Nuestra América

La crisis global se profundiza en Colombia

Por Alberto Pinzón Sánchez*
Solo el acertado análisis de la situación actual de la lucha de clases y una conducción práctica acorde, dará la respuesta.

El 20 de julio es el “día de la independencia” en Colombia, fecha en la cual se conmemora el largo y contradictorio proceso de nueve años de lucha anticolonialista contra el poderoso, sanguinario, y destructor Imperio de la Corona española, iniciado el 20 de julio de 1810 y culminado con la victoria de Boyacá el 07 de agosto de 1819, cuando las tropas anticolonialistas de la Patria Grande comandadas por el Libertador Simón Bolívar, después de realizar la sorprendente maniobra de escalar la muralla montañosa y helada de los Andes con un puñado de llaneros calentanos para caerles por detrás a las tropas de la Corona que tenían como retaguardia de la guerra en Venezuela los abastecimientos de las fértiles tierras cundi-boyacenses y casanareñas, librar el combate decisivo del Pantano de Vargas y limpiar de realistas la meseta boyacense; enfrentan la última resistencia en el puente de Boyacá, donde finalmente tras una muy importante batalla liberan el territorio de la actual Colombia al entrar triunfantes en la ciudad capital del Virreinato de la Nueva Granada. Desde entonces, este día fue escogido como el “día de la patria” y conmemorado cada año con festejos, desfiles militares e instalación del Congreso de la República

Sin embargo, la conmemoración de este 20 de julio pasado, sucedió que los tres 3 eventos tradicionales de celebración estuvieron patasarriba:  1-No hubo el tradicional desfile militar de los pavorosos tiznados de la contraguerrilla y la contrainsurgencia, ni los estruendosos vuelos de los aviones bombarderos israelíes. 2. La instalación del Congreso fue toda una patraña donde el tradicional discurso del presidente a los parlamentarios, esta vez, se limitó por parte del subpresidente Duque a una la recitación en voz dura de una serie de reproches y regaños, para finalizar retirándose del recinto parlamentario sin escuchar los discursos de la autollamada “oposición democrática”, fraccionada y envilecida por el “cretinismo parlamentario” que describiera Lenin hace un siglo en la Rusia zarista y, sin mostrarles ningún respeto democrático, sino por el contrario, exponiéndoles autoritariamente su esteatopigia de pelechador cebado. 3. La celebración popular en las calles, fue la reactivación de la lucha de masas callejera que se había tenido una pausa de reorganización después del Estallido Social del Pueblo trabajador colombiano iniciada el 28 de abril/21.

Era pues, una pequeña muestra de la confluencia de una serie de eventos y hechos sociales anteriores que mostraron públicamente y sin engaños, cómo la crisis generalizada que vive Colombia en lugar de tender hacia una “Solución Democrática” tiende por el contrario hacia su profundización y caos. Veamos:

1- LA LUCHA DE CLASES

Cuando en Colombia a mediados de los años 80 del siglo pasado, a la hora de hacer los análisis políticos de coyuntura se abandonó el concepto científico de lucha de clases, la concepción marxista de la historia fue derrotada, y con esto, gran parte de quienes usaban este concepto científico en sus análisis (o todavía lo usan camuflado) fueron también derrotados. 

Un poco después, abrumados por la realidad y tratando de corregir semejante estropicio teórico, algunas organizaciones que se reclamaban “marxistas” y hasta “leninistas”, ya dominadas con el cuento burgués de los estratos sociales (del uno al seis) trataron de sustituir aquel concepto científico comprobado por la praxis social y política es decir la Ciencia Política; por algo más sonoro y militar inspirado en los partes de guerra del siglo 19 en Europa, y así, en Colombia, en donde estaba en desarrollo un ciego e interminable conflicto histórico social y armado, se generalizó como sucedáneo el término de “correlación de fuerzas”, que a todas luces, por diletante e incompleto no podía dar cuenta de la realidad contradictoria y profunda que pretendía abarcar. 

Sin embargo, la lucha de clases que yacía en el subfondo de tal conflicto continuó y de qué manera, abarcando ya no solo la estructura de la sociedad sino aflorando brutalmente en todos los niveles que conforman la supraestructura social; lo que obligó al bloque de clases dominante, usufructuario de tal confrontación, a aceptar que esta no tenía una solución militar pronta y expedita, sino que se debía buscar la derrota del ejército rebelde más grande y enraizado en ciertas regiones campesinas y potencialmente más peligroso para su estabilidad en el Poder, por otra vía que no fuera la militar,  como por ejemplo, el engaño y la perfidia que históricamente se habían usado y probado  positivamente para solucionar conflictos armados anteriores; con la clara visión de dividir, fraccionar y romper la posibilidad de un posible entendimiento entre los diferentes grupos armados rebeldes antisistema de menor tamaño que también permanecían alzados en armas contra el régimen dominante y contra el Estado en varias regiones campesinas.

