Colaboraciones Nuestra América

El Salvador: 2024 año crucial

Por Raúl Larull*. Especial para PIA Global. – Iniciamos un nuevo año y se acostumbra desear lo mejor para este periodo calendario que nos presenta la vida (y en gran medida la propaganda y la mercadotecnia, que se han apropiado de nuestros sentidos comunes colectivos) como si se tratara verdaderamente de un nuevo comienzo, de nuevas oportunidades, siempre asentado en buenos deseos, pocas veces en realidades.

No creemos oportuno renegar de una tradición que, al fin y al cabo, favorece la renovación de esperanzas y deseos de fraternidad, paz y buenos augurios para todos. Sin embargo, tampoco parece adecuado suplantar con esas dignas aspiraciones una realidad aplastante que nos golpea a diario en la cara, desde casi todos los puntos cardinales de nuestro sufrido continente americano, y muy en particular desde una Centroamérica afectada por males ancestrales que hunden sus raíces en la dominación colonial e imperial, el hambre, la explotación y la violencia como forma de imponer la voluntad de los minoritarios y poderosos, adueñados de recursos naturales, vidas, fuerza de trabajo, libertades…

Y si hablamos de Centroamérica, pocos países presentan un mejor ejemplo de ese ambiente sórdido, de miedo, dolor oculto, hambre cotidiana, sensaciones de impotencia ante el autoritarismo escudado en la impunidad y el militarismo, que la diaria realidad que vive el pueblo de El Salvador, manifestada en el hambre y la pobreza infantil y juvenil, la injusta discriminación de la mujer, la postergación y el olvido de personas de la tercera edad, con sus pensiones robadas por el Estado, o directamente sin recurso alguno para su subsistencia.

Esos tres segmentos (mujeres, niñez y adolescencia, y adultos mayores) simbolizan como pocos la realidad de una sociedad profundamente injusta, cada vez más deshumanizada, que cierra los ojos a una situación lacerante.

En este contexto, cuesta expresar augurios de felicidad y prosperidad para el año que estamos estrenando, porque solo con deseos, por buenos que estos sean, no cambiarán las circunstancias de agobio y dolor de amplios sectores populares, pobres y crecientemente empobrecidos. Esa realidad, sin duda, solo se transformará con lucha cotidiana, persistente, permanente, creciente y organizada hasta hacerse mayoritaria y consciente.

Por eso, la denuncia de tales situaciones de injusticia institucionalizada, de gobiernos de desalmados y cínicos, que solo miran por su enriquecimiento y bienestar a costa de hundir en la miseria a un número cada vez mayor de población vulnerable, es de algún modo una forma más adecuada de desear un mejor año 2024. Para que este sea mejor será necesario luchar por ello, defender y reconquistar derechos pisoteados.

La denuncia, el desenmascaramiento de las eternas mentiras presidenciales, repetidas como mantra por diputados indignos de ser considerados representantes del pueblo, la organización y la movilización popular, la confrontación frente a la manipulación y el autoritarismo, serán sin duda instrumentos adecuados para vencer el esquema híbrido de gobierno crecientemente autoritario, cada vez menos democrático y más dictatorial.

2024, año de la derrota estratégica del régimen

No entramos, sin embargo, en un año cualquiera sino en uno crucial. Lo afirmamos mientras sostenemos que 2024 será el de la consumación de la mayor derrota del infame régimen que gobierna a las y los salvadoreños desde hace 4 años. No es una expresión de deseos, se trata de una realidad basada en datos.

Datos que nos muestran que este régimen contrarrevolucionario, autoritario y hambreador, está diseñado para implementar desde el primer día una contrarreforma neoliberal, quizás más gradual que la política de shock brutal y asesina, de otro congénere de su misma especie, el extremista presidente argentino de derecha Javier Milei, pero con los mismos objetivos de clase. 

En el caso de El Salvador esos objetivos pasaban – y siguen pasando- sin duda alguna por el aplastamiento de toda fuerza de resistencia popular, y muy especialmente del aplastamiento y desaparición del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, FMLN. Sin este objetivo cumplido no habrá plan de ajuste que valga, no habrá reversión social, ni política de hambre y represión que dure lo suficiente para que el gobierno autoritario (y desde este nuevo año, ilegal e inconstitucional) se consolide y perdure. El proyecto dinástico fracasará.

