Creo que el gobierno turco debe ser cauteloso ante la doble trampa tendida por el gobierno estadounidense oculto. Por un lado, deja claro que determina las prioridades de política exterior de Turquía, mientras que, por otro, se esfuerza por avivar el temor de los países árabes y vecinos al “neo-otomanismo”, acusándolo de ser agresivo, expansionista y amenazante para sus intereses.
Turquía debe ser cautelosa y trabajar para estrechar lazos con las capitales árabes, ya que la amenaza israelí y sus planes de partición también amenazan a Ankara. No hay manera más fácil que involucrarla en conflictos, agotarla económicamente y rodearla de un muro de hostilidad. Resulta sorprendente que la ola de incitación contra Turquía se intensifique a medida que se acerca a El Cairo y, en particular, a Riad.
Los jefes de inteligencia egipcios y turcos se coordinan sobre Gaza, Libia y Sudán
Los jefes de inteligencia egipcios y turcos analizaron la situación regional e internacional, en particular la situación en Sudán y Libia. El panorama político libio ha experimentado importantes avances recientemente tras la presentación de una hoja de ruta para la celebración de elecciones presidenciales y parlamentarias, el fin de la división y la unificación del poder. Este plan contó con el apoyo de Egipto y Turquía. En los últimos días, los jefes de inteligencia egipcios y turcos se reunieron con funcionarios libios. Ankara y El Cairo están coordinando la situación en Gaza.
Egipto y Qatar, mediadores en las negociaciones del alto el fuego y el intercambio de prisioneros en Gaza, presentaron una propuesta de alto el fuego, apoyada por Turquía, hace aproximadamente dos semanas. Si bien Hamás expresó su aprobación, Israel aún no ha respondido a la propuesta.
La propuesta se basa en un plan del enviado para Oriente Medio del presidente estadounidense Donald Trump, Steve Witkoff.
Un acuerdo aumenta las preocupaciones israelíes
Egipto y Turquía firmaron recientemente un nuevo acuerdo para la producción local del “Torkha” (VTOL-UAV) en Egipto. Este vehículo aéreo no tripulado (UAV) con despegue y aterrizaje verticales (VTOL) fue desarrollado por la empresa turca Havelsan. El nuevo acuerdo se firmó entre la Organización Árabe para la Industrialización (AOI), entidad económica afiliada al Ministerio de Producción Militar egipcio y pilar de las industrias de defensa y civiles de Egipto, y la empresa turca Havelsan, fabricante del dron. Este acuerdo busca localizar la tecnología de los drones en la fábrica de Qader Advanced Industries.
La firma del nuevo acuerdo se produce en el marco del plan de la AOI de fortalecer las alianzas con grandes empresas internacionales, de acuerdo con una visión clara adoptada por la organización para atraer inversiones, satisfacer las necesidades del mercado local y abrir nuevas salidas de exportación, en línea con la Visión 2030 de Egipto para el Desarrollo Sostenible.
La AOI confirmó que el acuerdo se enmarca en su estrategia para impulsar la fabricación local y atraer inversión extranjera, en consonancia con la Visión 2030 de Egipto para el Desarrollo Sostenible. El director de la Organización Árabe para la Industrialización, el general Mokhtar Abdel Latif, explicó que la cooperación con Havelsan es un paso crucial hacia la transferencia de las últimas tecnologías de defensa, con el objetivo de satisfacer las necesidades del mercado local y abrir mercados de exportación en África y la región árabe.
Por su parte, Havelsan expresó su agradecimiento por la asociación con la organización egipcia, elogió las capacidades de la fábrica de Kader y expresó su aspiración de ampliar la cooperación a otros campos industriales.
Por su parte, el embajador turco en El Cairo, Salih Mutlu Şen, expresó su satisfacción por la firma de este acuerdo entre la empresa turca y Egipto, anunciando el inicio de la producción de drones para la fábrica de Havelsan en Egipto. Describió el acuerdo como una bendición para fortalecer la cooperación industrial y de defensa entre ambos países.
