Temor a posibles efectos adversos «devastadores». Un método promovido y avalado por grandes empresas y magnates como Bill Gates, Amazon y startups tecnológicas.
Una startup estadounidense comunicó en estos meses que lanzó a la atmósfera globos meteorológicos que liberaron partículas reflectantes de azufre con el propósito de aliviar el calentamiento global a través del reflejo de la luz solar en el espacio
La técnica usada por la empresa Make Sunsets tiene defensores y detractores, pero a la fecha, no hay pruebas de que sea efectiva. Los defensores del método argumentan que se trata del milagro que necesita el planeta para evitar los impactos catastróficos del calentamiento global. Sin embargo, los detractores señalan que esta práctica no solucionará las causas reales de la crisis climática y subrayan que puede provocar fenómenos adversos desde el punto de vista ambiental e incluso generar conflictos.
El problema es que se sabe poco sobre el efecto en el mundo real de tales intervenciones deliberadas a gran escala, que podrían tener efectos secundarios peligrosos. Algunos investigadores que han estudiado durante mucho tiempo esta tecnología, están preocupados porque la empresa Make Sunsets parece haber avanzado con lanzamientos desde México sin ningún compromiso público o escrutinio científico.
De hecho, Luke Iseman, cofundador y director ejecutivo de Make Sunsets, reconoció que el esfuerzo es en parte empresarial y en parte provocación: «Un acto de activismo de geoingeniería», expresó.
Iseman, anteriormente director de hardware en Y Combinator, dijo que espera ser ridiculizado tanto por los críticos de la geoingeniería como por los investigadores en el campo por dar ese paso, y reconoció que «verlo como el villano de Bond va a ser útil para ciertos grupos».
«Creo que el cambio climático es una amenaza muy grave, y el mundo se movió lentamente para abordar el problema subyacente», en esta línea, el director ejecutivo indicó el mundo necesita «intervenciones más radicales».
«Es moralmente incorrecto, en mi opinión, que no hagamos esto», agregó. Lo importante es «hacerlo de la manera más rápida y segura posible», sostuvo.
La dependencia ambiental mexicana señaló directamente a la empresa Make Sunsets, ubicada en Baja California Sur, por realizar experimentos de geoingeniería solar mediante globos meteorológicos con dióxido de azufre, una operación que no contaba con el consentimiento gubernamental ni de las comunidades aledañas.
Mientras tanto el Gobierno de México anunció en la primera quincena de este enero 2023 que la experimentación con geoingeniería social no será autorizada en el país latinoamericano, con miras a proteger a comunidades y entornos ambientales. ¿A qué se debe esta reserva?
Un artículo de la presidenta de la organización política y climática alemana, Barbara Unmüssig, expone que quienes impulsan la geoingeniería «alimentan la ilusión de que existe una solución técnica a la crisis climática, que permitirá cumplir los objetivos del Acuerdo de París de 2015 y a la vez mantener un estilo de vida de alto consumo».
«Pero esta solución no es tan sencilla como quieren hacernos creer sus proponentes. Apostar por la ingeniería climática (como póliza de seguro planetaria o como última medida desesperada para combatir el aumento de temperaturas) no solo es arriesgado, sino que desvía la atención de la única solución que sabemos que funciona: reducir las emisiones de carbono», expuso la activista.
La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) mexicana, en coordinación con el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), aseveró que existen estudios que demuestran que la liberación de aerosoles de la geoingeniería solar genera desequilibrios meteorológicos.
El objetivo real de la startup
Presentado por Make Sunsets como «el arma secreta para combatir el calentamiento global», la inyección de aerosoles estratosféricos se explica como un proyecto empresarial que tiene fines de «activismo geoingeniril» mezclados con aportes a corto plazo para detener los embates climatológicos.
La técnica utilizada supuestamente intenta manipular el clima reflejando más luz solar hacia el espacio, imitando un proceso natural que se produce tras grandes erupciones volcánicas. En teoría, rociar azufre y partículas similares en cantidades suficientes podría aliviar el calentamiento global. El punto es que este proceso puede aportar mayores niveles de contaminación y estar lejos de generar una solución por la escala en el que se aplica.
“La inyección de aerosoles estratosféricos es una técnica de geoingeniería prometedora que podría ayudarnos a combatir el calentamiento global. Tiene el potencial de implementarse rápidamente y es de riesgo relativamente bajo. Si bien no es un reemplazo para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, podría brindar un apoyo valioso mientras trabajamos para abordar esta crisis global urgente”, justifican desde Make Sunsets en un comunicado.
La geoingeniería solar dice combatir el cambio climático, mediante la emisión de dióxido de azufre, sulfato de aluminio y otros gases, sin embargo, sus prácticas generan consecuencias negativas y desiguales, desequilibrios meteorológicos como vientos y lluvias torrenciales, sequías tropicales y adelgazamiento de la capa de ozono.
Temor ante la falta de control
Janos Pasztor, director ejecutivo de la Carnegie Climate Governance Initiative, expresó su perspectiva sobre este proyecto y señaló que «el estado actual de la ciencia no es lo suficientemente bueno como para rechazar, aceptar y mucho menos aplicar la geoingeniería solar».
«La iniciativa reclama la supervisión de la geoingeniería y otras tecnologías que alteran el clima, ya sea por parte de gobiernos, acuerdos internacionales u organismos científicos. Seguir adelante con la aplicación en esta fase es una muy mala idea», advirtió.
