África Subsahariana Política

El “Building Bridges” ha distorsionado la democracia de Kenia (parte I)

Por PIA Global.-
La unión entre el partido gobernante y el de la oposición en Kenia augura un desastre para todos. Desde el acuerdo del «apretón de manos», la democracia keniana se ha distorsionado y el papel de la oposición se ha erosionado por completo. De hecho, la oposición es más gobierno que el gobierno mismo.

En marzo de 2018, tras meses de disturbios postelectorales, el presidente de derecha Uhuru Kenyatta y el líder de la oposición de centro-izquierda Raila Odinga se reunieron en un acuerdo de «apretón de manos» con un plan para «unificar el país» Este acuerdo, desarrollado posteriormente en el informe «Building Bridges Initiative” (Iniciativa Construyendo Puentes –BBI), plantea una serie de reformas constitucionales destinadas a garantizar un mayor reparto del poder. Sus partidarios afirman que la BBI unirá a una nación dividida y solucionará los desequilibrios étnicos de poder que se remontan a la época colonial. Los críticos están de acuerdo en que es necesario abordar los problemas, pero sostienen que la BBI no lo hace. También difieren en cuanto a la legitimidad del proceso en sí, pero todos dicen que la BBI es poco más que un espectáculo de la élite política, destinado a distraer y cooptar a las fuerzas de la oposición.

Los partidarios del «apretón de manos» entre Raila Odinga y Uhuru Kenyatta lo describen a menudo como un momento ganador del Premio Nobel de la Paz, como el que se produjo cuando el primer ministro etíope Abiy Ahmed Ali extendió una rama de olivo a Eritrea, poniendo así fin a 16 años de estancamiento y hostilidades. Algunos incluso lo han descrito como «un momento seminal» en la historia de Kenia, en el que dos rivales políticos dejaron de lado sus diferencias por el bien del país. El acercamiento suele expresarse en el lenguaje de la reconciliación, de dos familias dinásticas que se unen convirtiendo viejos odios en amistad, una tregua entre antiguos enemigos.

Odinga y Kenyatta se dieron la mano para poner fin a un enfrentamiento político tras las disputadas elecciones.

Sin embargo, quienes creen que Odinga y Uhuru han evitado una guerra civil al unir el país no han entendido nada. En primer lugar, que Raila Odinga tuviera o no un odio personal o un agravio histórico contra Uhuru Kenyatta y su familia es completamente irrelevante. No se forma un partido de oposición porque se tenga una venganza personal contra el líder del partido gobernante. De hecho, no se forma ningún partido porque se quiera hacer daño al enemigo. Los partidos políticos deben basarse en ciertos ideales y en una ideología, no en las ambiciones personales o en las manías de sus líderes.

La mayoría de quienes se oponen sistemáticamente al gobierno del partido Jubilee no lo hacen porque odien a Uhuru Kenyatta o a William Ruto. Lo hacen porque creen que su gobierno va por el camino equivocado y que, de hecho, está perjudicando a la mayoría de la población del país a través de una serie de leyes y políticas que han paralizado al país económicamente y han restringido ciertas libertades.

No se ha votado por Raila Odinga en todas las elecciones desde 2007, no porque agrade especialmente el tipo. Pero se lo ha votado por porque se creía que él representaba una visión del mundo y una ideología progresistas que coincidían con el pensamiento de una mayoría. Muchos sintieron que, a pesar de sus defectos (como su implacable ambición por el poder político a pesar de que ejerce una influencia considerable en todo el país), seguía representando algo y estaba dispuesto a morir por ese algo si era necesario. Era de lo que están hechos los héroes.

Pero el apretón de manos destrozó esa visión de él. Como muchas otras personas de la oposición, que se sintieron traicionadas, utilizadas o simplemente descartadas Se rompió la confianza y reparar esta confianza no será fácil.

Los partidarios acérrimos de Raila dicen que esa gente no entiende nada, que Raila es un estratega magistral que impondrá su programa reformista a través del apretón de manos. Dicen que Raila es conocido por neutralizar o demoler un partido gobernante infiltrándose o uniéndose a él, como lo hizo con la Unión Nacional Africana de Kenia (KANU por sus siglas en inglés) de Moi; en esencia, destruye el partido gobernante desde adentro.

