Esta semana, Pekín abrió las puertas del Foro Xiangshan, su conferencia anual de Defensa más importante, en un momento en que el mundo atraviesa una profunda reconfiguración del orden internacional.
El Foro llega tras una serie de encuentros que confirman el dinamismo diplomático de China. Hace apenas dos semanas, en Tianjin, se celebró la cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS), donde Xi Jinping se reunió con Vladímir Putin y Narendra Modi.
Poco después, el líder chino recibió a Kim Jong-un, junto a Putin y otros dirigentes que participaron en un desfile militar donde Pekín exhibió su poderío armamentístico. Estos encuentros no son hechos aislados, sino parte de una estrategia coherente para posicionar a China como centro de un polo alternativo frente a la hegemonía occidental.
En ese marco, el presidente Xi presentó una iniciativa de gobernanza global que busca crear un sistema más equitativo y justo, alejado de las prácticas de dominación de Estados Unidos y sus aliados. El ministro de Defensa chino, Dong Jun, reforzó este mensaje en el Foro Xiangshan, al subrayar que “las iniciativas promovidas por el presidente Xi apuntan a la dirección correcta”.
Con más de 1.800 asistentes de un centenar de países —entre militares, políticos, diplomáticos y académicos—, el encuentro se convirtió en una plataforma clave para debatir sobre seguridad, soberanía y multipolaridad.

El discurso de Dong Jun también abordó cuestiones sensibles como el Mar de China Meridional, Taiwán y la guerra comercial con Estados Unidos. Aunque evitó mencionar directamente a Washington, sus críticas fueron claras: denunció la “interferencia militar externa”, la “coacción para que otros tomen partido” y la “obsesión por la superioridad absoluta en fuerza militar”, advirtiendo que estas dinámicas conducen al caos y a un mundo regido por la ley de la selva.
Su mensaje apeló al diálogo frente a la confrontación, en abierta contraposición al discurso norteamericano que insiste en describir a China como una amenaza para la región.
La asistencia de Estados Unidos al foro fue mínima, representada apenas por el agregado de Defensa de su embajada. Este hecho contrastó con la importancia de las delegaciones de países de Asia, África, Europa y América Latina, que vieron en el foro una oportunidad para estrechar lazos con China en materia de seguridad.
Delegados de Rusia, Vietnam, Singapur, Francia, Nigeria o Brasil confirmaron que el Foro Xiangshan se ha consolidado como un espacio indispensable para el intercambio de visiones en un escenario mundial cada vez más fragmentado.
La agenda incluyó diálogos de alto nivel sobre las lecciones de la Segunda Guerra Mundial y la necesidad de reformar el sistema de gobernanza global, además de seminarios para jóvenes oficiales y académicos que analizaron el papel de las nuevas tecnologías en la seguridad internacional. La diversidad de voces fue celebrada por varios asistentes, como el delegado de la ASEAN, I Gusti Agung Wesaka Puja, quien destacó la riqueza de este espacio como inspirador y constructivo.
El Foro de Xiangshan coincidió con el 80º aniversario del final de la Segunda Guerra Mundial y de la fundación de la ONU, dos hitos que marcaron la construcción del orden internacional vigente, hoy en crisis. Delegados como el georgiano Nodar Kharshiladze subrayaron que la paz no se alcanza con la fuerza, sino con la capacidad de negociar y comprometerse, señalando a China como un ejemplo de país pacífico en la arena internacional.
La edición 2025 del Foro Xiangshan refleja que China no solo busca defender sus intereses nacionales, sino proyectarse como líder de una nueva arquitectura global basada en el multilateralismo y en la resistencia a la hegemonía occidental. Sin embargo, la pugna entre Washington y Pekín seguirá siendo un factor de tensión en la región y en el mundo.
En este escenario, el foro confirma que el sudeste asiático y Asia en general se han convertido en el epicentro de la disputa por el futuro del orden mundial.
*Foto de la portada: Xinhua

