Algo queda claro: Boric no es el presidente de izquierda que se ha divulgado no solo en el exterior sino también en Chile y esa imagen se va desmoronando al pasar por el filtro de los hechos. Esto no quiere decir, tampoco, que Boric sea un traidor y reaccionario. En realidad, su programa no es lo revolucionario que algunos esperaban.
Los más centrados señalan que lo que necesita Chile, tras tantos años de neoliberalismo y represión, es un gobierno que respete las reglas democráticas y garantice la tarea de la Convención Constitucional, la enemiga principal de la oligarquía, la derecha política y parte de la propia centroizquierda.
El analista Juan Pablo Cárdenas señala que se puede temer un nuevo estallido popular si las demandas comprometidas en una solución por el gobierno actual no llegan a satisfacerse a mediano o, más bien, corto plazo. A dos semanas de asumido, Boric, la opinión pública puede percibir los primeros desacuerdos y/o contradicciones entre las organizaciones políticas oficialistas, especialmente de boca de algunos ministros y del propio Jefe de Estado.
“Parece patético que, transcurrido tan poco tiempo, ya se aprecien en el Congreso los primeros acuerdos de la oposición con no pocos parlamentarios todavía partidarios del Gobierno. Al mismo tiempo que apenas terminado el jolgorio del cambio de mando, los canales de la televisión y la gran prensa, con las patronales empresariales estén alineando posiciones para oponerse a cualquier cambio y procurar volver lo antes posible al poder”, añade.
Dos semanas luego de asumir, el presidente comandó el primer cónclave junto a sus ministros y los parlamentarios oficialistas en el palacio presidencial de Cerro Castillo, donde hizo referencia al clima tenso en los días previos debido a roces entre cada uno por temas puntuales, como el fin del Senado y el quinto retiro del fondo de pensiones. Boric hizo un llamado a la unidad del oficialismo, tras una sola coalición en el futuro.
“Se requiere que compartamos una dirección estratégica. Nos hemos propuesto y le planteamos al pueblo de Chile encabezar el esfuerzo de superar el neoliberalismo, pero no podemos tener una definición que sea contrario a algo”, dijo. En tono de broma, el ministro de la Secretaría General de la Presidencia, Giorgio Jackson, dijo que los habían citado en la mañana, «al aire libre, para enfriar los ánimos”.
Marginados y desmovilizados
Uno de los hechos que llamó la atención fue que Boric no invitara a su asunción a Daniel Jadue, el alcalde comunista de Recoleta, líder del Frente Amplio con cuyos votos pudo llegar a ser candidato a la presidencia, ni a los dirigentes del progresismo. La derecha y la centroderecha estaban bien ubicados y atendidos.
En el caso del gobierno de Boric, tiene la mitad del senado en contra, así como una ínfima mayoría en la Cámara de Diputados, y en ambos casos esta mayoría está condicionada al voto de los senadores y diputados de la Democracia Cristiana que, en esta ocasión, no forma parte del gobierno.
Frente a este cambio de imagen, con rostros juveniles y amables, las organizaciones populares y en lucha, que habían depositado sus esperanzas en el nuevo gobierno, tratan ahora de aprender de los errores y superar las debilidades que los tienen hoy desmovilizados. ¿Qué grado de unidad se requiere para no padecer 30 años más de neoliberalismo, o algo peor?, se preguntan.
Con dos semanas en el gobierno, ya se habla de un juego de máscaras: aunque cambien los rostros al país lo seguirá gobernando el capital. Hay un intento de apropiarse del espíritu de la revuelta popular que abrió un nuevo período político en Chile: sus promesas populistas, sus discursos inclusivos y su estilo informal, no son más que intentos por disipar el descontento y desconfianza masivas que existe hacia el actual sistema político.
Recién luego de que un joven, que participaba en una marcha organizada por la Confederación de Estudiantes de Chile para exigir un aumento de la Beca de Alimentación de la Educación Superior, fuera herido de un balazo en tórax por un agente en el centro de Santiago, la ministra secretaria general de Gobierno, Camila Vallejo, habló de la necesidad de reformar la policía de Carabineros.
Este nuevo gobierno, sostienen los críticos, es resultado directo del acuerdo del 15 de noviembre del año 2019 –que fijó una vía de salida a una coyuntura de aguda tensión democrática entre los ciudadanos movilizados y la élite-, y no de la revuelta; y por acción y omisión, será la continuidad de los 30 años de gobiernos de derecha neoliberales.
¿Integración?
El 14 de marzo, el nuevo presidente de Chile señaló que estaba en contra de organismos regionales como Unasur, Prosur y el Grupo de Lima, poniendo a todos en el mismo saco. El primero, por estar integrado por países como Venezuela y Bolivia y los otros dos por gobiernos alineados con Estados Unidos, prohijados por Piñera. Boric dijo que “la serie de siglas que ustedes conocen han mostrado que no sirven para unirnos y avanzar en la integración”.
Extrañó su arremetida contra Unión de Naciones Sudamericanas, única instancia de coordinación políticas de la subregión y que tanto esfuerzo ha hecho Washington por desarticularla y su silencio sobre la Organización de Estados Americanos, la tristemente famosa OEA, piloteada desde Estados Unidos. Algunos resaltan su desinformación, otros que se impuso el punto de vista de Michelle Bachelet y la derecha del Partido Socialista.
Tampoco refirió que la destrucción del multilateralismo regional obedece a una acción programada desde el Departamento de Estado estadounidense, en la cual los gobiernos de derecha de su país, durante las últimas tres décadas, tuvieron un rol clave por seguir tales directrices.