Entonces en un gesto de realismo, el bloque de clases dominante, acoge la consigna guerrillera de la “Solución Política” y propone avanzar en un proceso de paz que culmina en la Habana en noviembre de 2016 con la firma de un Acuerdo con la organización guerrillera más numerosa y extendida, las Farc – EP, que debido a las inconsecuencias, claudicaciones de última hora, y errores graves de la dirigencia guerrillera firmante de aquel Pacto (y que algunos compañeros suyos llamaron traiciones), más pronto de lo esperado se convirtió en un papel mojado, echando a pique la posibilidad de “solucionar políticamente” el conflicto traído, y de hallar una verdadera, completa y total paz en Colombia, para que el país se pudiera enrumbar hacia una Democracia Avanzada y Popular.

Sin embargo, se mueve, decía Galileo Galilei. La lucha de clases, había sacado de la escena a la clase de la pequeña burguesía del complejo rural-urbano de Colombia que se había apoderado de la dirección de la organización guerrillera de las Farc-EP, dando paso a diversos grupos de campesinos pobres, jornaleros, raspachines, desempleados y marginados etc, más radicalizados de los numerosos  estratos y clases subalternas que abundan en dicho complejo rural-urbano, y que el bloque de bloque de Poder dominante entró a calificar rápidamente como “disidentes”; quienes se rearman y continúan en el alzamiento armado antisistema, pero sin el número ni la potencia armada que antes tenían como organización militar vertical, ahora sometida al exterminio gota a gota de sus ex combatientes desarmados  creyentes en la paz y, a las aborrecibles masacres de líderes sociales en las zonas de influencia guerrillera.

La lucha de clases había seguido fluyendo moviendo la sociedad y buscando nuevos cauces; el conflicto armado se había reciclado tomando otras formas y modalidades más cercanas a la realidad regional, y, como el desarme del grueso del ejército guerrillero de las Farc-EP lo había liquidado como ejército, el vacío militar generando en las zonas bajo su control fue llenado por muy diversos grupos armados tanto guerrilleros disidentes o fraccionales que buscaron retomar sus antiguas posiciones, como por otros grupos guerrilleros que por diversas razones no lograron concretar acuerdos políticos con el bloque de clases dominante. Situación que también fue aprovechada por el Estado para desplazar sus ejércitos narco-para-militares contrainsurgentes a dichas regiones a fin de dominarlas y ponerlas bajo el control del Estado. Se había empedrado el camino al infierno de una nueva confrontación social con las sanas intenciones de la paz.

2 ENTRAN OTRAS CLASES SOCIALES EN ESCENA.

El desarme y liquidación de la organización política y militar del ejército guerrillero de las Farc-EP, hizo posible que otras clases sociales trabajadoras subalternas y explotadas principalmente en las  grandes ciudades colombianas, asalariados de los servicios, maestros, estudiantes y jóvenes liceístas, y un gran número de los llamados rebuscadores y trabajadores precarios, desempleados y habitantes de barriadas como y también lúmpenes, así como etnias y comunidades (indígenas y negras) y sectores sociales históricamente muy oprimidos, aprovechando ese otro gran vacío complementario al vacío militar, como era el gran vacío político dejado por las Farc-EP, y el desgaste o pérdida de la Legitimidad  y Legalidad ante la sociedad del sector hegemónico del Uribismo dentro del bloque de clases dominante; empezaron a manifestarse colectivamente y a confluir en la movilización callejera. A hacer una práctica unitaria de protesta social común y sin dueños en las calles y carreteras que después de varios intentos se logró concretar en el Estallido Social referido del 28 de abril /21, el que sin ninguna duda tuvo una característica el de ser “multiclasista” y unitario, dando inicio a un nuevo ciclo la lucha de clases abierta en Colombia de una manera que actualmente ya es irreversible.

3-EL BLOQUE DE CLASES DOMINANTE SE ENROCA CON AYUDA DE LOS EEUU.

El bloque de clases dominante al percibir su desgaste interno y el desgaste obvio en las noticias internacionales del Hegemón imperialista global y del cual depende absolutamente para todo; en lugar de buscar la “Salida Democrática” a la crisis generalizada tan demanda por todas las organizaciones cívicas y populares, prefirió enrocarse en su concepción fascista y franquista del nacional-catolicismo y hacer más duro, sangriento e inhumano el enfrentamiento en su intento por dominar vía militar al Pueblo Trabajador (entendiendo por éste a todo aquel que viva de su trabajo),  convirtiéndose ya no solo en el Caín de Nuestra América, sino en un verdadero portaaviones terrestre del Imperialismo global, con bases militares legales y clandestinas y con un gigantesco ejército de cerca de 500 mil hombres que consumen el 6% del PIB colombiana, entrenado en técnicas de contrainsurgencia en estas bases militares y como fuerza de choque en operaciones internacionales, tal como sucedió en el caso de Haití y en todos los otros casos en el Asia Central y la península arábica que han salido a la luz pública.

 ¿Cuál es la base económica de este fenómeno que venimos describiendo?

