Países Bajos, Alemania, Francia, Rumanía, Eslovaquia… los agricultores han salido a las calles en varios países europeos. Partiendo de los Países Bajos, el movimiento se va extendiendo, cada uno con sus propias reivindicaciones, pero con una decepción compartida. Los trabajadores de este sector que va desapareciendo tienen malas condiciones económicas —el 26% de los agricultores de Francia está bajo el umbral de la pobreza— y a menudo tienen un estado de ánimo muy bajo – cada dos días un agricultor se suicida en Francia, según datos de la caja de solidaridad de los agricultores MSA–.
El número de granjas europeas ha pasado de quince a diez millones en los últimos veinte años y en los próximos 15 años desaparecerán otros 6,4 millones, según el estudio The Future of the European Farming Model del Parlamento Europeo. Es decir, durante 35 años 11 millones de granjas – más de las dos terceras partes – están llamadas a desaparecer, tendencia que también se produce en Euskal Herria. Sin embargo, la producción ha ido aumentando de forma constante, avalada por el desarrollo de la agroindustria. La liberalización del mercado, la mundialización del cultivo y la búsqueda ciega de beneficios del agrobusiness son los responsables de la crisis actual. A la hora de contextualizar hay que señalar que la agroindustria defendida y estimulada por los sindicatos Fnsea y JA Jeunes Agriculteurs (Jóvenes Agricultores) es la garante de estas lógicas económicas.
Así, empujados por el malestar y por la llamada de los sindicatos, afiliados o no, cada vez más agricultores se han lanzado a las carreteras de Francia y de los alrededores de Baiona. En lo que respecta a Iparralde, las carreteras de la zona de Baiona están siendo bloqueadas desde el martes. En general, el movimiento se extiende a gran velocidad y amenazan con bloquear París.
La Fnsea y el JA han trasladado al Gobierno las reivindicaciones de ayudas financieras “inmediatas” y la disminución de las normas, entre ellas las medioambientales – “salir de la incoherencia del green deal y la plaguicultura ecológica” -. También preguntan por los tratados de libre comercio.
Diferentes reivindicaciones pero unidos por la lucha
Por su parte, el sindicato Confederation Paysanne, que aboga por el cultivo sostenible, también ha llamado a la protesta a través una rueda de prensa organizada el miércoles: “La indignación expresada es legítima porque el problema de las remuneraciones del trabajo de los agricultores es brutal. Hace 25 años, la Confederation Paysanne ya estaba denunciando los efectos del liberalismo, desde Larzac hasta Seattle”.
La gravedad de la situación ha generado esta insólita unificación sindical. En efecto, el modelo de cultivo promovido por Fnsea y JA en las últimas décadas choca con el modelo popular y agroecológico de la Confederation Paysanne. La gravedad de la crisis y el malestar de los agricultores hacen que todos estén en la calle y negociando con el gobierno.
Con esta protesta la Confederation Paysanne traslada dos clamores que requieren de solución inmediata: el fin de los precios por debajo del coste de producción y el fin de las negociaciones de todos los tratados de libre comercio. Considerando el problema en su globalidad critica a la Fnsea: “Son los diferentes gobiernos y la Fnsea los que han llevado la agricultura a esta situación de impasse y a un sistema económico ultraliberal, injusto y destructivo”. Este sindicato también reivindica medidas para impulsar la transición ecológica.
El primer ministro, Gabriel Attal, se debía reunir este jueves con los ministros de Agricultura, Transición Ecológica y Economía para tratar sobre las respuestas que van a dar a los agricultores. De fiarse de fuentes próximas al Gobierno, el Ejecutivo francés podría informar este jueves o viernes de una serie de medidas para hacer frente a la crisis.
Artículo traducido para Hordago a partir del original en Argia.
*Jenofa Berhokoirigoin, periodista.
Artículo publicado en El Salto Diario.
Foto de portada: Los agricultores cortan la carretera en las inmediaciones de Bayona.