. En segundo lugar, los factores de riesgo subjetivos son aplicados por analistas de calificación pesimistas que están fuera del continente.

En tercer lugar, las economías en desarrollo se ven penalizadas debido al impacto especulativo de shocks externos como pandemias globales o desastres relacionados con el clima .

Por último, hay variaciones significativas en los pesos asignados a los factores de riesgo en África en comparación con países pares con perfiles de riesgo relativamente similares en Asia y América Latina.

Una oportunidad de liderazgo perdida

El G20 sigue siendo el foro global clave donde se reúnen tanto las principales economías avanzadas como las economías en desarrollo más influyentes. Como presidente, Sudáfrica tiene el poder de definir la agenda , conformar grupos de trabajo e impulsar comunicados que influyen en el discurso global.

Sin embargo, hasta la fecha, no se ha establecido la comisión propuesta sobre el costo del capital. Cabe afirmar que la presidencia sudafricana del G20 no ha utilizado esta plataforma para abordar el problema del costo del capital. Sus intervenciones en la reforma de la calificación crediticia se han limitado a reiterar los puntos de debate. No hay evidencia de propuestas estructuradas dedicadas al tema.

Esta inacción resulta sorprendente, dado que Sudáfrica no es ajena a las duras decisiones sobre calificación crediticia. En los últimos ocho años, una serie de rebajas de calificación por parte de las agencias internacionales de calificación llevaron la deuda del país a una profunda degradación . Estas decisiones han elevado los costos de endeudamiento y han mermado la confianza de los inversores . Por lo tanto, Pretoria cuenta con la experiencia y la legitimidad para liderar un debate sobre la reforma de las calificaciones soberanas.

Además, el sector corporativo y financiero de Sudáfrica –sus bancos, aseguradoras e inversores institucionales– se han mantenido en gran medida al margen.

Plataformas como la Cumbre sobre el Costo del Capital , convocada por el grupo de trabajo Empresarial (B20) , Standard Bank, Africa Practice y el Mecanismo Africano de Evaluación por Pares, resultaron útiles. Sin embargo, la comunidad empresarial sudafricana no ha aprovechado la presidencia del G20 de su país para impulsar reformas que beneficien no solo a las empresas nacionales, sino también a sus socios africanos.

Por ejemplo, unos menores costos de endeudamiento soberano en los países receptores reducirían directamente los riesgos macroeconómicos para las empresas sudafricanas que operan en todo el continente y ampliarían sus oportunidades de inversión.

¿Qué se podría haber hecho?

Tres medidas concretas podrían volver a poner el tema de la reforma de la calificación crediticia en la agenda.

  • Incorporar las calificaciones crediticias en la agenda del grupo de trabajo técnico del G20 . Su comunicado debe reflejar claramente que las calificaciones son los guardianes del capital, ya que determinan los costos de endeudamiento, influyen en la percepción de los inversores y, en última instancia, determinan el margen fiscal que tendrán los gobiernos para financiar el desarrollo.
  • Reconocer y promover la Agencia Africana de Calificación Crediticia (AfCRA) como uno de los mecanismos para abordar el costo del capital en África. La Unión Africana ya ha respaldado el establecimiento de una agencia continental que complemente a las agencias globales de calificación crediticia. Sudáfrica debería aprovechar la plataforma del G20 para dar a conocer la iniciativa , atraer apoyo técnico y animar a los inversores globales a considerar sus evaluaciones.
  • Promover la rendición de cuentas regulatoria de las actividades de calificación crediticia en África, garantizando la concesión de licencias, la supervisión y la alineación con las mejores prácticas globales. Al mismo tiempo, liderar el llamado a la plena participación de África en 
    organismos internacionales de normalización, como la Organización Internacional de Comisiones de Valores . Estos marcos sustentan la regulación de la arquitectura financiera global. Esto requiere 
    asegurar la participación de África en la formulación de estas normas . También requiere impulsar una presencia institucional tangible en el continente y el 
    despliegue permanente de analistas en África .
El costo de la inacción

Según la UNCTAD, los países en desarrollo pagan tasas de interés hasta tres puntos porcentuales más altas que sus pares con fundamentos similares, lo que representa miles de millones de dólares anuales en costos excesivos.

Este “impuesto oculto” al desarrollo tiene consecuencias humanas directas. Menos recursos para infraestructura, adaptación climática, sistemas de salud y educación. Para África, donde las necesidades de financiación son inmensas, unas calificaciones crediticias más precisas podrían liberar un margen fiscal vital.

Sudáfrica no puede permitirse que su presidencia del G20 se convierta en un simbolismo. La promesa de calificaciones crediticias soberanas más justas y transparentes debe traducirse en acciones, mediante grupos de trabajo, comunicados y alianzas que impulsen la reforma.

Pretoria también necesita que su sector empresarial mejore. Esto no es solo un imperativo moral, sino también económico.

Una prima de riesgo más baja y un acceso más justo al capital ampliarán las oportunidades en todo el continente, incluyendo a los inversores sudafricanos. El mundo está observando. Si Sudáfrica no asume el liderazgo, confirmará las sospechas de que la retórica sobre la reforma de la arquitectura financiera global es poco más que palabrería. Sin embargo, si aprovecha la oportunidad, podría dejar un legado mucho mayor que sus propias dificultades internas. El comienzo de un sistema de calificación crediticia soberana más justo y responsable para el sur global.

*Misheck Mutize, Investigador postdoctoral, Escuela de Posgrado de Negocios (GSB), Universidad de Ciudad del Cabo.

Articulo publicado originalmente The Conversation

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