 Dos fuentes de altísima rentabilidad trasnacional se juntan y hermanan el conflicto colombiano con el conflicto de Afganistán: 1. El Narcotráfico.  2. El llamado mercado de la “Seguridad” destapado en Colombia a la luz pública mundial después de la operación encubierta de narco-para-militares oficiales colombianos para ejecutar en su lecho matrimonial al presidente de Haití Juvenel Moïse este 07 de julio / 21, en Puerto Príncipe.

Las inmensas ganancias transnacionales del mercado de la heroína en Afganistán y la intervención del US Army y la OTAN para tratar de controlarlo mediante la guerra sin fin; así como el mercado de la cocaína del cual Colombia es un eslabón fundamental, son temas tema bastante estudiados y conocidos en el Mundo como en Colombia. Según las cifras conservadoras de la “oficial” Asociación Nacional de Instituciones financieras Anif para el 2018, se calcula que el mercado de la cocaína en Colombia llegó a ser el equivalente a un 3% del PIB colombiano algo así como 29, 2 billones de pesos col.

Lo que no sabíamos o se tenía clandestinamente, era la enorme cifra de 7 billones de pesos anuales    que mueven las varias compañías oficiales del mercado de la “Seguridad” en Colombia que trabajan con la abundantísima fuerza de trabajo militar educada y entrenada por los asesores y consejeros militares de los EEUU en las bases que tienen el país calculada en 18 mil militares super entrenados que quedan vacantes cada año, y que, el ex militar y experto en seguridad militar Juan Carlos Buitrago Arias, columnista del portal Las dos orillas justifica en su columna del 16 de julio /21, analizando el vergonzoso episodio encubierto de los narco-para-militares oficiales colombianos en Haití.

  4. EL MILITARISMO BASE DEL FASCISMO COLOMBIANO

Así tenemos que la imparable y siempre actual lucha de clases ha puesto al descubierto abiertamente y ante el mundo la base real del militarismo colombiano sustento material del fascismo nacional-católico de la Colombia actual. Dos fenómenos económicos al cual más deletéreos: El Narcotráfico y el paramilitarismo de Estado que al haberse fusionado totalmente uno con otro para formar un tres en uno, han constituido ese robocop made in USA de los narco-para- militares oficiales colombianos, que pasmó a más de uno por su efectividad mortífera en Puerto Príncipe, Haití.

El 22 de julio/ 21, el columnista del diario El Espectador Santiago Villa, en una excelente columna de advertencia, sugiere que al haberse politizado a su favor el cuerpo de las Fuerzas Armadas durante el “Uribato” y sus gobiernos de AUV, JM Santos y Duque, se ha roto el pacto gobierno-fuerzas armadas establecido en mayo de 1958 en el Teatro Patria por Lleras Camargo, y lo que es más grave aún para la clase dominante: el haber descarnado para la lucha de clases teórica, el hecho de que la ficción de unas Fuerzas Armadas Apolíticas y Neutrales ya no es sustentable. Pues se han convertido en otro apéndice institucional práctico del Uribismo en el Poder.

De ahí e bello trino tan diciente como sentido del ex presidente Uribe Vélez en Instagram el 20 de julio /21 que dice así:

Como no me gusta concluir una columna sin una indicación política hacia adelante, debo decir que la coyuntura de la lucha de clases actual analizada en Colombia, abre varias posibilidades, unas más posibles que otras y que se deben tener presentes a la hora de la praxis: 1. Profundización del golpe cívico-militar ante la descomposición del grupo de Lima por la elección de Castillo en el Perú y las dificultades de Piñera en Chile, con un aumento del riesgo de una posible agresión a gran escala a Venezuela, utilizando cualquier pretexto como podría ser el bulo sobre el auto-atentado al subpresidente Duque en  Cúcuta. Posibilidad sujeta a lo que decida Washington.

2. La otra posibilidad es que el bloque de clases subalterno democrático y popular que empieza a dar muestra de madurez política, logre conformar y articular en medio de esta movilización social un Frente Amplio Antifascista que enfrente en todos los terrenos el militarismo y el fascismo que se han apoderado del Poder en Colombia.

3.Otra posibilidad es que se siga en el “cretinismo parlamentario” (comentado arriba) que insiste tercamente en imponer mediante maniobras oligárquicas de baja estofa un candidato presidencial sin electores que salga de unas supuestas elecciones de consulta y descarte. El cual, sin duda, dejará la vía libre al candidato del bloque dominante y que algunos creen, siguiendo la lógica desesperada que dice que “del ahogado el sombrero”, será mejor que el que diga Uribe Vélez. Una especie de “Tocón Uribe” que indudablemente terminará favoreciéndolo a él, o en su defecto al que diga su rival JM Santos, que será peor.

Solo el acertado análisis de la situación actual de la lucha de clases y una conducción práctica acorde, dará la respuesta. 

Notas:

*Médico, antropólogo y ensayista colombiano

Fuente: Colaboración

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