El dron “Torkha” es un vehículo aéreo no tripulado (UAV) de despegue y aterrizaje vertical (VTOL) desarrollado por la empresa turca Havelsan. Se trata de un sistema avanzado de reconocimiento y vigilancia, que se distingue por su capacidad para operar en entornos complejos y cuenta con sistemas de inteligencia artificial integrados para el análisis de datos en tiempo real, lo que lo hace ideal para tareas militares y de seguridad como la vigilancia fronteriza y la recopilación de inteligencia. Havelsan es una de las principales empresas de defensa y tecnología de la información de Turquía, especializada en el desarrollo de sistemas de mando y control, drones y vehículos no tripulados, como el dron Baha y el vehículo terrestre Burakan. Las relaciones entre Egipto y Turquía han mejorado significativamente desde 2023. En febrero de 2024, el presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, visitó El Cairo, donde firmó varios acuerdos de cooperación económica y militar con el presidente Abdel Fattah el-Sisi. El acuerdo de producción de Toraja es una extensión de este acercamiento, además de un acuerdo previo en marzo para producir vehículos terrestres no tripulados (UGV) entre Havelsan y la fábrica de Kadir.
La apertura de Turquía a Haftar
La política turca está pasando de la “gestión de crisis” a la “ingeniería de estabilidad”. Un centro de estudios turco ha hablado de la transición de Ankara hacia una nueva fase de apertura a diversas partes libias, destacando la magnitud de su influencia y su interés en resolver las crisis de Trípoli en coordinación con socios europeos como Italia.
El Centro de Estudios de Oriente Medio ORSAM afirmó que Turquía se ha convertido en un actor importante en Libia desde la firma del acuerdo de “Seguridad y Demarcación de Fronteras Marítimas” de 2019 con el gobierno de Trípoli, que fortaleció su presencia militar y política en el ámbito libio.
Sin embargo, el acontecimiento más notable fue la visita del jefe de inteligencia turco, Ibrahim Kalin, a Libia a finales de agosto de 2025 y su reunión en Bengasi (a puertas cerradas) con el general retirado Khalifa Haftar, según el escritor Kaan Devecioglu.
Kalin se reunió a puerta cerrada con Haftar y varios líderes del Ejército Nacional Libio, donde abordaron cuestiones de seguridad regional y cooperación bilateral. Kalin también se reunió con Sadam, hijo de Khalifa Haftar, quien recientemente fue ascendido a subcomandante del ejército. Conversaron sobre cooperación en materia de inteligencia y seguridad.
La visita se produce en un momento en que el Parlamento libio en Tobruk se prepara para considerar la ratificación del acuerdo de demarcación de la frontera marítima firmado entre Ankara y Trípoli en 2019.
La división política en Libia
El escritor turco añadió que las elecciones representan la principal salida a la crisis libia, pero el mayor obstáculo sigue siendo la división entre Trípoli y Tobruk (oeste y este).
Por ello, Turquía ocupa una posición única en este proceso: mantiene estrechas relaciones con el Gobierno de Unidad Nacional en el oeste y, al mismo tiempo, ha abierto canales de comunicación con el bando oriental, lo que la habilita para desempeñar un papel facilitador.
Sin embargo, el éxito de Ankara en este papel depende de su coordinación con actores internacionales como las Naciones Unidas, Estados Unidos, Italia y Egipto, ya que la crisis libia ha dejado de ser un asunto local para convertirse en un escenario de conflicto internacional. Añadió que Turquía ya no es un simple partidario del gobierno de Trípoli, sino que intenta posicionarse como un mediador capaz de comunicarse con todas las partes. Combina una presencia militar y económica tangible con una flexibilidad diplomática que le permite influir en la elaboración de leyes electorales e impulsar reformas institucionales. Desde esta perspectiva, Ankara se perfila como un elemento complementario de la comunidad internacional para garantizar el éxito de la hoja de ruta de la ONU y un actor clave para facilitar el diálogo entre Oriente y Occidente.
En los últimos años, Libia se ha convertido en un foco clave del creciente debate sobre la jurisdicción marítima y las zonas energéticas en el Mediterráneo Oriental. Grecia pretende conceder a las pequeñas islas de Creta y Gavdos una amplia extensión de su zona económica exclusiva, una medida que constituye una vulneración de los derechos naturales de las costas libias.
