Introducción
Estamos en 2025, y hace unos meses, en concreto el 20 de julio, conmemoramos el centenario del nacimiento de Frantz Fanon, autor de importantes obras que desde nuestro punto de vista son básicas para proceder al estudio de las prácticas coloniales y neocoloniales, y además un activo militante de la lucha contra el colonialismo francés.
Por ello consideramos muy oportuna la inclusión en el temario una vez más de un apartado referido al colonialismo y el neocolonialismo.
Desde nuestra perspectiva, y alguna referencia hemos hecho en ponencias presentadas en ediciones anteriores del Seminario, el mundo asiste desde hace unos años a un repunte de las prácticas neocoloniales; repunte derivado de la decisión del imperialismo norteamericano y de sus aliados de utilizar todos los medios a su alcance para tratar de mantener su hegemonía. Una hegemonía en franco declive, y que como es lógico ven amenazada por las importantes transformaciones que se vienen produciendo en el ámbito internacional; pues cada vez son más los pueblos que defienden poner fin a la etapa del unipolarismo, surgida tras la caída de la Unión Soviética y del bloque socialista; una etapa que se ha caracterizado por la imposición por parte de los Estados Unidos al resto del mundo de sus criterios sobre como debemos funcionar política y económicamente, criterios que responden exclusivamente a los intereses del imperialismo, y que caso de encontrar oposición esta oposición es contestada con la fuerza militar directa o las operaciones de desestabilización que todos y todas conocemos.
Ese proceder ha sido la norma desde diciembre de 1991, el imperialismo campaba a sus anchas, sin que existiese un contrapeso fuerte hasta el momento, siendo muy de valorar la resistencia de aquellos pueblos que resistieron durante estas varias décadas, tanto aquello que decidieron proseguir su camino hacia la construcción de sociedades socialistas, con sus problemas y especificidades, como aquellos otros, la mayoría de ellos en este continente que trataron y tratan de construir procesos de nación. La realidad nos demuestra que seguimos en la fase imperialista del capitalismo y que este momento la lucha de los pueblos por defender su soberanía o por acceder a ella es la lucha central contra el imperialismo.
El ascenso de China que ha decidido asumir un papel de liderazgo en el ámbito internacional defendiendo unas relaciones que partan del diálogo y del respeto, y la aparición de diversas alianzas, como los BRICS+, la Organización de Cooperación de Shanghái-OCS y otras iniciativas de carácter regional, que pueden llegar a ser contrapesos y defienden criterios contrarios a los marcados por el G7 y los instrumentos económicos del imperialismo, Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial, han llevado a los EEUU y a sus aliados e iniciar una loca carrera por el control de las materias primas y las fuentes de energía, carrera en la que aumentan las prácticas que son parte de la génesis del sistema capitalista; estamos refiriéndonos al aumento de las prácticas neocoloniales; con mecanismos ya conocidos pero también con otros nuevos, que lo único que buscan es poder perpetuar la expoliación de recursos en estados formalmente independientes pero en realidad sometidos, y en pueblos que luchan por el reconocimiento de su derecho de autodeterminación.

La Unión Europea y las prácticas neocoloniales
La actitud paternalista que adopta la Unión Europea al respecto de América Latina, atreviéndose a interferir en su política interna, criticando decisiones soberanas de sus gobiernos o exigiéndoles la adopción de determinadas medidas, o su apoyo sin fisuras a las transnacionales que buscan expoliar sus recursos, son prueba de que la mentalidad colonial sigue presente en una institución que es incapaz de adaptarse al nuevo mundo que se abre. Sus posicionamientos al respecto de la guerra en Ucrania, las exigencias de los Estados Unidos de aumento del gasto militar, vehiculizadas por medio de la OTAN, y la pasividad ante el genocidio del pueblo palestino, nos permiten comprobar como en realidad la Unión Europea “no existe políticamente, mostrando su dependencia práctica de lo que los EEUU decidan, aunque pretenda aparentar que toma decisiones propias. Su función sigue siendo la de cueva de intereses económicos de la oligarquía, jerarquizando los Estados y negando las naciones que no lo tienen; desempeñando un ridículo y contraproducente papel en la política internacional, anulada mismo para hacer una política de convivencia pacífica en Europa y para impulsar un mundo multipolar.”[1]
La UE sigue prisionera de un eurocentrismo que a lo largo de la historia ha llevado a las élites europeas a cometer aberraciones contra otros pueblos, en nombre del cristianismo y de la civilización. Desde sus inicios destiló colonialismo, al entender que existían pueblos que debían ser considerados menores de edad, y por tanto debían ser civilizados y dirigidos por las metrópolis. La actitud que tuvo en sus inicios, el organismo que después de diversas transformaciones daría lugar a la creación de la actual Unión Europea, ante las luchas de independencia de las naciones africanas que estaban bajo el yugo de la metrópoli francesa es el ejemplo más llamativo, pero no el único.