El propio régimen ha comprobado que le resulta imposible quebrar, quebrantar y pulverizar un símbolo vivo de la lucha popular, que sigue presente en la memoria y el corazón del pueblo, que reconoce y critica sus errores y desaciertos a la hora de gobernar, en particular sus gravísimas vacilaciones, que le impidieron llevar hasta las últimas consecuencias las banderas revolucionarias por las que el pueblo salvadoreño lo encumbró al gobierno.

Pero eso no borra de la memoria popular que los gobiernos de izquierda en El Salvador han protagonizado las más profundas transformaciones sociales en la historia del país. Tampoco olvida ese pueblo que FMLN es símbolo de esperanza porque es sinónimo de lucha, por más campañas sucias y de desprestigio que emitan desde las cloacas de CAPRES los Ernesto Sanabria, o las Sofia Medina.

Aquel objetivo primigenio de destrucción del FMLN ya resulta un imposible para el régimen. Lo saben y les inquieta. Se acerca la definición de los comicios 2024 en febrero y marzo. A medida que las fechas se acerquen, desde la cuevas de la reacción representada en el aparato de propaganda oficial, redoblarán el esfuerzo de desprestigio, insultos, calumnias e infamias; también desde el aparato judicial y el ministerio público, indignos agentes sumisos del Ejecutivo, redoblarán la persecución política por la vía judicial para amedrentar, asustar, profundizar las campañas de miedo orientadas a la militancia de izquierda y de odio dirigido a la población en general, en especial a la más inculta políticamente, aquella sin filiación o adscripción alguna, mucho más susceptible a las campañas masivas de manipulación mediática.

Ya han comenzado. Las absurdas órdenes de captura contra diversos personeros de la derecha parlamentaria de la primera Asamblea Legislativa de posguerra, que incluye a un personaje que alguna vez caminó junto a fuerzas de izquierda, como el ex embajador de El Salvador en EEUU, Rubén Zamora, hombre de confianza de Washington desde hace muchos años, pretende enviar un mensaje a toda la sociedad salvadoreña. Un mensaje simple y de terror, que afirma quién tiene el poder y la disposición de usarlo en contra de quien sea, si de algún modo interfiere en sus planes de continuidad ilegal e ilegítima.

El mensaje pretende pues, infundir miedo en la sociedad, demostrar con su descaro y arbitrariedad que nadie está libre de la amenaza del poder. ¿Por qué el régimen debe recurrir a estas artimañas? Si se sintiera tan seguro no las necesitaría. Pero la realidad es que saben (y sus cifras y datos muestrales permanentes, que recogen aunque no publican, les demuestra) que más allá de ganar un número determinado de diputados, de poder vender el triunfo ilegítimo del presidente como algún tipo de hazaña de videojuego (les encanta creer y hacernos creer que la vida es, en realidad, un videojuego), la realidad es que el FMLN lejos de debilitarse, languidecer y “morir de muerte natural”, ha crecido, se ha fortalecido y se ve en el territorio, en la creciente y gradual acumulación de población en torno a los mítines territoriales.

Y esto ha sucedido bajo una permanente campaña oficial de acoso y desprestigio, con una política gubernamental de asfixia económica en todos los aspectos, destinada a acelerar la esperada “crisis terminal”, que a pesar de todo no se dio.

Esta realidad no debe leerse solamente en términos electorales (los enemigos del FMLN no lo hacen y saben muy bien por qué no deben hacerlo) sino en términos de reencuentro de la fuerza de izquierda con su pueblo, del encuentro de sus raíces comunes, porque de allí nació la fuerza combatiente y hoy resurge su lógica de fuerza resistente y combativa.

El oficialismo pretenderá llevarnos al reduccionismo electoral pero ya sabe que está derrotado, no por las cifras obtenidas en las votaciones, sino porque el día después de las elecciones será el FMLN la fuerza que se levantará para decir “aquí seguimos”. El fracaso oficialista será el fracaso del proyecto de la burguesía emergente asociada a la oligarquía y el imperialismo, de imponer su inhumano plan depredador y clasista.