Sin embargo, las normas establecidas del derecho marítimo internacional afirman que «las islas pequeñas no ejercen una influencia significativa sobre grandes extensiones de tierra», lo que refuerza los argumentos de Libia contra la propuesta griega. En este contexto, la firma por Trípoli de un acuerdo de demarcación de fronteras marítimas con Turquía en 2019, seguida de la entrada de Tobruk en el proceso de ratificación, amplió el margen de maniobra estratégico de Ankara en el Mediterráneo Oriental, a la vez que afirmó la protección de los derechos soberanos de Libia.
A partir de aquí, Turquía se ha convertido en un socio regional legítimo que no puede excluirse de las ecuaciones energéticas y geopolíticas, mientras que Libia ha emergido como un país de peso estratégico a la luz de sus vastos recursos.
El autor señaló que Libia es uno de los países africanos con mayores reservas de petróleo. La Corporación Nacional del Petróleo aumentó su producción a 1,38 millones de barriles diarios para el verano de 2025, con el ambicioso objetivo de alcanzar los 2 millones de barriles diarios para 2028.
Esto se logró mediante amplios programas de modernización en asociación con empresas internacionales, lo que confirma el retorno de Libia a su posición vital en los mercados energéticos mundiales.
El autor turco señaló que Turquía ha emergido en Libia en dos niveles complementarios: primero, en el sector del petróleo y la energía; segundo, en el de la reconstrucción y el desarrollo, ya que las empresas turcas han desempeñado un papel fundamental en proyectos de infraestructura, transporte y digitalización, contribuyendo a la diversificación de la economía libia y fortaleciendo sus esfuerzos de reconstrucción. Esta doble presencia ha posicionado a Turquía como un socio estratégico integral, cuyo papel no se limita a la seguridad militar, sino que también abarca el desarrollo económico y la transformación tecnológica.
Escenarios futuros
Con base en estos hechos, se pueden plantear dos escenarios principales para el futuro de Turquía en el Mediterráneo Oriental. El primero es el establecimiento de un mecanismo institucional tripartito entre Turquía, Italia y Libia para cooperar en seguridad energética, jurisdicción marítima y proyectos de reconstrucción.
El autor cree que dicha estructura fortalecería los vínculos turco-libios y combinaría la presencia histórica de la empresa italiana Eni en el sector energético con la expansión de las inversiones de las compañías petroleras turcas de forma complementaria.
El segundo escenario refleja el proceso de normalización entre Turquía y Egipto en el Mediterráneo Oriental. Si bien el acuerdo de 2020 entre Egipto y Grecia sobre la zona económica exclusiva fue limitado, la mejora de las relaciones entre Ankara y El Cairo podría abrir la puerta a alianzas más pragmáticas.
Si bien el eje Turquía-Italia-Libia parece más viable a corto plazo, la profundización de la cooperación entre Ankara y El Cairo a medio y largo plazos podría transformar el equilibrio regional en el Mediterráneo Oriental. Por lo tanto, ambos escenarios amplían el margen de maniobra diplomático de Turquía, colocando a Libia en el centro no solo de sus crisis internas, sino también de ambiciosos proyectos de cooperación regional. Según el autor, la reunión de Ibrahim Kalin con Khalifa Haftar representa un punto de inflexión significativo en la política turca hacia Libia, abriendo la puerta a una nueva etapa basada en la colaboración con diversos actores libios, que trasciende el simple apoyo al gobierno de Trípoli.
Una estrategia turca multidimensional
Por lo tanto, se puede decir que este paso describe una estrategia turca multidimensional que va más allá de la gestión de crisis y abarca la formulación de ecuaciones de estabilidad regional.
Desde 2023, Ankara ha comenzado a adoptar un discurso más flexible hacia el este de Libia. Sin embargo, la visita de Kalın a Bengasi marcó un punto de inflexión: dejó de ser una simple maniobra táctica para convertirse en un enfoque institucional y sostenible.
