No todos los gobiernos, y menos aún sus pueblos, permanecen en silencio ante el horror y la ignominia del terrorismo sionista que Israel está llevando a cabo en su guerra de acorralamiento y exterminio contra el pueblo palestino. Occidente, liderado por Estados Unidos, mira para otro lado en lugar de poner un freno a los crímenes de guerra que el gobierno sionista de Israel está cometiendo con toda impunidad en el territorio palestino ocupado ilegalmente.
Sudáfrica, ante este escenario de impunidad, se ha convertido en el primer país del mundo que ha plantado bandera de cara al genocidio en Gaza y Cisjordania. Este hecho claramente ha abierto una grieta en el muro de la impunidad que ha levantado el régimen sionista junto a sus socios.
Al presentar una demanda en un documento de 84 páginas el 29 de diciembre de 2023 en la Corte Internacional de Justicia (CIJ), Sudáfrica ha sido el primer país del mundo en tomar la iniciativa para desafiar el ataque genocida de Israel.
En 1948 cuando el mundo occidental adoptó, por un lado la Declaración Universal de Derechos Humanos y por otro, la Convención de las Naciones Unidas para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio, el nuevo orden mundial asistía a una trágica ironía. Por un lado, las fuerzas israelíes causaban la primera Nakba, o catástrofe, con la violencia y el desalojo masivo ilegal de cientos de miles de palestinos de sus tierras. Y por otro, aparecía el primer terrorista del Estado de Israel, David Ben-Gurión.
A partir de esto podemos observar como sistemáticamente el sionismo iba avanzado en la ocupación ilegal, violenta y forzada de los territorios palestinos, además de empujar al exterminio al pueblo dueño de esos territorios. No en vano, hoy, el primer ministro Benjamín Netanyahu y su gobierno sionista están hablando de una segunda Nakba con el genocidio de Gaza.
Y es ante esto que el mundo permanece bajo un silencio cómplice. El colonialismo imperial no ha cesado. La otanización de Europa, con el epicentro en Ucrania, el redespliegue de EE.UU en África y esta guerra en Gaza son claros ejemplos.
Cuando la ONU y el Occidente colectivo se reúnen para llegar a un acuerdo de alto el fuego, ninguna resolución se aprueba porque EE.UU bloquea el proceso. Se repite lo que hace años se pedía como la única solución del conflicto: un Estado israelí y un Estado palestino, soberanos y con garantías de seguridad. Y resulta que lo único que se consigue es un permiso de Israel para que entre la ayuda humanitaria. Esto es una burla y un abuso por parte de Israel. Es vergonzoso pedir esta ayuda, sabiendo que Israel está utilizando el hambre como arma de guerra.
Sudáfrica, la punta de lanza anti-sionista
Los juristas de Sudáfrica documentan las atrocidades de Israel citando las palabras utilizadas por los miembros del gobierno israelí. La decisiva actuación de Sudáfrica de sentar a Israel en el banquillo de los acusados, con otras naciones que la están apoyando, demuestra que el Sur Global ha roto las ataduras del control de la era colonial. Esta decisión tiene una importancia trascendental para el futuro porque Occidente, (el Norte Global), apoya el genocidio de Israel contra el pueblo palestino. Es un signo de estos tiempos que sea un país del Sur Global, de África, de los BRICS, que asuma el liderazgo moral para tratar de detener lo que está ocurriendo en Gaza.
La respuesta del Norte Global ha sido, como siempre ocurre, una gran militarización con un gasto masivo, lo que para nosotros no significa una muestra de fortaleza, sino todo lo contrario. El declinasionismo imperial se basa en cuatro vectores, por un lado la financiarización, por otro la narcotización, la caotización y la militarización. En Gaza estamos observando cómo estos vectores se esconden detrás de cada bomba que estalla en las calles, de cada inocente que muere con una bala israelí.
Sudáfrica presentó el caso ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya el 29 de diciembre de 2023, sosteniendo que lo que está ocurriendo allí es un genocidio contra el pueblo palestino, como señalamos más arriba, una nueva nakba. A partir de esa fecha, las idas y vueltas judiciales continúan. Las bombas sionistas también siguen cayendo sobre Gaza.
El documento presentado por Sudáfrica dice que las acciones de Israel «son de carácter genocida porque pretenden provocar la destrucción de una parte sustancial» de los palestinos en Gaza. Y además sostiene que los actos genocidas incluyen matar palestinos, causar graves daños físicos y mentales e inflingir deliberadamente condiciones destinadas a «provocar su destrucción física como grupo». La presentación sudafricana asegura, además, que las declaraciones de funcionarios israelíes expresan intenciones genocidas. Mientras que el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, dice que su país se está comportando con una «moralidad» incomparable en su campaña en Gaza.
Ahora bien, para aquellos que no tenemos formación judicial ni entendemos de leyes, ¿en que se basó Sudáfrica para llevar a Israel al banquillo de los acusados? Y la respuesta esta, justamente en la definición de la palabra “genocidio”, que curiosamente también quedó definida en aquel irónico 1948. Según la definición de la Convención de las Naciones Unidas, genocidio, es “un acto cometido con la intención de destruir total o parcialmente a un grupo nacional, étnico, racial o religioso, que implica:
- Matar a miembros del grupo.
- Provocar daños corporales o psíquicos graves a los miembros del grupo.
- Infligir deliberadamente condiciones de vida para provocar destrucción física.
- Imponer medidas destinadas a prevenir los nacimientos.
- Transferir por la fuerza a niños del grupo a otro grupo.