Posteriormente, con el paso del tiempo y el acceso de la mayoría de las colonias a la independencia, diseñaron los mecanismos que les permitiesen continuar extrayendo los recursos de esos estados, que a la hora de la verdad continúan en una situación de dependencia económica y de falta de soberanía real; mecanismos perpetuadores de esa situación que hoy en día no solo siguen vigentes, sino que han aumentado.
Una de las prácticas más extendidas en el tiempo ha sido, y sigue siendo, la de las llamadas ayudas al desarrollo[2] que, bajo la excusa de apoyar el desarrollo institucional, económico, social e incluso militar de países del sur global, en realidad constituyen trampas, pues lo que hacen es implantar en esos estados modelos foráneos en los distintos ámbitos, modelos que solo responden a los intereses capitalistas de las élites que dirigen la Unión Europea; y que condicionan un verdadero desarrollo que parta de la realidad, de las necesidades y de las potencialidades de cada territorio.
Todo ello ha llevado a un aumento de la dependencia, pues las empresas trasnacionales, y en algunos casos los estados que fueron metrópoli directamente, han seguido explotando los recursos, consiguiendo el lucro; mientras que las consecuencias medio-ambientales, y de desestructuración económica y social han sido para los pueblos del sur global supuestamente favorecidos por esas medidas. Además en la mayoría de los casos esas supuestas ayudas han favorecido sobre todo el aumento de las exportaciones de las empresas transnacionales; y las directrices que han trasladado sobre la organización económica, por lo general derivadas de diseños del Fondo Monetario Internacional han provocado un aumento de la deuda externa.
En los últimos tiempos, la Unión Europea ha adoptado diversas decisiones que bajo la excusa de conseguir una autonomía estratégica en el campo militar[3] y avanzar en la transición energética hacia un modelo más sostenible, lo que realmente buscan es desarrollar aún más la industria de la guerra y el llamado capitalismo verde.
“La llamada transición energética hoy está convertida en un proceso de profundización en la División Internacional del Trabajo y en una nueva ofensiva neocolonial que está forzando la migración de millones de personas. Son las naciones y pueblos de la periferia y de la semiperiferia las condenadas a seguir siendo suministradoras de materias primas, recursos naturales y minerales para alimentar una transición energética, que aumenta la demanda de nuevos materiales y que reabre una fase de expolio extractivista de catastróficas consecuencias sociales y ambientales.”[4] Un expolio que en algunos casos se produce por medio de acuerdos que acaban por forzar a muchos países a poner en mano de empresas del norte global la explotación de los recursos minerales propios; y en otros casos pactando con regímenes políticos que de forma ilegal controlan territorios poseedores de recursos; el posicionamiento de la Unión Europea sobre el Sáhara, apoyando de hecho la ocupación marroquí es un claro ejemplo de esta práctica.
La decisión de condicionar las relaciones económicas con el sur global a que este cumpla unas determinadas condiciones ambientales es otro ejemplo de esa forma de actuar; las exigencias pueden parecer lógicas a primera vista, debido a la grave situación medio-ambiental que sufre el planeta, pero a la hora de la verdad lo que buscan es cortar el desarrollo del sur global, ocultando que los máximos responsables de la actual situación son los países desarrollados, encabezados por los EEUU y la Unión Europea. Esas exigencias o la propuesta de convertir determinadas zonas del planeta en reservas, en realidad están transmitiendo la idea de que la culpa del empeoramiento de la situación del planeta es del sur global, y evitan que se abra un debate real sobre la necesidad de que los países desarrollados reduzcan su nivel de consumo. Paralelamente, el impulso del llamado capitalismo verde lo que busca es, con la excusa de implantar las energías renovables y avanzar en la descarbonización, hacer más dependientes a los pueblos del sur global, pues la tecnología que necesitan para la famosa transición está fundamentalmente en manos de los países desarrollados.

La situación de Galicia
Aunque lógicamente las más conocidas son las prácticas neocoloniales en territorios de África y América Latina, esas prácticas también se aplican en algunos territorios que están integrados en la misma UE, territorios que en el reparto de papeles establecido tienen como principal cometido ser reservas de materias primas, energía y mano de obra barata.