De esta manera, Turquía ha pasado de ser un actor parcial hacia una de las partes a ser un actor capaz de comunicarse con todas las partes, fortaleciendo su posición como mediador clave en el conflicto libio.
El escritor turco comentó: La suavización de la retórica de Haftar hacia Turquía se puede explicar por tres factores principales:
En primer lugar, “el horizonte militar está cerrado”, pues se dio cuenta de que resolver el conflicto por la fuerza ya no era posible y que una solución política era la única opción viable.
En segundo lugar, “el posicionamiento de Turquía como actor permanente”.
No sólo ha establecido una presencia militar, sino que también ha establecido una posición sólida a través de proyectos económicos, acuerdos energéticos y canales diplomáticos, lo que lo convierte en un actor difícil en la ecuación libia.
En tercer lugar, “El pragmatismo de la reconstrucción”.
La urgente necesidad de estabilidad en el país y el lanzamiento de proyectos de desarrollo han impulsado al este de Libia a buscar asociaciones realistas, haciendo del diálogo con Ankara una necesidad política.
Estos cambios han permitido a Turquía desempeñar un doble papel: mantiene estrechas relaciones con el gobierno de Trípoli y, al mismo tiempo, obtiene la legitimidad para interactuar directamente con el bando de Haftar. Esta dualidad le otorga una ventaja excepcional: la capacidad de tender puentes entre el este y el oeste de Libia y presentarse como un mediador aceptable a nivel regional e internacional.
El autor señala que esta dinámica también se refleja en las posturas de las potencias externas. La cooperación turco-italiana abre un amplio margen para la reconstrucción y los proyectos energéticos en Libia, y el proceso auspiciado por la ONU proporciona un marco internacional que podría allanar el camino para las elecciones. Por lo tanto, Turquía se encuentra en una posición que le permite influir en el equilibrio de poder en el Mediterráneo Oriental, no solo mediante su poderío militar, sino también mediante herramientas diplomáticas y de desarrollo.
Por lo tanto, la reunión de Ibrahim Kalin con Haftar no fue un mero acontecimiento pasajero, sino más bien un indicio de la transición de la política turca de una fase de “gestión de crisis” a una de “ingeniería de estabilidad”.
Destacó que Turquía hoy no se conforma con un papel de apoyo a Trípoli, sino que busca ser un socio activo en la reconstrucción de Libia y vincularla a proyectos regionales más amplios. Por lo tanto, el papel turco en Libia se convierte en un factor influyente en la configuración del futuro del país y de la geografía política de todo el Mediterráneo.
El “neo-otomanismo” y la incitación de Washington e Israel
Los círculos israelíes no dudan en incitar a la violencia contra Turquía, alegando que busca revitalizar el Imperio Otomano. Esto se debe al auge de Turquía, su futuro papel en la región y el éxito del gobierno de Erdogan en el fortalecimiento de la cooperación con Egipto y otros países árabes. Este asunto está siendo seguido de cerca por varias partes, especialmente Europa y Estados Unidos, así como por sus expertos políticos y de seguridad. Entre ellos se encuentra George Friedman, fundador de Stratfor, conocida como la “CIA en la sombra”, quien publicó un artículo que analiza el impacto de los acontecimientos globales y regionales en la política exterior turca.
Friedman realizó un análisis exhaustivo de la situación actual y presentó una hoja de ruta para la política exterior de Ankara. Como era de esperar, esta hoja de ruta coincide con los intereses de Estados Unidos, Israel y la OTAN. Friedman insta a Turquía a implementar políticas efectivas contra Irán y Rusia en el Mar Negro, los Balcanes, el Cáucaso y el Mediterráneo. Sitúa esta propuesta en el marco de los esfuerzos de Turquía por convertirse en una potencia regional y global.
Vale la pena considerar el artículo de Friedman junto con las recientes y reiteradas referencias al “Imperio Otomano” por parte del embajador estadounidense en Ankara, Tom Barrack, como parte del esfuerzo de Estados Unidos por imponer una nueva doctrina de política exterior en Turquía.
El artículo de Friedman es importante porque describe las líneas principales de esta doctrina. El artículo de George Friedman y Kamran Bokhari, «El momento de resurgir de Turquía», está publicado en geopoliticalfutures.com.