La Convención que mencionamos también establece que los Estados pueden emprender acciones legales para impedir que se cometa un delito de genocidio. Obliga a los Estados Partes en la Convención a adoptar medidas para prevenir y castigar el delito de genocidio. Esta obligación, así como la prohibición del genocidio, se consideran normas de derecho internacional consuetudinario y, por tanto, son vinculantes para todos los Estados, estén o no entre los 153 países -incluido Israel- que han ratificado la Convención.
El expediente presentado por el gobierno sudafricano documenta muchas de las atrocidades perpetradas por Israel, así como, y esto es crucial, las declaraciones de intención de llevar a cabo un genocidio realizadas por altos funcionarios israelíes, como llamamientos a una «Segunda Nakba» y a una «Nakba de Gaza», como señalamos a lo largo de este artículo, pero ¿qué significa esto? Sencillamente deberíamos saber que Nakba es una voz árabe que significa “catástrofe” y se refiere a la expulsión de las y los palestinos de sus hogares en 1948 que condujo a la creación del Estado de Israel. Es por ello que las escalofriantes declaraciones de intenciones que han aparecido repetidamente en los discursos y declaraciones del gobierno israelí desde el 7 de octubre junto con lenguaje racista sobre «monstruos», «animales» y la «jungla» para referirse a los palestinos es uno de los principales argumentos de los abogados que representan a Sudáfrica ante la CIJ.
Sudáfrica, que sufrió el régimen del apartheid de 1948 a 1991, tiene una larga historia de solidaridad con Palestina, así defiende también su derecho a la autodeterminación. La denuncia se produce en un contexto de tensas relaciones con Israel. El 17 de noviembre, la Fiscalía de la Corte Penal Internacional (CPI) recibió una remisión de Sudáfrica, Bangladesh, Bolivia, Comoras y Yibuti para investigar la «situación en el Estado de Palestina».
El embajador israelí en Pretoria fue destituido el 20 de noviembre, antes de que la Asamblea Nacional de Sudáfrica aprobara, por 248 votos a favor y 91 en contra, una moción que recomendaba el cierre de la embajada israelí hasta que se alcanzara un alto el fuego y el 21 de noviembre, Pretoria suspendió las relaciones diplomáticas con Tel Aviv y retiró a sus diplomáticos en protesta por los ataques israelíes en la Franja de Gaza, que calificó de actos de genocidas.
Recordamos esto último para observar las justificaciones detrás de la presentación sudafricana ante la CIJ.
Cuando Adila Hassim, abogada del Tribunal Superior de Sudáfrica, se presentó ante los jueces de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) y afirmó: “Los genocidios nunca se declaran de antemano. Pero este tribunal tiene el beneficio de las pruebas de las últimas 13 semanas que muestran de forma incontrovertible un patrón de conducta y una intención relacionada que justifica una afirmación plausible de actos genocidas”, el mundo entero ya estaba al tanto de lo que ocurría en Palestina como respuesta al ataque de Hamas del 7 de octubre.
Ataques a Rafah, otra presentación sudafricana
Sudáfrica pidió el jueves pasado al máximo tribunal de la ONU que ordene el cese de la ofensiva en Rafah como parte de su caso en La Haya en el que acusa a Israel de genocidio, afirmando que el país «debe detenerse» para garantizar la supervivencia del pueblo palestino.
Las audiencias en la Corte Internacional de Justicia se celebran después de que Sudáfrica solicitó más medidas de emergencia para proteger Rafah, ciudad del sur de Gaza donde se refugian más de un millón de palestinos.
También pidió al tribunal que ordene a Israel permitir el acceso sin trabas a Gaza de funcionarios de la ONU, organizaciones de ayuda humanitaria, periodistas e investigadores. Añadió que, hasta la fecha, Israel ha ignorado y violado anteriores órdenes judiciales.
«Hay que detener a Israel. Sudáfrica está hoy de nuevo ante ustedes para pedir respetuosamente al tribunal que invoque sus poderes (…) para ordenar un remedio que detenga a Israel», dijo Adila Hassim. «Desde el principio, la intención de Israel fue siempre destruir la vida de los palestinos y borrarlos de la faz de la tierra. Rafah es la última parada», afirmó la legista ante el tribunal.
La guerra entre Israel y Hamás ha matado a casi 35.000 personas en Gaza, según las autoridades sanitarias de la zona. Alrededor de 1.200 personas murieron en Israel y 253 fueron tomadas como rehenes el 7 de octubre, cuando Hamas lanzó el ataque que inició la guerra, según los recuentos israelíes. Estos fríos números solo reflejan las diferencias que separan a unos de otros, no es nuestra intención justificar ninguna muerte, pero si poner en la balanza la disparidad que separa a Israel de Hamas.
A modo de cierre podemos decir que los jueces de la Corte Internacional de Justicia deben dictaminar medidas de emergencia contra Israel tras las acusaciones de Sudáfrica. Estas nuevas audiencias, llevadas a cabo los días 16 y 17 pasados, se centrarán únicamente en la adopción de medidas de emergencia para evitar que el conflicto se agrave. Es probable que pasen años antes de que el tribunal pueda pronunciarse sobre el fondo del asunto. Por otra parte las sentencias y órdenes de la CIJ son vinculantes e inapelables. Aunque el tribunal no tiene forma de hacerlas cumplir, una orden contra un país podría dañar su reputación internacional y sentar un precedente jurídico.
Israel tiene la cobertura occidental, aun así el triunfo en Gaza es incomprobable. La resistencia del pueblo palestino está encontrando eco en diferentes puntos del planeta. Pero las acusaciones de Sudáfrica fueron y serán el puntapié inicial de esta resistencia.
*Beto Cremonte, docente, profesor de Comunicación Social y Periodismo, egresado de la UNLP, Licenciado en Comunicación Social, UNLP, estudiante avanzado en la Tecnicatura superior universitaria de Comunicación pública y política. FPyCS UNLP.