Boric eligió en Cancillería a la abogada Antonia Urrejola, quien pasó por varios cargos en los gobiernos de la Concertación y presidió la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH). A poco de ser designada, ya recibía críticas por su pasado en la OEA junto a José Miguel Insulza primero y Luis Almagro después. Fue asesora durante la presidencia de Bachelet y sus críticos la ubican en una línea de seguidismo a EEUU.
El día del traspaso del mando en el Congreso hubo varios jefes de Estado sudamericanos presentes, con excepción de tres. Iván Duque de Colombia, Jair Bolsonaro de Brasil (lo representó su vice, Hamilton Mourao) y Nicolás Maduro de Venezuela. La expresidenta de Brasil, Dilma Rousseff, se estrechó en un prolongado abrazo con Boric que las cámaras de la TV chilena tomaron con detalle, desentonando con la presencia del rey de España Felipe VI. La nobleza suele estar presente cuando se producen este tipo de ceremonias en sus ex colonias, en calidad de jefes de Estado.
Política exterior
Una de las prioridades que anunció el presidente chileno para su política exterior es el cambio climático, y en las primeras horas de su gobierno conversó sobre el tema con Justin Trudeau, el primer ministro de Canadá. Asimismo, el Gobierno confirmó que el 5 de abril –204º aniversario de la Batalla de Maipú– Gabriel Boric visitará Buenos Aires, en su primera visita oficial, en un marco de amistad (al menos eso es lo que dijo el mandatario argentino Alberto Fernández).
Pero, hete aquí que desde los medios se insiste en que esta primera visita oficial debería ser útil para aclarar que –a diferencia de lo afirmado por la política de defensa nacional argentina de julio 2021– ni el Estrecho de Magallanes, ni el sector del Cabo de Hornos, ni el espacio marítimo adyacente a Diego Ramírez pueden, en ninguna fórmula, ser considerados “espacios compartidos” con Argentina. Se trata de aguas interiores y mar territorial chilenos: el Presidente conoce el significado jurídico de ambas entidades.
Grandes conglomerados están otra vez influyendo, presionando y hasta redactando la legislación que les afecta en lo relacionado al proyecto del royalty minero, que se discute en el Senado. De aprobarse este proyecto de ley como lo despachó la Comisión de Minería del Senado se va en el camino a un deja vu de la “Ley Longueira”, que terminó regalando cuotas pesqueras (y a perpetuidad) a unas pocas familias.
Ahora grandes mineras del cobre y litio también podrían evitar el pago de muchos miles de millones de dólares respecto de lo que deberían haber pagado como royalties según lo que propone el proyecto de ley aprobado por la Cámara de Diputados (con el voto del entonces diputado Boric).
Noviciado ¿naïf?
En el segundo día de gestión, el nuevo gobierno progresista de Gabriel Boric, comenzó a pagar su noviciado con la primera crisis, originada por una visita improvisada y publicitaria de la ministra del Interior, Izkia Siches, cuya comitiva fue repelida cuando se dirigía a comunidad de Temucuicui, en pleno Wallmapu, territorio mapuche del sur del país, a unas 10 horas de Santiago, la capital.
El incidente que obligó a la ministra del Interior a retroceder trajo como primera consecuencia el “reacomodo” en los tiempos de implementación de la estrategia de desescalamiento del conflicto propuesta por el gobierno de Boric. La gira de la titular del Interior, acompañada de otros cinco ministros en el segundo día hábil del nuevo gobierno, se planteó como una señal de la disposición de Boric de tratar el conflicto mapuche sobre la base de un diálogo sin exclusiones.
Entre acusaciones de improvisación que puso en riesgo a la segunda autoridad del Ejecutivo o de buscar un diálogo a través de una postura «naif», sin las adecuadas medidas de resguardo y anticipación, desde La Moneda defendieron la estrategia anunciada previo a asumir funciones, a la vez que recalcaron que la fórmula no se tocará, señala el portal elmostrador.cl..
Quizá los jóvenes del gobierno han leído mucho sobre la posverdad y en lugar de gobernar, dialogar y buscar soluciones, quieren publicitar sus intenciones bañadas con una visión metropolitana de los problemas nacionales. Siches, de 36 años al igual que Boric, fue presidenta del Colegio Médico de Chile, y desde noviembre de 2021 jefa de campaña del entonces candidato presidencial, quien la designó como primera mujer en ocupar el ministerio del Interior en Chile.
Siches cree que sigue en campaña, que la política se hace por las redes sociales, ocupando espacio en los medios, tratando de imponer imaginarios colectivos”, señala el analista Andrés Vergara. La Comunidad Mapuche Autónoma del Territorio de Temucuicui, acusó al equipo de Siches de provocar el incidente en suelo mapuche “toda vez que se manifiesta mala fe e improvisación”.
“Un gobierno (…) no puede arrogarse el diálogo sin antes consensuar en un proceso previo e informado los temas a tratar con todos los actores que viven en el territorio. Ahora ante la prensa racista y los políticos neoliberales nos pretenden imputar responsabilidad en un hecho cuyos responsables son los asesores y la actitud arrogante del actual gobierno que continúa con una mirada racista y un trato colonial», concluyó.
Notas:
*Magister en Integración, periodista y docente uruguayo, fundador de Telesur, director del Observatorio en Comunicación y Democracia, presidente de la Fundación para la Integración Latinoamericana.
Fuente: https://espanol.almayadeen.net/