Friedman había predicho previamente en su artículo “Los próximos 100 años”, publicado hace casi 15 años, el surgimiento de tres grandes potencias en las próximas décadas: Japón, Polonia y Turquía.
La economía estable y en crecimiento de Japón, así como su enfoque en el desarrollo militar, demuestran un crecimiento constante, aunque discreto, de su poder. Polonia es actualmente la quinta economía más grande de Europa y un líder continental en desarrollo militar. Sin embargo, ambos países se ven limitados por otras grandes potencias. Japón debe enfrentarse a China, y Polonia debe enfrentarse a Rusia, que se encuentra a la defensiva de Ucrania.
Friedman y Kamran Bokhari creen que ha llegado el momento de que Turquía despegue. Posee un ejército y una economía imponentes que, a pesar de su modesto crecimiento, demuestran un potencial inigualable por pocos países de la región. Y lo que es más importante, posee enormes oportunidades geopolíticas.
Por otro lado, Friedman aboga por aprovechar las difíciles situaciones de sus vecinos. Argumenta que, con Rusia estancada en Ucrania, Estados Unidos buscando reducir su influencia global, Irán sufriendo pérdidas en la región, agravadas por su transición de liderazgo interno, e Israel tambaleándose por crisis internas y externas, Turquía puede aprovechar estas oportunidades en cualquier dirección que favorezca sus intereses fundamentales.
En algunos casos, ya ha tenido éxito. Incluso antes de la invasión rusa de Ucrania, Turquía desempeñó un papel crucial para ayudar a Azerbaiyán a derrotar a Armenia en la Guerra de Nagorno-Karabaj de 2020, lo que provocó un cambio histórico en el equilibrio de poder en el flanco oriental turco. La toma de la región por parte de Bakú ha permitido a Armenia y Azerbaiyán distanciarse de Rusia y aliarse con Turquía. Igualmente importante, el acuerdo de paz entre Azerbaiyán y Armenia, cuya firma se espera próximamente, facilitará el desarrollo por parte de Ankara del Corredor Zangezur, una arteria económica que atraviesa el Cáucaso Sur. También permitirá a Turquía conectarse con la región del Mar Caspio y las regiones fronterizas de Asia Central.
Los autores describen la dirección estratégica del Cáucaso, el Mar Negro, Oriente Medio y el Mediterráneo, destacando que, en el contexto de los acontecimientos regionales, Turquía ha sido la mayor beneficiaria del conflicto israelí-iraní. La marginación del liderazgo de Hezbolá y de su capacidad de alerta y ofensiva condujo al colapso del régimen de Asad. Los posteriores ataques de Israel contra Irán han debilitado gravemente a la República Islámica. Turquía aprovechó rápidamente la oportunidad para incorporar a Siria a su esfera de influencia, apoyando a uno de sus grupos aliados para tomar el control de la capital, Damasco.
Mejorar las relaciones con los países árabes
Al mismo tiempo, Ankara ha mejorado sus relaciones con países árabes clave, como Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos. Aprobó formalmente la participación de Egipto en el programa de cazas furtivos KAAN TFX, lo que marca un paso crucial en la cooperación bilateral en defensa, y ha comenzado a fortalecer su influencia en Libia para proyectar su poder hacia el oeste en el Mediterráneo.
Friedman cree que las potencias europeas están teniendo dificultades para formular una nueva arquitectura de seguridad, dada la retirada de Estados Unidos de las garantías de seguridad transatlánticas. En este sentido, también insta a Turquía a aprovechar la oportunidad. En primer lugar, busca forjar una relación más estrecha con Polonia, como lo demuestra la visita del primer ministro polaco, Donald Tusk, a Ankara en marzo, para coordinar esfuerzos conjuntos con el fin de estabilizar Ucrania y explorar las opciones de Turquía dentro de los marcos de seguridad posbélicos. En segundo lugar, ante los crecientes cambios en la Unión Europea y la OTAN, Ankara está intensificando sus esfuerzos para expandir su influencia en los Balcanes. Recientemente, la Plataforma de Paz de los Balcanes organizó una reunión en Estambul con los ministros de Asuntos Exteriores de Bosnia y Herzegovina, Montenegro, Macedonia del Norte, Serbia y Kosovo, así como con un viceministro de Albania.