Galicia, es un caso de manual de esas prácticas neocoloniales; algo que a muchas personas puede parecerles irreal o como mínimo extraño, pues estamos hablando de una nación europea y con una población de raza blanca; pero dentro del estado español Galicia es una periferia, no únicamente debido a su ubicación geográfica sino que es también periferia en los ámbitos económico y político.
Es muy conocida la realidad del País Vasco o más recientemente de Cataluña como naciones dependientes que luchan por el ejercicio de su derecho de autodeterminación, pero en el caso de Galicia la dependencia política lleva consigo otro elemento a mayores. Si obviamos la situación geográfica o el color de la piel, Galicia en cuanto a la funcionalidad que se nos adjudica en el sistema capitalista tiene muchas más semejanzas con los pueblos de América Latina o de África que con un país desarrollado europeo; por ello nuestro movimiento después de un profundo proceso de estudio, ya en los años setenta del siglo pasado calificó la situación de nuestro país como de dependencia colonial[5]. Y el hecho de que el estado español no sea uno de los estados centrales dentro de la Unión Europea, nos lleva a considerar que la situación de periferia que sufrimos al respecto del estado español se convierte en una situación de ultra-periferia al respecto de las decisiones adoptadas por la Unión Europea.
Cuando hablamos de Galicia, estamos hablando de un país que tiene una superficie de alrededor de 30.000 km² (superficie equivalente a la de Bélgica) y con poca población, alrededor de 2,7 millones de habitantes; un país que es muy rico en recursos naturales y materias primas, sobre todo energía eléctrica. Durante siglos hemos cumplido un papel que no se diferencia en casi nada del que han cumplido la mayoría de los pueblos colonizados de otros continentes. En los siglos XIX y XX la inexistencia de una burguesía autóctona, algo que si hubo en el País Vasco y Cataluña, impidió un importante desarrollo industrial, llevando a una parte importante de nuestra población a la emigración, algo que es perfectamente conocido en América Latina debido a los cientos de miles de gallegos y gallegas que se instalaron aquí.
Nuestra funcionalidad en el ámbito económico ha sido siempre la de sede de las industrias de enclave, industrias que en nuestro país desarrollan las partes primarias y más contaminantes del proceso productivo y degradan el territorio, mientras que aquellas partes del proceso productivo que generan plusvalía se realizan en otras partes del estado español o en otros estados. En la economía de enclave esas industrias no se integran en el mercado o en la estructura económica propia, pero si que la condicionan.
Por poner algunos ejemplos que permitan entender nuestra realidad, podemos hablar de la política forestal; en Galicia hoy se producen el 50% de las cortas de madera del estado español pero solo generamos el 10% del valor de las mismas, algo que es difícil de entender. Ello es debido a que la política forestal iniciada en la dictadura franquista, y seguida posteriormente por los distintos gobiernos post-dictadura, ha buscado favorecer la producción de pasta de papel destinada a la celulosa instalada en nuestro país, transformando nuestros montes en inmensas plantaciones de eucaliptos, que han sustituido a los árboles autóctonos productores de maderas nobles, como el roble o el castaño.
Y no estamos hablando de una política del pasado, pues en este momento está encima de la mesa la instalación de una nueva macro-celulosa, que de efectivizarse condicionaría de forma ya definitiva nuestra política forestal pues multiplicaría la necesidad de eucalipto para abastecer a la nueva factoría y a la ya existente; además la necesidad de abastecerse de millones de litros diarios de agua procedentes de uno de los ríos más importantes de nuestro país, pondría en grave peligro el ecosistema de la mayor zona productora del mundo en marisco y crustáceos, la ría de Arousa. Curiosamente ese proyecto no ha sido aceptado en la vecina Portugal, a pesar de ser de capital portugués la empresa que lo plantea; pero en Galicia cuenta con el total apoyo del gobierno de derechas, que destina importantes recursos a campañas de propaganda sobre el mismo.
En nuestro país está instalada desde hace más de cuarenta años la única fábrica existente en el estado español que produce alúmina y aluminio primario, hoy propiedad de la multinacional norteamericana Alcoa Inc., y que también supone graves problemas para el territorio debido a los residuos químicos y no químicos derivados del proceso de limpieza de la bauxita necesario para para extraer alúmina, sin que en nuestro país se produzca la transformación posterior y por tanto la valorización de esa aluminio primario.
