África Subsahariana Análisis del equipo de PIA Global Sahel

El replanteo del Sahel: la expulsión de tropas francesas y el resurgimiento de la soberanía africana

Escrito Por Beto Cremonte

Por Beto Cremonte*-
Chad y Senegal en los últimos días tomaron la decisión de expulsar a las tropas francesas de sus territorios y se acercan a la Alianza de Estados del Sahel.

En los últimos años, África occidental y central han sido escenario de una transformación geopolítica significativa. La decisión de Chad y Senegal de expulsar a las tropas francesas, siguiendo los pasos de Burkina Faso, Malí y Níger, simboliza un punto de inflexión en las relaciones históricas entre estas naciones y la antigua metrópolis colonial. Este movimiento es más que un rechazo puntual a la injerencia extranjera: es parte de un proceso profundo que busca redefinir la soberanía africana en términos políticos, económicos y culturales.

El fin de una era de tutela externa: las raíces del malestar

La relación entre Francia y sus antiguas colonias ha estado marcada por el sistema del Françafrique, una red informal de influencia que permitió a París mantener un control significativo sobre los recursos naturales, la política y la economía de estos países. Este modelo, sostenido por acuerdos de defensa y el uso del franco CFA como moneda común, generó una dependencia estructural que perpetuó desigualdades económicas y debilitó la autonomía de los Estados africanos.

En el ámbito militar, Francia justificó su presencia bajo el argumento de combatir al terrorismo en el Sahel. Las operaciones Serval (2013) y Barkhane (2014-2022) buscaban estabilizar la región frente a grupos armados que mantenían en vilo a la región. Sin embargo, los resultados fueron contradictorios. A pesar de los recursos desplegados, el conflicto se intensificó, afectando a millones de personas y erosionando la legitimidad de los gobiernos respaldados por Francia. Millones de desplazados por la violencia, pueblos cada vez más pobres y la metrópoli cada vez más rica gracias al drenaje de los recursos naturales africanos hacia europa.

El fracaso de estas intervenciones expuso las contradicciones de un modelo que priorizaba los intereses estratégicos de Francia sobre las necesidades locales. Las críticas populares señalan que, mientras las bases militares protegían rutas de extracción de uranio o minerales estratégicos, las poblaciones locales seguían enfrentándose a la pobreza, el desempleo y la inseguridad.

El cambio de paradigma: una nueva cooperación regional y global

La decisión de Burkina Faso, Malí y Níger de expulsar a las tropas francesas marcó el inicio de un replanteamiento colectivo. Estos países han optado por fortalecer alianzas intraafricanas y diversificar sus relaciones internacionales. El eje trilateral establecido entre ellos se basa en principios de soberanía compartida y defensa mutua, lo que les permite contrarrestar amenazas externas sin depender de actores extranjeros.

Además, el acercamiento a Rusia y China refleja un giro hacia un modelo multipolar. En el caso de Malí, la colaboración con el Grupo Wagner ha sido controvertida, pero representa una estrategia para reducir la influencia francesa mientras se abordan urgencias de seguridad. Por su parte, China ha incrementado sus inversiones en infraestructura, energía y tecnología en África, consolidando una relación económica menos vinculada a condicionantes políticas explícitas, aunque no exenta de críticas.

Chad y Senegal, normalmente aliados de Francia, han seguido un camino más gradual. En Senegal, la presión social se intensificó tras manifestaciones masivas que cuestionaban la presencia militar extranjera y los beneficios económicos asociados a los contratos de explotación petrolera y gasífera. En Chad, la decisión estuvo influenciada por la creciente inestabilidad interna y las tensiones entre el gobierno y los sectores opositores.

Los desafíos de construir autonomía real

La salida de las tropas francesas no garantiza automáticamente la resolución de los problemas estructurales que enfrenta la región. África occidental y central son espacios marcados por una gobernanza débil, economías extractivistas y tensiones sociales profundas. El éxito de esta transición dependerá de la capacidad de estos países para fortalecer sus instituciones y promover un desarrollo inclusivo que priorice a sus ciudadanos.

El fortalecimiento de estructuras regionales, como la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) y la Unión Africana, será crucial para construir una autonomía sostenible. Sin embargo, estas organizaciones enfrentan desafíos internos, como divisiones políticas y la falta de recursos. Por otro lado, iniciativas locales, como los esfuerzos de Malí y Burkina Faso para empoderar a sus comunidades rurales, podrían ser modelos replicables si reciben el apoyo necesario.

El rechazo a Francia y el replanteo de alianzas no son solo actos geopolíticos; representan un cambio cultural y simbólico más amplio. Durante décadas, los países africanos han luchado contra una narrativa que los posicionaba como “periferia” de las potencias globales. Hoy, el discurso está cambiando. Movimientos intelectuales y políticos, inspirados en el panafricanismo y la descolonización, están promoviendo una visión de África como actor central en su propio desarrollo.

La soberanía no solo significa independencia militar, sino también la recuperación del control sobre los recursos naturales, la renegociación de contratos internacionales y la creación de una identidad africana unificada frente a las presiones globales.

El horizonte: una región en transformación

El Sahel y África occidental están redefiniendo sus prioridades en un contexto global donde las potencias tradicionales ya no tienen el monopolio de la influencia. Este cambio trae consigo oportunidades y riesgos. Si bien el acercamiento a nuevos socios como Rusia y China puede diversificar las opciones estratégicas, también existe el peligro de caer en nuevas dependencias.

El éxito de este replanteamiento dependerá de la capacidad de los líderes africanos para priorizar el bienestar de sus pueblos y resistir presiones externas. La historia muestra que los momentos de transición son también oportunidades para construir un futuro más justo. En este caso, el Sahel tiene la oportunidad única de ser un modelo para toda África: un continente que está dejando de ser un espacio de disputa entre potencias para convertirse en un actor global con voz propia.

El Sahel está despertando, y con él, África está reclamando su lugar en el mundo.

*Beto Cremonte,  docente, profesor de Comunicación social y periodismo, egresado de la UNLP, Licenciado en Comunicación social, UNLP, estudiante avanzado en la Tecnicatura superior universitaria de Comunicación pública y política. FPyCS UNLP.

Acerca del autor

Beto Cremonte

Docente, profesor de Comunicación social y periodismo, egresado de la Unlp, Licenciado en Comunicación social, Unlp, estudiante avanzado en la Tecnicatura superior universitaria de Comunicación pública y política. FPyCS Unlp

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