Friedman propone una estrategia para provocar a Turquía contra Rusia y argumenta que gran parte de esto puede lograrse gracias a Rusia. El declive de Rusia, especialmente tras su invasión de Ucrania, repercute en su flanco sur, y Turquía se encuentra en una posición privilegiada para aprovechar los beneficios. En los próximos años, la capacidad de Moscú para proyectar poder en la cuenca del Mar Negro disminuirá. Ankara ya ha fortalecido su papel naval en el Mar Negro, tanto unilateralmente como en coordinación con la OTAN. Turquía también se ha consolidado como mediadora entre Rusia y Ucrania. Asimismo, está en proceso de fortalecer los lazos comerciales, de conectividad y de seguridad con Georgia, Rumanía y Bulgaria.
En geopolítica, el surgimiento de una gran potencia depende no solo de la posesión de poder y ambición, sino también de la oportunidad de alcanzar ambos. Turquía parece encajar en este perfil. Ocupa una posición geopolítica estratégica a caballo entre Europa, Oriente Medio y el Mediterráneo. Esta situación la ha presionado durante más de un siglo. Sin embargo, dadas sus capacidades militares y económicas actuales, esta situación promete liberarla de estas limitaciones. Dados sus problemas internos, queda por ver hasta qué punto podrá aprovechar esta situación.
No buscamos revivir el imperio
Libia es de suma importancia para la estrategia de la “Patria Azul” de Turquía y el Mediterráneo Oriental. Desde hace tiempo, el país ha presenciado cambios fundamentales en el equilibrio de poder. Los partidos se transforman, las alianzas se reorganizan y el equilibrio de poder se altera constantemente. Recientemente, Ankara reanudó sus contactos con Khalifa Haftar, y el jefe de inteligencia turco se reunió personalmente. Uluç Özülker, exembajador en Trípoli, cree que la prioridad ahora es la paz, y Turquía tiene un importante papel que desempeñar.
Negó la acusación común de que Turquía busca “revivir el Imperio Otomano”, afirmando: “Esto no es cierto, pero estamos presentes y somos influyentes, aprovechando nuestro legado histórico”. El ejemplo más claro de esto es Somalia. Está bajo la plena supervisión de Turquía en materia de gobierno, educación, entrenamiento militar y seguridad. No hay ninguna otra potencia extranjera en el país, y gradualmente, nuestra presencia se está expandiendo a Somalia, Libia y Sudán. De lo que hablamos es de un todo interconectado. Somos los herederos del Imperio Otomano, y no puedo negar este legado. Existimos en el mundo como sucesores de un gran imperio.
Al mismo tiempo, afirmó no confiar en Estados Unidos y señaló que Condoleezza Rice presentó un mapa que mostraba siete países candidatos a la intervención en el marco del Proyecto del Gran Oriente Medio, entre ellos Libia. Turquía también debería estar incluida en esa lista, aunque esto no se ha anunciado oficialmente. Afirmó que Turquía ha impuesto su presencia en la región, pero a través de sus políticas, y ha actuado como una fuerza de estabilidad y tranquilidad en medio de la agitación en Libia.
Por otra parte, explicó qué debe hacer Turquía para normalizar la situación en Libia y con quién está dispuesta a colaborar. Dijo: «Primero, debe garantizarse la paz interna. Históricamente, Bengasi y Trípoli no han confiado plenamente el uno en el otro. Pero ahora Haftar ha dado un paso positivo». Evitar la división permanente de Libia sería un logro importante. Turquía ya tiene una fuerte presencia en Trípoli y parece estar manteniendo conversaciones discretas con Haftar. Los Emiratos Árabes Unidos y Egipto también han suavizado sus posturas hostiles. Estos son avances prometedores.