El hambre que no vota

El triunfalismo electorero del oficialismo no puede ocultar los datos objetivos, aunque pretenda envolverlos en juegos de abalorios o papeles de regalo de colores bonitos, como la inútil biblioteca nacional donde no se pueden leer libros, o las promesas de trenes del Pacífico, innecesarios aeropuertos en el Oriente del país, criptomonedas que no se usan, o ferry que se lanzan con gran pompa para cerrar operaciones apenas unos meses más tarde.

Esos trucos de tahúres no les sirven para hacer olvidar el hambre a la gente; tampoco  explican que con esos grandes proyectos el Estado salvadoreño mantenga a la tercera edad sin cobrar una sola mensualidad de la pensión básica ($50) a lo largo de todo el año 2023; que la pobreza haya aumentado a pesar del endeudamiento público, que incluye más de 9 mil millones de dólares tomados de los fondos de pensiones; por otra parte, es de recordar que solamente una de cada cuatro personas trabajadoras cotiza al sistema de pensiones, el resto no lo hace porque está en la informalidad. Además, sólo una de cada seis personas adultas mayores tiene una pensión en El Salvador, lo que implica que cinco de cada seis están con un alto riesgo de pobreza, sin cobertura alguna.

En el transcurso de este quinquenio se incrementó el precio de la canasta básica hasta en un 25.5 %. Para el mes de septiembre de 2023 llegó a tener un costo de $257.60 en el área urbana y $192.27 en el área rural, según datos de la Oficina Nacional de Censos y Estadísticas (ONEC). En este periodo más de 200 mil personas cayeron en pobreza extrema, mientras aumentó la pobreza de 22.8% en 2019 al 26.6% en 2022. Esa misma pobreza había disminuido en 38% en los 10 años de gobiernos del FMLN.

Finalmente, la inseguridad alimentaria y el hambre asoman como una nube negra desde el descuido sistemático del sector rural por parte del gobierno.  El final de la actual administración estará marcado por el desabastecimiento de insumos agrícolas, lo que agudizará el hambre en algunas zonas del país, principalmente en el área rural.

“Aunque el gobierno ha promocionado la entrega de paquetes agrícolas como una de sus principales apuestas en la economía agropecuaria, lo cierto es que la línea de trabajo “Abastecimiento y Seguridad Alimentaria” ha tenido una disminución presupuestaria significativa. Desde el primer año del Gobierno de Bukele, el presupuesto bajó de $26 millones a $19.3 millones y así se ha mantenido hasta el presupuesto aprobado para 2024. No hubo aumentos cuando la actual Asamblea Legislativa inició su periodo, a pesar de que el partido oficialista Nuevas Ideas es mayoría y que las autoridades de su mismo gobierno han solicitado refuerzos presupuestarios para cumplir con la entrega de paquetes agrícolas”, señala un reportaje de la revista Gato Encerrado

Agreguemos a este panorama que el crecimiento de la economía salvadoreña es la más baja de Centroamérica, (crecimiento estimado del PIB en 2.3% para 2023 y caída a 2% para 2024) como lo señala la CEPAL en su reciente informe, presentado el 14 de diciembre de 2023. En su reporte, el organismo subraya que los salarios mínimos reales en el primer semestre de 2023 se contrajeron un 5.3 % en El Salvador, frente a un incremento en la región de un 0.8 %.

Ese es el nuevo año que inauguramos. Sin duda, será un año decisivo, de tensiones y luchas. Auguramos para todas y todos, felicidad. Pero estamos convencidos que, en el caso concreto de Nuestra América, y de El Salvador en particular, las condiciones nos presentan un panorama donde esa felicidad del pueblo es un bien preciado que debemos conquistar con la lucha y el esfuerzo de todas y todos. En ese sentido, de combate por un mundo mejor y menos injusto, pleno de victorias para el pueblo, les deseamos un FELIZ 2024.

Raúl Larull* Periodista y comunicador. Militante internacionalista. Miembro del FMLN.

Foto de portada: prensa-latina.cu/

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