Al mismo tiempo, el centro estratégico norteamericano de tecnología MIT indicó que el comportamiento de la empresa refuerza el temor de que un actor «sin escrúpulos», sin conocimientos particulares de la ciencia atmosférica o de las implicaciones de la tecnología, pueda decidir unilateralmente aplicar la geoingeniería al clima, sin ningún tipo de consenso sobre si está bien hacerlo o sobre cuál debería ser la temperatura media global adecuada.
Esto se debe a que es relativamente barato y técnicamente sencillo de hacer, al menos de forma rudimentaria. Al parecer, los dos primeros lanzamientos de globos fueron muy rudimentarios y ocurrieron en abril en algún lugar del estado de Baja California, meses antes de que Make Sunsets se constituye en sociedad en octubre.
Se bombeó unos gramos de dióxido de azufre en globos meteorológicos y añadió lo que estimó que sería la cantidad adecuada de helio para llevarlos a la estratosfera. Pero no se sabe si el globo estalló ni donde fueron derivadas las partículas porque no había equipos de control en los globos.
Qué es la geoingeniería
La geoingeniería es la intervención deliberada y a gran escala en el sistema climático con el objetivo de enfriar la Tierra. Es una eterna sugerencia de la NASA en Estados Unidos y de la Royal Society en el Reino Unido y tradicionalmente incluye dos estrategias muy diferentes: la de aspirar dióxido de carbono del aire para que la atmosfera acumule menos calor, y la de reflejar la luz solar para que el planeta absorba menos calor.
La “captura de carbono” o “tecnologías de emisiones negativas”, cuenta con un gran consenso científico y es presentada como “algo que tenemos que hacer obligatoriamente para evitar niveles peligrosos de calentamiento global”. Sin embargo, actualmente, la mayoría ya no la llama geoingeniería para evitar que se asocie con la segunda y muy polémica estrategia, la geoingeniería que tiene como objetivo el sol.
La geoingeniería solar se trataría de un término general que abarcaría, según la MIT Technological Review, “distintas ideas como la instalación de protectores solares en el espacio y la dispersión de partículas microscópicas en el aire capaces de aumentar la reflectancia de las nubes costeras, disipar las nubes que atrapan el calor o dispersar la luz solar en la estratosfera”.
Hay una gran variedad de métodos de eliminación de gases de efecto invernadero, incluyendo soluciones tecnológicas como el uso de grandes máquinas para filtrar el dióxido de carbono del aire, o la captura de emisiones de carbono de las fábricas.
La reducción o captura de gases de efecto invernadero y la gestión de la radiación solar fueron abordadas por las Naciones Unidas en el informe sobre el clima que se publicó el 10 de agosto de este año. Sin embargo, el informe no hace recomendaciones sobre el empleo de ninguno de estos métodos.
Recientemente, la geoingeniería solar tiene el apoyo de grandes titanes como Bill Gates o la compañía Amazon. El fundador de Microsoft está financiando un proyecto basado en la utilización de aviones para arrojar millones de partículas de azufre sobre la estratosfera cada año. Por su parte, Amazon cedió el enorme poder computacional de los superordenadores de su Amazon Web Service para que los científicos puedan desarrollar sus investigaciones basadas en simulaciones.
¿Por qué en Latinoamérica no hay un debate más extendido sobre este tema?
“Porque estas discusiones están en las grandes instituciones anglosajonas, en enclaves de científicos. La inequidad del debate también es muy grave. Yo creo no hay suficiente conciencia en América Latina sobre el peligro de estas tecnologías”, dice, en entrevista con Pie de Página, Simone Lovera, de la organización Coalición Global de Bosques.
“La acumulación de poder de este tipo de tecnologías es tremendo, si esta tecnología acaba en manos de las personas equivocadas podrían utilizar estas tecnologías para ocasionar grandes tormentas. Como arma de guerra”.
Las técnicas propuestas son muchas y variadas. Por ejemplo, la fertilización oceánica por medio del vertido de nutrientes para que crezca fitoplancton que, en teoría, absorberá el dióxido de carbono. O el movimiento de masas de agua para obtener alimento para el fitoplancton. O la captura mecánica de gases. O combinar el CO2 con minerales calcificantes para obtener un producto como el cemento y emplearlo en la construcción.
Otra opción es la gestión de la radiación solar, que implica la inyección estratosférica de aerosoles, el blanqueamiento de las nubes marinas para que reflejen la luz o el adelgazamiento de nubes cirrus para que el calor pueda escapar hacia el espacio. O hacer plantaciones de monocultivos alterados genéticamente para que reboten los rayos solares.
Otro tipo de geoingeniería es la alteración del tiempo atmosférico sembrando nubes para cambiar los patrones de precipitación.
Hoy, el uso de cualquiera de estas tecnologías está impedido por una moratoria. Los 193 países que forman parte del Convenio Sobre Diversidad Biológica reafirmaron el año pasado el no uso de estos métodos para controlar el clima. Pero la llegada de Donald Trump al poder podría cambiar las cosas.
Los impulsores de la geoingeniería ocupan posiciones estratégicas en el gobierno de Estados Unidos. El propio secretario de estado, Rex Tillerson, quien además es director ejecutivo de la petrolera Exxon Mobile, es un declarado pro-geoingeniería.
Este tema ha llegado para quedarse, las nuevas armas militares al servicio de los grandes conglomerados económicos como lo son los tecnológicos ponen a prueba hasta la misma capacidad de los gobiernos de controlar lo que sucede en nuestros cielos.
Este artículo fue realizado con fuentes de Página 12 , Sputnik y biodiversidadla
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