Turquía es más peligrosa que Irán
Por su parte, Amr Moussa, exsecretario general de la Liga Árabe y exministro de Asuntos Exteriores egipcio, cree que el peligro del papel turco en la región árabe es mucho mayor que el de Irán, lo que justifica una vigilancia más estrecha. En una entrevista televisiva con MBC, Moussa afirmó que Turquía tiene planes y estrategias específicos, en comparación con la dependencia de Irán de la doctrina religiosa y la división entre suníes y chiíes, que calificó de “irracional”.
Moussa enfatizó que el uso del antagonismo entre chiítas y sunitas es sumamente aborrecible e inaceptable, y cuestiona la política. Por otro lado, Turquía busca el control estratégico, señalando la presencia de bases militares turcas en el Golfo y otras en el Mar Rojo, además de su presencia en los mares Mediterráneo y Negro.
Posiciones estratégicas peligrosas
Moussa continuó: «Estas son posiciones y movimientos estratégicos muy peligrosos. Este movimiento no se limita al mundo árabe, sino también a los países de habla turca. Ankara también desea unirse a la Unión Europea y negociar con Washington y Moscú al mismo tiempo. Estos son asuntos importantes, y es una política más importante que debe perseguirse con mayor atención que la política de sunitas, chiitas y el uso de turbantes».
Moussa se refirió a la iniciativa que propuso a los líderes árabes mientras dirigía la Liga para vincularla con los países vecinos del mundo árabe. Enfatizó que la iniciativa no era una propuesta de “alianza con Turquía e Irán”, como la presentaron los medios de comunicación árabes, sino que buscaba “establecer una Liga de Vecindad Árabe” que incluyera a países africanos, mediterráneos y asiáticos, incluyendo a Turquía, Irán e Israel.
Afirmó que la inclusión de Irán e Israel se vio obstaculizada por sus problemas con el mundo árabe. Finalmente, varios líderes árabes rechazaron esta iniciativa, que, según él, habría transformado la Liga Árabe de 22 a 44 países, con la inclusión de los países árabes vecinos.
Turquía y el papel deseado
Por su parte, el escritor e investigador libanés Wissam Ismail, en un artículo titulado “Turquía y la realidad del rol deseado en la región”, publicado recientemente en el sitio web Al-Mayadeen, argumenta que “la influencia turca en la región en el futuro solo será resultado de la liberación del complejo de la relación desequilibrada con Washington, y también del complejo de no declarar una hostilidad absoluta hacia Israel”. Argumenta que el proyecto turco enfrenta una seria prueba hoy en día, y que ya no es posible abordar el rol turco en la región según los principios que regían las relaciones internacionales y el equilibrio de poder en Oriente Medio hasta la implementación de la Operación Margen Protector.
Dado que las consecuencias de la Operación Margen Protector han alterado el equilibrio de poder regional, provocando la caída del régimen del expresidente sirio Bashar al-Asad, la visión de Israel sobre su seguridad nacional ha cambiado. Ahora considera que ha llegado la oportunidad de ampliar su esfera de influencia política y de seguridad, lo que, en su opinión, permitiría el establecimiento de un proyecto de “Gran Israel”, no solo desde el punto de vista de la seguridad, sino también desde el punto de vista geográfico.
Rechazo israelí
En consecuencia, la visión turca de expandir su esfera de influencia en la región, basada en la posibilidad de actuar como representante de Estados Unidos y la OTAN, es decir, la posibilidad de lograr resultados específicos para la esfera vital de Turquía —a saber, la hegemonía turca sobre Siria y partes de Irak, lo que le otorgaría un papel clave en el Líbano y el Golfo—, ha chocado con el rechazo explícito de Israel, expresado inicialmente por los círculos políticos israelíes mediante reiteradas declaraciones de rechazo al expansionismo turco hacia sus fronteras, en particular en Siria. Este rechazo también ha sido respondido con acciones militares, que en los últimos días han llegado al punto de amenazar con aviones militares turcos sobre Siria y realizar intensos bombardeos contra facciones sirias respaldadas por Turquía. Esto sin mencionar las implicaciones del bombardeo a la entrada del Palacio del Pueblo Sirio, que podría interpretarse como un mensaje directo de rechazo a cualquier acción turca imprevista cerca de la frontera israelí.