En todo caso, el apretón de manos no sólo ha legitimado el gobierno de Uhuru, sino que lo ha fortalecido. Lo que es peor, la oposición, tal y como la conocíamos, ha sido completamente neutralizada y castrada. Como ha declarado la campaña Linda Katiba, dirigida por Martha Karua y otros: «desde el apretón de manos nuestra democracia se ha distorsionado y el papel del partido minoritario (la oposición) se ha erosionado por completo. La oposición es más gobierno que el gobierno».

El señor Ruto (izq.) Observa mientras el señor Kenyatta dirige su atención al señor Odinga (der)

Toma de poder

La Building Bridges Initiative (BBI) también se presenta como el gran unificador, el pegamento que mantendrá unido a nuestro étnicamente dividido país. Lo que sus redactores no reconocieron, es que colocar a un Luo en la mesa principal no resolverá las diferencias étnicas en este país, porque nuestras animosidades étnicas son el resultado de una mala política y un mal liderazgo.

Los defensores de la BBI dicen que traerá equidad y estabilidad. Todo esto puede estar bien y ser cierto, pero lo más preocupante es lo que no dicen. La omisión más importante es que la BBI no está legalmente constituida; el equipo de la BBI era simplemente un comité ad hoc que no tenía ninguna base legal o constitucional. Además, parece haberse formado con el objetivo específico de cambiar la constitución de 2010. En el informe de la BBI hay palabras bonitas para demostrar que el equipo realmente se preocupa por los pobres, las mujeres y los grupos marginados, pero no se reconoce que estos grupos ya están contemplados en la constitución y que es porque el gobierno de Jubilee no se ha adherido a la constitución que todavía encontramos a estos grupos subrepresentados o ignorados.

También existe el peligro de que, al incluir algunas ventajas aquí y allá, las enmiendas propuestas a la constitución, según lo previsto por la BBI, también introduzcan cambios que socaven o nieguen por completo la Constitución de 2010, por ejemplo, creando los cargos de primer ministro y viceprimer ministro, y añadiendo 70 miembros más a la Asamblea Nacional (un gasto salarial que difícilmente se podría solventar).

Como han dicho repetidamente los defensores de la Constitución de 2010, la devolución –si se aplica correctamente– podría ser el verdadero punto de inflexión en Kenia. Existe el peligro de que, al adoptar las enmiendas propuestas y delegar más poderes al gobierno nacional, se vuelva a los días en que el centro lo controlaba todo, incluso los pensamientos. Manipular la constitución en tales circunstancias equivaldría a asesinarla y cometer suicidio.

Ya se está escuchando que se ordena a los jefes de zona que recojan firmas para el referéndum de la BBI. Tal coerción recuerda a los tiempos de Moi, cuando los jefes tenían línea directa con la Cámara de Representantes y eran, por tanto, los funcionarios más temidos en las zonas más alejadas y remotas del país, donde un jefe de área podía convertir la vida en un infierno si no se seguían las órdenes de Nyayo.

Para hacerce una idea de los peligros a los que se enfrenta Kenia, basta con ver lo que ha sucedido en el condado de Nairobi. El Partido Jubilee apoyó sin reservas a un dudoso candidato a gobernador del condado de Nairobi y luego procedió a despojarlo a él y al condado de sus poderes. Nairobi fue militarizada mediante una orden ejecutiva y un militar fue nombrado para dirigir los Servicios Metropolitanos de Nairobi (constituidos ilegalmente).

Comentando la orden ejecutiva (inconstitucional) que condujo a esta situación en un artículo de Foreign Policy titulado «Kenya’s Road to Dictatorship Runs Through Nairobi County» (El camino de Kenia hacia la dictadura pasa por el condado de Nairobi), Carey Baraka escribió:

“La militarización de Nairobi y la posterior transferencia de la administración del condado a la oficina presidencial es una descarada toma de poder por parte de Kenyatta; aún más preocupante es el hecho de que los movimientos no han sido controlados por el parlamento de Kenia . . . La historia de Kenia está repleta de declaraciones unilaterales de la oficina presidencial. Es a este pasado al que Kenyatta busca regresar.”

Teniendo una oposición sana, tal medida habría sido fuertemente rechazada, pero al haber tanto un gobernador inepto como una oposición castrada, este asalto a la devolución fue recibido con resignación, incluso con júbilo.

Artículo editado por el equipo de PIA Global