En los cauces de nuestros ríos, que son muy caudalosos debido a nuestra climatología, desde la dictadura franquista han sido instaladas presas con multitud de centrales hidroeléctricas (49) y minicentrales (120), siendo la mayoría de las concesiones para la producción entregadas a multinacionales, que exportan un porcentaje muy importante de la energía producida.
Esta función adjudicada por el estado español una vez entramos en la Comunidad Económica Europea en 1985 (actualmente Unión Europea) se ve agravada pues la UE “condena a muchas de las naciones de la periferia europea al subdesarrollo, a la dependencia económica y a la subordinación política. Para una nación periférica y sin estado como lo es Galicia, la Unión Europea resulta especialmente lesiva para algunos de sus sectores productivos básicos en los que contamos con evidentes ventajas comparativas. En estas décadas el «Mercado Común Europeo, ruina del pueblo gallego» pasó de ser una consigna del nacionalismo gallego a una constatación palpable. Lo vimos con claridad en un sector como el de la construcción naval o, por ejemplo, en el de la pesca, donde no hay otro país en la UE que perdiera más flota, más capacidad productiva, puestos de trabajo y caladeros que Galicia. En el sector agroganadero, el número personas ocupadas, se redujo más de 85% desde la entrada del estado español en la CEE, desapareciendo más de dos tercios de las explotaciones y pasando a emplearse tan sólo una quinta parte de nuestro territorio para cultivos y pastos.”[6]
Recientemente se han adoptado nuevas medidas, algunas de ellas relacionadas con la transición energética y con la militarización de la Unión Europea, medidas que nosotros consideramos que van a aumentar aún más el expolio que sufre nuestro país, en concreto con un mayor despliegue de la producción de energía eólica y el aumento de las concesiones mineras.
En cuanto a la energía, Galicia supera ampliamente los objetivos de producción de energías renovables marcados por la Unión Europea, pues además de la energía hidroeléctrica antes referida. en nuestro territorio hay 1.416 parques eólicos con 22.486 aerogeneradores instalados. Exportamos el 40% de la energía que producimos pero no obtenemos ningún beneficio por ser una potencia productora, pues al igual que en la producción hidroeléctrica son empresas foráneas las que se benefician; por tanto sufrimos las consecuencias negativas de esas instalaciones en la actividad agro-ganadera, y no contamos por ejemplo con tarifas diferenciadas que permitan contar con ventajas para la instalación de empresas que puedan ser atraídas por un precio menor de la electricidad.
En este mismo sector de la energía ahora tenemos sobre nuestras cabezas otra agresión, que es el proyecto de 2023 de instalar parques eólicos en el mar, cuya normativa establece que nuestras costas están destinadas a producir el 47% de la energía eólica marina del estado español. Este proyecto supone una grave agresión a nuestro sector pesquero, sobre todo a la pesca de bajura, y marisquero, de consecuencias incalculables; y no estamos hablando de futuribles pues conocemos la realidad de la costa del norte de nuestro vecino Portugal, en donde la instalación de la eólica marina hace ya unos años ha provocado una grave crisis en el sector pesquero.
Curiosamente, mientras que como hemos señalado, Galicia debe asumir las consecuencias negativas de una producción de energía de la que exportamos un importante porcentaje, la Comunidad de Madrid elemento principal del centralismo español, no produce un solo kw de energía y no tiene instalado un solo aerogenerador; pero el precio de la energía para ellos es el mismo que tenemos nosotros sin asumir ni siquiera Madrid los gastos del transporte de la misma; siendo esta realidad un ejemplo más del papel que se le adjudica a nuestro país.
Otra amenaza está relacionada con el plan de rearme europeo anunciado el pasado mes de marzo por la presidenta de la Comisión Europea Ursula von der Leyen, y la Ley de Materias Primas Críticas de la UE, que autoriza proyectos de explotaciones mineras de materiales estratégicos para la transición digital y ecológica y para la defensa. Uno de los 47 proyectos prioritarios está en nuestro país, en el ayuntamiento de Beariz, un proyecto estratégico para la extracción de litio, mineral que como sabemos es fundamental en la industria militar y en el almacenamiento de energía.
Además en Galicia existen más de 200 explotaciones mineras activas y autorizaciones para otras de algunos recursos básicos como cobre, wolframio (también conocido como tugsteno), berilio, antimonio, barita…; casi en su totalidad son explotaciones entregadas a multinacionales, que lo único que hacen es una extracción del mineral, que en la mayoría de los casos tiene graves consecuencias para nuestro territorio.