En contraste con esta acción israelí, que puede describirse como agresiva hacia el papel de Turquía en Siria, y el apoyo público y explícito a los kurdos y drusos en Siria, es necesario analizar el proyecto turco y hasta qué punto el presidente Erdoğan es capaz de lograr las ambiciones y el discurso que ha predicado. Hoy, el proyecto turco se enfrenta a una seria prueba de su seriedad y su potencial éxito para transformar a Turquía en un estado de influencia central en la región y el mundo. Un fracaso en esta etapa transformará el discurso del régimen turco en una mera campaña mediática cuya única función es promover el régimen internamente frente a una oposición que se ha convertido en una fuente de preocupación para el partido gobernante y amenaza su continuidad en el poder en futuras elecciones.
La relación con Israel
El escritor Wissam Abu Ismail aborda el futuro del papel de Turquía, explicando que “si es posible abordar la relación con la República Islámica de Irán o los estados árabes del Golfo según la lógica de ‘ningún enemigo’ e intersección de intereses, y no caracterizar la disputa como una señal de hostilidad que podría traducirse en una confrontación militar, lo que llevaría a su aceptación del papel avanzado de Turquía en un momento regional crucial, entonces es imposible abordar los detalles de la relación con la entidad israelí según el mismo mecanismo”.
El conflicto con Israel
Por lo tanto, surge la pregunta de hasta qué punto el Estado turco puede, de forma realista, asegurar una posición que Israel desaprueba sin una confrontación real. Es bien sabido que lo que frustró el esfuerzo histórico de Turquía por desempeñar el papel de agente de Estados Unidos en la región fue la entidad israelí. Esto se deriva de una convicción profundamente arraigada en la conciencia histórica israelí, que puede resumirse así: el Gran Israel, como idea, es incompatible con el concepto de equilibrio en las relaciones con sus vecinos. Más bien, presupone una hegemonía absoluta desde el océano hasta el Golfo, alcanzando las fronteras de la geografía política del Estado turco y la posibilidad de penetrarlas cuando surja la oportunidad.
A pesar de la falta de Es realista clasificar la relación entre Israel y Turquía como hostil, dado que la relación se ha establecido formalmente desde 1949 y ha sido testigo de visitas oficiales recíprocas, a pesar de las tensiones en varios puntos, el más reciente de los cuales fue la visita del presidente israelí Isaac Herzog a Turquía en mayo de 2022. También debe tenerse en cuenta que la Intifada de Al-Aqsa y la agresión a Gaza no llevaron a una ruptura definitiva de las relaciones entre los dos países. Turquía ha vinculado el restablecimiento de sus relaciones con Israel a permitir la ayuda en Gaza, lo que puede interpretarse no como una decisión final y de principios, sino más bien como un medio de presión utilizado por Turquía contra Israel. Esto significa que representa una opción estratégica a través de la cual Turquía pretende formular un nuevo marco para su relación con Israel.
La alianza es inevitable. El destino de Egipto y Turquía, y de hecho los intereses vitales y la seguridad nacional de ambos países, están entrelazados. Si bien diversos peligros amenazan a Egipto, los Estados del Golfo y el Levante, desde Irak y Siria hasta Jordania y Líbano, Turquía también se ve amenazada. Y, por supuesto, el Gran Israel amenaza a todos. Recientemente, las instituciones del Estado profundo turco dieron la alarma de que le tocaría el turno a Turquía tras la agresión contra Irán. Creo que hay sectores internos en ambos bandos que no desean un acercamiento entre Egipto y Turquía, y esto está avivando temores del pasado lejano. Sin embargo, los temores del presente deberían acercar a las dos potencias. Además, la alianza estratégica y la profunda cooperación entre Egipto y Turquía, especialmente en la cuestión libia, podrían generar enormes oportunidades, beneficios ilimitados y reconfigurar nuevos equilibrios en el Mediterráneo Oriental.
*Mohamed Sabreen escritor y periodista del medioAl Ahram.
Artículo publicado originalmente en United World.
Foto de portada: Presidencia Turca.