Podríamos ampliar estos datos hablando de la realidad de nuestra producción alimentaria, dado que en pocas décadas hemos pasado de ser un país con un importante grado de soberanía alimentaria a ser importadores de alimentos; de la desaparición de la banca pública vendida a precio de saldo al antichavista propietario del banco venezolano Banesco, y su papel en la expatriación de nuestro ahorro, que en vez de servir para crear tejido económico y financiar proyectos empresariales en Galicia sirve para financiar proyectos económicos en otras partes del estado español.
Otro elemento característico de ese neocolonialismo es la sustitución de nuestro idioma y de nuestra cultura, un proceso que conocen en carne propia en América Latina los pueblos originarios que han sufrido la discriminación y en algunos casos la desaparición de su cultura bajo el argumento de la supuesta modernidad. Un importante porcentaje de nuestra población asume el papel de colonizada y considera que el rechazo a lo propio y la asunción de la cultura española y del idioma castellano le permitirá subir en el escalafón social, no valorando la importancia de esos elementos constitutivos de nuestro ser; sobre todo teniendo en cuenta que el idioma gallego nos relaciona directamente con los más de 230 millones de habitantes de los países de lengua portuguesa[7] y nos abre muchas posibilidades en el campo económico y comercial.
Frente a esta situación el movimiento nacionalista gallego lleva décadas construyendo un amplio movimiento de base popular[8], que reivindica el ejercicio del derecho de autodeterminación de Galicia como único camino para poner fin a esa situación de dependencia, movimiento que lucha contra estas agresiones a nuestro pueblo articulando herramientas organizativas y respuestas en los diversos ámbitos, al tiempo que lleva adelante un trabajo de concienciación de nuestro pueblo en el sentido de que únicamente convirtiéndonos en dueños de nuestras decisiones podremos poner las bases para cambiar la actual situación económica y social; y aportar nuestra contribución a la lucha común por la soberanía de los pueblos y contra el imperialismo.
Galicia; 15 de setiembre de 2025
Notas:
[1] Documento sobre la coyuntura internacional aprobado por la UPG en marzo de 2025.
[2] En muchos casos las entidades que las gestionan tienen un contacto directo con la USAID norteamericana.
[3] Este aspecto concreto ha sido desarrollado ampliamente en la ponencia que presentamos en la XXVIII Edición del Seminario en 2024, “La militarización de la Unión Europea”
[4] Ponencia aprobada por la Confederación Intersindical Galega-CIG en su 9º Congreso celebrado en el pasado mes de mayo. La CIG (https://www.cig.gal/) es la principal Central Sindical de Galicia en representantes elegidos por votación directa de los trabajadores y trabajadoras en sus centros de trabajo, en número de miembros y en capacidad de movilización.
[5] La teorización de la condición de Galicia puede ser consultada en el libro Problemática nacional e colonialismo. O caso galego, publicado en 1978, y reeditado recientemente. Este libro sintetiza el análisis de la cuestión nacional desde una perspectiva marxista aplicada a la realidad gallega. Puede ser consultado en PDF en https://www.galizalivre.com/wp-content/uploads/2021/09/fdocuments.ec_problematica-nacional-colonialismo-libro-problematica-o-colonialismo-na.pdf
[6] Documentos del XVI Congreso de la UPG. Julio 2024
[7] Los idiomas gallego y portugués provienen de una misma matriz, el galego-portugués, que con la independencia de Portugal se dividió en dos idiomas, pero hoy en día los hablantes de ambos idiomas tienen mucha facilidad para comunicarse entre ellos, dadas las semejanzas existentes.
[8] El objetivo de la ponencia era proceder a una actualización de la explicación sobre la situación de dependencia neocolonial de nuestro país, por lo que no nos hemos extendido en las características del movimiento nacionalista (cuestión tratada en ediciones anteriores), solo destacar que el Bloque Nacionalista Galego-BNG (https://www.bng.gal/) frente político del que la UPG es miembro fundador, es en este momento la primera fuerza de la oposición en Galicia (el gobierno autonómico gallego lo ostenta el Partido Popular Español que tiene 40 diputados, frente a 25 del BNG, 9 del PSOE y 1 de un grupo de derecha localista).
PONENCIA XXIX SEMINARIO “Los partidos y una nueva sociedad” Ciudad de México; setiembre de 2025. Apartado III. Temas de Coyuntura.
*Duarte Correa Piñeiro, profesor de Historia, analista Internacional y Secretario de Relaciones Internacionales de la Unión do Povo Galego.
Foto de portada: PIA Global.